Shoah en Rumanía

La Segunda Guerra Mundial en la Europa del Este se caracterizó por ser extremadamente violenta en el Reino de Rumanía. Durante el régimen del «Conducator» Ion Antonescu entre 1940 y 1944, miles de víctimas desde presos políticos a los fascistas de la Guardia de Hierro serían perseguidos y asesinados por el Gobierno de Bucarest, sin obviar los más de 400.000 judíos cruelmente masacrados en el Frente Oriental durante el Holocausto.

Asalto a la Cárcel de Jilava

La posición neutral de Rumanía con cierto apoyo a los países del bando de los Aliados fue uno de los mayores errores del régimen del Rey Carol II porque al producirse la caída de Europa Occidental y la rendición de Francia ante la «Guerra Relámpago» o «Blitzkrieg» del Tercer Reich, el Gobierno de Bucarest quedó aislado en el continente y encima rodeado de enemigos. Así fue, como aprovechándose de esta debilidad por parte del Gobierno de Bucarest, todos los socios de Berlín decidieron rapiñar la nación como fue el caso de la Unión Soviética (que siguiendo las cláusulas del Pacto de No Agresión Germano-Soviético Ribbentrop-Molotov») se anexionó Besarabia y Bukovina, Hungría que se anexionó Transilvania y Bulgaria que se anexionó Dobrudja. Ante esta crisis sin precedentes, el Rey Carol II tuvo que abdicar y ceder el trono a su hijo, Miguel I, quién nombró un gobierno pro-alemán al frente de las Fuerzas Armadas y del «Conducator» Ion Antonescu, así como del movimiento fascista de la Guardia de Hierro liderada por Horia Sima tras la proclamación del llamado Estado Nacional Legionario.

Oficialmente las primeras víctimas de Rumanía en la Segunda Guerra Mundial fueron los empresarios y operarios británicos que se encontraban trabajabando en las refinerías de los campos petrolíferos de Ploiesti. Nada más producirse la declaración de hostilidades del Gobierno de Bucarest contra el Reino Unido, milicianos armados de la Guardia de Hierro irrumpieron en las instalaciones de crudo y asesinaron a golpes de martillo y otras herramientas a todos los trabajadores de nacionalidad inglesa.

El 25 de Septiembre de 1940, un grupo de legionarios de la Guardia de Hierro descubrió el cadáver de su fundador, Corneliu Zelea Codreanu, quién había sido ejecutado en 1937 por el régimen del Rey Carol II. Como consecuencia de la gran indignación que generó la noticia, al día siguiente, el 26, un destacamento de fascistas liderados por el oficial Alexandru Cretinau asaltaron la Cárcel de Jilava, donde se hallaban encerrados antiguos líderes del régimen anterior, y desataron una matanza que costó al vida a 64 prisioneros, entre ellos el viejo Primer Ministro Gheorghe Argesanu, el Ministro del Interior Victo Iamandi y el general Ion Bengliu, aunque también perecieron víctimas inocentes como el historiador Nicolae Iorga y el economista Virgil Madgearu.

Pogromo de Bucarest

Al producirse la quiebra del Estado Nacional Legionario entre el Ejército Rumano del «Conducator» Ion Antonescu y la Guardia de Hierro de Horia Sima, una especie de «mini-guerra civil» azotó el Reino de Rumanía. Así fue como el 20 de Enero de 1941, los fascistas que eran contrarios a la monarquía del Rey Miguel I, pusieron en marcha una violenta rebelión que recibió el nombre de la «Revolución Legionaria».

