Batalla de Tarawa

A finales de 1943 los Estados Unidos pusieron en marcha la «Operación Galvanic», emprendiendo la tan esperada ofensiva sobre el Pacífico Central que años más tarde debía culminar en la invasión del propio Japón. Las Islas Gilbert fueron el primer obstáculo de la larga cadena sobre aquel vasto teatro de operaciones, donde contra todo lo imaginado el Cuerpo de Marines experimentaría una auténtica pesadilla en su bautismo de fuego contra una diminuta guarnición del Ejército Imperial Japonés, sufriendo una carnicería sobre un entorno tropical de coral que sería conocida como la Batalla de Tarawa.

Plan de Estados Unidos

La celebración en Marruecos de la Conferencia de Casablanca a principios de 1943 a la que acudieron el Presidente Franklin Delano Roosevelt de Estados Unidos y el Primer Ministro Winston Churchill del Reino Unido, se abordó entre otros temas de carácter estratégico pasar a la ofensiva contra Japón en el Océano Pacífico. El plan para este teatro de operaciones se subdividió en dos frentes simultáneos que debían concluir en último término con la conquista de Japón, repartiéndose las tareas del siguiente modo: un contingente al mando del general Douglas MacArthur subiría desde el Pacífico Sur por las Islas Salomón, Nueva Guinea y las Filipinas; y otro contingente al mando del almirante Chester Nimitz avanzaría sobre el Pacífico Central sobre la Micronesia y las Islas Marianas. Precisamente en el caso de esta última expedición el primer objetivo iban a ser las Islas Gilbert y más exactamente el Atolón de Tarawa.

Atolón de Tarawa. Este exótico y apacible lugar tropical del Pacífico se convirtió en una sangrienta batalla durante la Segunda Guerra Mundial (fotografía del siglo XX).

El Atolón de Tarawa era una formación de coral perteneciente a las Islas Gilbert en medio del Pacífico Central, cuyos veinticuatro islotes cubiertos de fina arena y palmeras se alineaban unos junto a los otros con el aspecto de un compás abierto de 90º, desde su extremo más meridional en la Isla de Betio hasta el más septentrional en la Isla de Na’a, los cuales rodeaban una laguna cristalina de medio kilómetro de profundidad. Aunque el archipiélago era un dominio colonial del Imperio Británico, durante la Segunda Guerra Mundial fue conquistado por el Imperio Japonés en 1942 que convirtió al entorno en una base avanzada desde la que aislar a Estados Unidos del oeste de Oceanía. Como la posición de este lugar era estratégica por abrir las puertas de los Aliados a la Micronesia, en seguida el almirante Chester Nimitz que lideraba la Comandancia de la Flota del Pacífico (CINCPAC) decidió invadirlo poniendo en marcha la «Operación Galvanic».

Almirante Chester Nimitz con oficiales discutiendo la «Operación Galvanic».

Bajo el nombre de «Operación Galvanic», la 2ª División de Marines al mando del general Julian Smith sería la encargada de invadir el Atolón de Tarawa con un organigrama que incluía el 1º Regimiento de Marines del general Thomas Eugene, el 2º Regimiento de Marines del coronel David Shoup, el 6º Regimiento de Marines del coronel Maurice Holmes, el 8º Regimiento de Marines del coronel Elmer Hall, así como una serie de entidades autónomas entre las que estaban el 2º Batallón Blindado del coronel Alexander Swenceski y el 2º Batallón de Tractores Anfibios del general Henry Drewes, los cuales serían depositados en tierra por el V Cuerpo Anfibio del general Holland Smith; sin obviar al 165º Regimiento de Infantería del comandante Ralph Smith, adscrito a la 27ª División de Infantería, que tendría como misión tomar el Atolón de Makin. Aunque todo el archipiélago sería ocupado, incluyendo las Islas de Bairiki, Apanama y Na’a, el principal objetivo fue la Isla de Betio en donde desembarcarían cuatro oleadas simultáneas del siguiente modo: una en la cara occidental bautizada «Playa Green» que sería responsabilidad del coronel Kenneth McLeod y otras tres en la cara septentrional denominadas «Playa Red 1», «Playa Red 2» y «Playa Red 3» con 600, 500 y 700 metros respectivamente que encabezarían en este orden los coroneles John Schoetel, Herbert Amey y Henry Crowe. Respecto al transporte de dicho contingente, la Flota Estadounidense (US Navy) dirigida por el almirante Raymond Spruance agrupó a la 52ª Fuerza Operativa del contraalmirante Arthur William Radford con seis portaaviones, cuatro acorazados, doce destructores, un submarino, un dragaminas y cinco transportes; más la 53ª Fuerza Operativa del contraalmirante Harry Hill con cuatro portaaviones, tres acorazados, cinco cruceros, dieciocho destructores y diecisiete transportes.

