Hermann Goering

Excéntrico hasta el límite y ambicioso en sus propósitos, Hermann Goering se convertiría en un «as» del aire durante la Gran Guerra y en el jefe de la Fuerza Aérea Alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Este importante personaje del siglo XX, pasó de dominar los cielos de Europa, a dar con sus huesos en la cárcel de Nuremberg para reírse de todos sus enemigos hasta los últimos instantes de su vida.

Hermann Goering.

Hermann Wilhelm Goering nació el 12 de Enero de 1893 en Marienbad, cerca de Rosenheim, por aquel entonces parte del Segundo Reich Alemán. Su padre fue Heinrich Ernst Goering y su madre Franciska Tiefenbrunn, siendo el cuarto de cinco hermanos entre los que estaban Karl, Olga, Paula y Albert. Como viejo comisario del África Oriental Alemana en Namibia, su padre no pudo asistir al nacimiento de su hijo por estar trabajando como cónsul en Haití; mientras que su madre abandonó durante un tiempo el Caribe para dar a luz a su hijo en Alemania, antes de regresar a Centroamérica y dejar a una amiga al cuidado de su bebé.

Cuando Hermann cumplió los 3 años, el pequeño se reencontró con su familia a la que no conocía. Juntos se fueron a vivir al Castillo de Veldenstein, un recinto que les prestó Hermann Von Eppenstein, un médico alemán de origen judío cristianizado que les ayudó cuando supo que su padre padre Heinrich había regresado de Haití con una situación económica muy precaria. Durante la estancia en aquella residencia, su madre Franciska se convertiría en la amante consentida del mismo Von Eppenstein, por lo que los hijos del matrimonio Goering crecieron en un ambiente poco recomendable para unos niños. A pesar de todo Hermann fue feliz e hizo de todo con su padre, ya fuese estar jugando con soldaditos de juguete, leyendo historias de la Orden Teutónica o realizando un árbol genealógico inventado sobre un supuesto origen procedente de Carlomagno, Federico el Grande y Santa Isabel de Turingia. Sin embargo con lo que más disfrutaba era estar haciendo excursiones a los Alpes, incluyendo a la montaña más alta de Europa, el Mont Blanc, ocasión para la cual se visitó el uniforme de los bóers cuando se puso de moda durante la Guerra de los Bóers en Sudáfrica.

Goering de niño con el uniforme de cadete.

Al ser poco propicio el entorno en el que debía crecer Hermann Goering, su padre Heinrich le envió con sólo 12 años a estudiar en la Escuela de Cadetes de Karlsruhe para que se convirtiese en militar. Allí pasó toda su adolescencia hasta que siendo mayor de edad, ingresó en la Academia Militar de Groos-Lichterfelde de Berlín, de donde se licenció con el grado de alférez. Terminados sus estudios profesionales en 1912, se incorporó al 112º Regimiento de Infantería ubicado en Mülhausen, Alsacia.

Solamente una milla separaba la demarcación de Francia del cuartel de Mülhausen donde se encontraba Goering cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914. Al principio su participación en el conflicto se centró en la vigilancia de fronteras, pero no tardó en tener un ataque de reumatismo que le dejó hospitalizado. Durante su estancia en el hospital le visitó un amigo que se estaba formando como piloto, Bruno Loerzer, quién le animó a presentarse en la Fuerza Aérea Alemana (Luftreitkräfe). En cuanto Goering se recuperó no dudó en presentarse en la naciente aviación alemana y realizar su primer vuelo como piloto de combate el 3 de Octubre de 1915. Rápidamente empezó a cosechar victorias en el aire y fue condecorado con la Cruz de Hierro volando con el 27º Escuadrón de Caza. Precisamente en el intento de derribar a un bombardero británico fue herido en la cabeza, aunque pudo tomar tierra con su aparato y recibir tratamiento médico durante unos meses. A su regreso al Frente Occidental, fue designado comandante del 27º Escuadrón de Caza hasta convertirse en un héroe nacional al obtener la condecoración Pour le Mérite de las manos del mismo Káiser Guillermo II, algo que le valió ser muy popular en toda Alemania porque su fotografía fue publicada en prensa, revistas, kioskos y librerías. Con la muerte en 1918 de Manfred Von Richthofen, el «Barón Rojo», Goering tomó el mando de su vieja unidad, el 1º Escuadrón de Caza «Jasta 11», con la que siguió aumentando su palmarés hasta anotarse el derribo de 22 aviones franceses y británicos. Incluso cuando se firmó el Armisticio de Compiègne en 1918, Goering conservó el honor porque tras romper adredemente los trenes de aterrizaje de su avión, voló a un aeródromo del Cuerpo Aéreo Británico (Royal Flying Corps) para entregar el aparato a sus enemigos, a quienes se excusó diciendo que la avería había sido «accidental».