La Revolución Legionaria en Bucarest se caracterizó por cruentos enfrentamientos en forma de disturbios y combates callejeros entre la Guardia de Hierro y el Ejército Rumano. No obstante y mientras tenía lugar la batalla en la capital, muchos legionarios que actuaban por cuenta propia, aprovecharon el caos imperante para asaltar sinagogas y comercios de los judíos, a muchos de los cuales propinaron fuertes palizas y asesinaron sobre el pavimento urbano, llegando incluso a secuestrar a un reducido grupo de hebreos que condujeron a un matadero y los asesinaron colgándoles de ganchos de animales junto a un cartel que decía «Carne Kosher». Según los datos, aquel suceso que fue conocido como el «Matadero de Bucartest» o «Pogromo de Bucarest», dejó un total de 125 ciudadanos de origen judío muertos, la quema de 1.274 negocios y el incendio de la Sinagoga de Bucarest.

Sinagoga destruida por la Guardia de Hierro en Bucarest.

Respecto al futuro de la Guardia de Hierro tampoco fue esperanzador porque el Ejército Rumano irrumpió en la capital con más de 100 tanques y aplastó la Revolución Legionaria en Bucarest. El resultado de la derrota había costado la vida a 30 soldados y a otros 149 civiles fruto de los efectos colaterales de la batalla, aunque los legionarios se llevaron la peor parte porque 200 perecieron en campos de concentración y 4.000 fueron encarcelados dentro del recién bautizado como «Régimen Antonesciano».

A pesar de que el «Conducator» Ion Antonescu venció a los antisemitas de la Guardia de Hierro y consolidó la monarquía del Rey Miguel I, en ningún caso los judíos estarían a salvo con las nuevas autoridades del Ejército Rumano. Por ejemplo en la Cárcel de Jilava, un total de 693 hebreros fueron encerrados y torturados, antes de producirse su ejecución en las mazmorras y patios de la prisión. De hecho tal fue la brutalidad con las víctimas, que un representante alemán en Rumanía, el oficial Manfred Von Killinger de las SA, se quedó horrorizado por lo visto y no dudó en denunciar los excesos a Berlín.

Pogromo de Iasi

Al invadir Rumanía la Unión Soviética dentro del marco de la «Operación Barbarroja» desatada por las potencias del Eje, el 26 de Junio de 1941 unos aviones de la Fuerza Aérea Soviética bombardearon la ciudad de Iasi en Moldavia. Las consecuencias de la acción dejaron algunos moldavos muertos y lo que fue peor, un fuerte resentimiento de ira porque se extendió el rumor de la existencia de una «quinta columna judía» que no sólo había atraído las bombas, sino que además conspiraba en secreto para el Kremlin.

Inesperadamente el 27 de Junio de 1941, soldados del Ejército Rumano, policías de la Gendarmería Real y civiles moldavos armados con palos, salieron a las calles de Iasi al grito de «¡judío!». Lo que sucedió a continuación fue el secuestro de millares de personas y el brutal linchamiento público de más de 1.500 hebreos sobre las plazas que perecieron a base de golpes de garrotes, puñetazos, patadas, etcétera. Otros con menos suerte murieron en sus casas después de robarles sus pertenencias, o directamente fueron torturados delante de sus vecinos en un episodio que sería conocido como el «Domingo Negro de Iasi».

Al día siguiente del «Domingo Sangriento de Iasi», el lunes 28 de Junio, un total de 1.400 judíos fueron encerrados en los vagones herméticos de un tren durante horas hasta que todos fallecieron como consecuencia de la asfixia o la sed. A estas víctimas, siguió un segundo contingente de 1.194 hebreros que perecieron de la misma forma, así como varios grupos más hasta completar varios miles. Solamente la intervención de la Cruz Roja al frente de Viorica Agarici, consiguió paralizar estas crueles prácticas, como por ejemplo unos activistas lograron en la cercana ciudad de Roman.

Soldados del Ejército Rumano detienen a un grupo de judíos en Iasi.