La «Operación Galvanic» contó con un preparación excelente porque el servicio de reconocimiento aéreo y el submarino USS Nautilius que patrullaba constantemente el Atolón de Tarawa, sacaron unas fotografías y planos que revelaban la posición exacta de las posiciones y los emplazamientos enemigos, sin obviar con que los atacantes incluyeron en su equipo a 16 reservistas británicos y neozelandeses que habían vivido en la zona y la conocían muy bien. Esta información se complementó con una serie de bombardeos de distracción en diversos enclaves que confundieron a los japoneses, pues la aviación embarcada y oleadas de cuatrimotores B-24 Liberator soltaron unas 65 toneladas de bombas diarias en la Isla de Betio, pero también 115 toneladas en otros lugares de las Islas Gilbert. De hecho para cuando la 2ª División de Marines zarpó de Nueva Zelanda, a medio camino realizó unos ejercicios sobre Éfate, una isla del condominio anglo-francés de las Nuevas Hébridas, en donde los combatientes realizaron varios desembarcos en la Bahía de Mele y raids simulados en el Islote de Errakada, antes de poner rumbo directamente hacia el mismo Atolón de Tarawa.

Aproximadamente los Estados Unidos reunieron un total de 35.000 efectivos sumando 18.600 soldados o marines y 16.400 marineros o personal logístico, así como 76 navíos entre 10 portaaviones, 7 acorazados, 5 cruceros (2 pesados y 3 ligeros), 30 destructores, 1 submarino, 1 dragaminas y 22 transportes, además de 14 tanques Sherman y 95 tractores anfibios LVT-2.

Fuerzas Armadas Estadounidenses:
·2ª División de Marines:
-2º Regimiento de Marines
-6º Regimiento de Marines
-8º Regimiento de Marines
-10º Regimiento de Marines
2º Batallón Blindado
2º Batallón de Tractores Anfibios
165º Regimiento de Infantería
·Flota Estadounidense:
-10 Portaaviones: USS Enterprise, USS Wood, USS Liscomb Bay, USS Belleau, USS Cowpens, USS Monterey, USS Essex, USS Bunker Hill, USS Mississippi y USS Independance.
-7 Acorazados: USS Indiana, USS North Carolina, USS Pennsylvania, USS New Mexico, USS Tennesse, USS Colorado y USS Maryland.
-2 Cruceros Pesados: USS Indianapolis y USS Portland.
-3 Cruceros Ligeros: USS Mobile, USS Santa Fe y USS Birmingham.
-30 Destructores: USS Heermann, USS Hazelwood, USS Bailey, USS Fraizer, USS Bancroft, USS Gansevoort, USS Meade, USS Anderson, USS Russell, USS Ringgold, USS Dashiel, USS Schroeder, USS Cotten, USS Cowell, USS Sigsbee, USS Farragut, USS Aylwin, USS Monaghan, USS Mustin, USS Kimberly, USS Burns, USS Dewey, SS Hull, USS Gridley, USS Maury, USS Maury, USS Hughes, USS Morril, USS Hoel y USS Franks.
-1 Submarino: USS Nautilis.
-1 Dragaminas: USS Revenge.
-22 Transportes: USS Zeilin, USS Harry Lee, USS Wiliam Biddle, USS Arthur Middleton, SS Heywood, USS Thuban, USS Monrovia, USS Doyen, USS Sheridan, USS Virgo, USS La Salle, USS Ashland, USS Harris, USS Franklin Bell, USS Ormsby, USS Feland, USS Bellatrix, USS Leonard Wood, USS Calvert, USS Pierce, USS Alcyone y USS Neville.

Plan de Japón

La fácil ocupación de Japón a las Islas Gilbert al inicio de la Guerra del Pacífico propició que el lugar pasara a considerarse como un escenario secundario debido a que como la Marina Imperial Japonesa dominaba los mares, por el momento la Flota Estadounidense no tendría capacidad para amenazar aquel dominio tan alejado en el Pacífico Central. Sin embargo cuando la contienda comenzó a complicarse tras la derrota en la Batalla de Midway y el estancamiento en la Batalla de Guadalcanal, los aviación enemiga efectuó algunos bombardeos sobre el archipiélago y en Agosto de 1942 un grupo de comandos desembarcó en la Isla de Makin, matando a 60 guardias japoneses y destruyendo varias instalaciones a costa de perder la vida 19 norteamericanos. A raíz de aquel incidente, los mandos del Imperio Japonés decidieron convertir al Atolón de Tarawa, por ese entonces un lugar paradisíaco cubierto de cocoteros y pandanos, en una fortaleza insular inexpugnable y más especialmente a la Isla de Betio que poseía un aeródromo de la Fuerza Aérea Imperial Japonesa y una pequeña guarnición al frente del contraalmirante Tomanari Saichiro.

La guarnición del Atolón de Tarawa al mando del contraalmirante Keiji Shibakazi estaba compuesta por 1.122 soldados del 3ª Fuerza Especial de Defensa, 1.497 infantes navales de la 7ª Fuerza Especial de Desembarco, 970 marineros coreanos del Destacamento de Construcción Naval y 1.247 zapadores de origen coreano adscritos a la 11ª Unidad de Construcción. Sin contar el personal del submarino I-175 que patrullaba las Islas Gilbert, alrededor de 800 hombres defendían las Islas de Makin, Bairiki, Apanama y Na’a; mientras que los 4.000 restantes estaban en la Isla de Betio, esta última protegida a conciencia con más de 500 búnkers, casamatas o fortines precedidos por dos alambradas a entre 50 y 100 metros de la arena y un muro de troncos de cocotero junto a la orilla, el cual se erigía frente a las playas de desembarco barridas del siguiente modo: la «Playa Red 1» contaba con un cañón de 140 milímetros, dos de 80 milímetros, dos obuses y una ametralladora; la «Playa Red 2» con tres ametralladoras; la «Playa Red 3» con cuatro cañones de 80 milímetros, dos de 70 milímetros y siete ametralladoras; y la «Playa Green» con una pieza pesada costera de 200 milímetros, otra de 140 milímetros y cuatro cañones de 80 milímetros. Ante este perímetro inexpugnable, no fue extraño que el contraalmirante Keiji Shibakazi manifestase: «Tarawa no puede ser conquistada ni por un millón de hombres, ni en cien años».

