Batalla de Stalingrado

La Batalla de Stalingrado que tuvo lugar al suroeste de Rusia entre el verano de 1942 y el invierno de 1943, fue por excelencia la «madre de todas las batallas» de la Historia. Librada entre la Unión Soviética y una coalición formada por las principales potencias del Eje en Europa, millones de combatientes se masacraron entre sí dentro de las ruinas de una gran ciudad con el consiguiente resultado de unos 2 millones de bajas y un acontecimiento que supuso el punto de inflexión para Alemania al constituir el inicio de su declive en la Segunda Guerra Mundial.

Plan del Eje

A mediados de 1942, la Segunda Guerra Mundial marchaba positivamente para el Eje en todos los teatros bélicos. En la Unión Soviética por ejemplo, el Ejército Alemán acababa de conquistar la Península de Crimea y recientemente había accedido al sur de Rusia tomando Rostov y expandiéndose al norte Cáucaso, al tiempo en que sobre los demás sectores desde Leningrado hasta Rzhev, el Ejército Rojo se había desangrado en una serie de ofensivas inútiles que habían terminado con la retirada hacia Moscú. Mientras tanto en el Norte de África, las fuerzas ítalo-germanas del Afrika Korps del mariscal Erwin Rommel habían aniquilado a varias divisiones del Imperio Británico ocupando Tobruk e invadiendo Egipto hasta situarse a escasa distancia en Alejandría; sin obviar con que Japón que ya dominaba gran parte de Asia y el Océano Pacífico tras infligir graves derrotas a Estados Unidos, presionaba con sus fuerzas en dirección a la frontera con la India y amenazaba Australia.

El general Friedrich Paulus, en el extremo izquierdo, conversa con Adolf Hitler sobre la «Operación Azul» contra Stalingrado y el Caúcaso.

Con los Aliados completamente contra las cuerdas en todas las latitudes, Adolf Hitler puso en marcha el desarrollo de una ofensiva general en la que debían tomar parte Alemania, Italia y Japón que denominó «Plan Orient». Según la visión de esta ambiciosa operación, las fuerzas europeas del Eje liquidarían al Ejército Rojo al sur de Rusia descendiendo por el Cáucaso hasta Georgia y Azerbayán, al mismo tiempo en que las unidades del Afrika Korps en Egipto cortaban el Canal de Suez e irrumpían en Palestina. Simultáneamente a estas dos alas, los japoneses presionarían desde Birmania entrando en la India e incluso apoyarían el avance ítalo-germano en Oriente Medio efectuando un desembarco en el Golfo Pérsico, algo que contaría con la ayuda de los pueblos musulmanes de Chechenia, Irak e Irán que se sublevarían contra los anglo-soviéticos, e incluso de Turquía que rompería la neutralidad para unirse al Pacto Tripartito.

Dentro del «Plan Orient» surgió la «Operación Azul» como parte de la ofensiva contra el sur de Rusia, tal y como la bautizó el Führer después de trasladar su cuartel general a la ciudad de Vinnitsa en Ucrania. Inicialmente la misión consistía en arremeter contra el Cáucaso utilizando al Grupo de Ejércitos Sur al mando del general Maximiliam Von Weichs con dos objetivos: primeramente alcanzar el Mar Caspio para cortar la ruta de suministros con que los Aliados enviaban suministros a la URSS a través de la Ley de Préstamos y Arriendos, pero sobretodo apoderarse de los campos petrolíferos de Maikop, Grozny y Bakú (lo que no solo subsanaría la necesidad de crudo de Alemania, sino que privaría a los rusos del 80% de sus reservas). Sin embargo cuando ya se habían establecido los detalles, Hitler cometió el error de modificar el plan sobre la marcha optando por dividir al Grupo de Ejércitos Sur en dos agrupaciones, en concreto el Grupo de Ejércitos A que descendería hacia el Cáucaso y el Grupo de Ejércitos B que se dirigiría al Río Volga para bloquear su tráfico fluvial y de paso conquistar la ciudad industrial de Stalingrado.

Aproximadamente el Eje reunió a 1.040.680 soldados entre 320.000 alemanes, 235.000 húngaros, 228.072 rumanos, 220.000 italianos, 60.000 rusos blancos y 5.000 croatas; más un material de más un material de 2.870 tanques (2.700 alemanes, 140 rumanos y 30 italianos), 3.056 cañones (2.068 alemanes y 988 italianos), 31.000 vehículos (17.000 italianos y 14.000 alemanes) y 1.700 aviones (1.600 alemanes y 100 rumanos). Básicamente se trató del VI Ejército Alemán del general Friedrich Paulus que cargaría hacia Stalingrando, teniendo en reserva al IV Ejército Panzer del general Hermann Hoth y flanqueado por encima por el III Ejército Rumano del general Petre Dumitrescu y por debajo por el IV Ejército Rumano del general Constantin Constantinescu, así como cubriendo su vertiente septentrional en el Río Don el VIII Ejército Italiano del general Italo Garibaldi y el II Ejército Húngaro del general Gustav Jany. A estas fuerzas de las principales potencias europeas del Eje entre las que estaban Alemania, Rumanía, Italia e Hungría, también se sumó Croacia que prestó al 369º Regimiento de Infantería Croata al mando del coronel Viktor Pavicic y la Milicia Rusa con auxiliares «Hiwis» que envió el estado satélite de la Rusia Autónoma de Lokot al frente del comandante Bronislaw Kaminski. A estas unidades de tierra hubo además que añadir la IV Flota Aérea de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) del general Wolfran Von Richthofen y la X Fuerza Aérea Real Rumana del general Emil Gheorghiu.

Grupo de Ejércitos B:
VI Ejérctio Alemán
·IV Cuerpo Alemán
-29ª División de Infantería Motorizada Alemana
-297ª División de Infantería Alemana
-371ª División de Infantería Alemana
·VIII Cuerpo Alemán
-76ª División de Infantería Alemana
-113ª División de Infantería Alemana
·XI Cuerpo Alemán
-44ª División de Infantería Austríaca
-376ª División de Infantería Alemana
-381ª División de Infantería Alemana
·XIV Cuerpo Panzer Alemán
-3ª División de Infantería Motorizada Alemana
-60ª División de Infantería Alemana
-16ª División Panzer Alemana
·LI Cuerpo Alemán
-71ª División de Infantería Alemana
-79ª División de Infantería Alemana
-94ª División de Infantería Alemana
-295ª División de Infantería Alemana
-305ª División de Infantería Alemana
-389ª División de Infantería Alemana
-14ª División Panzer Alemana
-24ª División Panzer Alemana
-100ª División de Cazadores Austríaca
IV Panzerarmee Alemán
·LVII Cuerpo Panzer Alemán
-6ª División Panzer Alemana
-17ª División Panzer Alemana
-26ª División Panzer Alemana
III Ejérctio Rumano
·I Cuerpo Rumano
-7ª División de Infantería Rumana
-11ª División de Infantería Rumana
·II Cuerpo Rumano
-9ª División de Infantería Rumana
-14ª División de Infantería Rumana
·IV Cuerpo Rumano
-1ª División de Caballería Rumana
-13ª División de Infantería Rumana
·V Cuerpo Rumano
-5ª División de Infantería Rumana
-6ª División de Infantería Rumana
·Reserva Rumana
-7ª División de Caballería Rumana
-15ª División de Infantería Rumana
IV Ejército Rumano
·VI Cuerpo Rumano
-1ª División de Infantería Rumana
-2ª División de Infantería Rumana
-4ª División de Infantería Rumana
-18ª División de Infantería Rumana
-20ª División de Infantería Rumana
·VII Cuerpo Rumano
-5ª División de Caballería Rumana
-8ª División de Caballería Rumana
-4ª División de Infantería Rumana
VIII Ejército Italiano
·Cuerpo Alpino Italiano
-2ª División Alpina Italiana «Tridentina»
-3ª División Alpina Italiana «Julia»
-4ª División Alpina Italiana «Cuneense»
·II Cuerpo Italiano
-5ª División de Infantería Italiana «Cosseria»
-13ª División de Montaña Italiana «Ravenna»
·XXXV Cuerpo Italiano
-9ª División de Infantería Semi-Motorizada «Pasubio»
-298ª División Mixta Italo-Alemana
·XXIX Cuerpo Italo-Alemán
-2ª División de Montaña Italiana «Sforzesca»
-3ª División de Caballería «Principe Amadeo Duca d’Aosta»
-53ª División de Infantería Semi-Motorizada «Torino»
·Camisas Negras
-Agrupación «3 de Enero»
-Agrupación «28 de Marzo»
II Ejército Húngaro
·III Cuerpo Húngaro
-6ª División de Infantería Húngara
-7ª División de Infantería Húngara
-9ª División de Infantería Húngara
·IV Cuerpo Húngaro
-10ª División de Infantería Húngara
-12ª División de Infantería Húngara
-16ª División de Infantería Húngara
·VII Cuerpo Húngaro
-1ª División Blindada Húngara
-19ª División de Infantería Húngara
-20ª División de Infantería Húngara
-23ª División de Infantería Húngara
·369º Regimiento de Infantería Croata
IV Flota Aérea Alemana
·VIII Cuerpo Aéreo Alemán
-9ª División de Artillería Antiaérea Alemana «Flak»
X Flota Aérea Rumana
Milicias Rusas Blancas «Hiwis»

Plan de la URSS

Stalingrado, también conocida «Reina de la Estepa», «Dominadora del Volga» o «Puerta del Cáucaso, era la denominación que se otorgaba a la antigua ciudad de Tsaritsin o «Ciudad del Zar», antes de que las tropas del Ejército Rojo lideradas por el mismo Iósif Stalin, derrotaran durante la Guerra Civil Rusa al Ejército Blanco del general Anton Denikin en la decisiva Batalla de Tsaritsin que costó unas 130.000 bajas a los blancos y muy probablemente la contienda en favor de la Rusia Bolchevique. A partir de ese instante y durante la era comunista, el trazado urbano se convirtió en el típico paisaje de generación soviética con sus casas y mares de bloques de apartamentos para los obreros y sus familias que se distribuyeron sobre los seis siguientes barrios de nombres revolucionarios: Tractores, Barricadas, Octubre Rojo, Dzerzhinsky, Voroshilovski y Kirovski, en cuyo interior vivían 800.000 personas que trabajaban en algo más de 120 empresas estatales con sus respectivos albergues de viviendas, escuelas, guarderías, bibliotecas, hospitales y parques de ambulancias. Aquella gigantesca ciudad, la quinta más grande del país después de Moscú, Leningrado, Kíev y Kharkov, delimitaba al este con el Río Volga y los Islotes de Golodny Zaitsevsky que controlaban el tráfico fluvial por los muelles de la orilla contraria en Krasnia Sloboda, así como al oeste por el Monte Mamev Kurgan de 200 metros de altura, sin obviar el complejo de naves industriales en el extrarradio sobre un área de 173.000 metros cuadrados dentro de la llamada «Barricada Roja».

Defender Stalingrado era una tarea titánica porque según estudió la situación el Estado Mayor Soviético (STAVKA), la cara izquierda de la ciudad era muy vulnerable a una penetración del Ejército Alemán. Así fue como el Partido Comunista Soviético (PCUS) movilizó a todos los ciudadanos de entre 16 y 55 años, ya fuesen varones, mujeres, adolescentes o campesinos de las aldeas adyacentes, para trabajar colectivamente en diversos distritos del núcleo urbano organizados en grupos de veinte personas, los cuales contribuyeron a la causa ya fuese cavando trincheras, erigiendo fortificaciones o abriendo zanjas anticarro, sin contar el personal femenino de las baterías antiaéreas y los niños de las escuelas que fueron supervisados por sus maestros para levantar defensas de barro junto al Río Volga.

Aproximadamente el Ejército Rojo reunió a 1.200.000 soldados, 894 tanques, 13.451 cañones y 1.115 aviones. Según el plan defensivo trazado por el general Georgi Zhukov, el despliegue sobre un abanico de 65 kilómetros fue el siguiente: dentro de la ciudad de Stalingrado la protección de la metrópoli recayó en los LXII y LXIV Ejércitos Soviéticos dirigidos por el general Vasily Chuikov y el comisario Nikitra Jruschov encargado de lo que posteriormente sería conocido como «Guerra de Ratas»; mientras que el exterior fue responsabilidad del Frente Sudoccidental del general Nikolai Vatutin en el norte (encarado hacia las fuerzas húngaras e italianas), del Frente del Don del general Konstantin Rokossovsky en el centro (orientado hacia los rumanos) y el Frente de Stalingrado del general Andrei Yeremenko en el sur (situado delante de los alemanes).

