Depuración Francesa

Al producirse la liberación de París el 25 de Agosto de 1944 y abandonar las últimas tropas del Tercer Reich el territorio de Francia, inmediatamente comenzó la represión de los vencedores contra el colaboracionismo del Gobierno de Vichy. Este período que se caracterizaría por una de las venganzas más crueles perpetradas por el país galo en el siglo XX, sería conocido con el nombre de la Depuración.

Juicios y Ejecuciones

Bastante antes de que los Aliados retomasen el control de Francia algunos colaboradores sufrieron represalias en las colonias, como por ejemplo después de la invasión de Marruecos y Argelia durante la «Operación Torch» de 1942 cuando capturaron en Casablanca y condenaron a muerte al antiguo Ministro del Interior Pierre Pucheu, considerada la primera víctima mortal de la «Depuración Gaullista». También a la caída de Túnez, se procesó a 189 ex-veteranos de la Falange Africana, una legión vichysta que había combatido al lado del Afrika Korps, siendo 14 de sus combatientes ejecutados, entre ellos su fundador Pierre Cristofini.

Justo una semana después de la «Liberación de París» en el verano de 1944, las nuevas autoridades de la Francia Libre al frente del Presidente Charles De Gaulle, comenzaron los primeros arrestos de colaboracionistas y antiguas personalidades de la Francia de Vichy en la llamada «L’Epuration». Todo empezó cuando las tropas gaullistas arrestaron a un total de 4.000 personas que fueron internadas en el Velódromo de Invierno, antes de que a lo largo de las semanas siguientes las detenciones ascendieran a 80.000 en toda Francia.

Numerosas fueron las razones que llevaron a miles de franceses a ser víctimas de la «Depuración», a veces justificadamente, pero en la mayor parte de los casos con motivos arbitrarios sin necesidad de haberse cometido un delito grave más que el de pensar diferente a los vencedores. Entre las supuestas infracciones estaba el haber pertenecido a uno de los aparatos de seguridad del Estado, haber luchado contra la Unión Soviética en el Ejército Alemán, haber echo propaganda de una organización fascista, no haber cooperado con miembros de la Resistencia Francesa, haber tenido amistad con personalidades del Gobierno de Vichy o haber sido un intelectual contrario a las tesis de los Aliados.

Escarnio de una chica francesa que es arrastrada desnuda y golpeada violentamente por una multitud en una calle de Marsella.

Las mujeres fueron las primeras víctimas en padecer la oleada de violencia en Francia porque todas aquellas que se hubieran enamorado de un soldado alemán o hubiesen tenido alguna relación sentimental con el invasor, fueron sacadas a las callas y arrastradas por las calzadas. Una vez humilladas en público y después de haber recibido una paliza, se les cortaba el pelo al cero (a veces arrancado a tiras) y se les escupía. De hecho en París, más de mil francesas fueron rapadas, incluyendo el pubis, para a continuación ser exhibidas desnudas por las principales avenidas de la «Ciudad de las Luces».

Los hombres con cargos en la Francia de Vichy fueron rápidamente arrestados y sometidos a una serie de juicios amañados en los que el acusado no podía defenderse, ni siquiera con abogados. Como los derechos civiles fueron abolidos para todos los procesados y muchos tribunales ya tenían pensada la sentencia antes incluso de celebrarse la vista, la mayoría de acusados acababan ejecutados, independientemente de que fuesen inocentes o no. Salvo por el antiguo Jefe del Gobierno, Pierre Laval, que a diferencia de muchos sí que era un criminal y fue finalmente fusilado en Fresnes; otros que no tenían crímenes en su haber, como el almirante René Platon que fue Ministro de Colonias, acabó injustamente condenado a muerte, lo mismo que el activista de Acción Francesa, Marcel Bucard.

Mujeres francesas son humilladas por la Resistencia Francesa a las que se ha semidesnudado y rapado el pelo tras la «Liberación».

El Marsical Philippe Pétain, Jefe de Estado de la Francia de Vichy, que hasta entonces era considerado un héroe de la Primera Guerra Mundial por haber salvado a su patria durante la Batalla de Verdún, fue una de las figuras galas más injustamente tratada por la Historia. A pesar de que fue acusado de traidor y cobarde cuando precisamente los únicos que huyeron a Inglaterra fueron los gaullistas cuando las cosas se pusieron feas, nadie le perdonó su cooperación con Alemania, sin comprender que de no haberse producido, el pueblo francés hubiese sufrido unas consecuencias mucho más terribles. Así pues el Tribunal Militar le declaró culpable y le sentenció a morir, aunque en última instancia el Presidente Charles De Gaulle le conmutó la pena capital por un destierro en una casa rural de la Isla de Yeu. De este modo, Pétain se convirtió en un preso insular al igual que Napoleón Bonaparte en el siglo XIX (con quién curiosamente su abuelo había luchado a su lado), hasta que falleció anciano y abandonado el 23 de Julio de 1953.