Piloto Hermann Goering en la Primera Guerra Mundial a bordo de su avión de caza.

Finalizada la Gran Guerra en 1918, Goering fue desmovilizado y pasó a la vida civil, lo que supuso un verdadero trauma a nivel psicológico por haber perdido Alemania la contienda y encima encontrarse arruinado y sin medios económicos. Por suerte le prestó dinero un antiguo oficial británico que había sido prisionero de guerra en Alemania y que durante su cautiverio había entablado amistad con Goering. Desde entonces su situación empezó a mejorar cuando fue contratado para realizar exhibiciones acrobáticas y vuelos privados con los nuevos aeroplanos de la época, además de comenzar a volar en 1919 para la Aviación Civil Sueca (Svensk Luftrafik) mientras efectuaba la línea entre Dinamarca y Estonia, un trabajo que a pesar de que no le aportaba un sueldo fijo, sí le era suficiente para vivir cómodamente.

De manera accidental, mientras sobrevolaba Suecia en 1920, Goering tuvo un problema en su aparato y tuvo que realizar un aterrizaje forzoso en el Lago Baven, por aquel entonces congelado por el hielo. La zona era propiedad del Conde Eric Von Rosen, que en seguida le ofreció alojamiento en el cercano Castillo de Rockelstad. Precisamente allí conoció a quién sería el amor de su vida, Carin Von Kantzow, una mujer casada con el oficial sueco Nils Von Kantzow, de la que se enamoró perdidamente. Carin le correspondió a su amor, por lo que se divorció de su anterior marido a costa de perder la custodia de su hijo. A continuación ambos contrajeron matrimonio en una boda sencilla en 1921 y poco después se trasladaron a vivir a Munich.

Por mera casualidad del destino, en la Plaza Könisplatz de Munich, Goering esuchó el discurso de un hombre que le llamó la atención. Se trataba de Adolf Hitler, quién le conmovió profundamente a través de su persuasivo lenguaje, por lo que al día siguiente, tampoco dudó en acudir a presenciar su oratoria en el Café Neumann. Según comentó a su esposa aquella misma noche, sus palabras fueron: “Seguiré a este hombre en cuerpo y alma”. Poco después se afilió al Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP) con el carné de miembro número 22. Hitler le recibió con todos los honores en su formación política debido a que un «as» del aire de la Gran Guerra como él, aportaba una imagen de prestigio a su movimiento. Sería precisamente por este motivo por el cual le responsabilizó del mando de las milicias SA, también conocidas como «Camisas Pardas». A partir de entonces Goering compaginó su labor de líder miliciano con sus estudios en la Facultad de Ciencias Políticas y trabajando en un banco (en el que curiosamente tuvo como compañero a Rudolf Hess, otro destacado aviador del NSDAP). Gracias a su liderazgo al frente de las SA, consiguió reunir a una fuerza paramilitar de 11.000 hombres que poco a poco fueron dominando las calles de Munich mediante una guerrilla urbana contra los comunistas.

Goering con el uniforme que vistió durante el Putsch de Munich luciendo sus medallas de la Gran Guerra. Sobre la cabeza lleva un casco con la cruz gamada pintada.