Ejército Rojo:
Frente de Stalingrado
·LXII Ejército
-10ª División de Fusileros
-13ª División de Guardias
-37ª División de Guardias
-39ª División de Guardias
-45ª División de Fusileros
-95ª División de Fusileros
-112ª División de Fusileros
-138ª División de Fusileros
-193ª División de Fusileros
-196ª División de Fusileros
-224ª División de Fusileros
-284ª División de Fusileros Siberiana
-308ª División de Fusileros
-42ª Brigada Especial
-87ª Brigada Blindada
-92ª Brigada de Infantes de Marina
-115ª Brigada Especial
-124ª Brigada Especial
-137ª Brigada Blindada
-149ª Brigada Especial
-160ª Brigada Especial
-189ª Brigada Blindada
·LXIV Ejército
-29ª División de Fusileros
-36ª División de Guardias
-38ª División de Fusileros
-157ª División de Fusileros
-204ª División de Fusileros
-13ª Brigada Blindada
-56ª Brigada Blindada
-66ª Brigada Especial
-93ª Brigada Especial
-96ª Brigada Especial
-97ª Brigada Especial
-154ª Brigada de Infantes de Marina
·LVII Ejército
-XIII Cuerpo Mecanizado
-169ª División de Fusileros
-422ª División de Fusileros
-90ª Brigada de Tanques
-143ª Brigada Especial
-235ª Brigada Blindada
·LI Ejército
-IV Cuerpo Mecanizado
-IV Cuerpo de Caballería
-15ª División de Guardias
-91ª División de Fusileros
-126ª División de Fusileros
-302ª División de Fusileros
·XXVIII Ejército
-34ª División de Guardias
-248ª División de Fusileros
-330ª División de Fusileros
-6ª Brigada de Guardias Blindada
-52ª Brigada Especial
-85ª Brigada Blindada
-152ª Brigada Especial
-159ª Brigada Especial
·VIII Ejército del Aire
Frente del Don
·LXVI Ejército
-64ª División de Fusileros
-99ª División de Fusileros
-116ª División de Fusileros
-226ª División de Fusileros
-299ª División de Fusileros
-349ª División de Fusileros
-58 Brigada Blindada
·XXIV Ejército
-XVI Cuerpo Blindado
-49ª División de Fusileros
-84ª División de Fusileros
-120ª División de Fusileros
-173ª División de Fusileros
-233ª División de Fusileros
-260ª División de Fusileros
-273ª División de Fusileros
-10ª Brigada Blindada
·LXV Ejército
-4ª División de Guardias
-23ª División de Fusileros
-24ª División de Fusileros
-27ª División de Guardias
-40ª División de Guardias
-252ª División de Fusileros
-258ª División de Fusileros
-304ª División de Fusileros
-321ª División de Fusileros
-121ª Brigada Blindada
·II Ejército de Guardias
-XIII Cuerpo de Guardias
-3ª División de Guardias
-33ª División de Guardias
-24ª División de Infantería
-49ª División de Fusileros
-378ª División de Fusileros
·XVI Ejército del Aire
Frente Sudoccidental
·XXI Ejército
-III Cuerpo de Caballeria de Guardias
-IV Cuerpo Blindado
-63ª División de Fusileros
-76ª División de Fusileros
-96ª División de Fusileros
-277ª División de Fusileros
-293ª División de Fusileros
-333ª División de Fusileros
·V Ejército Blindado
-I Cuerpo Blindado
-VIII Cuerpo de Caballeria
-XXVI Cuerpo de Caballeria
-14ª División de Guardias
-47ª División de Guardias
-50ª División de Guardias
-119ª División de Fusileros
-159ª División de Fusileros
-346ª División de Fusileros
·I Ejército de Guardias
-I Cuerpo Mecanizado de Guardias
-1ª División de Infantería
-153ª División de Fusileros
-197ª División de Fusileros
-203ª División de Fusileros
-266ª División de Fusileros
-278ª División de Fusileros
·II Ejército del Aire
·XVII Ejército del Aire

Operación Azul

A principios de Agosto de 1942 se inició la «Operación Azul» cuando el Grupo de Ejércitos Sur del Eje dejó atrás las orillas del Río Don cruzando el Puente de Viertachi y se expandió por la cuenca del Donets al sur de Rusia, dividiéndose en el Grupo de Ejércitos A que se dirigió hacia el Cáucaso dentro de la «Operación Edelweiss» y el Grupo de Ejércitos B en dirección a Stalingrado. Bastaron solo unos días para que más de 300.000 tropas del VI Ejército Alemán acompañadas por un millar de tanques y cañones, así como por una caravana hipomóvil de 58.104 caballos, se situaran a tan solo 100 kilómetros de su objetivo tomando el enclave de Gumrak, donde descubrieron una interminable campiña verde rodeada de un exótico paisaje con pequeños desiertos, cañones rocosos, manadas de dromedarios y temperaturas abrasadoras de 53º, algo que elevó la moral de los invasores al comprender que ya estaban muy próximos al Río Volga y a su frontera con Kazakhistán en Asia.

Mapa de la Batalla de Stalingrado con el espliegue tanto del Eje como de la URSS.

En la mañana del 23 de Agosto de 1942, un avión Fieseler Fi 156 «Storch» de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) aterrizó ante las columnas de la 16ª División Panzer, descendiendo del aparato el general Wolfran Von Richthofen de la VI Flota Aérea, quién se entrevistó con el general Hans Valentin Hube que liderada a las unidades terrestres para anunciarle de que iba a ser testigo de una de las mayores concentraciones de aeroplanos jamás vistas en el Frente Oriental. Acto seguido un total de 1.200 aviones entre los que había bombarderos en picado Stuka y bombarderos medios He 111 y Junkers Ju 88, pasaron por encima de las cabezas de unas sorprendidas tropas alemanas para alcanzar a no mucha distancia de la 16ª División Panzer la ciudad de Staligrado.

Oficialmente la Batalla de Stalingrado comenzó el 23 de Agosto de 1943 cuando los 1.200 aviones de la VI Flota Aérea bombardearon la ciudad, adelantándose los Stukas con vuelos en picado que destrozaron blancos fijos en las viviendas y ametrallaron diversos objetivos en las calles, antes de que los Heinkel He 111 y Junkers Ju 88 desprendieran cargas incendiarias que chamuscaron casas de madera en el sudeste de la urbe y también bombas de fragmentación con las que echaron abajo los edificios de dos plantas o resquebrajaron la estructura de los más altos que no llegaron a demolerse, sin obviar con que fueron destruidas la central telefónica y las depuradoras de agua, incluso hasta un hospital que se partió en dos secciones (saliendo despedidos sus pacientes por las ventanas). Después de la incursión al centro de la metrópoli, los aparatos se concentraron en la zona industrial del Río Volga, impactando en los depósitos de petróleo que prendieron hasta elevarse en una gigantesca bola de fuego de 450 metros que más tarde alcanzó los 320 kilómetros de altura, siendo visible la columna de humo negro desde diversas partes del sur de Rusia y hasta de Ucrania, ya que las llamas no pudieron ser controladas debido a que saltaron los conductos de los bomberos, por lo que el crudo ardiendo se desparramó abrasando construcciones y cables telefónicos. Una vez finalizado el devastador raid con el lanzamiento de 1.000 toneladas de bombas, la Luftwaffe solo perdió tres aviones y un piloto (que pese a saltar en paracaídas, se quemó vivo al caer en una casa incendiada).

Aviones Heinkel He 111 bombardean la ciudad de Stalingrado. Imagen del film Enemigo a las Puertas.

Concluido el bombardeo de la IV Flota Aérea sobre Stalingrado a media mañana del 23 de Agosto, la 16ª División Panzer inició la marcha avanzando 40 kilómetros hasta situarse a escasa distancia de la ciudad, donde los cañones antiaéreos dejaron fuera de combate algunos tanques Panzer, por lo menos hasta que aparecieron los bombarderos en picado Stuka que destruyeron a numerosas de las piezas y mataron a sus artilleros. Superado aquella línea defensiva y después de un recorrido de casi 60 kilómetros desde su punto de origen, a las 16:00 horas de la tarde las vanguardias de la 16ª División Panzer alcanzaron las orillas occidentales del Río Volga, algo que los soldados celebraron con una sesión fotográfica con una Stalingrado al fondo de la imagen que titularon «Llegamos al Volga».

En cuanto en Stalingrado se supo que la 16ª División Panzer estaba a las afueras de la ciudad después de haber ocupado la vecina localidad de Ronik, repentinamente cundió el pánico en la población porque cientos de ciudadanos se echaron a las calles e intentaron huir al otro lado del Río Volga. Desgraciadamente la mayoría no lo consiguió porque el general Vasily Chuikov y el general Nikita Jruschov, ordenaron a la Policía Estatal Soviética (NKVD) que impidieran la salida a los civiles y en su lugar fueran reclutados forzosamente como auxiliares o peones para contribuir a la defensa. De hecho gracias a un grupo de mujeres rusas que manejaban baterías antiaéreas de 37 milímetros, se logró detener durante unas horas la progresión germana hasta que finalmente los tanques destruyeron las piezas y limpiaron de enemigos sus emplazamientos, capturando durante el transcurso de la lucha a varios jeeps estadounidenses de la marca Willy.

Al día siguiente de haber alcanzado el Río Volga, el 24 de Agosto, los tanques del Ejército Alemán atravesaron en dos alas los distritos de Rossoka y Samofalovska, envolviendo en el enclave de Bolsiciaya a la 86ª División de Fusileros Soviética. No obstante y contra todo lo imaginado, los rusos consiguieron destruir con cañones ocultos a veinticuatro blindados Panzer, lo que les facilitó escapar del cerco y refugiarse hacia el interior del Stalingrado, aunque a un elevado coste porque centenares de soldados perdieron la vida, entre estos algunos voluntarios extranjeros de la Internacional Comunista (Komintern), como por ejemplo el republicano español Rubén Ruíz Ibarruri, hijo de Dolores Ibarruri «la Pasionaria» que había sido una de las líderes del Partido Comunista de España.

Tanques alemán Panzer IV y semioruga Hanomag avanzando por una aldea a las afueras de Stalingrado.

Nuevamente el 25 de Agosto de 1942, la IV Flota Aérea de la Luftwaffe volvió a lanzar un fortísimo bombardero sobre Stalingrado, echando abajo numerosas viviendas y el famoso Restaurante Chino Shangai, lo que hasta la fecha dejó un saldo de 40.000 civiles fallecidos entre los escombros. Mientras eso sucedía, los artilleros de la 16ª División Panzer desplegaron sus piezas junto al Río Volga para disparar contra las embarcaciones que traían suministros o evacuaban personal del Ejército Rojo, hundiendo durante el proceso a nueve navíos (siete transportes de tropas y dos barcos de vapor) y matando a decenas de sus ocupantes, además de acosar la orilla contraria oriental de Krasnia Sloboda, en cuyas inmediaciones destruyeron a un tren cargado de material militar.

Fuera de Stalingrado, el IV Ejército Panzer del general Hermann Hoth que hasta ese momento había permanecido como reserva del Grupo de Ejércitos B, también se movió hacia delante para apoderarse de los márgenes meridionales del Lago Sarpa, liquidar a un buen puñado de rusos durante la retirada y arrebatarles los Altos de Gavrilovska. Simultáneamente, otros elementos acorazados del IV Ejército Panzer conquistaron el estratégico Aeródromo Kalach situado a las afueras de la ciudad, donde establecieron una base para la Fuerza Aérea Alemana, la cual fue inmediatamente bombardeada por aviones de la Fuerza Aérea Soviética, aunque sin registrarse bajas por parte germana debido a que los aparatos incursores fueron repelidos por cazas Messerchmitt Bf 109.

El primer intento de penetrar en Stalingrado tuvo lugar la mañana del 29 de Agosto de 1942 cuando las vanguardias del Ejército Alemán asaltaron en grupos de pelotones el extrarradio del Barrio de la Fábrica de Tractores. A pesar de que las tropas contaron con un excelente apoyo artillero y las suficientes medidas de seguridad, los fusileros rusos y las baterías antiaéreas soviéticas apostadas en la zona no solo repelieron el ataque, sino que infligieron a los germanos una paliza porque les provocaron cientos de bajas, además de destruirles sobre el terreno a nada menos que setenta tanques y abatirles doce aviones.

La jornada del 1 de Septiembre de 1942, tres años después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo desencadenó una contraofensiva contra el VI Ejército Alemán como medida desesperada para impedir que los invasores pusieran el pie en Stalingrado. Liderado el ataque por el general Georghi Zukhov con el I Ejército de la Guardia y el XXIV Ejército, la operación resultó un fiasco porque los germanos se defendieron muy bien y encima contaron con el apoyo de los bombardeos en picado Stuka que paralizaron la ofensiva y la convirtieron en una caótica retirada. Afortunadamente aquella distracción sirvió para que los LXII y LXIV Ejércitos Soviéticos que venían huyendo desde el Frente del Don no fueran embolsados y pudieran resguardarse en la ciudad que fue puesta bajo sitio el 3 de Septiembre.

Soldados rumanos a camello avanzado en el perímetro exterior a Stalingrado sobre el Frente del Don.