Matanzas

Los soldados de la Milicia Francesa (Milice) fueron los objetivos por excelencia de las autoridades de la Francia de Vichy y en ocasiones de los partisanos del Partido Comunista Francés. La primera víctima fue su líder, el activista Joseph Darnand, pasado por armas el 3 de Octubre de 1945; antes de que decenas de milicianos fueran masacrados en Nîmes, Avignon, Montpellier, Aix-en-Provence, Perigueux, Bezeirs y Tolouse. Otros con menos suerte fueron torturados hasta la muerte a base de romper sus huesos a golpes en medio de las aldeas, o directamente linchados en público. Entre las matanzas más terribles estuvieron la ocurrida en Annecy, donde 76 milicianos resultaron ejecutados por las tropas gaullistas (después de que estas últimas les instasen a salir de sus escondites tras prometerles que serían tratados según la Convención de Ginebra); o la que sucedió en Côtes-du-Nord con el asesinato de 50 personas más.

Tampoco se salvaron de la «Depuración» los soldados franceses que habían combatido contra la Unión Soviética en el Frente Oriental como parte de la Legión de Voluntarios Franceses (LVF) o la 33ª División SS de Granaderos Francesa «Carlomagno», cuyos miembros al ser veteranos de un conflicto totalmente ajeno a Francia, en teoría era imposible de achacarles un delito de «traición». Lamentablemente la arbitrariedad fue de tal magnitud, que doce prisioneros hechos por la 2ª División Blindada del general Philippe Lecrerc, fueron ejecutados en Bad Reichenhall después de haber capitulado ante el Ejército Francés en Aleamania. A estas víctimas siguieron arrestos, torturas y asesinatos similares, incluyendo el comandante Jean Demessine, un héroe de la Batalla de Narvik en 1940, que fue vejado y sus emblemas escupidos antes de caer fusilado ante el piquete.

Un grupo de mujeres, después de haber sido rapadas y humilladas, son subidas a la parte trasera de un camión para ser fusiladas por la Resistencia Francesa.

Las familias de los colaboracionistas con el Gobierno de Vichy fueron otras de las grandes afectadas por la «Depuración» porque la mayoría fueron desposeídas de todas sus pertenencias cuando los miembros de la Resistencia Francesa irrumpieron en sus casas, les robaron todos sus bienes, e incluso en ocasiones violaron a sus mujeres e hijas. Tampoco faltaron la creación de «chekas» políticas por parte del Partido Comunista Francés que se dedicaron a secuestrar disidentes, a subirlos a camiones y a fusilarlos en un descampado durante los llamados «paseillos» al más puro estilo de la Segunda República durante la Guerra Civil Española de 1936 a 1939. Precisamente, en el Instituto Dental de París controlado por los comunistas, se aplicaban duras torturas a los reclusos que iban desde fracturarles las piernas a obligarlos a sentarse de rodillas y pies sobre las puntas de un pico, algo que sin duda llevó a muchos al suicidio.

La crueldad de la Resistencia Francesa y del Gobierno Gaullista no tuvo límites porque muchas de las muertes estuvieron acompañadas de tormentos insoportables como fue el caso del Instituto Dental de París controlado por los comunistas, donde se fracturaban las piernas de los reclusos y se les obligaba a sentarse de rodillas y pies sobre las puntas de un pico, algo que sin duda llevó a muchos al suicidio. Otro centro penitenciario mucho más brutal fue el campo de concentración de Estivaux, situado en la comarca de Saint-Rémy-Sur-Dorolle, en cuyas instalaciones se violaron a decenas de mujeres, a veces por varios hombres a la vez, antes de hinchar sis vaginas con aire comprimido y asesinarlas haciendo estallar sus intestinos. Incluso se cometieron enterramientos vivos de los colaboracionistas a los que se hacía cavar su propio hoyo y se les echaba tierra encima mientras eran pisoteados durante horas hasta que desfallecían por asfixia.

