Guerra de Invierno

La Guerra de Invierno, también conocida como Guerra Ruso-Finesa, fue uno de los mayores conflictos de las fases iniciales de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Librada entre la Unión Soviética y Finlandia desde finales de 1939 hasta comienzos de 1940, los soldados del Ejército Finlandés pasaría la Historia por humillar a los invasores del Ejército Rojo y causarles tremendas pérdidas en campañas como las de Carelia o la Batalla de Süomussalmi en lo que sin duda fue una de las resistencias más espectaculares del siglo XX.

Causas

Cuando se firmó el Pacto de No Agresión Germano-Soviético o «Ribbentrop-Molotov» entre Alemania y la Unión Soviética, las cláusulas secretas prometieron al Gobierno de Moscú ciertos territorios de Finlandia a cambio de la cooperación militar del Ejército Rojo durante la invasión de Polonia. De hecho la libertad de acción concedida a Adolf Hitler en el oeste de Europa cuando Gran Bretaña y Francia le declararon la hostilidades el 3 de Septiembre de 1939, permitió a la URSS apoderarse del este de Polonia, Lituania, Letonia y Estonia que pasarían a quedar sometidas bajo la órbita del Kremlin.

Mariscal Carl Emil Gustav Von Mannerheim del Ejército Finlandés.

Finlandia era uno de los objetivos estratégicos que más importancia otorgaba la URSS para su política de seguridad común en Europa Oriental y el Mar Báltico. Este país que estaba habitado por suomis y lapones, así como por una importante comunidad sueca, había sido anexionado por Rusia durante las Guerras Napoleónicas de 1809, por lo menos hasta la proclamación de su independencia en 1917 tras la derrota del Imperio Ruso en la Primera Guerra Mundial. Justo a partir de ese instante, la Rusia Bolchevique intentó expandir el comunismo en la región precipitando la Guerra Civil Finlandesa de 1918 que libraron la Guardia Roja y la Guardia Blanca, la cual precisamente ganó esta última gracias a la ayuda militar de Alemania y Suecia, así como por la magistral estrategia del general finés Carl Emil Gustav Von Mannerheim durante la la Batalla de Tampere. Una vez aplastado el comunismo en todo el país y expulsadas las tropas rusas en 1919, la nueva Finlandia se erigió como una nación democrática e influyente en la Península de Escandinavia.

Iósif Stalin que durante la Guerra Civil Finlandesa había sido Comisario de Nacionalidades para la Rusia Bolchevique y había fracasado a la hora de atraer a Finlandia al comunismo en el año 1919, se tomó como algo personal la cuestión de anexionarse esta nación por la fuerza bruta aprovechándose de la nueva coyuntura en 1939. Así fue como convocó una reunión de su Ministro de Asuntos Exteriores Vyacheslav Molotov con el Ministro de Asuntos Exteriores finés, el Conde Aarno Yrjö-Koskinen, a quién le propuso un arrendamiento de la base naval de Hanko y alargar la frontera soviética 65 kilómetros en el Istmo de Carelia, a cambio de ceder los soviéticos el doble del territorio en la Carelia Rusa. Lógicamente los representantes del Gobierno de Heilsinki no se fiaron de la propuesta y la rechazaron, lo que llevó a Stalin a emitir una nueva oferta para comprar las bases de Hanko, Tanner y Paasikivi, obteniendo también una respuesta negativa.

Como por medios pacíficos o la negociación el Kremlin jamás podría convencer al Gobierno de Heilsinki de la entrega de Carelia y Hanko, el 23 de Noviembre de 1939 tuvo lugar el denominado «Incidente de Mainila», cuando un grupo de soldados soviéticos del Ejército Rojo fingieron un tiroteo con varios muertos cerca de la frontera ruso-finesa para culpar falsamente de lo ocurrido al Ejército Finlandés. Al cabo de tres días de esta acción, el 29 de Noviembre, la Unión Soviética y Finlandia rompieron relaciones diplomáticas para dar comienzo a la Guerra de Invierno.