El asedio a Stalingrado se consolidó el 4 de Septiembre mediante una aproximación a los suburbios que se desarrolló del siguiente modo: al norte la 16ª División Panzer; en el centro-sur las 24ª, 71ª, 76ª, 94ª y 295ª Divisiones de Infantería, la 29ª División Motorizada y la 14ª División Panzer; y en la reserva la 389ª División de Infantería, la 60ª División Motorizada y la 100ª División de Cazadores Austríaca. De tales efectivos, la que más se distinguió fue nuevamente la 16ª División Panzer porque los LXII y LXIV Ejércitos Soviéticos lanzaron contra sus puntas los últimos tanques disponibles que fueron destruidos uno a uno hasta contabilizarse entre la chatarra chamuscada a cien blindados del modelo T-34 y algunos Sherman importados desde Estados Unidos. De hecho el comandante Hyazinth Graf Strachwitz que fue el artífice de esta victoria, fue premiado con la jubilación anticipada y condecorado con las Hojas de Roble de la Cruz de Hierro (sería sustituido por el comandante Bern Freytag-Loringhoven).

La capacidad de reacción del Ejército Rojo sorprendió al general Friedrich Paulus del VI Ejército Alemán a sabiendas de que el grueso del Grupo de Ejércitos B todavía se hallaba combatiendo por detrás de Stalingrado. Fue entonces cuando pensando en ganar tiempo, decidió desviar parte de sus fuerzas, así como también algunas unidades del III Ejército Rumano, para limpiar la retaguardia como por ejemplo el Cañón de Tsaritsa, una formación natural de rocas cargadas de piezas anticarro y partisanos que tuvieron que conquistar a base de asaltos frontales de infantería y vuelos en picado de los Stuka, además de ocupar otros objetivos esenciales como la Estación de Voroponovo y la Casera de Basarghino. Simultáneamente más al norte, las tropas del III Ejército Rumano se atrincheraron frente al Río Volga y más arriba las del VIII Ejército Italiano cubrieron otros 200 kilómetros más de frente junto con las divisiones del II Ejército Húngaro en el Río Don.

El 10 de Septiembre de 1942 comenzó la evacuación de los civiles de Stalingrado, siendo sacados de la ciudad más de 300.000, aunque otros 50.000 permanecieron entre las ruinas a la espera de contribuir a la defensa. Aunque el traslado se llevó a cabo sin incidentes, la última barcaza que zarpó de los muelles hacia Krasnia Sloboda fue impactada por un proyectil de la artillería alemana y hundida en medio del Río Volga sin registrarse apenas supervivientes. Así fue como concluyó la primera fase de la «Operación Azul» en Stalingrado con un saldo muy positivo para el Eje porque hasta la fecha se habían hecho prisioneros un total de 26.500 soldados soviéticos, además de haberse destruido 830 tanques y pulverizado 350 piezas de artillería.

Batalla de Stalingrado

A las 6:45 de la madrugada según el horario ruso (4:45 hora alemana) del 11 de Septiembre de 1942, el VI Ejército Alemán emprendió la conquista de Stalingrado mediante un asalto de la 76ª División de Infantería contra la Estación de Sadovaya, al mismo tiempo en que la 71ª División de Infantería hacia lo propio contra el embarcadero central. En el caso del ataque a las instalaciones ferroviarias el resultado fue un éxito porque los germanos lograron apoderarse de los andenes y la estación tras sufrir numerosas bajas, aunque del embarcadero central hubieron de retirarse debido la férrea resistencia de unos pocos defensores muy bien parapetados. Después de este aquel bautismo de fuego dentro de la ciudad, los alemanes comprendieron que habían infravalorado Stalingrado porque los edificios se habían convertido en trampas mortales, las calles eran intransitables por culpa de los escombros y el aire había adquirido un tono marrón y polvoriento que iba a dificultar mucho el progreso de la Wehrmacht.

El Mamev Kurgan, una montaña natural de 102 metros de altura que se levantaba en medio de un parque del Barrio de Dzerzhinski, fue atacada el 14 de Septiembre por una acción conjunta de las 14ª, 24ª y 94ª Divisiones de Infantería. Como el dispositivo de trincheras, fortificaciones y alambradas que rodeaban la colina eran casi inexpugnables, los soldados alemanes escalaron una y otra vez sobre la escarpada para ser rechazados en todas las ocasiones por unos defensores que protegieron el perímetro de manera magistral. A no mucha distancia del lugar, tampoco las cosas les fueron mejor a los germanos en la Estación de Stalingrado que cambió tres veces de dueño, así como en otros sectores de la ciudad, salvo por la excepción de la depuradora de agua que pudo ser ocupada por las tropas alemanes, no sin antes haber sufrido grandes contratiempos.

Vista de Stalingrado desde la otra orilla del Río Volga en Krasnia Sloboda.

Frenada la progresión del VI Ejército Alemán en todos los puntos de Stalingrado, el general Georgi Zhukov convocó al Estado Mayor Soviético (STAVKA) para planificar un contraataque local desde el otro lado del Río Volga. Así fue como al crepúsculo del 15 de Septiembre, 10.000 soldados de 13ª División de Guardias y tropas montadas a camello que se habían camuflado entre la vegetación de la orilla opuesta para evitar ser vistos por el reconocimiento aéreo, subieron a bordo de todo tipo de embarcaciones como barcazas, pesqueros armados, gabarras y botes a remo para atravesar el cauce, siendo entonces víctimas del fuego alemán que acribilló a los intrusos con cañones, morteros y ametralladoras. Aunque solo uno de los proyectiles impactó en una cañonera matando a veinte tripulantes, el resto de soldados soviéticos desembarcaron y cargaron contra los germanos, obligándoles a replegarse 100 metros para cubrirse detrás de una estación y un grupo de factorías de ladrillo rojo, donde se parapetaron y masacraron a los asaltantes que no tuvieron más remedio que huir, lo que supuso la destrucción virtual de la 13ª División de Guardias al encajar más de 7.000 muertos (solo hubo 3.000 supervivientes, uno de cada tres combatientes).

El segundo asalto contra el Monte Mamev Kurgan tuvo lugar el 16 de Septiembre con una carga frontal de la 295ª División de Infantería que a punto estuvo de desbordar las fortificaciones de los fusileros de la Policía Estatal Soviética (NKVD) en la cima, de no ser porque en el último instante recibieron los refuerzos de los restos de la 13ª División de Guardias. Al día siguiente, el 17, las piezas de artillería alemana bombardearon intensamente la cumbre para acto seguido atacar con tanques sus faldas, aunque también el plan fracasó porque un cañón anticarro de los rusos destruyó a un blindado Panzer y puso en fuga al resto. Afortunadamente para los germanos, los defensores se encontraban muy debilitados porque su guarnición se había reducido a tan solo 50 soldados y diez tanques T-26 que todavía tuvieron capacidad para repeler diez asaltos en los que se llegó a pelear cuerpo a cuerpo, hasta que finalmente al caer la noche, las dos últimas ametralladoras Maxim fueron eliminadas y los escasos supervivientes capturados, por lo que al amanecer del 19 se anunció la conquista definitiva del Monte Mamev Kurgan.

Avión Stuka ametralla a las barcazas soviéticas rumbo a Stalingrado sobre el Río Volga. Imagen del film Enemigo a las Puertas.

A medida que se recrudecía la Batalla de Stalingrado, la «Guerra Relámpago» o «Blitzkrieg» del Ejército Alemán dejó de surtir efecto sentido porque la campaña se convirtió en una «Rattenkrieg» o «Guerra de Ratas» debido a que los soldados germanos debían despejar de oponentes todos los muros, ruinas y tejados a un coste altísimo en bajas, a veces peleando entre las habitaciones y de pared a pared (en donde se escuchaba, a los rusos hablar y respirar), así como en rincones y escondites que tenían que ser rociados con lanzallamas o granadas, sin obviar los sótanos y los túneles de las alcantarillas bajo el subsuelo que solían estar atestados de agua sucia y ratas. Tampoco la superficie era nada segura porque las trincheras y barricadas en las calles se hallaban a unos 45 metros de separación entre ambos bandos, por lo que no era extraño que unos y otros se insultaran y amenazaran con gritos como «Russ, skoro bul-bul u Volga» que significaba «pronto haréis burbujas en el Volga». De hecho, cada vez que los alemanes tenían que tomar una sola fábrica, necesitaban emplear como mínimo a 700 soldados para expulsar a unos 40 defensores, quienes encima durante las horas siguientes lanzaban contraataques nocturnos a cuchillo o colocaban minas y trampas explosivas en las inmediaciones. Lógicamente este tipo de lucha callejera obligaba a los germanos a vivir en una tensión psicológica constante, la mayor parte de las veces con pocas horas de sueño, miedo a morir y los ojos rojos de cansancio. A este desánimo había que añadir el temor a los lanzacohetes Katyusha que disparaban sus cohetes denominados «órganos de Stalin» desde la orilla opuesta del Río Volga en Kransnia Sloboda, a los bombarderos soviéticos U-2 que arrojaban sus bombas de noche, a los cañones anticarro camuflados que destrozaban a los tanques Panzer inmóviles entre los escombros y a la amenaza de los francotiradores que desde la distancia eliminaron a un buen puñado de oficiales y suboficiales. Pero por si todo esto no fuera suficiente, los incendios de los oleoductos hicieron que la ciudad quedase totalmente oscurecida por un inmenso hongo negro que se elevó 3 kilómetros de altura, lo que otorgó a la metrópoli un aspecto gris, tenebroso y hasta apocalíptico.

Durante la segunda mitad de Septiembre de 1942, las muertes en Stalingrado alcanzaron diariamente 6.000 soviéticos y 700 alemanes, una cifra muy elevada para los primeros y menor para los segundos, aunque a estos últimos les era más complicado reponerles porque lo sobreextensión de sus líneas en el Frente Oriental. A pesar de todo, poco a poco los germanos fueron superando el estancamiento inicial para adentrarse en el corazón de la ciudad, tomando sectores importantes como el Barrio de Minina, el Silo de Grano, el Complejo Agroalimentario y la Fábrica de Clavos. Más complicado fue el asalto a la Plaza Roja porque se tuvo que pelear dentro de los altos edificios de los Almacenes Univermag, aunque al final los alemanes se apoderaron de este objetivo y también de la Sede del Partido Comunista Soviético (PCUS).

Tropas del Ejército Rojo combatiendo entre las ruinas de Stalingrado.

A la caída de la Plaza Roja de Stalingrado, las tropas de los LXII y LXIV Ejércitos Soviéticos entraron en pánico y se replegaron hacia los embarcaderos en el Río Volga, no sin antes ser muchos de ellos ejecutados a manos de los comisarios de la NKVD. Gracias a esta desbandada, el 22 de Septiembre una agrupación de 100 tanques alemanes arrolló a la 42ª Brigada Especial Soviética que redujo su organigrama a nada menos que veinte supervivientes, antes de apoderarse las Calles Kurskaia y Kíevskaia, la Avenida de Moskovskaia y un área de 200 metros junto al Río Tsaritsa, ocupando su embarcadero central y destruyendo el transbordador hacia Krasnia Sloboda. Al mismo tiempo en otro sector de la ciudad, los germanos conquistaron en su totalidad el Barrio de Voroshilovski, así como la Casa L y la Casa de los Trabajadores del Ferrocarril. A raíz de tales avances, aproximadamente un 90% de Stalingrado quedó bajo control del Eje, relegando al Ejército Rojo a una estrecha franja de 8 kilómetros de largo y tan solo de entre 100 y 800 metros de ancho junto al Río Volga.

La presión ejercida por el Ejército Alemán era tan grande, que el 23 de Septiembre el general Georgi Zhukov planificó un contraataque contra el Monte Mamev Kurgan que protagonizarían la 13ª División de Guardias y la 284ª División Siberiana. Como el plan fue preparado minuciosamente con el traslado nocturno de los batallones de guardias y siberianos procedentes de Asia a través del Río Volga durante la noche, a las 3:00 horas cargaron a través del Barranco de Krutoi y al despuntar el alba alcanzaron faldas de la colina, donde fueron avistados a tiempo por los alemanes que les rociaron con descargas de artillería y ametralladoras. Desarticulado el asalto con cientos de bajas para los rusos, al menos la operación sirvió de distracción porque los soviéticos pudieron reforzar otros sectores como los Barracones de la NKVD y al día siguiente, el 24, irrumpir en la Plaza Nueve de Enero para reconquistar el Banco Estatal (Goshbank) y la Casa Pavlov.

Al no ir bien las cosas dentro de Stalingrado para el Ejército Rojo, en el cinturón exterior los LI y LVII Ejércitos Soviéticos desencadenaron un segundo contraataque contra el más débil III Ejército Rumano, cuyos soldados también resistieron y rechazaron a las tropas rusas, sufriendo serias bajas ambos bandos. A partir de aquel último fracaso, todos los puestos de mando y comandancias en la ciudad fueron evacuados desde los embarcaderos del Río Volga hacia el Islote de Golodni, una tarea que resultó muy complicada porque los muelles estaban atestados de civiles desesperados intentando subir a alguna barcaza. Sorprendentemente y contra todo lo esperado, los escasos centenares de soldados y marineros que defendían la orilla aguantaron en sus puestos hasta un total de siete asaltos de los alemanes, en ocasiones soportando el fuego de cohetes de los temidos lanzacohetes Nebelwerfer. De hecho tan desesperada fue la situación de los defensores, que el 26 de Septiembre el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels anunció falsamente que Stalingrado había caído en poder de la Wehrmacht.