Castigos

Ámbitos como la cultura, la fama y la intelectualidad no estuvieron exentos del horror de la «Depuración», sobretodo con la creación del Comité Nacional de Escritores al frente de los marxistas Sartre Mauriac y André Mauriac, quienes no dudaron en utilizar el arte y la ciencia como un arma de represión política que privaría a Francia de toda una generación. Algunos de los ejecutados fueron el escritor Georges Suárez, el novelista Paul Chack, el locutor radiofónico Jean-Hérold-Paquis, el periodista Pierre Gare, el director periodístico Jean Luchaire y el etnólogo Georges Montandon, así como el joven autor Robert Brassilach, una futura promesa de la literatura asesinado por escribir una novela que elogiaba a los defensores del Asedio del Alcázar de Toledo durante la Guerra Civil Española. Otras víctimas mortales fueron Alexis Carrel que falleció en la cárcel debido a las malas condiciones y Drieu La Rochelle que se suicidó antes que tener que sufrir la humillación de ser juzgado. De igual forma, fueron condenados a penas de cárcel los intelectuales Charles Maurras, Henri Béraud, Pierre-Antoine-Costeau, Lucien Rebatet y Georges Claude, este último inventor del agua pesada; y suspendidos de empleo escritores como Claude Ferrére, Jean Cocteau, Paul Fort, León-Paul Fargue, Sacha Guirty, Jean Anouihl, Jacques Audiberti, Marcel Carné, Henry Montherland, Jean Sarment, Octave Aubry, Pierre Bénoit, André Bellesort, Jacques Boulenger, Robert Desnos, Charles Dullin, León Frapié, Marcel Lherbier, Jacques de La Varende, Paul Morand, Pierre Mac Orlan, Victor Margueritte, Henri Poulaille, Henri Troyat, Maurice Rostand, Maurice Yvain, Marcel Aymé, Marcel Berger, Rene Barjavel, Félicien Challaye, Luc Durtain, Bernard Grasset, Pierre Hamp, Gabriel Hanotaux, Alfred Fabre-Luce, Louis Ferdinand-Royer, Pierre Mille, Henri-Raoul Lenormand, Bertrand Jouvenel, Jacques Roujon, Emile Roche, André Salmon, Francis Delaisi, Pierre Varenne, Rene Malliavin y Jacques Bénoist-Mechin. Algunos con más de suerte sólo fueron castigados a pagar multas como el cantante Maurice Chevalier, el actor Louis Jouvet o el boxeador Georges Carpentier; mientras que unos pocos marcharon al exilio como Louis-Ferdinand Céline a Dinamarca, Raymond Abeillo a Suiza, Alphonse de Chateaubriant a Austria y Abel Bonnard a España. A veces incluso, la censura cultural llegó a ser tan absurda que se prohibieron en los billetes de 200 francos y las moneda con las imágenes de los Hermanos Lumiere porque el creador del cinematógrafo, Auguste Lumiere, se afilió en tiempos de la Francia de Vichy al Comité de Apoyo de la Legión de Voluntarios Franceses.

Al partir de Septiembre de 1944, los Tribunales de Justicia consideraron criminales e ilegales a veintiocho organizaciones entre las que estuvieron la Milicia Francesa, la Legión Francesa de los Combatientes, los Grupos de Protección, la Legión de Voluntarios Franceses, la Falange Africana, la 33ª División SS de Granaderos Francesa «Charlemagne» o la Legión Tricolor, aunque esta última jamás se llegó a constituir. De la misma forma, todos los partidos políticos fascistas o nacionalistas fueron clausurados y sus militantes detenidos como por ejemplo los políticos del Movimiento Popular Francés, la Unión Nacional Popular, el Partido Francés Nacional Colectivista, Acción Francesa o el Frente Revolucionario Nacional, además de todas sus fundaciones paralelas y sindicatos como el Comité Obrero de Socorro Inmediato (COSI) y el Comité de Acción Antibolchevique. De hecho, solamente se salvó de la persecución el movimiento del Progreso Social Francés, cuyos militantes eran los antiguos Cruces de Fuego que habían luchado del lado de la Francia Libre. Respecto a los 359 diputados de la Asamblea Nacional que en 1940 eligieron democráticamente a Philippe Pétain, todos fueron vetados de la vida pública para siempre.

Tribubal de la Francia Libre juzga a tres franceses de ideología fascista. A la izquierda Maurice Denis, de 19 años de edad, condenado a 15 años de trabajos forzados en prisión. En el centro y a la derecha se encuentran Gaville Duplessis de 19 años y Claude Geslin de 23 años, ambos condenados a muerte y ejecutados.

Las filas del Ejército Francés fueron un objetivo intenso de la «Depuración» porque 140 generales y 5.000 oficiales fueron expulsados (sólo los soldados pudieron permanecer tras acudir a un programa de ideologización antifascista), u otros condenados a diversas penas como el «as» de la aviación de la Primera Guerra Mundial, Armand Pinsard, que fue castigado a realizar trabajos forzados. Ni siquiera los muertos fueron respetados porque el «as» Pierre Le Gloan, considerado tercer mejor piloto de Francia de la Segunda Guerra Mundial que había combatido del lado de la Francia de Vichy durante la campaña de Siria contra el Imperio Británico, fue desposeído de sus condecoraciones a título póstumo y su recuedo profanado y humillado.

