Shoah en la Francia de Vichy

La Francia de Vichy fue el ejemplo de colaboracionismo más amplio con el Tercer Reich en Europa Occidental. La razón de esta alianza germano-francesa que durante la Segunda Guerra Mundial se mantuvo intacta entre 1940 y 1944, fue que un alto porcentaje de los judíos galos serían separados del resto de la ciudadanía por los autoridades locales y entregados al Tercer Reich para su posterior extermino en el Holocausto.

Antecedentes

Francia era un foco de antisemita desde que los judíos se asentaron tras la caída del Imperio Romano en la Edad Media, ya que durante el «Período Absolutista» la supersticiosa sociedad gala los contemplaba como una «especie demoníaca», y posteriormente los racionalistas de la Ilustración como unos «seres inferiores» en la cadena evolutiva. A pesar de que la Revolución Francesa y luego el Imperio Napoleónico les concedieron la ciudadanía, el antisemitismo siguió latente en el siglo XIX porque el «Affaire Dreyfuss» de 1890 que implicó la acusación del capitán judío Alfred Dreyfuss de espiar para Prusia, derivó en una serie de protestas y manifestaciones violentas contra los hebreos. Algo similar ocurrió el el siglo XX con el robo de las arcas estatales del «Affaire Stavisnki» de 1934; así como en la elección del Presidente León Blum, que por su condición de judío a la cabeza del Frente Popular (Froint Populaire), despertó el miedo a una «conspiración judeo-bolchevique».

Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, las autoridades de Francia vieron en los judíos alemanes que durante la década de 1930 habían escapado del Tercer Reich, como una posible «quinta columna» debido a las sospechas de que entre los refugiados podía haber agentes infiltrados de la Gestapo. A raíz de este eventual riesgo que muchos creyeron real, todos los hebreos de origen alemán y austríaco fueron detenidos y alojados en campos de internamiento, como por ejemplo el recinto de Compiègne. Evidentemente esto fue un error de consecuencias catastróficas porque cuando Alemania derrotó y ocupó Francia, la mayoría de judeo-alemanes ya se encontraban en cautividad a manos de los propios Aliados Occidentales.

Los «franco-judíos» de 1940

La Francia de Vichy o «Zona Libre» que al frente del Mariscal de Philippe Pétain se convirtió en un «estado satélite» del Tercer Reich, fue un foco de llegada de judíos de la «Zona Ocupada» después que el Ejército Alemán (Wehrmacht) expulsara de Alsacia y Lorena, así como de su propia patria en el Sarre-Palatinado y Baden, a un total de 6.500 hebreros. Todos estas estas personas desterradas tuvieron que ser acogidas por el Gobierno de Vichy y desplazadas a centros de internamiento rodeados por alambradas que erigieron los policías de la Gendarmería Francesa y las tropas coloniales árabes del África Occidental Francesa. Básicamente se trató de los campos de Gurs, Rivesaltes, La Vernet y Les Milles que albergaron a 47.000 personas, entre estas 40.000 judíos procedentes del norte y 7.000 republicanos hispanos que llevaban encerrados allí desde el final de la Guerra Civil Española en 1939.

Judíos franceses en el campo de internamiento de Compiègne.

Oficialmente el 3 de Octubre de 1940, la Francia de Vichy aprobó el Estatuto Judío (Statut des Juifs) que reconocía como judíos a todos los que tuvieran al menos tres abuelos de esa raza. Si esto último se cumplía y era reconocido por el Consistorio de París (Consistoire de París) al frente del judío Isaie Schwarz, los individuos afectados tenían prohibido acceder a las administraciones públicas, ser médicos o trabajar en actividades artísticas como prensa, teatro y cine, además de obligar a los comerciantes a colocar un letrero amarillo en sus propiedades que rezase «Empresa Judía (Entreprise Juive)».

Fuera de la Francia de Vichy, en la «Zona Ocupada», los judíos comenzaron a ser expulsados a la «Zona Libre» mientras se procedía al cierre de un total de 152.371 negocios hebreros y se expulsaba a 140 profesores de las universidades, el equivalente al 10% de los docentes (sólo se respetaron a 14 eruditos por ser grandes profesionales). A continuación se expropiaron viviendas o inmuebles, así como 4.000 obras de arte que transportaron en 25 vagones de carga hacia la ciudad alemana de Neuschwanstein para enriquecer las colecciones públicas y privadas de mandatarios como el mariscal Herman Goering; aunque el Reichsführer de las SS, Heinrich Himmler, que era de una mentalidad más científica, prefirió hacerse con los cráneos del científico judío Franz Joseph del siglo XVIII que trasladó de París al Instituto Racial-Biológico de la Universidad de Tubinga.