Cruce del Río Volga con gabarras, barcazas, vapores y cañoneras entre Krasnia Sloboda y Stalingrado, esta última cubierta por el humo al fondo. Imagen del film Enemigo a las Puertas.

A las 4:00 horas de la madrugada del 27 de Septiembre, el VI Ejército Alemán inició una ofensiva contra las orillas del Río Volga mediante un bombardeo preliminar de los Stukas, aunque inmediatamente la operación se fue al traste cuando coincidió en el tiempo con otra contraofensiva del Ejército Rojo contra el Monte Mamev Kurgan, la Fábrica de Armamento Barrikadi, la Planta Química Lazur, la Metalistería Octubre Rojo y los alrededores de la Fábrica de Tractores. Lamentablemente para los rusos la mayor parte del ataque terminó en desastre porque la 100ª División de Cazadores Austríaca mantuvo sus posiciones en la Metalistería Octubre Rojo, un grupo de mujeres soviéticas fueron masacradas por una ametralladora de su propio bando al retirarse de la Fábrica de Armamento Barrikadi y la 95ª División de Fusileros fue repelida en el Monte Mamev Kurgan por la 24ª División Panzer. Incluso en medio de la confusión, las fuerzas del Eje sacaron beneficio porque el 369º Regimiento de Infantería Croata aprovechó el caos para conquistar la Terminal de Locomotoras y sitiar los Barracones de la NKVD, una hazaña por la cual los soldados croatas fueron recompensados con la visitia del Presidente de Croacia, Ante Pávelic (convirtiéndose en el único Jefe de Estado en pisar el campo de batalla de Stalingrado).

A partir del 28 de Septiembre la IV Flota Aérea de la Luftwaffe redobló sus esfuerzos para acosar el tráfico fluvial del Río Volga, dañando los bombarderos en picado Stuka a seis lanchas de transportes (de una flotilla de siete) en las que se perdieron numerosas vidas y material mientras los cazas Messerschmitt Bf 109 ametrallaban a los emplazamientos de piezas de artillería antiaéreas, cuarteles y hospitales de campaña en Krasnia Sloboda. Precisamente en esta posición del margen oriental que estaba tan próximo a la frontera con Kazhakistán, el Ejército Rojo desplazó al «Grupo de Artillero del Frente» consistente en una gigantesca batería de 83 cañones entre 10 obuses de 203 milímetros 39 ML-20 de 152 milímetros, 28 A-19 de 122 milímetros y 6 piezas de 107 milímetros, así como varios escondites con camiones lanzacohetes Katyusha, que desde la orilla opuesta barrían la ciudad de Stalingrado.

El 29 de Septiembre de 1942, avanzadillas del Ejércto Rojo salieron de Stalingrado sin ser vistas por el reconocimiento enemigo y se encaminaron por la estepa occidental colindante con la ciudad para apoderarse de la aldea desprotegida de Orlovka. En cuanto las fuerzas del Eje se dieron cuenta del inesperado movimiento que amenazaba su flanco, tuvieron que sacar de la metrópoli a la 60ª División Motorizada y a la 389ª División de Infantería que al día siguiente, el 30, cargaron contra Orlovka, recuperando el control del pueblo y destruyendo tras una impresionante batalla de blindados sobre la verde campiña a nada menos que 72 tanques soviéticos, entre estos un buen puñado del modelo T-34 (los carros alemanes apenas sufrieron bajas).

Carga sucida de soldados rusos contra los alemanes en la Plaza Roja de Stalingrado con los fusiles en mano y la bandera soviética en alto.

Al empezar Octubre de 1942, la jornada del 1 las fuerzas del Eje controlaban dentro de Stalingrado las dos estaciones ferroviarias, el barrio de negocios, parte de la Fábrica Barrikadi y parcialmente la Fábrica de Tractores, además de limpiar de enemigos aquella misma jornada la zona fortificada denominada «Stalingrado I» (sus seis últimos defensores huyeron por los pelos subiendo a un bote averiado que se dejó arrastrar por la corriente del Río Volga hasta que fueron rescatados por unos artilleros en Kuporosnoie). Lógicamente y ante aquella situación tan desesperante, el Ejército Rojo tuvo que abandonar determinados enclaves como el Barranco de Krutoi con lo que se evitó el embolsamiento de la 295ª División de Fusileros, además de enviar refuerzos a toda prisa como la 39ª División de Guardias y la 308ª División de Infantería Siberiana. Mientras todo eso sucedía, la aviación alemana no concedió tregua a sus oponentes porque el 2 de Octubre los bombarderos incendiaron un almacén de combustible que desparramó toneladas de gasolina ardiendo sobre una escarpada con la que abrasó vivos a decenas de soldados rusos, sin obviar con que el día 6 una barcaza sobrecargada de tropas volcó y dieciséis combatientes se ahogaron en medio del Río Volga.

Los crímenes y atrocidades acompañaron a los dos bandos durante la Batalla de Stalingrado, especialmente en el caso de la Unión Soviética. La razón de ello fue que los comisarios de la Policía Estatal Soviética (NKVD) ejecutaron a millares de sus hombres acusados de cobardía, deserción, derrotismo o autoinfligirse heridas, a veces de forma colectiva disparando contra concentraciones de tropas que huían, o de manera individual frente a pelotones de fusilamiento. De hecho en ocasiones se humillaba a las víctimas porque se las desnudaba antes de su muerte (para que otro soldado aprovechase la ropa) o se deportaba a sus familias a los campos de concentración y gulags de Siberia. Incluso los civiles pagaron las consecuencias de tratar con el enemigo, llegándose al extremo de que francotiradores rusos mataron a niños, uno de estos de tres años, por el simple hecho de que unos soldados germanos les regalaron tabletas de chocolate. Según los datos, el número de combatientes soviéticos ejecutados por la NKVD alcanzó la cifra de 13.500, probablemente uno de los más altos porcentajes de la Segunda Guerra Mundial. Respecto al Ejército Alemán, las SS enviaron al 42º Comando Especial (Sonderkommando 42) que eliminó a todos aquellos afiliados al Partido Comunista Soviético y asesinó a algunos judíos, aunque la mayoría fueron convertidos en esclavos para trabajar en obras militares del Frente Oriental.

Soldados alemanes del VI Ejército tras una trinchera junto a las cercanías de una fábrica en Stalingrado.

Desde Octubre de 1942, las otras fuerzas del Eje reunidas fuera de Stalingrado también empezaron a sufrir los estragos de la campaña, como por ejemplo las tropas magiares del II Ejército Húngaro que recibió varios ataques que fueron repelidos y el lanzamiento de octavillas instando a su capitulación, exactamente igual que sobre las líneas del VIII Ejército Italiano en el Río Don (por el momento dejaron de lado a los III y IV Ejército Rumanos que sabían eran más leales a Alemania). De hecho los soviéticos no tardaron en aprovecharse de las rencillas entre sus oponentes con campañas de propaganda y provocando tensión, ya que el despliegue de las fuerzas invasoras respondía a una cuestión meramente política porque como Rumanía y Hungría eran rivales por la cuestión territorial de la provincia de Transilvania, los alemanes decidieron separar a rumanos y húngaros (quienes de vez en cuando se peleaban entre ellos) situando entre medias del II Ejército Húngaro y del III Ejército Rumano a nada menos que el VIII Ejército Italiano, cuyos combatientes latinos eran los menos feroces y detestaban aquella guerra, algo que sin duda contribuyó negativamente a debilitar el flanco septentrional del dispositivo en Stalingrado.

A lo largo de Octubre se desarrollaron los combates más duros por la Metalistería Octubre Rojo y la Fábrica de Tractores de Stalingrado, considerados los puntos más fuertes de la ciudad debido a su formidable sistema de trincheras y conductos subterráneos interconectados, los cuales se hallaban encima flanqueados por calles repletas de minas bajo las baldosas, emplazamientos de cañones ocultos y francotiradores apostados entre los esqueletos de los edificios, sobre las elevaciones de las chimeneas de las fábricas y hasta en el interior de las tuberías. Gracias a este dispositivo, junto con la Casa Pavlov que defendían únicamente veinte soldados soviéticos, los asaltantes germanos y croatas fueron incapaces de abrirse paso, llegando a denominar aquel lugar como la «Batalla de Verdún» en honor a la terrible matanza de la Primera Guerra Mundial.

Distintas fotografías del campo de batalla en Stalingrado. Fotografía izquierda: Apartamentos de forma cúbica típicos de la ciudad en ruinas. Fotografía centro: La famosa Fuente Barmaley junto a la Estación Nº1 con forma de unos niños bailando alrededor de unos cocodrilos en la Plaza Roja. Fotografía derecha: Barricadas antitanque y estacas en una calle.

El 14 de Octubre un grupo de 150 tanques de la 14ª División Panzer lanzaron una gran ofensiva contra la Fábrica de Tractores apoyándose en lanzacohetes Nebelwerfer y oleadas de bombarderos en picado Stuka. Una vez superada la peligrosa «tierra de nadie» en plena calle, los carros derrumbaron las paredes de ladrillo y la infantería entró por los huecos en tropel, desatándose una intensa lucha cuerpo a cuerpo en el edificio que obligó a los defensores soviéticos a evacuar a los 3.500 heridos graves del hospital provisional y a trasladar el puesto de mando del general Vasily Chuikov. Aunque las fuerzas del Eje no lograron romper las líneas enemigas, al menos destruyeron a la 37ª División de Guardias y cercaron a la 112ª División de Fusileros. No obstante al cabo de dos días de este triunfo local, el 16, los alemanes creyeron erróneamente que los rusos serían vulnerables, pues llevaron a cabo un nuevo ataque que acabó en desastre porque decenas de sus hombres fueron masacrados por torretas de tanques T-34 enterrados bajo el suelo justo por delante de la Fábrica de Armamento Barrikadi.

Otro de los elementos que convirtieron a la Batalla de Stalingrado en un enfrentamiento muy particular fueron el papel de los francotiradores, sobretodo en el Ejército Rojo como lo fue Vasily Zaitsev, un campesino de los Montes Urales que durante la lucha callejera mató con su fusil de mira telescópica a 149 soldados alemanes. De hecho en el bando contrario, destacó el francrtirador austríaco Heinz Thorval, quién acabó con decenas de tropas soviéticas entre las ruinas de la ciudad, hasta que curiosamente su escondite bajo una lámina de zinc fue descubierto y por tanto él mismo eliminado de un disparo nada menos que por el propio Vasily Zaitsev.

A las afueras de Stalingrado, el mes de Octubre fue igual de movido que en la ciudad porque el LVII Ejército Soviético desencadenó numerosos ataque contra el Ejército Rumano, casi todos acabados en desastre porque las tropas rumanas se defendieron magistralmente (pese a contar con un armamento anticuado), así como los soldados de la 20ª División de Infantería Rumana que resistió heroicamente varios asaltos sobre una loma que dominaba desde su cima el Río Volga. A pesar de haber evidencias claras de que los flancos de los III y IV Ejércitos Rumanos eran los más vulnerables, el mismo Adolf Hitler ordenó debilitarlos sacando piezas de artillería para reforzar la guarnición de la metrópoli, así como 150.000 animales de carga entre los que había caballos, camellos y bueyes, haciendo caso omiso de las advertencia del «Conducator» de Rumanía, Ion Antonescu. Incluso de manera mucho más grave, desplegó a sus tanques en el conocido como «ángulo muerto» de 90º que entre el VI Ejército Alemán y los III y IV Ejércitos Rumanos les impedía desplazarse con rapidez a cualquier sector que amenazase el Ejército Rojo.

Avance de soldados soviéticos sobre la ciudad de Stalingrado.

El 1 de Noviembre de 1942 se inició con un nuevo asalto de las tropas alemanas y croatas que otra vez fue rechazado por los tiradores de la Metalistería Octubre Rojo y sobretodo por los proyectiles de las piezas de artillería y los cohetes de los camiones Katyusha que se encontraban emplazados en Krasnia Sloboda. De hecho y gracias a este breve resistencia de los soviéticos, la 112ª División de Fusileros que hasta entonces había permanecido embolsada, pudo romper el cerco y escapar hacia el sector oriental de Stalingrado bajo control del Ejército Rojo.

La lucha en Stalingrado se estancó a principios de Noviembre mientras en el resto de teatros bélicos las cosas se torcían para el Eje porque el Afrika Korps fue derrotado en la Batalla de El-Alamein con la consiguiente expulsión de Egipto, en la Batalla de Guadalcanal las tropas del Imperio Japonés fueron cercadas en las Islas Salomón y en el Norte de África el «estado títere» de la Francia de Vichy perdió Marruecos y Argelia tras el desembarco de las fuerzas de Estados Unidos y Gran Bretaña durante la «Operación Torch». Pero por si todo aquello no fuera suficiente, el 11 de Noviembre se adelantó el invierno en el Frente Oriental de Rusia porque las ruinas de Stalingrado quedaron cubiertas de nieve, las aguas del Río Volga se congelaron con enormes bancos de hielo que impidieron la navegación y las temperaturas descendieron a -18ºC.

Tropas alemanas con un Panzer PzKpfw IV se defienden en una trinchera excavada en plena avenida de un asalto del Ejército Rojo.