Cuando se produjo el golpe del Putsch de Munich el 9 de Noviembre de 1923, Goering movilizó a las SA sobre las calles de la ciudad con la esperanza de que el Ejército de la República de Weimar (Reichswehr) no abriese fuego contra la masa de manifestantes civiles y milicianos. Sin embargo se equivocó en sus cálculos porque los soldados dispararon contra la multitud, resultando herido Goering por una bala que le atravesó la pelvis a través de la ingle. Apenas sin poder sostenerse en pie y sabiendo que el Putsch de Munich había fracasado, Goering se alojó provisionalmente en una tienda de muebles de unos amigos, para a continuación escapar a Austria en donde se exilió.

Refugiado en Austria e ingresado en el Hospital de Garmish, Goering tuvo que ser sometido a duros tratamientos con dosis muy elevadas de fármacos y morfina como consecuencia de la infección de sus cicatrices tras el Putsch de Munich. A pesar de que finalmente los doctores le salvaron la vida, los fuertes medicamentos dejaron una huella imborrable en su físico porque le generaron una obesidad de casi 160 kilogramos de peso y problemas respiratorios por culpa de la acumulación de grasa. Una vez se recuperó su salud, marchó a vivir junto con su esposa Carin a Italia, donde tuvo la esperanza de conocer a Benito Mussolini, aunque el Duce siempre se negó a recibirle. Por si fuera poco su estancia en tierras italianas no fue sencilla porque el matrimonio estaba arruinado y sin una moneda en el bolsillo, lo que obligó a Goering a vagar por diversas ciudades como Roma, Venecia, Florencia y Siena.

Incapaz de obtener trabajo en Italia, Goering y Carin se trasladaron a Suecia en 1925. Lamentablemente los dos años que pasaron en Estocolmo fueron igual de difíciles porque la economía familiar continuó siendo precaria y la herida de Goering empeoró. A raíz de este deterioro grave de su salud que le generó dolores insoportables, Goering se convirtió en un adicto a la morfina y otros fármacos, llegando a mascar a diario decenas de pastillas de paracodeína. Como resultado de este abuso de estupefacientes cayó enfermo y tuvo que ser ingresado en un hospital psiquiátrico para someterse a una desintoxicación.

Manifestación del NSDAP en Nuremberg. Abajo por la izquierda está Goering. Justo encima de él se encuentra Hitler saludando a las masas.

Dos años después de haberse recuperado en Suecia, en 1927, Goering y Carin volvieron a Alemania al saber acerca de la amnistía decretada por la República de Weimar contra todos los miembros del NSDAP. A pesar de que tenía la esperanza de poder volver a ganarse la vida con la política, inicialmente no quisieron readmitirle en el NSDAP tras haber abandonado el país tantos años mientras el resto de sus compañeros había dado con sus huesos en la cárcel. Afortunadamente y después de mover muchos contactos, finalmente Adolf Hitler se desdijo y volvió a autorizar su ingreso en la formación. No obstante y a diferencia de años atrás, Goering no obtuvo el mando de las SA que fueron puestas bajo la tutela de Ernst Röhm, aunque en 1928 tuvo el honor de salir elegido como uno de los doce diputados del NSDAP en el Parlamento Alemán (Reichstag) de Berlín. Aquel nuevo cargo le proporcionó un buen sueldo y acceso a importantes negocios financieros como los que cerró con Erhard Milch, un alto funcionario de la línea aérea civil Lufthansa.

Inesperadamente en 1928, Carin cayó enferma de tuberculosis y tuvo que ser ingresada en un hospital de Suecia. Goering que a punto estuvo de abandonar la política para acompañarla, finalmente no pudo dejar su trabajo porque de lo contrario perdería su sueldo y por tanto su única fuente de dinero para costearla el tratamiento. Desgraciadamente los medicamentos no sirvieron de nada porque dos años después, en 1931, Carin falleció en Estocolmo tras una larga enfermedad. Aquel acontecimiento destrozó la vida de Goering, algo que demostró en su funeral cuando desconsolado cayó de rodillas sobre el ataúd mientras gemía con desesperación delante de todo el mundo. Lo único que pudo hacer por ella fue enterrarla en su finca de «Carinhall», a la que bautizó así en su honor y además la construyó un bonito mausoleo que nunca dejaría de velar.

