Cuando se inició la década de 1920, el Reino de Rumanía era un país que se declaraba fervientemente anticomunista y nacionalista, cuyo régimen salió reforzado después de haber satisfecho todas las demandas territoriales de la Gran Guerra apropiándose de los dominios habitados por minorías rumanas en las vecinas Hungría, Bulgaria y Rusia, creando con ello la denominada «Gran Rumanía». A pesar de que con estas características era muy difícil que cuajase un pensamiento como el fascista, contra todo lo esperado no solamente proliferó este tipo de ideología, sino que además lo haría como uno de los movimientos más fuertes de Europa, primero bajo la forma de la Legión de San Miguel Arcángel y luego como la Guardia de Hierro.
Contexto
Al terminar la Primera Guerra Mundial en 1918, el Reino de Rumanía se erigió como uno de los grandes vencedores de la contienda junto al bando de los Aliados. Gracias a encontrarse en el lado ganador, la nación amplió sus ganancias territoriales a casi el doble de su tamaño original porque obtuvo la Dobrudja a costa de Bulgaria y las provincias de Transilvania, Bukovina y el Banato a costa de Austria-Hungría, así como la Besarabia que arrebató a la Rusia Bolchevique después de apoyar a la Entente durante la Guerra Civil Rusa entre los años 1919 y 1920. A raíz de estos antecedentes y a diferencia de lo que sucedía con otros países que a un precio altísimo en las trincheras no se beneficiaron de la Gran Guerra como por ejemplo Italia; en Rumanía nunca se dieron las condiciones para el surgimiento del fascismo al haberse satisfecho el denominado «espacio vital rumano» con el que se asentaba la «Gran Rumanía». Respecto al plano político, era todavía mucho más complicado el desarrollo de un movimiento fascista porque tanto la población como el régimen monárquico ya eran profundamente anticomunistas y al mismo tiempo muy nacionalistas, e incluso los militantes de algún partido de izquierda nunca sumaron más de 2.500 personas ni obtuvieron representación en el Parlamento de Bucarest. Sin embargo y pese a este contexto tan difícil, pronto nació un novedoso fascismo que articuló su discurso en unos planteamientos muy diferentes a los de sus otros hermanos europeos, denunciando básicamente dos cuestiones: primero la corrupción de la monarquía del Rey Ferdinand I y segundo la existencia de una oligarquía parlamentaria que al frente de un país muy rico estrangulaba económicamente a sus trabajadores y campesinos, sumiéndolos en la más absoluta miseria.
A principios de la década de 1920, un estudiante llamado Corneliu Zelea Codreanu se nutrió de un numeroso grupo de compañeros pertenecientes al Instituto de Enseñanza Secundaria de Iasi, fundando un movimiento de carácter antimonárquico y al mismo tiempo anticomunista que fue bautizado como la Agrupación Socialista-Nacional Cristiana, considerado por muchos como el primer fascismo de Rumanía. El líder de esta organización nació en Moldavia en 1899 y siendo menor de edad tuvo ocasión de participar como porteador del Ejército Rumano en la Primera Guerra Mundial, antes de adquirir unos valores muy religiosos y altruistas como forma de combatir al peor enemigo al que se enfrentaba su patria que era el comunismo. Curiosamente la lucha de Codreanu comenzó durante una huelga de 2.000 marxistas en la Fábrica de Tabacos, donde los manifestantes que acababan de izar fotografías de Vladimir Lenin y León Trotsky, comprobaron incrédulos como aquel joven se subió al tejado de la factoría para arrancar las banderas rojas de la Rusia Soviética. A pesar de los abucheos a los que fue sometido, Codreanu bajó de la azotea para enarbolar la bandera rumana sobre la vía ferroviaria hacia Nicolina, algo que le valió nuevos insultos y amenazas de muerte. Por suerte antes de ser apaleado tuvo ocasión de pronunciar un discurso en el que aseguró a los trabajadores que estaba de su parte en la lucha contra la monarquía corrupta, pero que de ningún modo la alternativa era el marxismo, unas palabras con las que asombrosamente se ganó el favor de aquellos obreros de Iasi que a decenas se unieron a la Agrupación Socialista-Nacional Cristiana.