Coincidiendo con el adelanto del temido «general invierno», el VI Ejército Alemán lanzó la última ofensiva dentro de Stalingrado contra los últimos núcleos de resistencia del Ejército Rojo que defendían los embarcaderos, la Metalistería Octubre Rojo, la Fábrica de Tractores, la Planta Química Lazur y la Fábrica de Armamento Barrikadi. El ataque estuvo protagonizado por las 71ª, 79ª, 295ª, 305ª y 389ª Divisiones de Infantería Alemanas, más la 100ª División de Cazadores Austríaca y el 369º Regimiento de Infantería Croata, apoyados por la IV Flota Aérea de la Luftwaffe y 150 tanques Panzer, cuando bombarderos en picado Stuka soltaron sus bombas sobre las fábricas que impactaron en las chimeneas y las partieron rodando ladera abajo mientras aplastaban a numerosos soldados rusos y arrollaban a un barco de vapor atrapado en el hielo del Río Volga. Acto seguido los soldados alemanes irrumpieron a tiros en la Planta Química Lazur, donde pelearon con los soviéticos entre el polvo químico amarillento, antes de que a las 9:50 horas la aviación incendiase unos depósitos de combustible que añadió al entorno una densa humareda negra. Sorprendentemente y a diferencia de otras ocasiones los alemanes hicieron grandes avances porque entre la Fábrica de Armamento Barrikadi y la Metalistería Octubre Rojo redujeron el frente enemigo a tan solo 500 metros del Río Volga, destruyendo al completo al 118º Regimiento de Guardias que de 264 hombres murieron 258 (solo hubo seis supervivientes). Sin embargo y a pesar del éxito, los restos moribundos del LXII Ejército Soviético aguantaron hasta que finalmente se produjo el agotamiento total del VI Ejército Alemán.

Operación Urano

A mediados de Noviembre de 1942, el Grupo de Ejércitos B continuaba estancado en Stalingrado y sus alrededores sin saber los mandos del Eje que el Estado Mayor Soviético (STAVKA) había decidido lanzar una gran ofensiva para convertir la ciudad en una trampa aprovechando la llegada del «general invierno», ya que gracias a la niebla y a las ventiscas de nieve se pudo trasladar a los márgenes orientales del Río Volga y el Río Don a nada menos que sirte ejércitos, 54 divisiones y el 60% de la Fuerza Aérea Soviética siguiendo una táctica de camuflaje denominada «maskirovka» o «enmascaramiento». Así fue como se reunió a un total de 1.101.000 soldados, 675 tanques, 10.250 piezas de artillería y 1.216 aviones que al norte y sur de Stalingrado arremeterían contras las débiles posiciones de los III y IV Ejércitos Rumanos respectivamente, para cerrar una pinza en torno a la ciudad con la que supuestamente se embolsaría la totalidad del VI Ejército Alemán. Bajo el nombre de «Operación Urano», las fuerzas desplegadas por el Ejército Rojo desde su vertiente septentrional a la meridional fueron las siguientes: los XXIV, LXV Ejército y XXI Ejércitos, más el V Ejército Blindado, cargarían desde el Río Don contra el III Ejército Rumano; mientras que los LXIV, LVII y LI Ejércitos desde el Río Volga se abalanzarían sobre el IV Ejército Rumano.

Cañón rumano con su dotación resistiendo a la ofensiva soviética durante la “Operacón Urano”.

Alrededor de las 5:00 de la madrugada del jueves 19 de Noviembre de 1942, justo después de desatarse una gran ventisca de hielo en combinación con una espesa capa de niebla que impidió la visibilidad a más de diez metros en las inmediaciones de Stalingrado, un soldado soviético se perdió en la oscuridad para terminar siendo capturado por los centinelas de la 1ª División de Caballería Rumana, quienes tras interrogarle, le enviaron al enlace alemán destacado en su sector, el teniente Gerhard Von Stöck que había sido campeón en jabalina de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Contra todo lo esperado, el prisionero manifestó que estaban a punto de ser víctimas de una gigantesca ofensiva por el Ejército Rojo, aunque sorprendentemente no le creyeron, ni tan siquiera pese a las advertencias de haberse divisado zapadores enemigos con equipo invernal cerca de la «tierra de nadie» y trineos atravesando las aguas congeladas del Río Volga.

Inesperadamente a las 7:20 horas de la mañana de aquel 19 de Noviembre de 1942, un tronido ensordecedor de trompetas procedente del sector soviético del Frente del Don se extendió en forma de eco por varios kilómetros a la redonda, llegándose incluso a escuchar también en la propia ciudad de Stalingrado. Acto seguido, más de 1.500 cañones, morteros de gran calibre y lanzacohetes Katyushas comenzaron un masivo bombardeo de plomo y acero contra el perímetro del III Ejército Rumano que sepultó las primeras líneas de trincheras y generó daños muy graves en la segunda y en la de reserva. Inmediatamente después del castigo inicial, las tropas soviéticas se lanzaron en oleadas contra el dispositivo defendido de los soldados rumanos que a duras penas resistieron, destacando en la defensa la 13ª División de Infantería Rumana que rechazó oleadas de fusileros acompañadas por tanques T-34. Lamentablemente una vez avanzada la mañana, el III Cuerpo de Caballería de Guardias y el IV Cuerpo Blindado, ambos integrados en el XXI Ejército Soviético, cargaron con sus carros y cosacos a caballo perforando el dispositivo del III Ejército Rumano, al mismo tiempo en que 50 kilómetros más al oeste, el elementos mecanizados del Ejército Rojo hacían la propio con el IV Cuerpo Rumano que emprendió la retirada hacia el Río Tsymla.

Mientras tanto el VI Ejército Alemán que continuaba desangrándose en Stalingrado, no se enteró de lo que estaba ocurriendo en los flancos del III Ejército Rumano hasta las 9:45 horas de la mañana, aunque todavía no se tomó medida alguna porque Adolf Hitler tranquilizó al general Friedrich Paulus asegurándose de que el Ejército Rojo estaba en las últimas y de que todo se trataba de un contraataque local. Sin embargo la realidad era bien distinta porque a los pocos minutos el IV Cuerpo Blindado pasó por encima de la 13ª División de Infantería Rumana y avanzó 10 kilómetros hacia el oeste hasta alcanzar Gromki, además de poner en retirada a los carros de la 1ª División Blindada Rumana. Cortadas las comunicaciones entre el III Ejército Rumano y el VI Ejército Alemán, la única reacción de los alemanes fue la de enviar un pequeño contingente de tanques Panzer a los rumanos que durante algunas horas frenaron a las vanguardias del I Cuerpo Blindado, lo que permitió la evacuación de un buen puñado de puestos de mando y personal a bordo de camiones en la madrugada del 19 al 20.

Soldados soviéticos cargando contra las tropas rumanas durante la «Operación Urano».

A las veinticuatro horas de la ofensiva del Ejército Rojo, el 20 de Noviembre, el IV Cuerpo de Caballería y los IV y XII Cuerpos Mecanizados adscritos a los LXIV y LVII Ejércitos Soviéticos, dieron comienzo a la segunda fase de la «Operación Urano» abalanzándose contra el IV Ejército Rumano al sur de Stalingrado. Así fue como tras sepultar las líneas con artillería y lanzacohetes Katyusha, las tropas soviéticas irrumpieron masivamente en el área de Beketovka, donde los rumanos eliminaron cientos de soldados y destruyeron decenas de tanques rusos, hasta que la superioridad del enemigo les arrolló de manera irreversible. De hecho solo se detuvo el demoledor ataque en dos sectores, concretamente por la 29ª División de Infantería Rumana al mando del general Hans-Georg Leyser que repelió a los soviéticos a 16 kilómetros al sur de Beketova y por la 14ª División Panzer que aniquiló a un regimiento acorazado completo y destruyó a 35 tanques del III Cuerpo de Caballería de Guardias. Desgraciadamente a la caída de la tarde, el IV Ejército Rumano al completo estaba en retirada y el V Cuerpo Rumano embolsado en medio de la estepa, el cual al mando del general Mikhail Lascar protagonizaría una heroica resistencia que se prolongó varios días con la consiguiente destrucción de infinidad de carros enemigos hasta materializarse su capitulación definitiva (posteriormente su comandante cautivo colaboraría con la URSS como miembro del Partido Comunista Rumano).

Hasta el 21 de Noviembre el general Friedrich Paulus no descubrió que la ofensiva del Ejército Rojo correspondía a una maniobra para dejar embolsado al VI Ejército Alemán en Stalingrado. Aunque inmediatamente se tomaron mediadas como evacuar el Cuartel General de Gumark y sacar a un buen puñado de oficiales en la ciudad, la iniciativa vino demasiado tarde porque al caer de la noche el frente se había derrumbado en los sectores norte y sur de los III y IV Ejércitos Rumanos. Solamente el Puente de Kakach hacia Ostrov se mantuvo en poder del Eje porque sus defensores alemanes destruyeron a varios tanques y frenaron el avance del V Ejército Blindado. Sin embargo y contra todo lo imaginado, a las 6:15 de la madrugrada del 22 de Noviembre sucedió algo asombroso cuando un grupo de soldados soviéticos ocultos dentro de semiorugas alemanes Hanomag (que previamente habían capturado) cruzaron el Puente de Kalach haciéndose pasar por miembros de la Werhmacht, hasta que de repente emergieron de las compuertas de los vehículos e hicieron prisionera a la sorprendida guarnición germana, apoderándose tanto de la infraestructura como de la localidad de Ostrov.

Soldados rumanos en una trinchera defendiéndose del asalto del Ejército Rojo para cercar Stalingrado y a su VI Ejército.

Al amanecer del 22 de Noviembre de 1942, los III y IV Ejércitos Rumanos habían sido virtualmente destruidos por el Ejército Rojo que avanzó prácticamente sin oposición adentrándose hacia el oeste. Gracias a la veloz carrera sobre la estepa nevada, las dos alas del Frente del Don que descendía desde el norte y las del Frente de Stalingrado que ascendían desde el sur, encabezadas respectivamente por el V Ejército Blindado y el LVII Ejército, unieron sus vanguardias a la altura de Sovietski, dándose los soldados abrazados y vitores por el éxito de la «Operación Urano» que increíblemente había supuesto el cerco total del VI Ejército Alemán en la ciudad de Stalingrado.

Nadie dentro de Stalingrado, ni tan siquiera el general Friedrich Paulus, todavía se enteraron del cerco que se había cerrado sobre el VI Ejército Alemán. Ante aquella situación de confusión, se envió a la 16ª División Panzer que resultó emboscada e inmovilizada en Suchanov, exactamente igual que le sucedió a la 44ª División de Infantería Austríaca. Afortunadamente como el anillo en torno a la ciudad todavía era muy frágil, algunos contingentes alemanes y rumanos consiguieron romperlo y escapar, aunque también hubo despistados que por error entraron en la bolsa como una columna de soldados italianos en busca de suministros. De hecho hasta que a media mañana no se supo la verdad acerca de la trampa en la que todos se habían metido, rápidamente cundió el pánico en las filas rumanas y alemanas que emprendieron la marcha hacia el oeste mientras abandonaban a los heridos todavía con los vendajes puestos y se pisaban unos a otros para intentar cruzar los caminos y puentes, llegando incluso algunos combatientes a caer al interior del Río Don después de que el hielo se hubiese resquebrajado bajo sus pies. No obstante también en el lado del Ejército Rojo reinó la confusión porque todavía no eran conscientes de la increíble proeza que acababan de llevar a cabo, ya que determinados soldados se dedicaron al pillaje con fatales consecuencias, como 150 tropas que perdieron la vida tras consumir comida intoxicada por el enemigo, así como otros tres infantes que murieron envenenados después tomar alimentos de un tren alemán capturado.

Desconcertado el Alto Mando Alemán (OKW) por la ofensiva del Ejército Rojo, su reacción fue la de movilizar a transportes Junkers Ju 52 de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) con la finalidad de arrojar desde el aire suministros a las tropas alemanas y rumanas cercadas en Stalingrado. Así fue como la jornada del 24 de Noviembre, se lanzaron contenedores en paracaídas dentro de la bolsa, pero con tan mala suerte en que en el viaje de vuelta los transportes fueron emboscados por cazas de la Fuerza Aérea Soviética que derribaron a 22 trimotores Junkers Ju 52. Al día siguiente de esta tragedia en el cielo, el 25, se repitió otra similar porque los interceptores rusos abatieron a otros nueve aviones cargados de alimentos y municiones para el VI Ejército.

Pintura acerca del encuentro de los soldados del V Ejército Blindado Soviético con el LVII Ejército en Sovietski.