Antisemitismo en Vichy

Al principios de 1941, la Francia de Vichy amplió su gestión antisemita con la fundación de la Oficina Central para Asuntos Judíos (Comissariat Général aux Questions Juives) y luego con la Unión General de Israelitas en Francia (Union Générale des Israélites de France o UGIF) que se dividió territorialmente en la «UGIF-Norte» para la «Zona Ocupada» y en la «UGIF-Sur» para la «Zona Libre». Entre las nuevas medidas de esta administración estuvo la creación de la Caja de Deportaciones y Consignas (Caisse des Dépôts et Consignations) con la finalidad de inscribir todas las propiedades judías de valor para ser confiscadas por las autoridades francesas; así como el Estudio de las Cuestiones Judías (Institut d’Étude des Questions Juives) que difundía propaganda antisemita, como por ejemplo una exposición celebrada en el Palais Berliz. Incluso el Consistorio de París fue puesto al frente de un judío filopetainista llamado Jacques Helbronner, quién no dudó en hacer exclusivamente responsables de los males de la patria a los «judíos no-franceses» (de hecho él mismo había comunicado a Philippe Pétain su ascenso a mariscal durante la Primera Guerra Mundial).

Afortunadamente muchos personas en Francia se preocuparon por la suerte de los judíos como fue el caso del general Arístides de Sousa Mendes del Ejército Portugués destacado en la capital de Vichy, que no dudó en ceder visados a 30.000 personas, entre estas 12.000 hebreros, hacia la neutral Portugal. También el periodista norteamericano Varian Fry sacó a 2.000 refugiados del país para viajar a Estados Unidos; mientras que Marc Boegner, un pastor de la Iglesia Luterana, denunció las leyes raciales por ser contrarias a Dios. Incluso ciertos grupos de la Resistencia Francesa se involucraron a la hora de ocultar judíos en apartamentos y granjas, como fue el caso de algunos partisanos de la Organización Civil y Militar (OCM).

La violencia antisemita se desató el 3 de Octubre de 1941 cuando fascistas franceses hicieron explosionar tres bombas en tres sinagogas distintas de París (por suerte sin víctimas). Curiosamente aquel mismo mes, después de que la Resistencia Francesa acabara con la vida del coronel Karl Holtz en un atentado, los soldados alemanes fusilaron como represalia a 50 ciudadanos galos, la mayoría hebreros, en la ciudad de Nântes. Sin embargo el peor suceso tuvo lugar en Compiègne y Drancy el 12 de Diciembre porque la Gendarmería Francesa encerró a 743 judíos, que en los días siguiente ascenderían a 1.112, los cuales finalmente serían entregados a las SS y trasladados para su ejecución en Polonia.

A inicios de 1942, el Tercer Reich obligó a los judíos de la «Zona Ocupada» o coser en su ropa la «Estrella de David», aunque no a los de la «Zona Libre» debido a la firme negativa del Gobierno de Vichy. Lógicamente esta medida causó indignación no sólo entre los hebreos, sino también entre los mismos franceses, que protestaron por la iniciativa, lo que llevó a las SS a ejecutar 58 rehenes judíos en cautividad como represalia a estas manifestaciones, a veces alentadas por la Resistencia Francesa.

La Solución Final

El 27 de Mayo de 1942 fue la fecha oficial del comienzo del Holocausto en Francia. Aquella jornada, los policías de la Gendarmería Francesa, siguiendo órdenes de las SS al frente del general Karl Oberg, arrestaron a 4.000 judíos que fueron retenidos un tiempo en el campo de internamiento de Drancy, antes de su entrega a las autoridades alemanas que los deportaron y aniquilaron en el campo de exterminio de Auschwitz.

Un gendarme francés vigila el campo de tránsito de Pithiviers donde unos judíos trabajan tras las alambradas.

La segunda deportación de judíos tuvo lugar en Febrero de 1942 con el vaciamiento del campo de retención de Compiègne en la «Zona Ocupada», donde de los 1.112 hebreros enviados a Polonia, un total de 1.008 perdería la vida en Auschwitz. Sorprendentemente y mientras se llevaban a cabo estas redadas, el 15 de Julio de 1942 la Francia de Vichy prosiguió con la aprobación de más leyes antisemitas, siendo la última la prohibición a los judíos de entrar en parques, restaurantes, cafeterías, teatros, cines, conciertos musicales, museos, bibliotecas, playas públicas, estadios deportivos, monumentos históricos, castillos antiguos, ferias, albergues de camping e incluso cabinas telefónicas.