Plan de la URSS

La Unión Soviética disponía de unas fuerzas inmensamente mayores para invadir Finlandia, aunque las autoridades del Kremlin y el propio Iósif Stalin desconocían de sus propias deficiencias en el mando y la estrategia con motivo de la «Gran Purga» de 1937 durante la cual había sido depurada una gran parte de la oficialidad profesional para ser sustituida por oficiales politizados y corruptos, normalmente del ala más estalinista del Partido Comunista Soviético. Así fue como confiando exclusivamente en su superioridad numérica y material, el Ejército Rojo bajo el liderazgo del general Kirill Meretskov desplegó a sus fuerzas de la siguiente manera: los VII y XIII Ejércitos frente al Istmo de Carelia; el X Ejército frente al Lago Ladoga; y el IV Ejército en la Península de Kola frente a Laponia.

Aproximadamente el Ejército Rojo reunió a un total de 1.500.000 soldados, 1.200 tanques, 900 cañones y 700 aviones.

Ejército Rojo:
·VII Ejército
-XIX Cuerpo: 24ª División de Fusileros, 43ª División de Fusileros, 70ª División de Fusileros y 123ª División de Fusileros
-L Cuerpo: 49ª División de Fusileros, 90ª División de Fusileros, 142ª División de Fusileros y 150ª División de Fusileros
VIII Ejército
-Independientes: 75ª División de Fusileros y 139ª División de Fusileros
·IX Ejército
-XL Cuerpo Especial: 44ª División de Fusileros y 163ª División de Fusileros
·XIV Ejército
-Independientes: 18ª División de Fusileros, 52ª División de Fusileros, 54ª División de Montaña y 34ª Brigada Blindada

Plan de Finlandia

El Ejército Finlandés al mando del mariscal Carl Gustaf Emil Von Mannerheim basó su estrategia en el factor de la naturaleza debido a que las fronteras de Finlandia se hallaban cubiertas por 70.000 lagos, infinidad de bosques y capas de hielo que impedían el paso tanto de tropas como de vehículos enemigos. Solamente en el Istmo de Carelia se concentraron los mejores hombres sobre una red de trincheras y búnkers que fue bautizada como «Línea Mannerheim», la cual favorecía la guerra de guerrillas por el gran número de arboledas y parajes helados, además de estar protegida al este por el Lago Ladoga y al oeste por las aguas del Golfo de Finlandia. Según el punto a defender recogido en el denominado «Plan Venäjän Keskitys» o «Concentración Rusa», el despliegue fue el siguiente: el Ejército del Istmo (seis divisiones y una brigada de caballería) en Carelia; el IV Cuerpo (dos divisiones y tres batallones) en el Lago Ladoga; y el Grupo «Laponia» junto a la Guardia Blanca y la Guardia Fronteriza entre Laponia y la costa del Océano Glacial Ártico.

Suecia que mantenía una activa amistad con Finlandia envió al Cuerpo Voluntario Sueco del general Ernst Linder para contribuir a la defensa de Escandinavia, como también hizo Dinamarca al prestar el Cuerpo Expedicionario Danés, Noruega a la Unidad de Voluntarios Noruegos, Hungría al Destacamento Voluntario Húngaro y Gran Bretaña al Cuerpo Voluntario Británico, además de constituirse el Batallón «Sisu» con voluntarios procedentes de Estonia, Letonia, Lituania, Holanda, Bélgica, Italia, Estados Unidos, Canadá, España y Portugal. Hubo incluso un contingente de 372 rusos anticomunistas que se alistaron en el Ejército Finlandés y 346 fineses residentes en el extranjero que volvieron a su patria para participar en la defensa, muchos desde Norteamérica.

Aproximadamente el Ejército Finlandés reunió un total de 225.000 soldados (214.000 fineses, 8.000 suecos, 1.010 daneses, 752 noruegos, 372 rusos blancos, 350 húngaros y 340 británicos), 212 cañones, 59 tanques y 147 aviones (113 fineses, 20 suecos y 14 daneses).

