El raid de la VIII Fuerza Aérea Estadounidense sobre los tres complejos fabriles de Oschersleben, Brunswick y Halberstadt, estrenó la gran campaña de bombardeos sobre el Tercer Reich que tendría lugar a lo largo del año 1944. La operación se desarrollaría igual de costosa y sangrienta que las precedentes en 1943, pero salvo con la particularidad que sería una de las últimas de este tipo, ya que por primera vez se estrenaron una gran concentración de cazas de escolta P-51 Mustang, capaces de escoltar a los bombarderos norteamericanos a casi cualquier punto de Alemania.
La campaña de bombarderos sobre Europa durante el año 1943 había resultado ser catastrófica para la VIII Fuerza Aérea Estadounidense desplegada en Inglaterra debido a que las bajas en aviones y tripulaciones terminaron siendo astronómicas como consecuencia de los intrépidos interceptores de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe). Como por aquel entonces la caza enemiga estaba diezmando a la aviación norteamericana con unas cifras inasumibles, el general James Doolittle organizó una reunión en el Cuartel General de High Wycombe para tratar de reducir la producción de aeroplanos enemigos bombardeando los complejos industriales de Brunswick, Halberstadt y Oschersleben.
El plan de la VIII Fuerza Aérea Estadounidense estaría protagonizado por un total de 1.117 aviones entre 708 bombarderos contando a 525 cuatrimotores B-17 Flying Fortress y 183 B-24 Liberator, así como 592 cazas sumando a 499 P-47 Thunderbolt, 49 P-38 Lightning y 44 P-51 Mustang, estos últimos la primera vez que se emplearían en grandes formaciones de escolta. La Luftwaffe por el contrario tan sólo podía podría proteger su cielo con 207 aparatos de diferentes modelos entre los que había cazas Focke Wulf Fw 190 y Messerschmitt Bf 109 y Bf 110.
A las 5:30 horas del amanecer del martes 11 de Enero de 1944 una inmensa flota aérea de 1.117 aviones estadounidenses despegó de Anglia Oriental en Gran Bretaña y atravesó el mar del norte hacia los Países Bajos. Una vez sobrevolaron Holanda recibieron el primer ataque de tres docenas de cazas de interceptores Focke Wulf Fw 190 que se enzarzaron en un duelo con los norteamericanos, anotándose varios derribos ambos bandos, aunque con cierta desventaja para los atacantes debido a que por la limitada autonomía de vuelo los P-47 Tunderbolt y P-38 Lighting se hubieron de retirar a Inglaterra y dejar desprotegidos a los bombarderos cuando se encontraban a 80 kilómetros del objetivo.
Solamente los únicos 44 cazas P-51 Mustang continuaron prestando apoyo a los cuatrimotores B-17, pero con tan mala suerte que 43 de los aparatos se separaron de los bombarderos tras meterse por error en un banco de nubes. Justo en ese instante una treintena de aviones alemanes se precipitó contra las «fortalezas volantes», aunque por suerte un solitario P-51 Mustang pilotado por el comandante James Howard, un veterano nacido en China del Escuadrón de los «Tigres Voladores» que se había anotado seis victorias sobre aeroplanos japoneses en la campaña de Birmania, de repente apareció tras la cola de los germanos y disparó varias ráfagas con las que derribó un Focke Wulf Fw 190 y un bimotor Messerschmitt Bf 110, logrando con aquella acción dispersar al enjambre y evitar que ninguno de sus compañeros fuera abatido.
Cuando la VIII Fuerza Aérea Estadounidense alcanzó sus objetivos en Alemania, la formación se dividió en tres grupos para atacar los tres objetivos seleccionados: un ala de 117 bombarderos arrojó su mortífera carga sobre las factorías de cazas Focke Wulf Fw 190 de Oschersleben, otra de 114 bombarderos sobre un complejo industrial de Halberstadt y otra de 234 sobre Brunswick, esta última sobre los distintos puntos fabriles de Osnabruck, Bielefeld, Peine, Herford y Nienburg. De todos estos raids tan sólo el protagonizado por los B-17 sobre Oscherleben cosechó algún tipo de éxito, pues se detuvo algunos días la producción, aunque en seguida volvió a estar operativa gracias a las políticas de reconstrucción llevadas a cabo por el Ministro de Industria Albert Speer.
El resultado de los raids sobre sobre Oschersleben fue catastrófico porque la Fuerza Aérea Estadounidense perdió 70 aviones entre 63 bombarderos (60 B-17 y 3 B-24 Liberator) y 7 cazas (7 P-47 Tunderbolt y 1 P-38 Lighting), además de sufrir daños en otros 186 aparatos (177 B-17, 7 B-24 Liberator, 1 P-51 Mustang y 1 P-47 Thunderbolt), así como encajar los pilotos y tripulaciones unas 650 bajas entre muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros. Contrariamente la Fuerza Aérea Alemana tan sólo perdió un total de 39 cazas, siendo la mayor parte de sus pilotos recuperados al descender en paracaídas sobre el propio Tercer Reich.
El bombardeo sobre Oschersleben y sus complejos regionales situados en Halberstadt y Oschersleben constituyó la primera gran operación de bombardeo organizada en 1944 por la VIII Fuerza Aérea Estadounidense sobre Alemania. A pesar de que la operación concluyó en un absoluto desastre para la aviación norteamericana por las elevadas pérdidas sufridas a manos de la Luftwaffe, aquel sería el punto de inflexión porque tras la entrada en servicio del caza P-51 Mustang, en seguida los Estados Unidos darían un vuelco radical a la “guerra aérea” sobre Europa.
Bibliografía:
-Donald Miller, Los Amos del Aire, la Historia de los Aviadores que golpearon el Corazón de la Alemania Nazi, “Punto de Inflexión”, Desperta Ferro Ediciones (2024), p.321-324
–https://ww2aircraft.net/forum/threads/11-january-1944-oschersleben.46733/