Agrupación Nacional Cristiana
La Agrupación Socialista-Nacional Cristiana encabezada por Corneliu Codreanu fue poco a poco creciendo en Iasi hasta fusionarse con los estudiantes de la Facultad de Derecho que recientemente habían formado una organización para enfrentarse a los grupos de izquierda que se denominaba Guardia de la Conciencia Nacional. Consumada esta unión el movimiento se extendió a Transilvania y especialmente a la capital de Cluj, donde los militantes denunciaron la reciente normativa aprobada por el Gobierno de Bucarest mediante la que se otorgaba libre elección de plazas para los judíos en las universidades a costa de limitar los puestos de los rumanos que no gozaban de ese derecho. Gracias a dichas movilizaciones se impidió esta regulación tan injusta para los autóctonos, además de lograr la readmisión de actos religiosos en la apertura de los cursos (después de un exitoso encierro de estudiantes en las aulas), e incluso consiguieron la prohibición de los gorros de lana rusos «sciapkas» con los que solían identificarse los alumnos de ideas comunistas, cuyas prendas fueron arrancadas de sus cabezas y arrojadas a una hoguera.
Súbitamente en 1923 se extendió sobre toda Rumanía una revuelta antisemita impulsada por la mayoría de la población como consecuencia de la aprobación de una ley que permitía que los cadáveres de los judíos no fuesen diseccionados para la investigación científica, mientras que los cuerpos de ortodoxos o católicos sí podían ser sometidos a este tipo de prácticas. Obviamente dicha discriminación hacia los autóctonos condujo a que la ciudadanía saliera a la calle para organizar fuertes protestas, las cuales rápidamente fueron capitalizadas por Corneliu Codreanu que regresó de un curso en Alemania para tomar el mando de la Guardia de la Conciencia Nacional. A raíz de la enorme difusión de su movimiento durante las masivas movilizaciones y del apoyo de destacadas personalidades como el famoso profesor e intelectual Alexandru Cuza, el 4 de Marzo de 1923 los militantes disolvieron su organización para fundar la mucho más poderosa Liga de Defensa Nacional Cristiana (LANC) que solamente en su inauguración reunió a 10.000 personas frente a la Catedral de Bucarest.
Las actividades de la Liga de Defensa Nacional Cristiana fueron cuantiosas porque al poco de su creación en Agosto de 1923, tuvo lugar el I Congreso de Agricultura en Campul Lung que concluyó con una marcha de Corneliu Codreanu y treinta campesinos hacia Bucarest para entrevistarse con el Primer Ministro Ion Bratianu, a quién pudo convencer de llevar a cabo una reforma agraria para la sufrida población rural de Rumanía. Al año siguiente, el 8 de Mayo de 1924, veintiséis estudiantes del movimiento fundaron el primer campo de trabajo voluntario en Ungheri, los cuales repartidos en cinco grupos, trabajaban desde las 4:00 de la mañana hasta el anochecer, obteniendo 300 ladrillos diarios y cada cierto tiempo dos hectáreas de tierra cultivada, cuyos productos vendían para conseguir dinero con el que ayudar a los más pobres y necesitados. Lamentablemente no todo fueron unas andaduras fáciles para la organización, pues se dieron infinidad de altercados con la Gendarmería Real que siempre trataba de boicotear a sus miembros, e incluso en una ocasión intentaron impedir una manifestación para conmemorar a los rumanos caídos en la Gran Guerra.