Las cifras del Pogromo de Iasi fueron escalofriantes porque se contaron hasta 13.226 personas asesinadas. Ante tal cantidad de víctimas, lo sucedido en esta ciudad de Moldavia no sólo se convirtió en el mayor pogromo antisemita perpetrado por Rumanía, sino en el más grande de toda Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

Incidente de Dorohoi

Justo después del Pogromo de Iasi, tendría lugar otra matanza de similares características en Moldavia. En esta ocasión el escenario fue la ciudad de Dorohoi al norte del Rumanía, que recientemente también acababa de ser bombardeada por la Fuerza Aérea Soviética, un acontecimiento que sin duda fracturó a los vecinos de la localidad debido a que entre sus 15.000 habitantes, 10.000 eran rumanos y 5.000 judíos, estando ambas comunidades completamente divididas desde el inicio de la «Operación Barbarroja».

El 1 de Julio de 1941, dos funerales distintos celebrados en el Cementerio de Dorohoi en honor a un oficial muerto en el Frente Oriental y a otro soldado judeo-rumano llamado Iancu Solomon que había caído en Besarabia, coincidieron de forma causal al mismo tiempo y a la misma hora. Desgraciadamente, algunos de los amigos que rendían tributo al oficial, se sintieron insultados al contemplar a escasos metros un rito hebreo, por lo que avisaron a la Gendarmería Real que irrumpió en el recinto y comenzó a disparar salvajemente contra la multitud, matando a varias decenas de personas.

Las consecuencias del Incidente de Dorohoi fueron de 53 judíos muertos (incluyendo 11 mujeres y 5 niños) y 160 heridos de diversa gravedad, así como 10 veteranos judeo-rumanos que pese a su condición de militares fueron conducidos frente a unas tapias y fusilados por la Gendarmería Real. Afortunadamente la matanza no fue a más porque el general Constantin Sânâtescu movilizó a 29ª Brigada de Infantería que entró en el Cementerio de Dorohoi y puso orden en la comarca después de criticar duramente lo sucedido (por suerte ya no se repetirían episodios de dicha magnitud en Moldavia).

Masacre de Odessa

Cuando el Ejército Rumano conquistó al ciudad de Odessa en Ucrania el 16 de Octubre de 1941, las tropas rumanas entraron en la metrópoli para descansar después de una sangrienta campaña que les había costado decenas de miles de bajas. Fue entonces cuando de manera repentina el 22 de Octubre, una bomba de efectos retardados que los soviéticos habían ocultado antes de su retirada, explosionó en el Cuartel General Rumano matando a 67 personas entre las que había 45 civiles ucranianos, 18 militares rumanos y 4 oficiales alemanes que estaban de visita. La respuesta a este atentado fue culpar a los «judeo-bolcheviques» de lo ocurrido, por lo que inmediatamente se reunieron escuadras de soldados armados dispuestos a cobrarse una venganza.

El 23 de Octubre de 1941, miles de tropas del Ejército Rumano se dispersaron por Odessa para registrar todas las viviendas y sacar a los judíos de sus hogares, quienes una vez en la calle, eran golpeados, fusilados o tiroteados en grupos de familias enteras. Sin embargo la peor matanza de toda la ciudad ocurrió en el puerto de carga porque un total de 19.000 hebreros fueron fusilados junto a los muelles y sus cuerpos arrojados a las aguas del Mar Negro.

Fuera de Odessa, también otras localidades vecinas se vieron salpicadas por la violencia antisemita del Ejército Rumano. Por ejemplo en Dalnic, una columna soldados al mando del coronel Nicolae Deleanu ametrallaron a miles de personas en fila, dinamitaron edificios con gente en su interior, quemaron graneros con hebreos dentro y fusilaron en zanjas antitanque a grupos de 40 a 50 individuos; siendo las víctimas totales de un total de 30.000 judíos asesinados.

Las ejecuciones de Odessa concluyeron el 24 de Octubre de 1941, no sólo con miles de judíos represaliados, sino también con cientos de comunistas rusos y civiles ucranianos. Hasta la fecha, la matanza en aquel puerto del Mar Negro y sus alrededores había dejado un trágico saldo de 50.000 personas liquidadas a manos del Ejército Rumano.