Como forma de sortear el profundo dolor que le había generado la muerte de Carin, Goering se dedicó en cuerpo y alma a la política. Por ejemplo en 1932, gracias a los votos obtenidos del Partido Centro (Zentrum) y del Partido Popular Bávaro, fue elegido Presidente del Reichstag. Justo un año después, en 1933, tras la llegada de Hitler al poder en Alemania, el Führer le nombró Ministro del Interior de Prusia, un cargo que desempeñó agrupando a las milicias prusianas de las SS, las SA y los Cascos de Acero «Stalhem» en una fuerza auxiliar unificada; además de crear junto a Heinrich Himmler una policía secreta a la que bautizaron como Gestapo.

Alce cazado por Goering en su coto privado de su residencia «Carinhall».

Con 42 años de edad, Goering finalmente superó la pérdida de su esposa Carin y volvió a encontrar el amor en una actriz de teatro llamada Emmy Sonnemann. Ambos se casaron en 1935 celebrando una excéntrica boda que se convirtió en un acontecimiento nacional, ya que toda la prensa rosa alemana vendió infinidad de reportajes con fotografías sobre el acontecimiento. Del matrimonio que perduraría toda la vida nacería una hija a la que bautizaron Edda.

Fuera de la vida política, normalmente modesta entre los miembros del NSDAP, no fue tal en el caso de Goering. Dentro del ámbito privado, Goering llevó a cabo una existencia lujosa y extravagante porque adquirió varias residencias por toda Alemania, coleccionó con avaricia cientos de obras de arte, se compró un tren personal al que bautizó como “Asia” y eligió como mascota a un león que mordisqueaba los pies de los invitados. Su mansión más impresionante fue «Carinhall», en honor a su esposa Carin, que alcanzaba un terreno de 100.000 acres con gamos, caballos, alces y búfalos pastando, además de unas infraestructuras que incluían un gimnasio, un campo de tiro y una sala de 25 metros de largo con un tren eléctrico que manejaba con un mando desde su butaca. También le encantaba llamar la atención con su aspecto físico porque a diferencia de sus compañeros, se confeccionó un uniforme azul a su medida, alardeaba de tener anillos en todos sus dedos, llevaba zapatillas con piedras preciosas y ataba en su cintura una daga de oro, mientras que a su esposa Emmy le hacía llevar las joyas más caras.

La Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) fue el gran éxito en la vida de Hermann Goering tras ser nombrado comandante supremo de este arma y mariscal del aire en 1935. Al frente de la aviación alemana, pasó de convertirla de algo inexistente como consecuencia del Tratado de Versalles a la mejor fuerza área del mundo. Suya fue la idea de dotarla con excelentes aparatos como los cazas Messerschmitt Bf 109 y Focke Wulf Fw 190, los bombarderos Heinkel He 111, Junkers Ju 88 y Dornier Do 17, los bombarderos en picado Stuka o posteriormente el primer avión a reacción Messerschmitt 262. Goering incluso diseñó hasta los uniformes que debían vestir las nuevas generaciones de pilotos e inició una campaña de adoctrinamiento entre los aviadores que convirtió a la Luftwaffe en la única rama ideologizada según los principios del nacionalsocialismo a diferencia del Ejército Alemán (Wehrmacht) o la Marina de Guerra Alemana (Kriegsmarine). De hecho y gracias a sus logros en el ámbito aeronáutico, Hitler nombró a Goering comisario del Plan Cuadrienal y le otorgó el bastón de mando de mariscal tras comprobar los resultados de sus aviones en España cuando se organizó la Legión Cóndor durante la Guerra Civil Española que llevó a la Luftwaffe a bombardear ciudades como Madrid, Barcelona, Guernica o Durango que sufrieron centenares de muertos.