Ejército Finlandés:
·Ejército del Istmo
-II Cuerpo: 4ª División de Infantería, 5ª División de Infantería, 11ª División de Infantería y 5ª Brigada de Caballería
-III Cuerpo: 8ª División de Infantería y 10ª División de Infantería
-Reserva: 1ª División de Infantería y 9ª División de Infantería
·IV Cuerpo
-Independientes: 12ª División de Infantería, 13ª División de Infantería, 8th Batallón de Infantería, 9th Batallón de Infantería y Batallón Ciclista
·Grupo de Laponia
·Guardia Blanca
·Guardia Fronteriza
·Voluntarios Internacionales:
-Cuerpo Voluntario Sueco
-Cuerpo Expedicionario Danés
-Cuerpo Voluntario Británico
-Unidad de Voluntarios Noruegos
-Destacamento Voluntario Húngaro
-Batallón Extranjero «Sisu»

Guerra de Invierno

A las 6:50 horas de la mañana del 30 de Noviembre de 1939, el Ejército Rojo de la Unión Soviética desencadenó la ofensiva contra Finlandia sobre un frente de 1.537 kilómetros que abarcó desde el Istmo de Carelia hasta la Península de Kola. A las tropas soviéticas que cruzaron la frontera fino-rusa, les acompañó un potente bombardeo de artillería que cubrió el arco de 70 kilómetros de frente sobre la «Línea Mannerheim» contra la que arremetió el VII Ejército Soviético en Carelia y del VIII Ejército Soviético en torno al Lago Onega. De manera simultánea, a las 9.00 horas, los aviones de la Fuerza Aérea Soviética bombardearon Viipuri y a las 9:20 la capital de Heilsinki; antes de lanzar diferentes incursiones sobre otras 16 ciudades que dejaron 957 civiles muertos en diversos puntos de Finlandia.

Inmediatamente el Gobierno de Heilsinki liderado por el Presidente Risto Ryti, trasladó la capital administrativa a Terijoki, donde el 1 de Diciembre de 1939 organizó un Gobierno de Salvación Nacional con todas las fuerzas políticas, entre las que estuvo el Partido Comunista Finés después de que su Secretario General Arvo Tuominen denunciase públicamente la invasión soviética a la que calificó de criminal y en contra de los valores promovidos por Karl Marx. El propio Iósif Stalin, sintiéndose traicionado por Arvo Tuominen, creó a toda prisa un nuevo Partido Comunista Finés con el que intentaría implantar un régimen provisional en las zonas ocupadas bajo el liderazgo de Otto Vilhem Kuusinen.

El Ejército Finlandés en Heilsinki al estallar la Guerra de Invierno.

La polémica internacional suscitada por la invasión de la URSS a Finlandia, causó verdadera indignación en Suecia, Noruega y Dinamarca que rompieron relaciones con Moscú y comenzaron a movilizar tropas hacia Escandinavia. Simultáneamente Gran Bretaña y Francia denunciaron lo ocurrido y a pesar de encontrarse sumergidas en la Segunda Guerra Mundial contra el Tercer Reich, enviaron ayuda urgente como hicieron los ingleses en forma de voluntarios y los franceses con el suministro de material bélico. Solamente Alemania se mostró partidaria de la URSS, llegando incluso a boicotear el esfuerzo de todas aquellas naciones democráticas que decidieron colaborar con Finlandia, tal y como Adolf Hitler advirtió con su siguiente discurso: «Por un feliz mañana del pueblo soviético amigo». Obviamente esta actitud chocó con algunos de los socios fascistas del Tercer Reich como Italia que preparó una fuerza expedicionaria o como Hungría que decidió hacer caso omiso a los alemanes y facilitar un contingente a la Península Escandinava.

Todo parecía apuntar a una victoria incuestionable de la Unión Soviética hasta que el diminuto Ejército Finlandés comenzó a causar problemas al Ejército Rojo aprovechándose del favorable terreno natural compuesto por densos bosques nevados, árboles que eran talados en las carreteras e infinidad de lagos que facilitaban las emboscadas y el acoso desde la retaguardia. A este tipo de escaramuzas que costaron la vida a cientos de rusos, siguió una política de «tierra quemada» en los campos que generó una grave carencia de alimentos y ausencia de cobijo a los invasores en pleno invierno, sin obviar el hostigamiento constante de esquiadores que se deslizaban durante la noche a espaldas del enemigo para generar el caos. Sin embargo la estratagema más efectiva fueron incuestionablemente las denominadas «tácticas Motti» consistentes en resistir frontalmente las oleadas del Ejército Rojo entre sólidas trincheras y tupidas arboledas, para a continuación lanzar pequeños contingentes por los flancos que dividían a las tropas rusas, las aislaban y finalmente las exterminaban. A todas estas ingeniosas ideas hubo que añadir la invención del Cóctel Molotov (en honor al Ministro de Asuntos Exteriores Vyacheslav Molotov) que era una botella rellena de gasolina con un trapo en forma de mecha a la que se arrojaba sobre la superficie de los carros, los cuales rápidamente ardían y estallaban sin apenas poder defenderse, siendo destruidos de este modo un buen puñado de blindados del modelo BT-7, T-26 o T-28.

