Bombardeo de Nagoya

La ciudad de Nagoya, una de las más importantes del Imperio Japonés durante la Segunda Guerra Mundial, recibió continuos raids de los bombarderos norteamericanos B-29 entre el período comprendido de 1944 a 1945. A lo largo de estos meses de continuas incursiones por parte de los aviones de la Fuerza Aérea Estadounidense, la metrópoli quedaría reducida a cenizas y muchos de sus habitantes perderían la vida, experimentando en el proceso algunos de los ataques más devastadores de la Guerra del Pacífico.

Nagoya era una de las ciudades más grandes de Japón, exactamente la tercera más poblada por detrás de Tokyo y Osaka sobre la céntrica región de Chûbu en la Isla de Honshû. A causa del elevado número de personas que vivían en la metrópoli, así como por sus grandes complejos industriales y factorías aeronáuticas pertenecientes a la Compañía Mitsubishi, en donde se producía el famoso caza Zero, la XXI Fuerza Aérea de Estados Unidos no tardó en catalogar a la urbe como un objetivo prioritario dentro de la campaña de bombardeo estratégico sobre el Imperio del Sol Naciente.

Incendio de la Estación de Nagoya a manos de los B-29.

Bastante antes de que la Fuerza Aérea Estadounidense comenzase la campaña de bombardeos contra Japón en 1944, dos años atrás, el 18 de Abril de 1942, dos bimotores B-25 Mitchell procedentes del portaaviones USS Hornet se convirtieron en los primeros aparatos en atacar Nagoya dentro del marco del Raid Doolittle. Los protagonistas fueron los aviones del capitán John Hilger y el teniente Willliam Farrow, logrando el primero derrumbar un barracón del Ejército Japonés en el Barrio de Kashikawa, incendiar un depósito de combustible y dañar levemente las factorías aeronáuticas de las Compañías Mitsubishi y Atsuta; mientras que el segundo realizó una pasada similar quemando un contenedor de gasolina y causando desperfectos en una fábrica de aviación.

Hasta el 13 de Diciembre de 1944, ya con los aviones estadounidenses B-29 operando desde las Islas Marianas, no se volvió a bombardear Nagoya cuando una pequeña oleada de cuatrimotores descargó sus artefactos sobre la ciudad sin éxito, ya que la mayor parte cayeron fuera del objetivo debido a una capa de nubes y a la escasa visibilidad, resultando además cuatro de los aparatos seriamente dañados. Al cabo de tres semanas, el 3 de Enero de 1945, una segunda oleada de B-29 sí consiguieron dejar ardiendo una pequeña parte de la metrópoli construida a base de casas de maderas; sin obviar con que en la incursión del 14, las bombas destruyeron un 15% del complejo industrial de la Compañía Mitsubishi.

Quema del Castillo de Nagoya.

Nuevamente el 23 de Enero de 1945, un poderoso escuadrón de 73 cuatrimotores B-29 bombardeó Nagoya desde 8.500 metros de altura, pero tan sólo 28 de los aparatos hicieron blanco en las plantas fabriles, además de perderse dos de las «superfortalezas volantes» en uno de los 690 ataques llevados a cabo por los cazas japoneses. Dos meses más tarde, la noche del 11 al 12 de Marzo (justo veinticuatro horas después de haber resultado arrasada Tokyo), una inmensa formación de B-29 volando a una altitud de 1.600 a 2.000 metros dejó ardiendo una considerable parte de la superficie urbana de Nagoya tras el lanzamiento de 1.790 toneladas de bombas incendiarias que acabaron con la vida de más de un millar de civiles, perdiéndose durante la acción uno de los bombarderos tras ser alcanzado en un motor por el fuego antiaéreo.

Los siguientes raids a Nagoya tuvieron menor letalidad como el acaecido el 19 de Marzo o la incursión del 7 de Abril que volvió a causar daños de consideración en las industrias aeronáuticas de la Compañía Mitsubishi. Algo más devastadores fueron los dos bombardeos del 11 y el 14 de Mayo, pues muchas viviendas ardieron y se incendió el famoso Castillo de Nagoya, una construcción emblemática de la Edad Media que había pertenecido al daimyô Ieyasu Tokugawa. Curiosamente el último ataque contra la ciudad lo protagonizó el 26 de Julio un escuadrón en el que estaba el B-29 «Enola Gay» pilotado por el oficial Paul Tibbets, quién a modo de entrenamiento para la bomba atómica de Hiroshima que caería dos semanas después, arrojó un artefacto de grandes dimensiones del modelo «pumpkin».

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial en Septiembre de 1945, la ciudad de Nagoya había sido bombardeada en un total de 21 ocasiones durante un período de nueve meses en los que se lanzaron nada menos que 14.054 toneladas de bombas. El resultado de este castigo tan espectacular implicó la destrucción de un 40% de la superficie urbana, el derrumbe de 113.460 viviendas, la muerte de 3.866 personas y el desplazamiento como refugiados de otros 471.701 ciudadanos, lo que demostró una vez más la letalidad del arma aérea en el siglo XX.

 

Bibliografía:

-Juan Vázquerz García, Venganza 1944-1945, La Campaña de Bombardeo Estratégico sobre Japón, «Cerca al Imperio: Las Marianas», Galland Books (2023), p.36-47
-https://en.wikipedia.org/wiki/Bombing_of_Nagoya_in_World_War_II