Conversación de Goering con unos pilotos de la Luftwaffe.

Al empezar la Segunda Guerra Mundial el 1 de Septiembre de 1939, la Luftwaffe de Goering protagonizó los primeros disparos del conflicto. Gracias a la Guerra Relámpago (Blitzkrieg), el avance de las columnas acorazadas se vio favorecido por los certeros ataques de la Luftwaffe, especialmente por parte de los Stukas en los que Goering había depositado mucha confianza. Con facilidad la Fuerza Aérea Polaca fue barrida, las tropas enemigas acosadas desde el cielo y la capital de Varsovia bombardeada el 25 de Agosto por 1.200 aviones que acabaron con la vida de 40.000 civiles. Terminada la campaña, la Luftwaffe perdió 287 aviones por más de 1.000 polacos. Tras este éxito, Goering llevó nuevas operaciones aéreas durante la invasión de Noruega y Dinamarca en 1940, encargándose de hacer saltar desde aviones Junkers Ju 52 a paracaidistas y de hundir con los Stukas a numerosos barcos británicos en el puerto de Narvik, entre estos a un crucero, cuatro destructores y tres submarinos. Durante la ocupación de Holanda y Bélgica en Mayo de 1940, Goering siguió el mismo patrón con el lanzamiento de sus tropas aerotransportadas sobre los canales de los Países Bajos y sobre la Fortaleza de Eben-Emael, aunque en esta ocasión arrasó con 92 aparatos la ciudad de Rotterdam matando a 900 personas. Respecto a Francia, el golpe de la Luftwaffe igual de devastador porque destruyó completamente al Ejército del Aire Francés y causó pérdidas navales muy importantes a la Marina Real Británica (Royal Navy) durante la evacuación de Dunquerke tras hundir 200 embarcaciones, aunque fracasó a la hora de impedir que fueran salvados 300.000 soldados aliados, tal y como había prometido a Hitler.

Una de las pruebas más importantes en la vida de Hermann Goering fue la Batalla de Inglaterra. Hitler encargó a su mariscal del aire en persona doblegar a Gran Bretaña mediante devastadores ataques aéreos. Al principio los logros de la Luftwaffe fueron positivos porque se concentraron en objetivos militares como aeródromos, radares, factorías bélicas, barcos mercantes en el Canal de la Mancha, etcétera. Sin embargo cuando Goering cambió su plan al bombardeo de objetivos civiles y centros urbanos, la balanza cambió a favor de la Real Fuerza Aérea Británica (Royal Air Force o RAF), la cual pudo recuperarse y responder contra los bombarderos alemanes, a los que derribó por centenares. Los errores de Goering fueron básicamente tres: 1) no contar con el poco radio de acción de los cazas alemanes sobre Londres; 2) emplear bombarderos tácticos en función de bombarderos estratégicos como el Messerschmitt Bf 110 cuando la Luftwaffe no estaba preparada; 3) descuidar los objetivos militares por los civiles. A raíz de estas equivocaciones, Inglaterra no pudo ser invadida y la RAF triunfó sobre la Luftwaffe de Goering, perdiendo los alemanes 1.733 aviones y 1.451 pilotos por 915 aparatos los británicos y 415 aviadores. A pesar de este fracaso, Goering se hizo famoso por ser el responsable de la destrucción de ciudades como Londres, Coventry, Southampton, Plymouth, Portsmouth, Dover, Birmingham, Belfast, Glasgow, Liverpool, etcétera, en las que murieron más de 60.000 civiles británicos.

Inspección por Goering a un aeródromo de Francia capturado sobre el que ya ha aterrizado un Heinkel He 177 de la Luftwaffe.