Con carácter de urgencia el Alto Mando Alemán convocó una reunión de urgencia a la que asistieron tanto Adolf Hitler como Ion Antonescu en calidad de líderes de Alemania y Rumanía, las dos naciones principalmente perjudicadas por lo sucedido en Stalingrado. A partir de entonces se inició una confrontación dialéctica entre los dos mandatarios (debido a que Antonescu había advertido a Hitler de lo que pasaría si debilitaba los flancos por concentrarse en la ciudad), hasta que una vez se hubieron calmado ambos, el generalato germano-rumano argumentó alternativas, siendo la más sensata la de romper el anillo y escapar hacia el Río Don. Lógicamente el general Friedrich Paulus que tenía una perspectiva mucho más próxima a la realidad aconsejó al Führer de que mantenerse en la ciudad supondría la destrucción del VI Ejército, aunque Hitler se negó a cualquier intento de escape porque para asegurarse de que nadie tomara decisiones por si mismo envió dentro de la bolsa al general Walther Von Seydlitz (un simpatizante del nacionalsocialismo), además de sustituir al general Maximiliam Von Weichs como jefe del Grupo de Ejércitos B por el mucho más leal mariscal Erich Von Manstein.

La opción escogida por el VI Ejército Alemán fue la de permanecer en Stalingrado, como también lo hizo la 44ª División de Infantería Austríaca que a las 3:30 horas del 26 de Noviembre cruzó el Puente de Luchinski en dirección a la ciudad (en lugar de hacerlo hacia el oeste cuando podría haberse salvado del cerco). Al día siguiente de este suceso, el 27 de Noviembre, el anillo en torno a Stalingrado finalmente se terminó de consolidar por parte de los LXII, LXVI, XXIV, LXV, XXI, LVII y LXIV Ejércitos Soviéticos, los cuales dejaron atrapadados en la metrópoli a nada menos 290.000 soldados del Eje entre los que había 228.000 alemanes, 50.000 auxiliares rusos «hiwis», 12.600 rumanos y 1.000 croatas adscritos al VI Ejército Alemán, el VI Cuerpo Rumano y el 369º Regimiento de Infantería Croata.

Operación Tormenta de Invierno

Bautizada como «Kessel», la bolsa de Stalingrado se convirtió en una pesadilla para los soldados sitiados del VI Ejército Alemán porque sufrían las inclemencias de las heladas, las condiciones insalubres del lugar, los molestos piojos, la disentería y sobretodo la carencia de alimentos, pese a que 44 aviones diarios de la Fuerza Aérea Alemana les lanzaban suministros en paracaídas con 350 toneladas, una cifra a todas luces insuficiente porque se necesitaban como mínimo 750 toneladas (40 de éstas de pan). De tales transportes, no todos los Junkers 52 arrojaban paquetes, pues la mitad aterrizaban directamente en los Aeródromos de Gumrak y Pitomnik procedentes de los Aeródromos de Tazinskai y Morozovsk, los cuales al menos consiguieron evacuar a todo el personal femenino de enfermeras alemanas y croatas, así como incrementar el avituallamiento de 500 a 750 toneladas al día.

«Operación Tormenta de Invierno» fue la denominación con que el Grupo de Ejércitos B al mando del mariscal Erich Von Manstein diseñó el plan para rescatar al VI Ejército Alemán mediante una ofensiva protagonizada por el IV Ejército Panzer del general Hermann Hoth y algunos elementos supervivientes del Ejército Rumano. La idea básicamente consistía en lanzar dos alas del siguiente modo: una al oeste del Río Don en Kotielnikovo que distaba a 160 kilómetros de Stalingrado, y otra al este desde Chir, estando a la cabeza la 6ª División Panzer (que recientemente había sido trasladado de Francia).

Pintura sobre el IV Ejército Panzer del general Hermann Hoth durante la «Operación Tormenta de Invierno».

Bastante antes de iniciarse la «Operación Tormenta de Invierno», el Ejército Rojo se adelantó para intentar aniquilar la bolsa del VI Ejército Alemán, aunque el ataque fue un fiasco porque los sitiados se defendieron muy bien y rechazaron a las tropas soviéticas que volvieron a sus líneas con una gran cantidad de bajas. Las razones del revés fueron dos: la primera que los rusos pensaron que las fuerzas sitiadas eran de tan solo 86.000 efectivos en lo lugar de los 290.000 reales que habían cercado, y la segunda que el general Georgi Zhukov había desplazado a importantes efectivos del Frente del Don para contener al VIII Ejército Italiano como por ejemplo el II Ejército de Guardias del general Rodion Malinovsky.

El 12 de Diciembre de 1942 comenzó la «Operación Tormenta de Invierno» mediante un bombardeo preliminar de la artillería y la aviación sobre las líneas del Ejército Rojo por delante de Kotielnikovo, antes de que el IV Ejército Panzer arrollase al II Ejército de Guardias y un contingente mixto conformado por las 6ª y 23ª Divisiones Panzer, junto a dos divisiones rumanas, protagonizasen un avance espectacular de 100 kilómetros entre Tsimila y Kotelnikovski (lo que permitió a los sitiados del VI Ejército Alemán escuchar los tronidos de los cañones en la lejanía). Gracias a los nuevos tanques Tiger, los carros T-34 que los alemanes se encontraron durante el trayecto fueron destruidos uno a uno, facilitando a la 6ª División Panzer cruzar el Río Axai y apoderarse del nudo Verjne-Kumski el 13 de Diciembre. A la jornada siguiente de este éxito, el 14, la 17ª División Panzer alcanzó las orillas del Río Mishkova; mientras que el 15 la 6ª División Panzer se situó a tan solo 65 kilómetros de Stalingrado. A raíz de aquellos triunfos, los hombres atrapados del VI Ejército Alemán se prepararon para salir de la ciudad y romper el cerco hasta que un hecho aislado en el Frente Sudoccidental, concretamente en el sector del VIII Ejército Italiano, modificaría el rumbo de la Batalla de Stalingrado.

Operación Saturno

Italia era otra de las potencias que participó en la Batalla de Stalingrado porque más de 200.000 soldados latinos se agolpaban sobre un frente de 300 kilómetros sobre el Río Don con un material 988 cañones, 30 tanques, 420 morteros, 25.000 caballos y 17.000 vehículos (aproximadamente había un italiano cada 7 metros). Estos efectivos se agrupaban en el VIII Ejército Italiano, los cuales sufrían desde hacía tiempo las inclemencias del frío pese a estar el 90% abrigados con guerreras de lana o ropas civiles enviadas por sus familiares y colectas en Italia, así como problemas de alimentación porque sus raciones se reducían a pan, harina, castañas o higos secos, por lo que no tardó en surgir un discreto mercado negro de «estraperlo» entre las diferentes divisiones transalpinas. Sin embargo y salvo por estos inconvenientes, la moral italiana era buena porque las tropas vivían cómodamente en las cabañas rusas o las isbas de la estepa que protegían muy bien del invierno, sin contar con que mantenían excelentes relaciones con la población local rusa del campo, especialmente los combatientes de origen campesino procedentes de Sicilia o Piamonte. De hecho se produjeron beneficiosos intercambios de galletas o panes, mientras piamonteses y sicilianos exclamaban con los ciudadanos rusos «Mussolini kaputt» y «Stalin kapput» (en rechazo a ambos líderes nacionales).

Pintura sobre soldados italianos «Bersaglieri» que intentan escapar del embolsamiento del Ejército Rojo al VIII Ejército Italiano durante la «Operación Saturno».

Repentinamente en la madrugada del 16 de Diciembre de 1942, el Frente del Don del Ejército Rojo lanzó la «Operación Saturno» contra el VIII Ejército Italiano empleando al I Ejército de Guardias, al V Ejército Blindado y al XXI Ejército Soviético. Solo en las primeras veinticuatro horas, las tropas italianas de la 5ª División de Infantería «Cosseria» y la 13ª División de Infantería «Ravenna» fueron arrolladas después de una heroica defensa en sus atrincheramientos; exactamente igual que sucedió a la jornada siguiente, el 17, en las posiciones de la 2ª División de Montaña «Sforzesca», la 3ª División de Caballería «Príncipe Amadeo Duca d’Aosta», la 9ª División de Infantería «Pasuvio» y la 53ª División Semi-Motorizada «Torino», las cuales fueron puestas en fuga tras ser destruidas 28 tanquetas italianas frente a las muy superiores carros T-34. A raíz de este descalabro en las cuarenta y ocho horas iniciales, el 19 de Diciembre, los soviéticos aplastaron a los latinos arrebatándoles Kantemirovka y dejando rodeado a todo el Cuerpo Alpino de una forma bastante similar a la del VI Ejército Alemán. Lamentablemente a los días de este desastre, el 21, las cosas todavía se torcieron más porque con la unión de las vanguardias del Frente del Don entre las aldeas de Millerovo y Diogtevo, casi la mitad del VIII Ejército Italiano resultó cercado en una bolsa con más de 100.000 tropas atrapadas en su interior, la mayoría pertenecientes a la 2ª División de Montaña «Sforzesca», 3ª División de Caballería «Príncipe Amadeo Duca d’Aosta» y la 13ª División de Infantería «Ravenna».

La «Operación Saturno» tuvo la mala suerte de coincidir en el tiempo con la «Operación Tormenta de Invierno» cuando precisamente el IV Ejército Panzer del general Hermann Hoth se movía a toda prisa en dirección hacia Stalingrado para liberar al VI Ejército Alemán, cuyas tropas desde hacía unos días se estaban preparando para efectuar una salida de ruptura con las 289 toneladas de suministros que recibían cada día lanzadas por los aviones Junkers Ju 52. Aquella nueva situación, sumado a que la 6ª División Panzer acababa de ser frenada en el margen occidental del Río Mishkova sufriendo los germanos 1.100 bajas entre muertos y heridos, comenzó a ralentizar la expedición de socorro hasta detenerse definitivamente la jornada del 22 en el nudo Verkhene-Kumskaia

De manera inesperada, el 23 de Diciembre el Ejército Rojo puso en marcha la segunda fase de la «Operación Saturno» maniobrando con el II Ejército de Guardias desde el centro y el LI Ejército desde el flanco oriental hacia el despliegue del IV Ejército Panzer en su vertiente septentrional después de haber volatilizado las frágiles líneas del VIII Ejército Italiano. Así fue como a las 5:20 horas del 23 de Diciembre, una formación de tanques T-34 se presentaron sin previo aviso en el Aeródromo de Skassirkaia, irrumpiendo en las pistas y disparando sus torretas a bocajarro contra los transportes Junkers Ju 52. La mayoría de los aviones aparcados fueron inmediatamente destruidos, seguidos por aquellos que rodaban sobre el asfalto que chocaron entre sí y esparcieron litros de gasolina ardiendo por el entorno y los hangares ,además de otros que nada más alzar el vuelo fueron alcanzados por los proyectiles y se precipitaron contra el suelo. Hubo incluso un trimotor que colisionó frontalmente contra uno de los carros T-34, siendo envueltos ambos en una explosión de fuego que desintegró a los dos con la consiguiente muerte de los tanquistas y los aviadores. De aquella tragedia solo consiguieron escapar 108 aviones intactos, ya que 72 aparatos resultaron destruidos (el equivalente al 10% de la flota de transportes de la Fuerza Aérea Alemana en el Frente Oriental).

Tropas italianas en el cerco de Stalingrado intentan escapar en un transporte aéreo Savoia SM 81 inútilmente debido al congelamiento y a la nieve que cayó en el invierno de 1942 a 1943.

Al mismo tiempo dentro de Stalingrado, los soldados del VI Ejército Alemán se encontraban viviendo una auténtica pesadilla porque bajo sus escondites de nieve padecían de disentería, hambre, piojos y acompañados de inmundicia y ratas, siempre con temperaturas que variaban entre los -30ºC y -40ºC grados bajo cero, provocando graves casos de congelamientos debido a la falta de estufas que tuvieron que ser sustituidas por trozos de madera quemada y restos de seres humanos fallecidos incinerados. Sin embargo peor que las enfermedades fue el hambre porque se registró un número elevado de muertes por inanición y casos de canibalismo cuando se acabó la carne de caballo y la reducción de pan descendió de 200 a 100 gramos diarios. De hecho la Fuerza Aérea Alemana solo arrojaba 94 toneladas de víveres al día, siete veces inferior a la cantidad requerida, porque los motores se helaban y las pistas quedaban invadidas por la nieve, además de efectuar muy pocos vuelos de evacuación con los que se limitó la posibilidad de sacar a los heridos más graves en favor de los leves (la desesperación llevó a que los soldados se pisotearan por subir a los aviones, e incluso en una ocasión algunos se aferraron a las ruedas y alas de los aparatos hasta que se descolgaban en cuanto el aparato se alzaba en el aire y morían estampados contra el suelo). Lógicamente esta situación condujo a numerosos ejemplos de automutilación y heridas autoinfligidas para intentar huir, en la mayoría de los casos sin éxito porque fueron descubiertos por la Gendarmería Alemana (Felgendarmerie) y 364 ejecutados, cuyos agentes fueron odiados por la tropa y también por los 3.500 prisioneros rusos en Gumrak y Voroponovo que tras ser maltratados murieron a una veintena por día. La tregua ni siquiera acabó en Navidad porque la nostalgia invadió a los sitiados, quienes para mantener la moral se hicieron regalos de comida entre ellos y decoraron las ruinas urbanas con arbolitos navideños. Ante aquel apocalipsis que se cernía sobre Stalingrado, Adolf Hitler se solidarizó con sus hombres prohibiendo coñac y champán en el Estado Mayor, mientras que el Ministro de Industria Albert Speer, que tenía a su hijo Ernst Speer entre los asediados (rechazó un salvoconducto para luchar hasta el final y moriría en combate), se puso a dieta perdiendo 12 kilogramos de peso.