Otra guarnición importante de las Islas Gilbert iba a ser el Atolón de Makin custodiado por 798 soldados (entre ellos 200 coreanos) de la 5º Fuerza de Base Especial al mando del general coreano Seizo Ishikawa, los cuales se repartían en 284 hombres del 3º Destacamento Especial, 276 de la 4ª Unidad de Construcción, 108 de las 802ª y 952ª Unidades de Aviación, 138 de la 111ª Compañía de Ingenieros y tres tanques Ha-Go del Destacamento Blindado «Makin». De tales efectivos unos 300 se ubicaban en el enclave principal que era la Isla de Butaritari, la cual se hallaba defendida por las siguientes líneas fortificadas: la occidental por una trinchera de 3’5 a 5 metros de ancho y 4’5 metros de profundidad, una batería de 37 milímetros, un fortín de hormigón, seis nidos de ametralladoras y 50 pozos de tirador; la oriental por una trinchera de 4’5 metros de ancho por 2 metros de profundo, una doble alambrada, dos posiciones anticarro, dos barricadas de troncos de cocotero en los extremos y 35 pozos de tirador.

Aproximadamente el Imperio Japonés reunió a 4.836 soldados o marineros entre 2.616 coreanos y 2.220 japoneses, 50 piezas de artillería, 31 ametralladoras antiaéreas, 10 tanques y 1 submarino.

Batalla de Tarawa

En la oscuridad de la medianoche del 20 de Noviembre de 1943, los portaaviones y acorazados de la Flota Estadounidense echaron el ancla frente al Atolón de Tarawa, para luego situarse justo detrás el grueso de cruceros, destructores y transportes de las 52ª y 53ª Fuerzas Operativas. Completado el despliegue naval, a las 3:00, los soldados del Cuerpo de Marines comenzaron a descender por las redes de sus naves y a embarcar en las lanchas de desembarco, en cuyo interior depositaron un material que nunca excedió los 200 kilogramos de peso. Al cabo de dos horas, a las 5:00, un total de 95 tractores LVT-2 repletos de tropas iniciaron la aproximación en tres oleadas, estando la primera conformada por 42 embarcaciones, la segunda por 24 y la tercera por 21, además de permanecer otras ocho en reserva. Al mismo tiempo dos hidroaviones Kingfisher, uno a los mandos del oficial Robert MacPherson y otro procedente de la catapulta del acorazado USS Maryland, sobrevolaron el archipiélago para recabar la máxima información posible, aunque uno de los aparatos se tuvo que retirar de inmediato después de recibir proyectiles de ocho cañones antiaéreos emplazados en la Isla de Betio.

Cazas Hellcat en uno de los portaaviones de la Flota Estadounidense durante la Batalla de Tarawa.

Al amanecer del 20 de Noviembre, los acorazados, cruceros y destructores de las 52ª y 53ª Fuerzas Operativas iniciaron el bombardeo naval a través de los grandes y medios calibres de sus torretas, al tiempo en que las baterías de costa respondían con fuego de contrabatería contra los buques de la Flota Estadounidense. Aunque algunos refugios y búnkers resultaron sepultados en medio de las detonaciones, los soldados japoneses apenas se vieron afectados porque se ocultaron en atrincheramientos y galerías bajo la arena, mientras que una de las piezas niponas que apuntaba contra el mar pulverizó con un proyectil la torreta del acorazado USS Mississippi matando a 44 marineros. La única pérdida grave que sufrieron los defensores fue la destrucción de algunas baterías con sus respectivos artilleros muertos, pero especialmente el hecho de que se cortasen las comunicaciones (lo que dejaría al contraalmirante Keiji Shibakazi prácticamente a ciegas toda la batalla).

A las 5:40 horas se procedió a los ataques aéreos de la aviación embarcada procedente de los tres portaaviones USS Essex, USS Bunker Hill y USS Independence que con cazas Hellcat, cazabombarderos Avenger y bombarderos en picado Dauntless SBD Douglas intentaron castigar sin éxito la Isla de Betio, pues el bombardeo naval previo obstaculizó las transmisiones, viéndose obligados los pilotos a lanzar sus bombas a ojo, exactamente igual que la segunda oleada de aviones que apenas tuvieron línea de visión por culpa de salvas disparadas por cuatro acorazados y tres cruceros. De hecho para lo único que sirvieron las ineficaces incursiones desde el aire fue para que los dragaminas USS Pursuit y USS Requisite desactivasen sin ser molestados un campo de artefactos acuáticos, y también para que los ingenieros navales «seabees» abriesen una brecha en el arrecife de coral, por donde a las 7:15 las barcazas accedieron a la laguna y se encaminaron hacia la Isla de Betio. A la cabeza iban los destructores USS Ringgold y USS Dashiel, recibiendo el primero dos proyectiles defectuosos que por suerte no detonaron, antes de que esta nave al mando de un teniente neozelandés local llamado Gordon Webster, efectuara una brillante maniobra sobre los bajíos y silenciara a cañonazos alguna de las baterías enemigas.