Yugoslavia fue el siguiente objetivo de la Luftwaffe de Goering cuando en Abril de 1941 los aviones alemanes neutralizaron a la Fuerza Aérea Real Yugosalva y bombardearon la capital de Belgrado matando a 7.000 civiles serbios. Simultáneamente la Luftwaffe atacó Grecia y bombardeó Atenas; antes de lanzar el mes de Mayo a sus transportes Junkers Ju-52 contra la Isla de Creta, sobre la cual arrojaron miles de paracaidistas que terminaron por conquistar el territorio insular, además de hundir los Stukas a un total de veinte buques británicos entre cruceros y destructores. De igual manera Goering eligió al mariscal del aire Albrecht Kesselring para proporcionar cobertura aérea al Afrika Korps del general Erwin Rommel sobre Libia y Egipto en el Norte de África; al mismo tiempo que otras formaciones se dedicaban a hostigar la Isla de Malta, Alejandría o el Canal de Suez, incluso a ayudar desde el cielo a Irak cuando se sumó a las potencias del Eje. No obstante y sin duda alguna, el mayor éxito de Goering fue cosechando a inicios de la «Operación Barbarroja» durante la invasión de la Unión Soviética porque la Luftwaffe abatió o destruyó en tierra a más de 8.000 aviones rusos a costa de unas pérdidas propias ridículas.

La Batalla de Stalingrado entre 1942 y 1943 marcó el punto de inflexión en la carrera de Hermann Goering porque tras prometer a Hitler que evacuaría mediante un puente aéreo al VI Ejército Alemán sitiado en la ciudad, fracasó no sólo en intento, sino que además se perdieron 900 valiosos aviones entre cazas y transportes. Lo mismo sucedió con el segundo puente aéreo que intentó socorrer al Afrika Korps embolsado en Túnez porque en esta ocasión le fueron derribados a Goering un total de 1.019 aparatos a manos de la Fuerza Aérea Real Británica (RAF) y la Fuerza Aérea Estadounidense (USAF). Ni siquiera en la Batalla de Kursk que la Luftwaffe perdió 159 aviones por 1.961 soviéticos, Goering la consideró un triunfo porque sabía que el enemigo podía reponer más fácilmente las bajas que no la asfixiada industria alemana.

Reunión de pilotos alemanes e italianos en torno a Goering.

Durante el resto de la Segunda Guerra Mundial, el mariscal Hermann Goering se dedicó en exclusiva a la defensa aérea del Tercer Reich contra los bombarderos anglo-estadounidenses que atacaban Europa día y noche. Curiosamente no cambió su propio nombre a pesar de haber lanzado públicamente la siguiente promesa: “Si un avión enemigo llega a bombardear Alemania, me cambio de nombre”. Casi diariamente la Luftwaffe protegió a la industria bélica alemana, aunque el enemigo arrasó ciudades como Berlín, Hamburgo, Colonia, Düsseldorf, Viena, Roma, París, Bucarest, Sofia, Bratislava, Praga… que fueron reducidas a escombros con más de un millón de muertos. No obstante y hasta el último aliento, la Luftwaffe de Goering mantuvo el honor intacto porque sus pérdidas fueron pocas en comparación con las que infligieron a los anglo-norteamericanos, derribando a estos últimos cerca de 33.700 aviones y matando a 160.000 de sus pilotos.