Simultáneamente la Flota Roja del Báltico declaró una zona de exclusión situada a 12 millas náuticas de la costa de Rusia y a 20 millas náuticas del litoral del Finlandia con la pretensión de interrumpir el tráfico marítimo y al mismo tiempo amenazar con hundir a todo aquel buque neutral que cruzase dichas aguas, algo que todavía causó más hostilidad internacional hacia el Gobierno de Moscú. Lamentablemente para el Kremlin la medida no serviría de mucho porque los navíos rusos apenas pudieron aproximarse a los límites territoriales después de que el crucero Kirov, que imprudentemente se acercó a una distancia de 24 kilómetros el 1 de Diciembre de 1939, recibiera un proyectil de 234 milímetros procedente de una batería costera emplazada la vecina Isla de Russarö que explosionó en su costado y le provocó 47 bajas entre 17 muertos y 30 heridos.

Soldado finlandés examina cañones soviéticos capturados en Carelia.

A inicios de Diciembre de 1939 el progreso del Ejército Rojo fue mínimo porque únicamente ocupó el área de Maanselka y conquistó la ciudad de Pétsamo en la Península de Kola. Sin embargo en el resto de escenarios la situación era desesperante porque los soldados soviéticos avanzaron a paso de tortuga por inmensos bosques y pantanos helados, en donde por el día era fácilmente cazados por los tiradores fineses ocultos entre la niebla y el hielo, mientras que por la noche era iluminados con reflectores y sometidos al tiro de cañones camuflados en la vegetación. A raíz de este enemigo invisible, la moral soviética cayó por los suelos, se multiplicaron las deserciones y también aumentaron las bajas por congelación como consecuencia de un equipo invernal inadecuado.

Con unas temperaturas de -40ºC grados, las tropas del Ejército Rojo fueron víctimas de los «Sissit», las cuales eran unas unidades especialistas en climas fríos que se componían por soldados equipados con uniformes de camuflaje blanco, esquís y trineos que rodeaban a sus enemigos aprovechándose de su mayor movilidad y rapidez, para a continuación golpearles en la retaguardia y aniquilarles. Gracias a este tipo de tácticas, cuando el VIII Ejército Soviético ocupó la ciudad de Tohmajäriv el 8 de Diciembre de 1939, los «Sissit» efectuaron un contraataque por los flancos que desbordó a los rusos y les obligó a retirarse con un saldo de 5.000 muertos.

Mientras tanto al este de Carerlia, las 49ª y 150ª Divisiones de Fusileros Soviéticas tuvieron algo más de éxito al cruzar el Río Taipale y posteriormente los Rápidos del Río Kiviniemi, por lo menos hasta que la violenta corriente rompió cinco de los nueve pontones arrastrando a decenas de soldados que se ahogaron o murieron congelados, sin contar con que los cientos que había en la orilla contraria fueron rodeados y capturados por el Ejército Finlandés. A pesar de que en la jornada del 12 las tropas soviéticas volvieron a atravesar ambos cursos fluviales y a fijar una cabeza de puente en la Península de Koukkuniemi, en seguida volvieron a quedar a merced de las emboscadas enemigas que paralizaron su avance a la altura del Río Vuoski, en cuyas inmediaciones se contabilizaron nada menos que 700 muertos y heridos en las filas de la 150ª División de Fusileros.