Como el acoso de la Gendarmería Real fue cada vez mayor sobre la Liga de Defensa Nacional Cristiana, los agentes compraron algunos de sus miembros como Aurel Vernichescu que a cambio de dinero declaró falso testimonio contra Corneliu Codreanu, siendo entonces arrestado y llevado a una celda hasta que por suerte fue puesto en libertad ante la inconsistencia de la denuncia. Sin embargo al poco tiempo de estos sucesos, uno de los principales líderes del movimiento llamado Ion Mota, se vengó por la traición y asesinó a Aurel Vernichescu, por lo que inmediatamente fue detenido junto al propio Codreanu y a otros cientos de estudiantes, muchos de ellos torturados en prisión. Una vez fue liberado Codreanu por falta de pruebas, no dudó ni un instante en ofrecerse a ejercer de abogado para los demás compañeros que seguían retenidos, aunque justo cuando se presentó ante los juzgados el 6 de Mayo de 1924, el prefecto de policía Constantin Manciu se abalanzó contra él, por lo que rápidamente éste le esquivó desenfundado su pistola y matándole de un disparo. A raíz de este incidente Codreanu fue enviado a la Cárcel de Galata y se le sometió a juicio en la ciudad de Drobeta Turnu Severin, donde contra todo lo imaginado por las autoridades obtuvo un apoyo masivo de la población local, sobretodo de los campesinos más pobres de la región de Oltenia. Gracias a ello fue liberado al entender el juez que había actuado en defensa propia, así como su amigo Ion Mota y los restantes detenidos en el año 1925.
Con la liberación de los miembros de la Liga de Defensa Nacional Cristiana, tanto Corneliu Codreanu como su lugarteniente Ion Mota decidieron abandonar temporalmente la política y se marcharon a estudiar a Francia. Mientras tanto Alexandru Cuza tomó el mando del movimiento, presentándose a las elecciones de 1925 en las que obtuvo 120.000 votos y 10 representantes en el Parlamento de Bucarest. Desgraciadamente poco a poco a la Liga de Defensa Nacional Cristiana se fue integrando en el régimen político corrupto del país e incluso se postuló en favor de la monarquía, por lo que a su regreso de Francia dos años más tarde en 1927, Codreanu y Mota se sintieron tan desencantados que primero se salieron de la organización y luego fundaron la Legión de San Miguel Arcángel.
Legión de San Miguel Arcángel
A las 22:00 horas del 24 de Julio de 1927, nació la Legión de San Miguel Arcángel (LSMA) que se erigió como el primer movimiento puramente fascista de Rumanía. Al mando de Corneliu Codreanu, al que pronto apodaron «el Capitán», supo sacar partido a un programa que mezclaba el socialismo con la tradición propia de religiosidad y tradición de los rumanos, llegando especialmente al corazón de la mayoría campesina en el país, sin obviar las características propias heredadas del fascismo italiano como los saludos romanos, la uniformidad con camisas verdes, la estética paramilitar y el culto a la figura del líder. Sorprendentemente esta organización no fue la única fascista en la nación, pues hubo otras con menor presencia como Acción Rumana, el Fascio Nacional Rumano y el Partido Nacional Socialista Rumano.
La Legión de San Miguel Arcángel fue un movimiento distinto a los demás porque sus afiliados, bautizados como «legionarios», no gozaban de ningún tipo de lujo y su vida era muy complicada debido a que diferencia de cualquier otra agrupación política se dedicaban a construir infraestructuras para los pobres, tratando de llegar a la gente siempre con los hechos y no con las palabras. La mayoría de estos voluntarios eran en su mayoría estudiantes, profesores, intelectuales, ingenieros o sacerdotes que en su tiempo libre erigieron escuelas, diques, granjas y pequeñas fábricas de ladrillo, además de labrar el campo y ayudar a los campesinos en la recogida de cosechas. De hecho todos aquellos que eran expertos en algún tipo de profesión abrieron albergues enfocados a dichos oficios, ya fuesen obreros, carpinteros, herreros o albañiles, aunque también muchos talleres en el ámbito de la industria téxtil o en el obtención de cemento o hierro. Una vez concluían estas actividades después de varios meses o semanas, los militantes se echaban a los bosques y caminos rurales para continuar con sus labores de propaganda hasta que se encontraban con más personas desfavorecidas a las que ayudar o aldeas en las que difundir su mensaje mediante actos religiosos, cantos en coros o juegos para entretener a los niños. Incluso los legionarios abrieron una serie de tiendas y economatos en los que ofrecían productos básicos que rozaban lo gratis para la población, obviamente mucho más asequibles que los altos precios impuestos por el Gobierno de Bucarest; y también una especie de «restaurantes legionarios» en los que la comida era muy barata al costar de 2 a 10 leu (moneda rumana).