El 20 de Abril de 1945 el mariscal Hermann Goering visitó a Adolf Hitler en la Cancillería de Berlín con la intención de felicitarle por su 56 cumpleaños. Aquella fue la última vez que vio al Führer con vida, ya que a continuación marchó a su residencia de Berchtesgaden en Baviera desde donde dirigir a una Luftwaffe casi inexistente que se enfrentaba a un enemigo que le superaba en número de 20 a 1. Fue entonces cuando evaluó la posibilidad de sustituir al Führer, invocando una cláusula de 1941, por la cual si Hitler quedaba incomunicado del mando, el mariscal de más alto rango asumiría provisionalmente la Jefatura del Estado. Erróneamente y tras pensar que Hitler se encontraba aislado en Berlín, Goering se autonombró dirigente Canciller Provisional del Reich el 22 de Abril de 1945. Sin embargo y nada más hacer público el anuncio, no cayó en la cuenta de que los canales telefónicos de la Cancillería estaba abiertos y controlados por la Secretaría del NSDAP dirigida por Martin Bormann, quién comunicó inmediatamente a Hitler la jugada de Goering. Colérico por lo sucedido, Hitler ordenó que fusilaran a Goering por traidor, aunque las SS únicamente lograron deponerlo de sus cargos y arrestarle bajo vigilancia en Obersalzberg. Pocos días más tarde, cuando Hitler se suicidó el 30 de Abril de 1945, Goering consiguió escapar de sus captores y esconderse de las patrullas de las SS ocultándose primero cerca de Salzburgo en Fischorn, para luego refugiarse en el Castillo de Mauterndorf a la espera de los Aliados Occidentales.

Hitler y Goering.

Después de marchar desde Austria hacia Alemania Occidental con la esperanza de entregarse a los Aliados antes que al Ejército Rojo, el mariscal Hermann Goering, a bordo de su coche blindado a prueba de balas de la marca Mercedes, se rindió en un puesto de vigilancia de Radstad a las tropas de la 36ª División de Infantería Estadounidense «Texas» el 6 de Mayo de 1945. Inmediatamente fue internado provisionalmente en el campo de prisioneros de Mondorf-les Bains, Luxemburgo, donde también fueron recluidos otros militares y líderes nacionalsocialistas. Consigo trajo baúles llenos de uniformes militares, camisas de seda, 300 pañuelos, perfumes caros, cremas extrañas, objetos de oro como cuatro relojes, lápices y pitilleras, así como curiosos trajes de cazador, alpinista, esquiador, jinete, etcétera, incluso piedras preciosas entre las que había un diamante, una esmeralda y un rubí. Generalmente los soldados norteamericanos le trataron correctamente y en seguida confraternizaron con él, incluso el mariscal posó para una foto junto al general estadounidense Robert Stack y sus hombres con la bandera de Texas como fondo. Cuando la prensa publicó las fotografías estalló la polémica porque el general Dwith Eisenhower, muy indignado por el espectáculo, expresó al general Stack: «No tendrá usted nunca un ascenso mientras esté a mis órdenes».

En Septiembre de 1945, coincidiendo con el final de la Segunda Guerra Mundial, Goering dejó de ser legalmente un prisionero para convertirse en un presunto criminal después de su imputación por parte del Tribunal Miltiar Penal Internacional. Así pues, fue transferido a Alemania para ser sometido a juicio y encerrado en la Prisión de Nuremberg, concretamente en la celda número 5. Allí pasaría algo más de un año conviviendo con otros acusados entre los que estaban Rudolf Hess, Albert Speer, Alfred Rosenberg, Wilhelm Keitel, Alfred Jodl, Karl Doenitz, Erich Raeder, etc, siendo vigilado en todo momento por el coronel Burton Andrus y todo su equipo, además de por un psicólogo judío llamado Douglas Kelley que tuvo ocasión de realizarle entrevistas de carácter histórico muy valiosas. Gracias a la vida carcelaria y a los doctores que le atendieron, Goering perdió 30 kilos de peso tras recibir un tratamiento de desintoxicación para su adición a la morfina, así como una dieta equilibrada que le haría afrontar el juicio de una manera mucho más lúcida.

Juicios de Nuremberg. Goering se defiende a si mismo en el estrado escoltado por dos soldados estadounidenses.