A nivel de política exterior también los problemas para la Unión Soviética se fueron acumulando porque cuatro países de Latinoamérica entre los que estaban Chile, Perú, Paraguay y Bolivia denunciaron la agresión rusa a Finlandia y llevaron el caso a las instituciones internacionales de Ginebra en Suiza. Fue entonces cuando por unanimidad, el 14 de Diciembre de 1939, la Unión Soviética fue expulsada de la Sociedad de Naciones, convirtiéndose de este modo en el primer y único país en sufrir este varapalo diplomático; sin obviar con que poco después siete estados latinoamericanos encabezados por Argentina, México, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Haití aprobaron el envío de ayuda urgente a Finlandia. Incluso la Italia Fascista de Benito Mussolini que hasta ese momento había permanecido al margen debido al Pacto de Acero con Alemania (esta última era pro-soviética tras el Pacto Ribbentrop-Molotov), decidió romper el silencio y solidarizarse con el pueblo finés entregando a las Fuerzas Armadas Finlandesas un lote de 94.500 fusiles y un escuadrón de 35 aviones Fiat G.50.

Soldados del Cuerpo Voluntario Sueco en Laponia.

Nuevamente el 22 de Diciembre de 1939, el Ejército Rojo fue contundentemente vencido durante una emboscada que pasó a ser conocida como la Batalla de Agaläjärvi, donde más de 2.600 soldados soviéticos causaron bajas entre 2.000 muertos y 600 prisioneros. Al día siguiente de este desastre, el 23 de Diciembre, los contingentes del Ejército Finlandés situados cerca de la aldea de Tolväjari, pasaron al contraataque y consiguieron hacer retroceder a los rusos de sus posiciones, aunque también los asaltantes fueron detenidos por el fuego de las ametralladoras rusas que a duras penas pudieron contener a los esquiadores. Después de encajar los fineses unas 1.950 bajas 630 muertos y 1.320 heridos, las pérdidas totales de los rusos se cuantificaron en 6.700 sumando a 4.000 muertos y 2.700 heridos, además de resultar destruida una columna blindada con 25 tanques T-26, T-28 y BT-7 en el sector de Summakylä, por lo que los restos de las 75ª y 139ª Divisiones de Fusileros no tuvieron más remedio que retirarse al otro lado del Río Aittojoki y regresar a Rusia.

La Batalla de Süomussalmi constituyó el más épico enfrentamiento de la Guerra de Invierno cuando el 30 de Diciembre de 1939 el Ejército Rojo que seguía el curso del Lago Onega, remontó la carretera que unía la localidad de Süomusslami con la de Oulu sin saber que a su retaguardia el enemigo acababa de cortar el camino erigiendo barricadas en los bosques y empleando las clásicas «tácticas Motti». Inmediatamente a esta maniobra los cuerpos de defensa locales y reservistas liderados por el comandante Hjalmar Sïïlasvuo desencadenaron una contraofensiva por la espalda que dejó atrapada a la 163ª División de Fusileros Soviética a orillas del Lago Kianta y precipitaron su más absoluta destrucción dentro del mismo pueblo de Süomussalmi con 5.000 muertos y 300 prisioneros a costa de 1.020 bajas finesas entre 420 muertos y 600 heridos. Mientras tanto la 44ª División de Fusileros Soviética que había quedado algo más rezagada al norte del Lago Boukki, también fue embolsada y aniquilada una semana más tarde en la jornada del 8 de Enero de 1940, exactamente sobre la pista boscosa que atravesaba la Carretera de Raate. La magnitud de la catástrofe fue de tal proporción para el Ejército Rojo que sin duda superó a todos los reveses de los últimos veinte años, pues se contabilizaron un total de 23.000 bajas entre muertos y prisioneros, así como la pérdida de 43 tanques, 100 cañones, 260 camiones y 1.170 caballos, a costa únicamente 800 finlandeses fallecidos.

Paralelamente a la Batalla de Süomussalmi se repitieron catástrofes similares en otros puntos de Finlandia como por ejemplo durante la emboscada a un tramo de 45 kilómetros en la Carretera Khumo, donde las patrullas finlandesas aniquilaron a una compañía entera de esquiadores rusos adscrita a la 54ª División de Montaña, antes de propinar un golpe todavía peor a esta última unidad que encajó 12.700 bajas entre 3.200 muertos y 9.500 heridos a cambio de sufrir la 9ª División de Infantería Finlandesa un total de 4.595 bajas entre 1.472 fallecidos y 3.123 heridos. Algo similar les ocurrió con las «tácticas Motti» a la 18ª División de Fusileros y a los carros de la 34ª Brigada Blindada entre Kitalä y Lemetti porque los esquiadores finlandeses cayeron por la noche sobre ambas unidades, exterminando a 9.000 soldados soviéticos (incluyendo a un general al que ejecutaron nada más ser sacado de la cama).