Otras Víctimas

Cuando los Tribunales de Justicia no podían declarar la culpabilidad de muchos acusados por falta de pruebas y se tenían que poner en libertad a los encarcelados, los terroristas del Partido Comunista Francés se encargaban de eliminar a los disidentes mediante otros medios al margen de las leyes. Por ejemplo el 2 de Noviembre de 1945 detonaron una bomba en la vía por donde pasaba un tren en el que sabían viajaban algunos colaboracionistas, matando durante el incidente a 30 personas e hiriendo a otras 100. Al cabo de tres semanas de este atentado, el 25 de Noviembre, los comunistas explosionaron una segunda bomba contra un convoy de soldados gaullistas (a los que se había reclutado a cambio de redimir su pasado vichysta), acabando con la vida de 32 de ellos.

Colaboracionistas franceses capturados son llevados en columna por los soldados gaullistas.

No todas las víctimas de la «Depuración» fueron franceses porque existía un gran número de extranjeros viviendo en el país que de una forma u otra colaboraron con el Tercer Reich, como por ejemplo las minorías alemanas que vivían en las provincias de Alsacia y Lorena, las cuales en muchos casos fueron privadas de sus derechos y algunos ciudadanos ejecutados. Sin embargo, uno de los colectivos que más sufrió fueron los españoles residentes en toda la nación, tal y como sucedió en el Incidente de la Estación de Chambery, donde una multitud de violentos de extrema izquierda asaltaron un tren cargado de ciudadanos hispanos, a los que propinaron una fuerte paliza a base de patadas y porrazos, para a continuación arrojar a las personas por las ventanillas y lanzarles piedras, incluyendo a los niños a los que desnudaron y escupieron mientras lloraban desesperados buscando la protección de sus padres. El resultado de aquella triste jornada fue de tres españoles muertos y otros 71 heridos, lo que fue respondido desde España con la expulsión de todos los militares del Ejército Francés en la Península Ibérica y la ruptura de las relaciones diplomáticas con Francia.

Las tropas de los Aliados Occidentales presentes en Francia, sobretodo de Estados Unidos y Gran Bretaña, apenas tardaron en quejarse a las autoridades militares del Ejército Francés tras contemplar como los gaullistas y comunistas mataban a placer y se tomaban la justicia por su mano en todo el país. De hecho, algunas tropas del Ejército Estadounidense y del Ejército Británico salvaron la vida a numerosos vichystas en el norte de Francia, e incluso tanto el Presidente Franklin Delano Roosevelt como el Primer Ministro Winston Churchill, exigieron al Presidente Charles De Gaulle el fin de la violencia, algo a lo que este se negó desmintiendo que existiera tal «Depuración».

Resultado

La «Depuración» en Francia se prolongó desde el 6 de Junio de 1944, coincidiendo con el desembarco de las primeras tropas de la Francia Libre en Normandía, hasta los inicios de la década de 1950. Afortunadamente y coincidiendo con la escalada de tensión como consecuencia de la Guerra Fría, el 6 de Agosto de 1953, el Gobierno de la IV República Francesa puso fin a la persecución y declaró una Amnistía para todos los afectados que quedaban con vida (salvo aquellos que tuviesen graves crímenes de sangre).

Aproximadamente, las víctimas de la «Depuración Francesa» dejaron un saldo de 13.000 personas asesinadas. A esta cifra de muertos, hubo que añadir otros 80.000 ciudadanos franceses encarcelados, esclavizados o condenados a trabajos forzados; sin contar los centenares de miles de individuos que fueron apartados de la vida pública, perdieron sus derechos civiles o fueron obligados a enrolarse en la Legión Extranjera Francesa para combatir en la Guerra de Indochina (a cambio de redimir su culpabilidad en la colaboración).

 

Bibliografía:

-Carlos Caballero Jurado, Contra Stalin y De Gaulle. «Liberación, Depuración, ¿Revolución? Francia, 1944-1945», García Hispán Editor (2001), p.357-435
-Carlos Caballero Jurado, Carlomagno. «Vae Victis, El destino de los vencidos», García Hispán Editor (2002), p.309-386
-Ignacio Marina Grimau, La Francia más entregada, Revista Muy Historia (2009), p.79-81
-Joaquín Bochaca, Los Crímenes de los Buenos. «La Liberación de Europa», Ediciones Sieghels (2009), p.362-363