Pintura del desembarco en la Isla de Betio con los soldados estadounidenses avanzando con el agua a mitad del cuerpo y paralelos al muro de madera que se adentraba medio kilómetro en el mar.

La «Hora-H» en la Isla de Betio tuvo lugar a las 9:00 horas cuando 42 barcazas del V Cuerpo Anfibio que navegaban hacia la «Playa Red 1» comenzaron a recibir los disparos de la artillería japonesa que desde una distancia de 3.000 metros hicieron varios blancos sobre las embarcaciones e incluso en sus depósitos de combustible, dejando ardiendo a varias embarcaciones que saltaron por los aires con sus hombres dentro, sin obviar con que otras tantas resultaron agujeradas por las ráfagas de ametralladora emitidas desde unos 700 metros. No obstante mucho peor fue lo ocurrido a 450 metros de la orilla, pues el coral sumergido y las barreras de acero bajo la superficie impidieron navegar a las lanchas, por lo que bien los pilotos tuvieron que dar un rodeo enorme o bien las tropas hubieron de saltar por la borda para introducirse en el mar con el agua a la altura pecho. A partir de entonces los marines se vieron obligados a recorrer muy lentamente casi medio kilómetro (con el fusil en alto para no mojarse) mientras las olas se teñían de cadáveres y de sangre, sobretodo a partir de 90 metros cuando fueron segados por armas automáticas ligeras y los fusiles de los tiradores.

A las 9:10 horas tan sólo una embarcación consiguió embarrancar en la «Playa Red 1», descendiendo un grupo de tres marines liderados por el teniente William Hawkins que arrojaron granadas contra el emplazamiento de una ametralladora, silenciado la automática y a su dotación, lo que permitió a otros soldados alcanzar la arena. A continuación llegaron los demás tractores anfibios que tuvieron la inmensa suerte de encontrar dos boquetes en el muro de troncos de cocotero, a través del cual se colaron los soldados del Cuerpo de Marines; sin obviar con que otros grupos consiguieron extenderse unos 200 metros sobre la costa hasta alcanzar los bordes del Muelle de Burns-Philp, el cual tomaron después de incendiar un tramo de 30 metros de pasarela con un lanzallamas accionado por el teniente Alan Leslie.

La «Playa Red 3» fue la siguiente en ser asaltada a las 9:14 tras la «Playa Red 1», aunque nada más aproximarse al litoral una de las barcazas colisionó con una mina submarina y se hundió, exactamente igual que le sucedió a una lancha de gran tamaño que se fue a pique con un tanque Sherman tras ser impactada por un cañón de 77 milímetros a una distancia de 100 metros. Una vez ante la costa el resto de embarcaciones tuvieron que soltar a los marines a 90 metros de la orilla, los cuales se abrieron paso hasta la arena sufriendo bajas y matando a unos pocos defensores japoneses hasta que consolidaron una pequeña cabeza. Casi simultáneamente el V Cuerpo Anfibio se dirigió a la «Playa Red 2» con problemas en la navegación debido a que los timoneles se desviaron del rumbo por daños en los sistemas de comunicación como consecuencia de las salvas del acorazado USS Maryland, con lo cual la primera oleada conformada por dos unidades quedaron muy divididas la una de la otra al ser depositado en el extremo derecho la Compañía F y en el extremo izquierdo la Compañía E.

Soldados del Cuerpo de Marines se defienden en unos sacos terreros mientras uno arroja una granada durante la Batalla de Tarawa.

Durante el resto de la mañana del 20 de Noviembre los soldados de la 2ª División de Marines vivieron un verdadero infierno porque se encontraban estancados en la arena e incluso medio sumergidos en la orilla mientras las balas silbaban sobre sus cabezas y los proyectiles de morteros y piezas de artillería despedazaban a decenas de hombres, incluyéndose entre las víctimas mortales al coronel Herbert Amey que dejó sin mando al 2º Batallón de Marines (falleció de un balazo cuando intentaba salir de su tractor enmarañado en el alambre). Como las comunicaciones por radio se interrumpieron y era imposible advertir a los buques, los capitanes no tuvieron más remedio que enviar mensajeros que corrían de una punta a otra de las playas para coordinar las acciones, quienes casi nunca llegaban a sus destinatarios porque eran eliminados por los francotiradores. Solamente a las 10.18 horas pudieron establecer contacto con el vicealmirante Raymond Spruance a bordo del crucero pesado USS Indianapolis para pedir traer a las reservas, las cuales fueron desembarcadas por el V Cuerpo Anfibio en las playas y en la única pasarela de madera disponible a las 11:30.