Voluntario del Cuerpo Voluntario Sueco con un perro pastor alemán de vigilancia descansa en un campamento del Ejército Finlandés durante la Guerra de Invierno.

Süomussalmi supuso un punto de inflexión en la dirección de la Guerra de Invierno, ya que al desastre cosechado en el corazón de Finlandia, hubo que sumar otros reveses como el fallido ataque hacia Viipuri, el contraataque de cinco divisiones finesas al suroeste de Summa conocido como el «Empujón de los Idiotas» que costó a los asaltantes 1.300 bajas por un número mayor de soviéticos, o incluso cuando la aviación sueca se unió a la aviación finlandesa y juntas abatieron a una cifra alarmante de aviones rusos sobre el Lago Märkäjärvi. Ante tales acontecimientos el Estado Mayor Soviético (STAVKA) no tuvo más remedio que repensar toda su estrategia y a sustituir al general Kirill Meretskov por el mucho más competente general Semyón Timoshenko, además de ejecutar delante de sus hombres al general Alexei Vinogradov por su fracaso en la Batalla de Süomussalmi. Así fue como el nuevo nombramiento y el propio Iósif Stalin llegaron a la conclusión de que las oleadas frontales utilizando grandes concentraciones de fuego no servían de nada porque los finlandeses conocían el terreno y se encontraban muy bien fortificados. La única solución a este problema sería renunciar a una victoria rápida y alegar a la paciencia, por lo que durante el restante mes de Enero de 1940 el Ejército Rojo permaneció atrincherado e inactivo mientras los observadores soviéticos iban recopilando información y localizando la posición exacta de todas las posiciones defensivas finesas de cara a la ofensiva que se estaba gestando para Febrero.

Al amanecer del 1 de Febrero de 1940, el Ejército Rojo comenzó un potente bombardero preliminar de artillería con nada menos que 3.350 cañones y morteros de varios calibres que a diferencia de en otras ocasiones fue devastador, ya que durante las semanas previas se habían descubierto las defensas finesas y elaborado mapas a escala. Gracias a esta preparación y minuciosidad, se precisó de tan sólo diez días para que la mayor parte de los búnkers y blocaos de la «Línea Mannerheim» fueran destruidos y casi todas las fortificaciones disueltas ante la feroz lluvia de proyectiles, los cuales también impidieron al enemigo efectuar tiros de contrabatería debido a que las piezas del Ejército Finlandés resultaron pulverizadas en medio de la tormenta de fuego y acero.

Concluido el bombardeo de las piezas de artillería y de la Fuerza Aérea Soviética que empleó hasta 1.300 aviones, el 11 de Febrero de 1940 más de 460.00 tropas del Ejército Rojo y 3.000 tanques asaltaron la «Línea Mannerheim». A pesar del gran número de bajas sufridas, los soldados rusos fueron rebasando poco a poco las trincheras y eliminando a los focos de resistencia que presentaron los supervivientes del Ejército Finlandés. La primera brecha fue abierta por los soviéticos sobre el sector de Summa la jornada del día 13 antes de ser frenados a las afueras de Lähde, pero en seguida la 123ª División de Fusileros abrió un segundo boquete en el sector de Merkki, por lo que al cabo de cuatro jornadas, el 17, el Ejército Rojo finalmente superó la «Línea Mannerheim» e irrumpió en el Istmo de Carelia.

Al mismo tiempo en el norte de Finlandia, las tropas del Ejército Rojo desencadenaron una nueva ofensiva sobre Laponia que inicialmente logró algunos avances, pero que el 25 de Febrero naufragó porque los soldados del Cuerpo Voluntario Sueco rechazaron a los soviéticos y les forzaron a retirarse hacia sus posiciones en Múrmansk, además de repelerles otras dos veces más en Tornea y Turku. La presencia de extranjeros en el Ejército Finlandés en ocasiones demostró ser muy importante, pues por ejemplo en tan sólo una jornada la aviación fino-sueca derribó 120 aviones rusos por solamente 12 propios; mientras que la Unidad de Voluntarios Noruegos se distinguió en los combates por Märkäjärvi, el Cuerpo Expedicionario Danés en las operaciones sobre Uleaborg y el Cuerpo Expedicionario Británico cubriendo la retirada del Lago Ladoga.