Bajo el nombre de «Operación Viento Primaveral (Vent Printatier)», a las 4:00 horas del 16 de Julio de 1942, un total de 4.500 policías y 50 autobuses municipales de la Gendarmería Francesa, que acababan de reunir 27.361 fichas de judíos, desataron la mayor redada efectuada en París. La misión básicamente consistió en el violento registro de miles de viviendas y en la llamada a los timbres de apartamentos, en donde fueron arrestadas miles de familias que subieron a bordo de camiones y llevaron al Distrito Nº15, concretamente a un estadio de carreras clilista que era conocido con el nombre de Velódromo de Invierno (Vélodrome d’Hiver). De las 13.152 personas retenidas, 4.992 fueron desviadas a la «Zona Libre», mientras que las 8.160 restantes, entre las que había 3.031 hombres, 5.802 mujeres y 4.051 niños, permanecieron en el centro deportivo viviendo unas condiciones lamentables porque tuvieron que soportar un calor de 37ºC grados sin apenas agua y con un alimento de dos raciones de sopa al día, sin contar con que los lavabos eran casi inexistentes y los internos noche tras noche eran iluminados por grandes tragaluces (lo que provocó numerosas muertes por malnutrición e insalubridad).

Otras víctimas de la «Operación Primaveral» fuera de París fueron los miles de judíos diseminados en la «Zona Ocupada» y la «Zona Libre». De dicha tarea se encargaron 900 grupos policiales de la Gendarmería Francesa, cada uno al mando de tres oficiales y un comisario, quienes además contaron con la ayuda de grupos de extrema derecha locales, soldados del Ejército Vichysta y trabajadores del Cuerpo de Bomberos. Gracias a esta excelente coordinación, un total de 700 judíos fueron arrestados en Vichy, otros 200 en Tours y 54 en Saint-Nazaire.

Los recintos en Francia para albergar a los reclusos de la «Operación Primaveral» estuvieron situados en los campos de internamiento de Le Vernet, Les Milles, Gurs, Rivesaltes y Compiègne, donde pese a estar custodiados por hombres armados de la Gendarmería Francesa, estos guardias que eran franceses demostraron en ocasiones ser más crueles que los alemanes porque no dudaban en golpear y en ocasiones hasta ejecutar a los judíos galos que estaban prisioneros. Sin embargo mucho peores fueron los centros de retención ubicados en Drancy, Pithiviers, Beaune-la-Rolande, el Velódromo de Invierno de París y Lager Sylt en el Canal de la Mancha, ya que actuaron como «campos de tránsito» hasta los campos exterminio como el de Auschwitz.

Campo de Drancy en forma de apartamentos en las inmediaciones de París.

El suceso más triste del Holocausto en Francia tuvo lugar en Agosto de 1942 cuando a causa de un error burocrático, la Gendarmería Francesa deportó a todos los adultos del campo de internamiento de Drancy, dejando en soledad a los niños que se quedaron varios días desatendidos y buscando desesperados a sus padres y madres. La situación de estos pequeños fue lamentable porque tuvieron que sobrevivir estando sucios, harapientos y con piojos (los guardias hubieron de raparles el pelo), imponiéndose los más mayores y fuertes a los más débiles a la hora de repartir la comida, normalmente sopa aguada que producía diarrea, por lo que muchos probaron alimentarse con hierba. Finalmente y después de una larga espera, un total de 553 niños (288 chicos y 265 chicas) de los que 465 tenían entre 6 y 12 años, y otros 135 menos de 6 años, fueron subidos a un tren cuya matrícula era el Nº23 y transportados hacia Polonia. El recuento de los pequeños no fue sencillo porque al estar sin sus progenitores, muchos llevaban sus nombres en piezas de madera que habían convertido en sus juguetes, mientras que otros que no podían hablar por su corta edad o no sabían su apellido se limitaban a decir cosas como «Soy el hermano pequeño de Pierre». De este modo, en cuanto el tren se detuvo en el campo de exterminio de Auschwitz la noche del 24 de Agosto, como muchos de los niños estaban desorientados y llamaban a gritos a sus padres, no dudaron en protestar y en negarse a cumplir las órdenes de los soldados de las SS. De hecho en el forcejeo, resultó imposible bajarlos de los vagones porque ofrecieron resistencia y los más mayores protegieron a los más pequeños cogiéndoles de las manos (lo que generó auténticas crisis nerviosas entre los mismos germanos al tener que enfrentarse a menores que les recordaban a sus hermanos o hijos). Fue entonces cuando los alemanes tuvieron que solicitar refuerzos e irrumpir violentamente en los coches a base de golpes de porras y garrotes, hasta que después de varias carreras y persecución de algunos niños que echaron a correr, todos fueron llevados al recinto y asesinados en las cámaras de gas. Afortunadamente en medio de la confusión y la pelea, tres pequeños consiguieron escapar y esconderse en los bosques, sobreviviendo a la Segunda Guerra Mundial.