Simultáneamente al desembarco en la Isla de Betio, el 20 de Noviembre se procedió a invadir la Isla de Makin al norte de las Islas Gilbert mediante un bombardeao preliminar de la 52ª Fuerza Operativa con los tres acorazados USS Indiana, USS North Carolina y USS Pennsylvania, seis destructores y los aparatos embarcados de los seis portaaviones USS Enterprise, USS Wood, USS Liscomb Bay, USS Belleau, USS Cowpens y USS Monterey. Concluida la barrera de fuego de la escuadra, un contingente de 460 soldados y 8 tanques del 165º Regimiento de Infantería a bordo de dos barcos LST y 16 tractores anfibios desembarcaron en la costa occidental al 1º Batallón de Infantería del teniente coronel Gerard Kelley y al 3º Batallón de Infantería del teniente coronel Joseph Hart. Contra todo lo imaginado nadie salió a recibir a los invasores, quienes progresaron sin oposición 275 metros, tomaron la Punta Fink, aseguraron la única laguna de agua dulce y ocuparon tanto Punta Ukiakong como la propia aldea de Ukiakong. Al mismo tiempo en el norte otra escuadra compuesta por 16 tractores acuáticos, la lancha LST-179 y los transportes USS Neville y USS Belle Grove, depostiaron en la «Playa Amarilla» a los restantes efectivos del 2º Batallón de Infantería encabezado por el teniente coronel John Macdonough, liquidando a la escasa oposición presentada por los japoneses, capturando a 35 trabajadores coreanos y apoderándose de los muelles de King’s Wharf y On Chong. A pesar de estos éxitos, la situación se estabilizó en torno a una de las zanjas anticarro debido a los cráteres que atascaron a los tanques, a las ráfagas procedentes de los fortines y a los francotiradores colgados de los árboles que acabaron con la vida del coronel Gardner Conroy. De hecho una de las oleadas que traía a 15 tanques ligeros Stuart quedó encallada en el arrecife debido a que los nipones comenaron a disparar desde una distancia de 450 metros, perdiéndose trece de los blindados sumergidos en pozas o volcando en la superficie.

A las 14:30 de la tarde de aquel 20 de Noviembre, el 6º Regimiento de Marines en la Isla de Betio, recibió órdenes de los mandos del Cuerpo de Marines de desplazarse al extremo más occidental de la Isla de Betio, la «Playa Green», para despejar sus orillas antes de que llegasen las reservas prometidas del 2º Batallón Blindado. Así fue como tres compañías de fusileros, un pelotón de ametralladoras y algunos destacamentos de conductores, artilleros e ingenieros, se abrieron paso bajo el fuego enemigo hasta tomar posiciones en la zona indicada y rechazar varios contraataques con armas cortas, lo que facilitó el desembarco de siete tanques Sherman que muy pronto reforzaron la «Playa Roja 3».

La 27ª División de Infantería en la Batalla de Makin.

Las fuerzas acorazadas que tomaron parte en la Batalla de Tarawa sufrieron los mismos problemas que el Cuerpo de Marines, ya que por ejemplo aquellos destinados a la «Playa Green» fueron depositados por las barcazas a 1.200 metros de la costa, en concreto sobre un arrecife fuera del agua sobre el que traquetearon hasta alcanzar la orilla a costa de perderse cuatro Sherman. Respecto a los que desembarcaron en la «Playa Red 1», un tanque norteamericano resultó incendiado por un blindado japonés Ha-Go, el cual a su vez fue pulverizado por otro estadounidense que también acabó convertido en chatarra tras el impacto de una pieza de artillería nipona. Al mismo tiempo en la «Playa Red 2» se perdieron otros dos Sherman, en este caso uno después de pisar una mina y otro tras caer en un agujero; mientras que en la «Playa Red 3» uno se chamuscó accidentalmente al colisionar con unos bidones de gasolina, otro por el disparo de un cañón nipón y el último a manos de un bombardero en picado Dauntless SBD Douglas durante un polémico episodio de «fuego amigo».

Caída la tarde en aquel sangriento comienzo de la «Operación Galvanic», los soldados de la 2ª División de Marinas solamente se habían establecido en las orillas de la «Playa Roja 1», la «Playa Roja 2», la «Playa Roja 3» y la «Playa Verde», pero apenas habían ganado más que unos pocos metros del interior de la Isla de Betio. A este fracaso se añadió que los marines y los heridos se acumulaban en la orilla padeciendo una urgente necesidad de agua, municiones y plasma, sin obviar con que la mayoría se situaban en playas incorrectas o mezclados con personal de otras unidades, usualmente sin poder comunicarse con la flota debido a que casi todas las radios resultaron averiadas (sólo unas pocas de onda corta funcionaron tras canibilizar piezas de otras). El único logro significativo en la jornada fue eliminar al principal líder defensor de la guarnición, ya que los destructores USS Ringgold y USS Dashiel se aproximaron a la costa y dispararon varias andanadas con las que echaron abajo un búnker de campaña, sepultando y matando a nada menos que el contraalmirante Keiji Shibakazi.

Veinticuatro horas después de la «Operación Galvanic», a las 6:15 horas de la madrugada del 21 de Noviembre, un grupo de barcazas cargadas de suministros intentaron sortear los arrecifes de coral bajo la protección del acorazado USS Maryland, aunque poco antes de alcanzar la orilla las embarcaciones fueron víctimas de los tiros de la artillería japonesa que durante dos horas destrozó al 50% del cargamento entre comida, bebida, vituallas y todo el equipo de lanzallamas, armas pesadas y cargas de demolición, incluyendo un tractor anfibio LVT-2 que volcó en el agua con la consiguiente muerte de la totalidad de su tripulación (salvo un marine que sobrevivió de milagro). Afortunadamente a las 8:00 horas las lanchas descargaron con éxito el resto del material con armamento, municiones, jeeps y bulldozers, algo que tan sólo pudo lograrse gracias a todos estos refuerzos y a los continuos bombardeos de la aviación embarcada, los marines pudieron avanzar por primera vez hacia el interior y situarse al norte del aeródromo, estableciendo una cabeza triangular sobre la Isla de Betio.