Tropas del Ejército Rojo con un mortero durante en la ofensiva lanzada en Febrero de 1940 contra la «Línea Mannerheim».

Respecto a las operaciones navales de la Guerra de Invierno, la Flota Roja del Báltico fue artífice del hundimiento de seis mercantes fineses de la siguiente manera: el Wilpes y el Fenris fueron torpedeados por el submarino ruso Shch-311, el Bolheim por el S-1 y el Kassari por el Shch-323; además de hundir la aviación soviética al mercante Leo sobre Turku y al transporte militar Valamon Lausari sobre el Lado Ladoga (aunque los cañones antiaéreos de los destructores Illmarinen y Väinämöinen derribaron un gran número de aviones soviéticos). También la Marina de Guerra Finlandesa (Merivoimat) destruyó a un vapor soviético tras un minado conjunto de los submarinos Vetehinen e Iku-Turso; sin obviar con que el dragaminas Louhi hundió con un artefacto acuático al submarino ruso S-2 en el Golfo de Botnia. Incluso resultaron echados a pique por error los mercantes alemanes Reinbeck y Bolheim después de recibir «fuego amigo» por parte de submarinos soviéticos cuando Alemania y la URSS eran precisamente socios en el Pacto Ribbentrop-Molotov.

Superada definitivamente la «Línea Mannerheim» el 27 de Febrero de 1940, el Ejército Rojo aseguró de una vez por todas el Istmo de Carelia e irrumpió en el corazón de la provincia careliana mientras los soldados del Ejército Finlandés se replegaban a una segunda posición de trincheras y fortines en la denominada «Línea T». Entre los éxitos más importantes de los soviéticos estuvo cortar el ferrocarril hacia Antrea, el cruce del Río Vuoksi y la conquista el 4 de Marzo de la localidad de Äyräpää, aunque los rusos fracasaron estrepitosamente a la hora de hacerse con el Islote de Vasikkasaari, pues solamente lograron fijar una diminuta cabeza de puente de un kilómetro en la orilla contraria, donde la 50ª División de Fusileros fue reducida a un batallón y otras cuatro divisiones quedaron frenadas por los refuerzos del III Cuerpo Finlandés.

A inicios de Marzo de 1940, el Ejército Rojo emprendió el ataque hacia la ciudad de Viipuri (Vyborg en ruso), por aquel entonces la segunda más grande de Finlandia después de Heilsinki. La maniobra comenzó con el asalto sobre los bloques de hielo de la Bahía de Vyborg y la Bahía de Tuppura, consiguiendo los rusos tan sólo un éxito en esta última porque mataron a 150 defensores fineses de los 800 parapetados, aunque los restantes 650 escaparon hacia el interior de la ciudad. Gracias a este triunfo inicial los soviéticos se apoderaron a costa de mucha sangre del Islote de Teikarinsaari y la jornada del 4 tanto de la ciudad de Vilajoki como de la Punta de Häränpäänniemi. Sin embargo apenas tardarían en sufrir nuevos varapalos como en la Península de Vilaniemi y más tarde en la Penínsuka de Karjaniemi, por lo que el 7 de Marzo el Estado Mayor Soviético suspendió el lanzamiento de nuevas cargas y emplazó piezas de artillería pesadas con las que bombardeó intensamente la ciudad, exactamente igual que la aviación a la hora de arrojar 12.000 bombas que redujeron la metrópoli a cenizas, pero sin resultado alguno porque los finlandeses sitiados jamás rendirían Viipuri (sólo se la entregarían a la URSS por los acuerdos pactados al concluir la Guerra de Invierno).