Los Juicios de Nuremberg comenzaron a finales de 1945 con la imputación de Hermann Goering de los cuatro cargos: 1) Conspiración, 2) Crímenes contra la Paz, 3) Crímenes de Guerra y 4) Crímenes contra la Humanidad. Muy pronto y desde el inicio de las sesiones del Tribunal de Nuremberg, Goering se convirtió en al estrella de proceso por cuatro razones: primeramente por su carisma y oratoria sugestiva, segundo porque había asumido que iba a morir en la horca y no tenía nada que perder, tercero porque él y su abogado Otto Stahmer conocían todos los documentos que la fiscalía tenía en su poder y cuarto porque como hablaba inglés fluidamente podía pensar las respuestas mientras se llevaba a cabo la traducción al alemán desde los auriculares. Así fue como durante las vistas el mariscal tuvo un comportamiento autoritario porque casi siempre permanecía sonriente, interrumpía constantemente los debates en la sala, refutaba los argumentos de los abogados e incluso humilló con palabras al fiscal estadounidense Robert Jackson, a quién le hizo perder los nervios tirando los auriculares contra la mesa (algo por lo que a punto estuvo de dimitir y ser el fin de su carrera). De hecho dentro de la propia cárcel, Goering pronto se volvió el líder de los demás acusados e insultó en medio de un interrogatorio al antiguo Ministro de Industria, Alber Speer, a quién llamó “¡traidor!” cuando aseguró que había intentado acabar con la vida de Hitler.

El martes 1 de Octubre de 1946, a las 14:50 horas, el mariscal Hermann Goering compareció por última vez en la sala de los Juicios de Nuremberg para escuchar la sentencia de boca del Presidente del Tribunal, Geoffrey Lawerence. «Acusado Hermann Wilhelm Goering, respecto a los cuatro cargos…», pero entonces el mariscal le interumpió haciendo un gesto con la mano para indicar que la conexión del auricular se había cortado. Rápidamente dos suboficiales técnicos del Ejército Estadounidense acudieron a su asiento y tras unos segundos de espera solucionaron la avería. Una vez reparada la línea, el juez prosiguió: «Acusado Hermann Goering, respecto a los cuatro cargos de acusación, ha sido usted reconocido culpable, y es condenado a la horca». De forma inmediata los intérpretes tradujeron «pena de muerte» a los cuatro idiomas: «to death by hanging» (inglés), «tod durch den strang» (alemán), «kazn cherez poveschenie» (ruso) y «condamné à la pendaison» (francés). Apenas sin articular palabra y guardando un silencio sepulcral, Goering se levantó y a paso militar fue escoltado hasta su celda.

Cadáver de Goering sobre la cama tras envenenarse con cianuro en su celda.

A las 22:44 horas del 15 de Octubre de 1946 (cuando sólo faltaban tres horas para la ejecución mediante horca), el soldado Harold Johnson que vigilaba a Hermann Goering desde la puerta de la celda número 5, escuchó un chasquido entre la mandíbula del prisionero, al que siguió una serie de espasmos y convulsiones. Nadie lo sabía en aquellos instantes, pero el mariscal acababa de ingerir una cápsula de cianuro venenoso que le había entregado el soldado estadounidense Herbert Lee, con quién había entablado una gran amistad. Fue así como tras dar el aviso y poner en alerta a todo el personal, el coronel Burton Andrus se presentó en la celda junto a un médico y el capellán Henry Gerecke, que nada pudieron hacer por él porque en seguida certificaron su muerte.

La muerte de Hermann Goering horas antes de su ejecución, fue un varapalo para los Aliados porque se perdieron millones de dólares en los rotativos de prensa de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Australia que ya se habían adelantado a la sentencia sin tan siquiera esperar a que se llevara a cabo. Así fue como de esta forma tan excéntrica, dejó el mundo de los vivos un hombre excéntrico que mantuvo su personalidad hasta sus máximas consecuencias y se rió de sus enemigos hasta el último instante.

 

Bibliografía:

-Sergi Vich Sáez, Göring. La figura más excéntrica del Tercer Reich, Revista Historia y Vida Nº 449 (2005), p.84-95
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial. Volumen 8. «Hermann Goering, una larga aventura hecha de vanidad, corrupción y cinismo», S.A.R.P.E. (1978), p.152-158
-http://en.wikipedia.org/wiki/Hermann_Goering