Ataque de los marines al muro de troncos de cocoteros de Tarawa.

A las 10:00 horas de la mañana, los soldados del 6º Regimiento de Marines al frente del comandante Michael Ryan salieron de la «Playa Green» con el apoyo de dos destructores y dos tanques Sherman que volaron uno a uno los emplazamientos de ametralladoras y morteros hasta conquistar toda la franja de Punta Temakin, en donde destruyeron una docena cañones anticarro y dos piezas pesadas que los nipones habían capturado a Rusia durante la Guerra Ruso-Japonesa de 1905. Con esta última posición en manos de la 2ª División de Marines, los norteamericanos ampliaron su cabeza a un nuevo perímetro de 200 metros en forma de herradura que partía del aeródromo, seguía por la «Playa Red 1», la «Playa Red 2», la «Playa Red 3» y la «Playa Green», y finalizaba en la Punta Temakin, en cuyas orillas fueron afluyendo más refuerzos en medio de un colapso del tráfico que se prolongó desde las 16:00 a las 19:00 horas de la tarde, como por ejemplo el 1º Batallón de Marines que fue traído casi al anochecer por el transporte USS Feland. De igual manera las orillas se fueron descongestionando poco a poco e incluso se descargó artillería, como por ejemplo una batería de dos tubos de 75 milímetros liderada por el teniente coronel Presley Rixey que demolió varios búnkers, exactamente igual que hicieron los equipos de ingenieros con mochilas de TNT. También zapadores se vieron obligados a sellar las entradas de algunos fortines, tal y como les ocurrió a los 25 defensores de un complejo de hormigón a los que encerraron 30 metros bajo tierra, justo por debajo de un puesto de mando provisional que instaló el coronel David Shoup.

Como las cosas se complicaron para la guarnición de la Isla de Betio, muchos soldados nipones comenzaron a cruzar a nado el canal de agua que los separaba de la cerca Isla de Bairiki. Inmediatamente los buques de la 52ª Fuerza Operativa que patrullaban los arrecifes del Atolón de Tarawa, se percataron de la presencia de varios individuos nadando de un islote al otro, por lo que rápidamente se movilizó al 2º Batallón del 6º Regimiento de Marines que desembarcó en el lugar aquella misma jornada del 21. Sorprendentemente la lucha no fue necesaria porque un avión embarcado disparó una certera ráfaga con la que incendió un bidón de gasolina que hizo saltar por los aires un fortín erizado de doce ametralladoras en los que se hallaban los únicos 15 defensores, por lo que una vez muertos y destruido el complejo los norteamericanos declararon conquistada la Isla de Bairiki.

Playa atestada de soldados y cadáveres del Cuerpo de Marines en Tarawa.

Entre las 8:00 y las 11:00 de la mañana del 22 de Noviembre, el 6º Regimiento de Marines desplegado en Punta Temaki lanzó una ofensiva hacia el centro de la Isla de Betio que durante las tres horas siguientes resultó ser un éxito porque se eliminaron numerosas posiciones de ametralladoras y cañones, en parte gracias a la ayuda prestada por equipos de torpedos manuales «Bangalore» y tres tanques ligeros Stuart M3, uno de los cuales resultó destruido al pisar una mina. A mitad de la jornada, aquel mismo contingente irrumpió en el aeródromo con el apoyo de tanques Sherman situados 50 metros por detrás de la infantería, destruyendo los carros uno de los búnkers y un nido con automáticas, aunque durante el avance se produjeron una veintena bajas y la pérdida de un semioruga Half-Track M3. A partir de entonces el progreso quedó completamente frenado, ya que los hombres del 6º Regimiento de Marines tan sólo habían conseguido asegurar unos 800 metros de la base, por lo que tuvieron que llevar a cabo un segundo asalto apoyado por ocho blindados, entre estos un Sherman y siete Stuart M3, con el que se logró superar la zanja antitanque, liquidar a 200 enemigos y destruir una batería de costa situada en una torreta giratoria.

Otros de los obstáculos con los que se encontró la 2ª División de Marines en la Isla de Betio fue el gran refugio antiaéreo de hormigón, por ese entonces el mayor baluarte enemigo del atolón, ya que como los proyectiles de los acorazados fueron incapaces de perforarlo, los norteamericanos tuvieron atacarlo desde varios costados, despejando primero sus atrincheramientos exteriores y el fortín de acero que cubría su flanco. Como de manera fortuita un tanque Sherman hizo saltar por los aires uno de los almacenes de municiones, en medio de las detonaciones los marines accedieron al recinto mientras un teniente llamado Alexander Bonnyman activaba su lanzallamas y abrasaba a decenas de defensores, antes de perder él mismo la vida para ser condecorado a título póstumo con la Medalla de Honor. El resultado del ataque fue la huida de la mayor parte de la guarnición, salvo unos 250 hombres que fueron acribillados por las ametralladoras a la salida, los cien que optaron por suicidarse en el interior y algunos pocos que morirían atrapados después de que las excavadoras cubriesen con tierra todas las bocas del complejo.