Aparentemente el Ejército Finlandés parecía derrotado hasta que el Ejército Rojo decidió desviar la atención de Carelia para golpear el centro de Finlandia desencadenando a inicios de Marzo de 1940 una nueva ofensiva sobre el Rio Kollaa que por aquel entonces protegía la 12ª División de Infantería Finlandesa. La maniobra fue un completo error porque la única carretera de acceso a la zona se hallaba rodeada de tupidos bosques, algo que facilitó a los finlandeses efectuar sus habituales embolsamientos por la retaguardia e ir aniquilando a las tropas rusas que se iban adentrando en la trampa según las «tácticas Motti». Así fue como el Ejército Rojo se hubo de retirar del área con más de 8.000 bajas a costa de haber provocado únicamente 1.500 bajas a los fineses, siendo curiosamente 542 de las muertes rusas víctimas del que se convertiría en el mejor francotirador del mundo, en concreto un reservista llamado Simo Häyhä que confirmó 600 blancos en la Segunda Guerra Mundial.

Consecuencias

A mediados de Marzo de 1940, el Ejército Finlandés ya era incapaz de continuar manteniendo la presión en Carelia, pero al mismo tiempo el Ejército Rojo tampoco podía proseguir con la ofensiva después del revés en la Batalla de Kollaa. A raíz de este castigo sufrido por ambos contendientes, a ambos bandos no les quedó más remedio que sentarse a negociar y evitar que otras naciones como Reino Unido, Francia, Alemania, Suecia o Noruega se involucraran en el conflicto, lo que sin duda expandiría de manera peligrosa la Segunda Guerra Mundial a Escandinavia. De este modo fue como después de muchas negociaciones entre el Gobierno de Heilsinki y el Kremlin, finalmente el 13 de Marzo de 1940 la Unión Soviética y Finlandia firmaron el Tratado de Paz de Moscú con el que después de 105 días de combates se puso fin a la Guerra de Invierno.

La derrota de Finlandia en la Guerra de Invierno convirtió a Finlandia en la perjudicada por las enormes cesiones territoriales a las que se vio obligada a conceder a Rusia, aunque por lo menos consiguió mantener la independencia y también hacer que las ganancias de la Unión Soviética fueran mucho menores de las previstas por el Kremlin. Según el Tratado de Paz de Moscú, el Estado Finlandés tuvo que entregar a la URSS la zona de Carelia con las importantes ciudades de Viipuri, Käkisalmi y Sortavala, la región de Salla, la Península de Rybachi en Laponia, la Isla de Kalastajasaarento en el Ártico y las Islas de Suusaari en el Mar Báltico, además de arrendar la Base Naval de Hanko por un período de 30 años. Respecto a la ciudad de Enso tuvo la particularidad de que fue incorporada ilegalmente a Rusia debido a que cuando el diplomático finlandés delimitó la línea sobre el mapa con un lápiz, no se atrevió a desplazar el dedo de Iósif Stalin, lo que dejó a dicha localidad dentro de la zona soviética de forma accidental (curiosamente la zona sería bautizada como el «dedo de Stalin»).

La Unión Soviética sufrió un total de 801.000 bajas entre 200.000 muertos, 600.000 heridos y 1.000 prisioneros, además de resultar 3.543 tanques destruidos, 684 aviones derribados y 2 buques hundidos (1 submarino y 1 vapor).

Finlandia sufrió un total de 69.487 bajas entre 21.396 muertos (21.351 finlandeses, 33 suecos, 5 daneses, 5 noruegos, 1 británico y 1 estadounidense), 43.557 heridos, 1.434 desaparecidos y 3.100 prisioneros; además de resultar 30 tanques destruidos, 62 aviones derribados y 6 cargueros hundidos.

La Guerra de Invierno fue el conflicto armado más sangriento de Escandinavia en el siglo XX y en general de toda la Historia del Norte Europeo. A pesar de que Finlandia salió vencida de este confrontación y posteriormente de la Guerra de Continuación entre 1941 y 1944, la heroica resistencia del pueblo y del Ejército Finlandés impidió a la Unión Soviética invadir el país y sobretodo garantizar la independencia de su patria que al terminar la Segunda Guerra Mundial se convertiría en una nación próspera y ejemplar dentro de Europa.

 

Bibliografía:

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-Erik Norling, Sangre en la Nieve. «Capítulo 1. Finlandia en la Historia de Europa», García Hispán Editor (1996),p.28-40
-R.G, Grant, 1.001 Batallas que cambiaron el curso de la Historia. «Suomusslami», Grijalbo (2014),p.805
Redacción Serga, La Guerra de Invierno en el Mar, Revista Serga Nº109 (2017), p.12-17