Al igual que en otros lugares de Europa, la Iglesia Católica se sumó a las denuncias de las deportaciones efectuadas por el Tercer Reich, tal y como hizo en París el cardenal Emmanuel Suhard redactando un documento que envió al Mariscal Philippe Pétain, aunque pronto le siguieron otras quejas como la del arzobispo Jules-Gérard Saliège en Toulouse, del obispo Pierre-Marie Théas en Montauban, del obispo Paul Rémond en Niza, o de ciertos religiosos como el fraile capuchino Pierre Marie-Benoît en Saboya, el sacerdote Jules-Marie Gerlier o el padre Alexandre Glasberg. Hubo incluso un jesuita llamado Pierre Chaillet que ocultó a 84 niños judíos en su parroquia, por lo menos hasta que fue descubierto y encarcelado por el Gobierno de Vichy. Respecto a la Iglesia Protestante, el pastor André Trocmé salvó a varios cientos de pequeños en Le Chambon-sur-Lignon; aunque su primo el pastor Daniel Trocmé, no tuvo tanta suerte porque al esconder algunos menores de edad en el Asilo Infantil Maison des Roches, fue atrapado por la Gestapo y asesinado en el campo de exterminio de Majdanek.

Entre finales de 1942 e inicios de 1943, un total de 42.500 judíos fueron deportados y aniquilados en Auschwitz, incluyendo los miembros del recién disuelto Consistorio de París y su líder Jacques Helbronner. A estas muertes, siguió una suculenta expropiación de todas las pertenencias de los hebreos de las que se beneficiaron los militares alemanes y en menor medida también los vichystas franceses debido a que robaron obras artísticas de alto valor. De hecho, hacia Alemania partieron 92 vagones cargados con 2.775 cajas que contenían 20.000 objetos y cuadros de arte (9.455 homologados y 10.000 más en proceso).

Deportación de judíos franceses que están siendo escoltados por in miembro de la Gendarmería Francesa.

A partir de 1944, el antisemitismo en Francia se incrementó cuando el Gobierno de Vichy nombró a Joseph Darnand como jefe del Departamento del Mantenimiento de Orden, quién no dudó en radicalizar el discurso contra los hebreos y en alentar acciones represalia entre las filas la extrema derecha de la Milicia Francesa (Milice). Así fue como se asaltaron domicilios e incluso se produjeron matanzas de judíos, como fue el caso de Victor Basch (antiguo líder de la Liga de Derechos Humanos) tras ser asesinado junto a su esposa Helene en Lyon por milicianos fascistas dirigidos por el oficial Paul Touvier, que encima escribieron con un cuchillo sobre su pecho «el judío lo paga siempre».

Cuando se produjo el desembarco de Normandía el 6 de Junio de 1944, las fuerzas del Eje aceleraron el proceso del Holocausto en Francia ante el avance de las tropas de Estados Unidos. De hecho, entre el 20 y el 24 de Julio, las tropas de las SS efectuaron una redada contra los centros infantiles de París, deportando a los últimos 650 niños judíos que serían exterminados en Auschwitz.

El 25 de Agosto de 1944 los Aliados liberaron París y expulsaron al Ejército Alemán, mientras que el año siguiente, en 1945, la Segunda Guerra Mundial concluyó con la derrota del Tercer Reich. Hasta la fecha un total de 90.000 judíos franceses de un censo de 330.000, habían sido exterminados durante el Holocausto, el equivalente al 26% de la población hebrea de Francia.

 

Bibliografía:

-Lawrence Rees, Auschwitz, los nazis y la Solución Final, Planeta DeAgostini (2005), p.171-190
-Saul Friedländer, El Tercer Reich y los judíos (1939-1945) Los años del Exterminio, Galaxia Gutenberg (2007), p.54-618
-Ricardo Angoso, Del antisemitismo a la Solución Final, Shoah, Revista La Aventura de la Historia Nº77 (2005), p.26