Mientras tanto en la Isla de Makin, los soldados del 165º Regimiento de Infantería que se encontraban atrincherados sobre las zanjas anticarro, por fin comenzaron a moverse después de haber perdido el tiempo limpiando uno a uno los diferentes blocaos de cocoteros (usualmente con cargas de TNT sujetas a palos) e incluso haber sufrido un caso de «fuego amigo» tras el bombardero en picado de un aparato embarcado que destruyó a un tanque Stuart M3, matando a tres norteamericanos, entre ellos al comandante Edward Gallagher. A pesar de todo se ganaron 900 metros de terreno después de superar la zanja occidental y se alcanzó las zanja oriental que fue devastada con un bombardeo de artillería de 900 proyectiles. De igual forma se evitó que los japoneses huyeran al vecino Islote de Kuma mediante dos desembarcos, uno con 10 tractores anfibios LVT-2 en el mismo lugar y otro con otros seis en la punta norte de Makin, por lo que al quedar cortada la retirada enemiga, los nipones lanzaron una última carga suicida «Banzai» que acabó con el aniquilamiento total de la guarnición a manos del fuego de 21 tanques norteamericanos (5 Stuart y 16 Lee).

En la Isla de Betio la resistencia se fue apagando desde las 3:00 de la madrugada del 23 de Noviembre, motivo por el cual más de 400 japoneses lanzaron una carga suicida «Banzai» sobre el aeródromo empleando bayonetas, cuchillos, katanas y granadas. Como los marines fueron cogidos por sorpresa en los primeros 500 metros, numerosos estadounidenses fueron arrollados en la arremetida inicial hasta que al cabo de unos minutos se lanzaron bengalas que iluminaron el lugar y los dos destructores USS Schoeder y USS Sigsbee dispararon sus cañones despedazando a los atacantes. Gracias a los fogonazos procedentes de la laguna, la carga «Banzai» fue desarticulada perdiendo al vida 320 soldados japoneses, además de encajar los norteamericanos 173 bajas entre 45 muertos y 128 heridos.

Carga del Cuerpo de Marines contra el aeródromo de la Isla de Betio.

Al amanecer del 23 de Noviembre, la situación en la Isla de Betio era desoladora porque miles de cuerpos estaban tendidos sobre la arena o entre los troncos de las palmeras ardiendo, sin contar los que flotaban en la orilla, desprendiendo un hedor dulzón que hizo irrespirable la atmósfera del campo de batalla. En medio de este ambiente infernal, los soldados del Cuerpo de Marines se lanzaron al asalto contra el corazón insular, forzando a la retirada de los últimos defensores japoneses hacia las playas vacías y conquistando de una vez por todas el aeródromo. Como represalia al saberse de la caída de la instalación, la Fuerza Aérea Imperial Japonesa basada en la Micronesia lanzó una serie de raids contra el Atolón de Tarawa, aunque la incursión fue desastre porque los interceptores Hellcat de los portaaviones derribaron un total de 17 aviones nipones, entre estos varios cazas Zero, logrando tan sólo tres bombas alcanzar y provocar un incendio en el área de descarga del Cuerpo de Marines.

El asalto final para eliminar los últimos reductos de la Isla de Betio tuvo lugar a mitad del 23 de Noviembre partiendo los batallones de la 2ª División de Marines desde «Playa Roja 1», la «Playa Roja 2» y la «Playa Green» con el apoyo de nueve tanques entre dos Sherman y siete Stuart M3. Con rapidez los norteamericanos avanzaron hacia la parte oriental del dominio insular que estaba en poder de los últimos 500 defensores, quienes organizaron una fanática resistencia casi suicida, llevándose por delante a unas cuantas tropas estadounidenses, hasta que después de muchas dificultades, los atacantes emplearon los lanzallamas y rociaron de fuego todos los escondrijos, matando en un par de horas a los últimos 470 soldados nipones a costa de 34 bajas entre los marines (9 muertos y 25 heridos).

A 122 kilómetros de distancia al sur del Atolón de Tarawa, un contingente del 3º Batallón de Marines compuesto por 82 efectivos al mando del teniente coronel Kenneth McLeod desembarcaron en el Atolón de Apamama, exactamente en el Islote de «Joe» que estaba situado justo por debajo del Islote de «John» defendido por 23 soldados japoneses. Como cruzar el estrecho pasillo del arrecife fue imposible, los norteamericanos rodearon a sus oponentes desembarcando más al norte en el Islote de «Orson» y efectuaron fuego de cobertura con el submarino USS Nautilius y los dos destructores USS Ringgold y USS Gansevoort. Después de matar en un combate a tres nipones y morir otros dos por el bombardeo, los dieciocho restantes se suicidaron, por lo que al final los estadounidenses terminaron de ocupar el Atolón de Apamama a un saldo de tan sólo cinco bajas entre dos muertos y tres heridos.

Cuadro sobre el portaaviones USS Liscomb Bay explotando tras ser alcanzado por un torpedo de un submarino japonés I-175.