A nivel estructural la Legión de San Miguel Arcángel se organizó en grupos de acción o «Cuibs» compuestos por trece voluntarios que se dedicaban a labores sociales y que por su reducido número eran más difíciles de localizar por la Gendarmería Real, cuyos agentes no dudaban en disolver sus actos y a veces hasta protagonizar cargas de caballería contra sus mítines. Así fue como poco a poco los «Cuibs» se expandieron por toda Rumanía, pues cada vez que se superaba la cifra de trece miembros, en seguida se creaba un nuevo «Cuib» que comenzaba a operar según su comarca, región o provincia, siempre reuniéndose sus integrantes en casa de algún legionario o dentro de una iglesia simpatizante. Algo más grande era el movimiento en la capital de Bucarest porque Corneliu Codreanu convocaba a sus cuadros en la llamada «Casa Verde», en cuyo interior destacaba un crucifijo, un cirio, una lámpara de aceite y la fotografía del Arcángel San Miguel. Las sesiones en esta estancia transcurrían de la siguiente manera: al inicio se ofrecían rezos y cantos religiosos a Dios, luego se debatía sobre los sucesos políticos en la semana, se fijaban futuras estrategias a seguir, se revisaba la prensa amiga, enemiga e internacional, y por último se concluía la ceremonia con un elevamiento espiritual mediante ritual.
Paralelamente a la Legión de San Miguel Arcángel surgieron algunas organizaciones que pese a pertenecer a esta última solían actuar de forma autónoma, aunque siempre sometidas a la tutela de Corneliu Codreanu. Fue el caso de la Guardia del Icono al mando de Radu Mironovici que se encargaba de proteger físicamente a los legionarios; o de la Cofradía de la Cruz integrada por jóvenes de 14 a 18 de años, quienes para ingresar se hacían una incisión en el dedo con un crucifijo de madera y a continuación se intercambiaban la sangre con el resto de compañeros. Algo más tarde surgió el Centro Universitario Legionario organizado en Frentes Universitarios Provinciales; así como una Sección Femenina a cuyas mujeres voluntarias apodaron las «legionarias».
Los resultados de la Legión de San Miguel Arcángel fueron exitosos porque se convirtió en un movimiento muy mediático a pesar del violento acoso del régimen oligárquico, sobretodo tras la muerte del Rey Ferdinand I y la regencia establecida por el Príncipe Nicolae Brana, quién no dudó en enviar a la Gendarmería Real para coaccionar a los campesinos que apoyaban a los legionarios y en hacer trampa en las elecciones, como por ejemplo manipular papeletas y hasta obligar a los ciudadanos bajo amenaza a votar por partidos afines al Gobierno de Bucarest, sin contar con las cargas policiales que tuvieron lugar en Diciembre de 1929 contra unos mítines celebrados en Beresti y Lendus, ambos convocados para denunciar la caída de la economía tras la Gran Depresión en Estados Unidos. Gracias a este hostigamiento que en parte motivaba a Corneliu Codreanu, en 1930 tuvo ocasión de hablar ante una audiencia de 20.000 campesinos, una cifra récord hasta ese momento, por lo que viendo que su movimiento era imparable decidió convertirlo en una gran organización de masas, fundado el 20 de Junio la famosa Guardia de Hierro.
Bibliografía:
-Carlos Caballero Jurado, Ejército Nacional Rumano, «Corneliu Codreanu y la Legión de San Miguel Arcángel», García Hispán Editor (1997), p.15-32
-Carlo Sburlati, Codreanu el Capitán, Acervo (1970), p.31-97