Simultáneamente al norte de la bolsa del VI Ejército Alemán, en la otra bolsa del VIII Ejército Italiano las cosas iban igual de mal porque el 26 de Diciembre el Ejército Rojo efectuó una nueva maniobra con la que rodeó a la 9ª División de Infantería «Pasuvio» y la 53ª División Semi-Motorizada «Torino», mientras que el 28 arrebató a un grupo de defensores ítalo-germanos la ciudad de Skassirkaia. Los nuevos descalabros forzaron a una retirada caótica de las tropas italianas, que junto con soldados rumanos que se unieron a la triste marcha, avanzaron a paso lento sobre la nieve, cayendo congelados o desfallecidos por las heridas, e incluso siendo humillados por sus socios alemanes debido a que no les permitieron subir a bordo de sus vehículos para escapar y hasta les amenazaron con la punta de sus bayonetas. A esta tragedia se añadió el acoso de los partisanos soviéticos, ya que los guerrilleros al caer la noche se infiltraban en las isbas y sorprendían a los latinos durmiendo para hacerles prisioneros, aunque por suerte muchos civiles rusos que sentían simpatías por los italianos les ofrecieron cobijo en sus casas y les alimentaron (sorprendentemente se dieron casos de mujeres rusas que tras ocultar a los transalpinos mantuvieron relaciones con ellos, fruto de las cuales surgirían numerosos matrimonios mixtos al terminar la guerra).

Pintura acerca de los duros combates alrededor de la bolsa de Stalingrado entre los soldados del Ejército Rojo y el VI Ejército Alemán. En la imagen se combate entre las trincheras con granadas junto a un bombardero Stuka estrellado, mientras en el cielo cazabombarderos soviéticos Ilusyin II-2 sobrevuelan el campo de batalla .

Con el derrumbe del VIII Ejército Italiano por el Frente del Don, todo el plan del general Erich Von Manstein por liberar al VI Ejército de Stalingrado se fue al traste, lo mismo que la totalidad de la «Operación Tormenta de Invierno». Fue entonces cuando Adolf Hitler probablemente tuvo que tomar la decisión más complicada como líder del Tercer del Reich, ya que no le quedó más remedio que tener que abandonar a su suerte al VI Ejército Alemán, tal y como le comunicó a un sorprendido general Friedrich Paulus. Así pues, la jornada del 30 de Diciembre de 1942, las vanguardias germano-rumanas del IV Ejército Panzer interrumpieron su progreso hacia el Río Volga y dieron marcha atrás hacia el oeste, cancelando la expedición de socorro hacia Stalingrado.

Al saber acerca del fracaso de la «Operación Tormenta de Invierno» a comienzos de 1943, el general Georgui Zhukov envió a tres emisarios con bandera blanca para ofrecer al general Friedrich Paulus una capitulación generosa del VI Ejército Alemán sitiado en Stalingrado. Como el defensor de la ciudad carecía de plenos poderes para tomar una decisión de ese calibre, el 8 de Enero contactó por radio con Adolf Hitler, quién tajantemente le prohibió cualquier posibilidad de rendición. Acto seguido y como respuesta a la negativa del Führer, los soviéticos efectuaron un devastador bombardeo con 5.000 piezas de artillería que arrasaron los distritos urbanos de Krovzov, Zybenko, Dmitrevka y Karpovka, antes de lanzar un asalto masivo de su infantería en oleadas que reconquistaron todos estos sectores uno a uno y a costa de una enorme cantidad de bajas, lo que dejó el 80% de la metrópoli en manos del Ejército Rojo.

Operación Anillo

«Kolsto», también conocida como «Operación Anillo», fue una ofensiva del Ejército Rojo encaminada a estrechar el cerco sobre Stalingrado que comenzó a las 8:05 horas del 10 de Enero de 1943 con más de 7.000 piezas de artillería, morteros y lanzacohetes Katyusha que machacaron las posiciones de los sitiados durante unos 55 minutos, hasta que a las 9:00 los XXI y LXV Ejércitos Soviéticos apoyados por el XVI Ejército del Aire, se abalanzaron sobre el Saliente de Marinovka defendido por la 44ª División de Infantería Austríaca y las 3ª y 9ª Divisiones de Infantería Alemanas. Aunque estas tres formaciones germano-austríacas fueron reducidas al mínimo de efectivos por el choque, los rusos fueron incapaces de romper el Saliente de Marinovka, exactamente igual que le sucedió más al norte al LXVI Ejército Soviético que fue rechazado por la 16ª División Panzer y la 60ª División de Infantería Motorizada, así como más al sur al LXIV Ejército Soviético que recibió un duro castigo por parte del XI Cuerpo Rumano y a la 297ª División de Infantería Alemana.

A la jornada siguiente del fracaso inicial de la «Operación Anillo», el 11 de Enero, los XXI y LXV Ejércitos Soviéticos lanzaron una nueva ofensiva que en esta ocasión sí logró conquistar el Saliente de Marinovka y el enclave de Karpovka, matando durante el proceso a 1.600 soldados alemanes, aunque a costa de este triunfo las pérdidas propias fueron gigantescas porque en tan solo veinticuatro horas 26.000 soldados rusos causaron baja. Mientras tanto dentro de la propia ciudad de Stalingrado, el LXII Ejército Soviético del general Vasily Chuikov que ya llevaba casi cinco meses estancado de espaldas al Río Volga, el día 13 por primera vez se movió de sus posiciones en los embarcaderos, arrebatando algunos edificios y calles a la 100ª División de Cazadores Austríaca y la 305ª División de Infantería Alemana.

Tanques soviéticos T-34 destruidos en la estepa por anticarros alemanes al principio de la «Operación Anillo». Imagen del film Stalingrado.

Paralelamente a la «Operación Anillo», la «Operación Saturno» todavía proseguía más al norte de la bolsa del VIII Ejército Italiano, ya que el 13 de Enero el Ejército Rojo desencadenó una segunda gran ofensiva contra el II Ejército Húngaro. Al igual que había ocurrido anteriormente con los rumanos e italianos, los soldados húngaros rechazaron las primeras oleadas de fusileros y tanques soviéticos sobre una línea fortificada situada entre las localidades de Mitrofanovka y Kantemirovka, por lo menos hasta que las reservas de los rusos entraron en acción y arrollaron las defensas de los magiares, lo que supuso el establecimiento de una tercera bolsa para las fuerzas del Eje, en este caso teniendo como víctima al II Ejército Húngaro que resultó parcialmente cercado entre el Río Don y la ciudad de Svoboda.

Algo más al sur del II Ejército Húngaro, los soldados italianos del Cuerpo Alpino fueron totalmente aniquilados por el Ejército Rojo que destruyó en su totalidad a las 3ª y 4ª Divisiones de Montaña «Julia» y «Cunnense». Solamente la 2ª División Alpina «Tridentina» protagonizó una heroica resistencia eliminando a cientos de tropas soviéticas, lo que permitió a 40.000 efectivos romper el cerco y escapar hacia el oeste. Después de aquella debacle de los latinos, el Ejército Rojo terminó de hundir las últimas líneas del II Ejército Húngaro con la conquista de la ciudad de Svoboda, aunque unos cuantos millares de tropas magiares consiguieron perforar la bolsa y huir para unirse a las fuerzas italianas en retirada de la 2ª División Alpina «Tridentina».

Soldados húngaros con carretas y coches huyendo tras la embestida del Ejército Rojo al II Ejército Húngaro que se encontraba entre el Frente de Stalingrado y el Frente de Voronezh.

Algo más al sur del II Ejército Húngaro, los soldados italianos del Cuerpo Alpino fueron totalmente aniquilados por el Ejército Rojo que destruyó en su totalidad a las 3ª y 4ª Divisiones de Montaña «Julia» y «Cunnense». Solamente la 2ª División Alpina «Tridentina» protagonizó una heroica resistencia eliminando a cientos de tropas soviéticas, lo que permitió a 40.000 efectivos romper el cerco y escapar hacia el oeste. Después de aquella debacle de los latinos, el Ejército Rojo terminó de hundir las últimas líneas del II Ejército Húngaro con la conquista de la ciudad de Svoboda, aunque unos cuantos millares de tropas magiares consiguieron perforar la bolsa y huir para unirse a las fuerzas italianas en retirada de la 2ª División Alpina «Tridentina».

Respecto al VI Ejército Alemán en el área de Stalingrado, el 15 de Enero el Ejército Rojo irrumpió en el Aeródromo de Pitomnik, en donde capturaron intactos a unos pocos cuatrimotores Focke Wulf Fw 200 Condor y un hospital de campaña en el que todos los pacientes resultaron asesinados, aunque fracasaron a la hora de hacerse con los cazas Messerschmitt Bf 109 y bombarderos en picado Stuka que volaron hacia el Aeródromo de Gumrak. Al poco tiempo de la caída del Aeródromo de Pitomnik, las fuerzas soviéticas rodearon y aniquilaron a la 376ª División de Infantería Alemana, pese a que poco después su avance se vio interrumpido porque los últimos cañones operativos de la 9ª División Antiaérea de la Luftwaffe paralizaron el progreso de los rusos destruyendo a 15 tanques T-34. No obstante unos días después, el 18 de Enero, la Fuerza Aérea Alemana sufriría un nuevo desastre cuando varios escuadrones de cazas y bombarderos soviéticos destruyeron a 50 aviones Junkers Ju 52 que ardieron aparcados sobre la pista del Aeródromo Gumrak.

Caballería italiana escapando del cerco al VIII Ejército Italiano sobre el Frente del Don al norte de Stalingrado.

El 18 de Enero de 1942 el empuje del Frente del Don sobre el maltrecho VIII Ejército Italiano se estrechó porque los rusos arrebataron a los latinos las localidades de Popovka, Postoiali y Olichovotka. El siguiente objetivo era el bastión de Podgornoye, una localidad rural de isbas atestadas de 30.000 soldados italianos en retirada y calles concurridas de mulas, caballos, carruajes, trineos, y cañones, la cual comenzó a ser bombardeada por un intenso fuego de artillería. Como consecuencia del castigo de los proyectiles y a que fueron alcanzados una serie de depósitos de municiones que explosionaron provocando varios incendios, se produjo el caos y la anarquía porque las tropas transalpinas salieron en estampida entre los atascos de vehículos, los mulos enloquecidos y camiones volcados, a quienes encima muy pronto se unió una avalancha de millares de refugiados húngaros que habían sobrevivido al infierno de Svoboda. Sin embargo y contra todo lo esperado por los soviéticos, en cuanto el Ejército Rojo asaltó Podgornoye, las fuerzas italianas y húngaras repelieron a los atacantes y les destruyeron algunos de sus tanques T-34 con armas anticarro, además de abrirse paso hacia el oeste reconquistando temporalmente las poblaciones de Scororib y Postoiali. Gracias a este breve triunfo, la mayor parte de los sitiados latinos y magiares en el sector lograron abrir brecha y escapar, por lo que al ser ocupada Podgornoye el día 20 por los soldados rusos, se encontraron con la sorpresa de que estaba vacía, exactamente igual que las aldeas vecinas de Novo Charkovka, Novo Postoialovka, Kopani y Valuiki.

Inmediatamente después del derrumbe ítalo-húngaro en Podgornoye, en el «Kessel» de Stalingrado se reanudó la ofensiva de los sitiadores porque el 20 el LXV Ejército Soviético tomó la localidad de Gonchara y el 22 elementos aislados del Ejército Rojo expulsaron a la 297ª División de Infantería Alemana de Voroponovo. De hecho aquella misma jornada, las tropas soviéticas se apoderaron del vital Aeródromo de Gumrak, en donde asesinaron a 500 enfermos, dos camilleros y un capellán del hospital de campaña (precisamente durante la campaña unos 50.000 heridos serían abandonados dentro de subterráneos, estaciones de tren o silos de cereales para posteriormente ser en su mayoría ejecutados por los rusos). A raíz de la pérdida del Aeródromo de Gumrak, los alemanes se vieron obligados a abrir de manera improvisada un aeropuerto de reducido tamaño que fue bautizado como Aeródromo de Stalingradski, que por el momento mantuvieron bajo su control porque la 297ª División de Infantería rechazó varios asaltos de los rusos con simples rifles, subfusiles y pistolas.

A inicios de la jornada del 24 de Enero de 1943, el general Friedrich Paulus ordenó abandonar el área exterior del «Kessel» y reducir el cerco exclusivamente al perímetro urbano de Stalingrado. En aquel instante la situación era extrema porque la ciudad se encontraba atestada de decenas de miles de soldados conviviendo hacinados con 40.000 heridos entre los que había 20.000 graves y 600 críticos. Ni siquiera las condiciones de los sanos eran buenas porque la mayoría carecían de las calorías mínimas, tenían la cara amarillenta a causa de las enfermedades contraídas y poseían piojos paseándose por todo su cuerpo, en parte debido a que su dieta diaria consistía únicamente en 200 gramos de carne, 75 gramos de pan, 12 gramos de grasas, 11 gramos de azúcar y un cigarrillo.