Con la conquista de prácticamente todo el Atolón de Tarawa, la jornada del 24 de Noviembre los norteamericanos creyeron haber obtenido la victoria y bajaron la guardia sin percatarse de que en la laguna de coral accedió sumergido el submarino japonés I-175. Al mando del capitán Tabata Sunao, el sumergible disparó tres torpedos contra una de las concentraciones de barcos que impactaron bajo la línea de flotación del portaaviones USS Liscomb Bay, haciendo detonar primero el compartimento de municiones y luego incendiando los depósitos de gasolina, por lo que rápidamente la nave ardió de manera incontrolable y estalló en mil pedazos con trozos de cascotes que cayeron sobre la cubierta del acorazado USS New Mexico (incluso muchos pilotos del escuadrón embarcado murieron mientras permanecían con sus aparatos sobre la pista). Bastaron tan sólo 23 minutos para que el portaaviones USS Liscomb Bay se hundiera con la consiguiente muerte de 644 tripulantes a bordo, estando entre ellos el contraalmirante Henry Mullinix, el capitán Irving Wiltsie y el ayudante de comedor de primera clase Doris Miller, quién se había convertido en el primer afroamericano condecorado con la Cruz Naval por derribar dos aviones enemigos durante el ataque a Pearl Harbor.

Otro objetivo menor que el Cuerpo de Marines tuvo que neutralizar en las Islas Gilbert fue la Isla de Buariki defendida por casi dos centenares de japoneses, en donde el 28 de Noviembre desembarcó un batallón norteamericano seguido por una batería de artillería, la cual nada más poner pie en tierra se puso a disparar casi a bocajarro contra una línea de fusileros erigida por los defensores. La batalla se prolongó durante un día entero hasta que Buariki fue conquistada al completo tras ser reducidos 178 soldados del Eje, entre estos 175 nipones muertos y 2 coreanos capturados, a costa de 91 bajas estadounidenses entre 32 muertos (3 oficiales) y 59 heridos.

Conclusión

La mañana del 28 de Noviembre de 1943 comenzó la última fase de la Batalla de Tarawa que se desarrollaría sin bajas cuando el submarino norteamericano USS Nautilis emergió en el extremo más septentrional del archipiélago y bombardeó con su pequeño cañón de proa la Isla de Na’a, un reducido islote apodado como «Árbol Solitario». Al cabo de unos minutos, un grupo de soldados del Cuerpo de Marines desembarcaron en el lugar y sin encontrar ningún tipo de oposición se apoderaron del terreno después de encontrar los cadáveres de 25 militares japoneses. Al día siguiente, el 29, el dragaminas USS Pursuit depositó a un contingente estadounidense en los vacíos Atolones de Abaiang y Marakei, mientras que el 1 de Diciembre en el Atolón de Maiana, dándose desde ese instante por concluida la Batalla de Tarawa.

Oficialmente el cierre de la Batalla de Tarawa tendría lugar con el izado de la bandera de Estados Unidos sobre la Isla de Betio, aunque como la región pertenecía al Reino Unido en seguida los norteamericanos izaron en los restos de una palmera quemada la insignia de la «Union Jack». A pesar de todo algunos japoneses todavía resistieron algunos días más tras ocultarse en galerías o pozos de tirador, por lo que se tuvo que emplear una semana más en eliminarles, perdiendo la vida durante el proceso dos marines que fueron ensartados por bayonetas mientras descansaban una noche (también con la consiguiente muerte de sus portadores).

Tanque Sherman semihundido antes de llegar a la playa junto al coral.

El Eje sufrió un total de 4.836 bajas entre 4.690 muertos (2.487 coreanos y 2.203 japoneses) y 46 prisioneros (17 japoneses y 129 coreanos), así como la destrucción de 7 tanques, 50 cañones y el derribo de 17 aviones.

Estados Unidos sufrió de 3.769 bajas entre 1.667 muertos y 2.101 heridos, además de resultar destruidos 26 tanques (11 Sherman y 15 Stuart) y ser hundidos tanto el portaaviones USS Liscome Bay como 24 tractores anfibios LVT-2.

La Batalla de Tarawa marcó el inicio de la contraofensiva de Estados Unidos sobre el Pacífico Central para comenzar poco a poco a ganar terreno y acortar el viaje hasta el objetivo final que no era otro que Japón. No obstante y pese a la victoria en las Islas Gilbert, el precio fue altísimo porque con 1.667 fallecidos sobre un diminuto trozo de coral en medio de la nada, el escándalo fue tremendo, no sólo entre los mandos de la Flota Estadounidense y en los despachos del almirante Chester Nimitz, sino también en el Estado Mayor de Washington y en la Casa Blanca. De hecho en el Atolón de Tarawa perdieron la vida 6.357 seres humanos contando a los combatientes de ambos bandos, algo que dejaría entrever el tipo de escenario que los norteamericanos se encontrarían a lo largo de todo el Frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Bibliografía:

-Rafael Rodrigo, Operación Galvanic, los Marines asaltan Tarawa 1943, HRM Ediciones, (2024), p.7-144
-Derrick Wright, Pacific Victory, «Tarawa», Sutton (2005), p.30-60
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, «De Tarawa a Eniwetok, el avance en el Pacífico», S.A.R.P.E. (1978), p.1.437-1.442
-http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Tarawa