Matanzas de Transnistria

Transnistria era una provincia de Ucrania que Rumanía se anexionó a costa de la Unión Soviética durante la «Operación Barbarroja». Una vez ocupado este territorio, el «Conducator» Ion Antonescu quiso imitar una reserva parecida a la de los indios en Estados Unidos para trasladar a los judíos de las recientemente incorporadas Besarabia y Bukovina y otros elementos considerados «indeseables» como los gitanos y eslavos de Moldavia.

Cadáveres de judíos asesinados por las tropas rumanas en un tren de la localidad de Voina en Ucrania.

A finales de 1941, los soldados del Ejército Rumano echaron a los judíos de sus casas en Besarabia y Bukovina y los obligaron a caminar durante kilométricas «marchas de la muerte» hacia Transnistria. Durante el penoso trayecto, miles murieron por el hambre, el clima o por los abusos tanto de las tropas rumanas como de los bandidos de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) que se divertían robando sus pertenencias, violando mujeres o asesinando a placer. De hecho, varios cientos de hebreos también se ahogaron intentando cruzar las aguas del Río Dniéster, e incluso fueron tiroteados por los soldados rumanos desde la orilla opuesta; sin obviar los que desfallecieron por hambre en un gueto provisional de Chisinâu. Lamentablemente, la llegada de todos aquellos desterrados a Transnistria tampoco mejoró su situación porque una epidemia de tifus mató a 40.000 judíos en Bogdanovka, además de perecer varios miles más por las mismas circunstancias en Domanovka, Acmecetca y Peciora.

Entre finales 1941 e inicios de 1942 la población judía de Transnistria, Besarabia y Bukovina desapareció completamente del mapa de Europa. Según los recuentos posteriores, las víctimas de las «marchas de la muerte», matanzas y epidemias dejaron un saldo de 300.000 judíos muertos.

Después…

Al iniciarse la Solución Final por parte del Tercer Reich en 1942, el «Conducator» Ion Antonescu sorprendentemente se negó a entregar a los judíos de Rumanía a las SS como consecuencia de las enérgicas protestas de la Iglesia Ortodoxa y en especial del monseñor Andrea Cassulo. A pesar de las quejas manifestadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores desde Alemania, el «Régimen Antonesciano» jamás envió un sólo judío a los campos de exterminio, ya que incluso en 1943 emprendió contactos con los Aliados y la Agencia Judía para el traslado de algunas familias a Palestina. Así fue como a cambio de dinero, alrededor de entre 200 lei (moneda rumana) y 200 libras esterlinas (moneda inglesa), se fijó la liberación de 70.000 personas que posteriormente se redujo a 5.000 niños, aunque al final todo terminó en fracaso porque Gran Bretaña se echó atrás temiendo que la llegada de más colonos judíos acabase en un conflicto étnico en Oriente Medio.

Durante el resto de la Segunda Guerra Mundial, el Reino de Rumanía mostró un trato más amable hacia los judíos que el dispensado en la «Operación Barbarroja». No obstante y pese a todo, muchos fueron expulsados o víctimas de la violencia debido a que la población judía de Bucarest quedó reducida a 10.000 personas, mientras que en otras ciudades la cultura hebraica desapareció con sus sinagogas y bibliotecas destruidas como fue el caso de Oradea, Baia Mare, Bistrisa, Cluj Napoca o Maramures.

Oficialmente el 23 de Agosto de 1944, el Reino de Rumanía capituló ante la Unión Soviética y salió derrotado de la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese momento habían muerto unos 400.000 judíos rumanos, moldavos y transnistrios en el Holocausto.

 

Bibliografía:

-Saul Friedländer, El Tercer Reich y los Judíos. Los años del Exterminio, Galaxia Gutenberg (2007), p.239-790
-Lawrence Rees, Auschwitz, los nazis y la Solución Final, Planeta DeAgostini (2005), p.296
-Ricardo Angoso, Del antisemitismo a la Solución Final, Shoah, Revista La Aventura de la Historia Nº77 (2005), p.23-24