La debilidad del VI Ejército Alemán facilitó la destrucción total de la 297ª División de Infantería Alemana que se rindió al Ejército Rojo el 25 de Enero de 1943 a orillas del Río Tsaritsa. Aquel mismo día, las tropas del XXI Ejército Soviético reconquistaron al asalto el estratégico Monte Mamev Kurgan que dominaba desde las alturas toda la ciudad de Stalingrado, lo que tuvo unas consecuencias terribles para el VI Ejército Alemán debido a que quedó partido en dos agrupaciones: una bolsa grande al norte y otra bolsa más pequeña al sur, además de forzar al Estado Mayor del general Friedrich Paulus a trasladar su puesto de mando a los sótanos de los Almacenes Univermag en la Plaza Roja.

Pintura sobre la eencarnizada lucha sobre la estepa de Stalingrado en la que intervienen soldados rusos enfrentándose a los soldados alemanes y a un tanque Panzer III mientras en el cielo es derribado un avión soviético Ilushyn II-2.

Curiosamente el VIII Ejército Italiano en el área del Río Don, a diferencia del VI Ejército Alemán en Stalingrado, tuvo más suerte en muchos sentidos porque un buen puñado de sus unidades consiguieron huir hacia el sureste de Rusia. El ejemplo más evidente fue el del 26 de Enero cuando 2ª División Alpina «Tridentina» rompió la bolsa por Nikolayevka, lo que permitió a miles de tropas italianas, la mayoría oriundas del Valle Chiese en los Alpes, escapar bajo una terrible ventisca de de nieve de -30ºC y -40ºC grados bajo cero pasando por las localidades de Sceliakino, Nikitovka y Uspenska, no sin antes aplastar a una unidad soviética que les salió al paso en Arnautovo. Así fue como tras una exhaustiva marcha de 700 kilómetros sobre la estepa helada, los evadidos alcanzaron el perímetro de seguridad del Eje situado entre las localidades de de Slobin y Gomel, habiendo fallecido durante la aventura un total de 8.550 hombres, aunque por suerte 37.000 soldados salvaron la vida, entre estos 20.000 italianos y 17.000 húngaros. Sorprendentemente al procederse a la repatriación de los latinos a Italia los supervivientes viajaron a bordo de 17 trenes hacia el Paso del Brennero (algo que contrastaba con los trenes que había sido necesario para trasladarlos con anterioridad a Rusia).

Rendición de Stalingrado

Durante los últimos días de Enero de 1943, el Ejército Rojo protagonizó varios asaltos contra los cada vez menos reductos del IV Ejército Alemán en los Almacenes Univermag de Stalingrado. Asombrosamente y a pesar de las pésimas condiciones insalubres y de carencia de materiales que tenían que sufrir los alemanes, los defensores resistieron todos los ataques sin dejar avanzar a los soviéticos que sufrieron gran cantidad de bajas entre las ruinas de la Plaza Roja. De hecho, solo cuando las municiones se agotaban en sus cartucheras y cajas, entonces aceptaban las propuestas de rendición y las unidades se rendían formando filas ante las tropas del Ejército Rojo.

Como desde el Cuartel General de Vinnitsa, Adolf Hitler insistía en evitar el derrotismo entre los hombres del VI Ejército Alemán, el 30 de Enero otorgó al general Friedrich Paulus el rango de mariscal de campo del Tercer Reich. La intención del Führer con el ascenso fue la de incitar a sus tropas a resistir heroicamente hasta el final y de paso que se suicidase por dos motivos: primeramente para que no le exhibieran los soviéticos como un trofeo (jamás un mariscal había sido capturado por el enemigo en la Historia de Alemania) y segundo para convertirlo en un «mártir» a ojos del Partido Nacionalsocialista. Sin embargo y contra todas sus predicciones, el mariscal Paulus no solo rechazó matarse él mismo, sino que prohibió expresamente a todos sus oficiales la opción de suicidio, una actitud que seguramente respondió a una venganza contra Hitler por haber abandonado a sus fuerzas tras cancelar la «Operación Tormenta de Invierno».

El último asalto soviético sobre la Fabrica de Tractores de Stalingrado para desalojar a los alemanes a finales de Enero de 1943.

El 31 de Enero de 1942, el LXIV Ejército Soviético del general Mikhail Shumilov lanzó la ofensiva final sobre el centro de Stalingrado y contra los pocos edificios bajo control de los alemanes en la Plaza Roja. El ataque como de costumbre terminó en fiasco porque muchos soldados rusos perecieron entre las calles, aunque lo que no sabían en aquellos instantes era que el mariscal Friedrich Paulus se encontraba viajando a bordo de un coche con el teniente Lev Beziminski (perteneciente a la KNVD) para entrevistarse en la localidad de Zavarakino, a 80 kilómetros de la ciudad, con los generales Semyón Timoshenko, Konstantin Rokossovski y Nikolai Voronov, así como con el coronel Konstantin Telegin. Fruto de la reunión, el mariscal Paulus voluntariamente se entregó como prisionero de guerra, algo que fue inmortalizado en una fotografía propagandística tomada por el cineasta ruso Roman Karmen, aunque no negoció la rendición de sus hombres porque según alegó a sus captores solo se entregaría cuando ellos lo considerasen necesario.

Al día siguiente de la captura del mariscal Friedrich Paulus, el 1 de Febrero, los sitiados por fin se entraron de la noticia acerca del destino de su jefe, por lo que inmediatamente tanto oficiales alemanes como rumanos emitieron las órdenes necesarias a sus hombres para proceder a la capitulación. Fue entonces cuando de todos los rincones y escondites de la ciudad empezaron a salir soldados con los brazos en alto y banderas blancas, los cuales apenas tardaron en ser apresados y registrados por las tropas del Ejército Rojo. Solamente un reducido número de militares alemanes y croatas resistió en la Fábrica de Tractores hasta su completa aniquilación en combate, además de los auxiliares de rusos blancos «hiwis» que se visitieron con ropas civiles para intentar llegar a Ucrania (aunque la mayoría fueron identificados y ejecutados). De este modo, una vez se produjo la capitulación total de la Stalingrado con la destrucción total del VI Ejército Alemán, el XI Cuerpo Rumano y al 369º Regimiento de Infantería Croata, los prisioneros hechos al Eje ascendieron a nada menos que 91.000.

Pintura sobre las últimas instancias de la Batalla de Stalingrado antes de terminar el 1 de Febrero de 1943.

La mañana del 2 de Febrero de 1943, un avión de reconocimiento de la Fuerza Aérea Alemana sobrevoló Stalingrado. A diferencia de otras jornadas en que el cielo estaba nublado, aquel día hacía un sol radiante con una visibilidad perfecta de la ciudad, sobre la cual el piloto pudo distinguir muy bien las ruinas grises de los edificios y el blanco de la estepa alrededor, pero sin nada que identificase movimiento alguno ni actividad de batalla. Así pues, justo después de efectuar un par de pasadas, emitió el siguiente informe: «En Stalingrado, ningún signo de combate».

Conclusión

Finalizada la Batalla de Stalingrado en Febrero de 1943, la situación del Grupo de Ejércitos Sur en el Frente Oriental de Rusia era catastrófica porque el Grupo de Ejércitos B había desaparecido casi en su totalidad con la destrucción de cinco ejércitos, en concreto el VI Ejército Alemán, los III y IV Ejércitos Rumanos, el VIII Ejército Italiano y el II Ejército Húngaro, además de haber encajado bajas muy graves el IV Ejército Panzer y haberse producido la aniquilación del 373º Regimiento de Infantería Croata. Aunque por el contrario el Ejército Rojo sufrió más del doble de pérdidas en vidas y material, por el momento la Unión Soviética podía permitirse aquellas bajas, sobretodo tras haber hecho retroceder a las potencias del Eje más allá del Río Don hacia Ucrania y haber expulsado al Grupo de Ejércitos A del Cáucaso, reduciendo sus dominios más que a la denominada «Cabeza de Puente del Kubán», lo que puso fin a la hegemonía del Tercer Reich en Europa y modificó el curso de la Segunda Guerra Mundial en favor de los Aliados.

Aproximadamente la Unión Soviética sufrió 1.200.000 bajas, así como la destrucción de 4.341 tanques y 15.728 cañones, más el derribo de 4.088 aviones.

Aproximadamente el Eje sufrió 868.374 bajas entre 400.000 soldados alemanes y austríacos, 158.000 rumanos, 130.000 italianos, 143.000 húngaros, 51.000 rusos blancos y 1.000 croatas, además de un material de 1.500 tanques destruidos (1.300 alemanes, 100 rumanos y 100 italianos), 6.000 cañones pulverizados y 900 aviones abatidos (827 alemanes y 73 rumanos).

Otrás víctimas de la Batalla de Stalingrado fueron los más de 100.000 civiles rusos que murieron durante el sitio a la ciudad víctimas del «fuego cruzado». A estos también hubo que sumar los 91.000 prisioneros, de los cuales la inmensa mayoría pereció en «marchas forzadas» por Beketovka y posteriormente en los campos de concentración y gulags de Siberia, donde permanecería en algunos casos 14 años, falleciendo más de 80.000 y regresando los últimos 2.000 supervivientes a Alemania en 1953 (sin incluir los millares de fallecidos rumanos, italianos y húngaros).

Bandera de la Unión Soviética ondeando victoriosa sobre la recién reconquistada Plaza Roja de Stalingrado el 2 de Febrero de 1942.

La situación de Stalingrado al término de la batalla en el invierno de 1943, fue la destrucción del 99% de la ciudad con el consiguiente derrumbe de 41.000 casas, 300 fábricas y 113 hospitales o escuelas y todos los monumentos (solo permaneció intacta la Fuente de Barmaley con unos niños de piedra bailando alrededor de cocodrilos). A esta devastación, hubo que añadir miles de soldados de ambos bandos esparcidos entre los esqueletos de los edificios y los escombros de las calles, aunque por lo menos 10.000 de los habitantes originarios sobrevivieron escondidos bajo tierra o en las alcantarillas y otros muchos refugiados pudieron regresar, aunque un buen puñado de familias no pudieron reencontrarse con sus seres queridos después de haber estado colgando durante meses carteles con sus nombres y escribiendo sus datos en los muros (tan solo 9 niños volverían a ver a sus padres). Una vez vuelta la paz a la metrópoli que fue desescombrada por voluntarios civiles y prisioneros del Eje, los Estados Unidos enviaron grandes cantidades de ayuda humanitaria y suministros a través del «Corredor Persa» y el Cáucaso dentro del marco de la Ley de Préstamos y Arriendos, casi al mismo tiempo en que el Rey Jorge VI del Imperio Británico otorgaba a la Unión Soviética a modo de gesto honorífico la llamada «Espada de Stalingrado». De hecho y para conmemorar la epopeya, al término de la Segunda Guerra Mundial se erigió en el Monte Mamev Kurgan una estatua de 85 metros de altura con una mujer blandiendo una espada a la que denominaron «Monumento a la Madre Patria», además de exponerse el fusil del francotirador Vasili Zaitsev en el Museo de Stalingrado, la cual sería rebautizada tras el estalinismo con el nombre de Volgogrado en 1961.

Con el final de la Batalla de Stalingrado se terminó la hegemonía de las potencias del Eje en todos los teatros de operaciones de la Segunda Guerra Mundial. Aquel Febrero de 1943 no sólo la situación se volvió a favor de la Unión Soviética en el Frente Oriental, sino que al cabo de una semana, el día 9, el Imperio Japonés fue derrotado en la Batalla de Guadalcanal para ceder a los Estados Unidos la iniciativa en la Guerra del Pacífico, sin obviar con que las fuerzas ítalo-germanas del Afrika Korps que era empujadas por los Aliados en el Norte de África quedaron sitiadas en Túnez. A raíz de talos sucesos, el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels declaró el estado de «Guerra Total» en Alemania y todas las zonas ocupadas, lo que implicó un recrudecimiento de la violencia, el salvajismo y fanatismo en Europa que concluiría con la destrucción del Tercer Reich en 1945.

Monumento a la Madre Patria que recuerda sobre la cima del Monte Mamev Kurgan a los caídos en la Batalla de Stalingrado (fotografía del siglo XXI).

La Batalla de Stalingrado que al sur de Rusia se prolongó seis largos meses desde el 23 de Agosto de 1942 al 2 de Febrero de 1943, dejó más de 1 millón de muertos sumando las víctimas mortales tanto de la Unión Soviética como de las naciones del Eje. Ante esta matanza de proporciones tan gigantescas, aquel enfrentamiento titánico a orillas del Río Volga no solo constituyó la batalla más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial, sino también de toda la Historia de la Humanidad.

 

Bibliografía:

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-David Solar, La Caída de los Dioses. «Capítulo 3: Obsesión suicida», la Esfera de los Libros (2005), p.103-117
-Editores de Desperta Ferro, Stalingrado (I) El Asalto de la Wehrmacht, Revista Desperta Ferro Nº2 (2014), p.4-51
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-Juan Antonio Guerrero, La II Guerra Mundial 60 años después. «Stalingrado, el final de la invencibilidad germana», Revista Muy Especial Nº68 (2005), p.84-85
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