Charles De Gaulle

Al igual que Napoleón Bonaparte fue la figura clave de Francia durante el siglo XIX, el general Charles De Gaulle lo fue en el siglo XX. Líder en el exilio de la Francia Libre durante la Segunda Guerra Mundial, posteriormente se convertiría en uno de los más carismáticos Presidentes de la Historia Francesa.

Charles André Joseph Marie De Gaulle, más conocido como Charles De Gaulle, nació en Lille, Francia, el 22 de Noviembre de 1890. Su padre fue Henri De Gaulle, un profesor de filosofía y literatura que daba clase en un colegio jesuita fundado por él mismo; mientras que su madre Jeanne Maillot, una responsable ama de casa. Curiosamente tanto su familia por parte paterna, como también por parte materna, procedía de raíces normando-germánicas de tiempos de las Cruzadas, una raza de la que sería enemigo gran parte de su vida.

Charles André Joseph Marie De Gaulle.

Desde la niñez, De Gaulle fue educado en la religión católica romana y destacó en los deportes gracias su gran estatura, llegando en su juventud a medir los casi dos metros de altura. A pesar de que su familia de clase media prefería una vida religiosa para su hijo, finalmente De Gaulle eligió hacer carrera militar e ingresó en el Ejército Francés en 1909, siendo desde entonces sus progresos sorprendentes porque en 1912 alcanzó el rango de teniente.

Al estallar la Primera Guerra Mundial entre Francia y Alemania, De Gaulle tuvo su primer bautismo de fuego en Dinant el 15 de Agosto de 1914, donde aquella misma jornada fue herido y evacuado del Frente Occidental. De vuelta a la lucha una vez recuperada la salud, se unió al 33º Regimiento de Infantería y combatió a la Batalla de Champagne en 1915, durante la cual su arrogancia con los mandos del Ejército Francés le llevó a ser arrestado tres veces, aunque en todas liberado porque sus jefes vieron grandes dotes militares en él. Al año siguiente, el 2 de Marzo de 1916, De Gaulle tomó parte en la Batalla de Verdún como jefe de la guarnición que defendía el pueblo de Doumaumont. Durante este sangriento enfrentamiento, su 33º Regimiento de Infantería fue rodeado y destruido, por lo que en un intento desesperado, De Gaulle tuvo que cargar cuerpo a cuerpo contra las tropas germanas para intentar romper el cerco, antes de caer prisionero de un soldado alemán que le amenazó con la bayoneta. Siendo un cautivo del Ejército Alemán, De Gaulle fue enviado a Alemania y encerrado en la Prisión de Ingolstadt de Baviera, de la cual se intentaría escapar hasta en un total de cinco ocasiones sin éxito (debido a que era fácilmente reconocible por su altura) y en la que también conocería al futuro mariscal ruso Mihail Tujachevsky.

Finalizada la Primera Guerra Mundial con la victoria de Francia en 1918, Charles De Gaulle fue liberado de su cautiverio en Alemania tras la firma del Tratado de Versalles. Inmediatamente después, se presentó voluntario en Polonia como miembro de la Misión Militar Francesa que combatía al comunismo durante la Guerra Polaco-Soviética de 1919. Entre sus acciones durante esta contienda estuvo la de asesorar al Ejército Polaco a través del general Wladyslaw Sikorski, con quién entabló gran amistad, además de liderar un contingente polaco-francés durante la Batalla del Río Zbrucz que consiguió aplastar a una columna de tropas del Ejército Rojo, hazaña por la cual fue condecorado con la Medalla Militar de Polonia.

De regreso a Francia tras haber contribuido al triunfo de Polonia sobre la Rusia Soviética, De Gaulle decidió forjar una familia. Así fue como se casó una culta mujer hija de industriales llamada Charlotte Anne Maria Vendroux, de cuyo matrimonio que perduraría toda la vida nacerían tres hijos: Philippe, Élisabeth y Anne, esta última minusválida.

Poco a poco la carrera de De Gaulle en el Ejército Francés comenzó a dar sus frutos cuando fue admitido en el Consejo Superior de Guerra del mariscal Philippe Pétain, héroe de la Batalla de Verdún en 1916 y a quién De Gaulle admiraba con entusiasmo. Simultáneamente comenzó a trabajar como profesor de historia militar en la Academia de Saint-Cyr y en 1932 fue destinado a la Secretaría General de la Defensa Nacional. A partir de entonces y en parte gracias a la ayuda del mariscal Philippe Pétain, De Gaulle continuó ascendiendo en su carrera tras ser destinado como observador a Renania, Siria y Líbano, organizar una serie de conferencias militares en la Universidad de la Sorbona y acceder al Consejo General de Defensa Nacional.

Mientras progresaba su carrera militar, De Gaulle en sus tiempos libres se dedicaba a escribir y estudiar estrategia, un pasatiempo que le llevó a la conclusión de que el Ejército Francés debía abandonar la idea defensiva de la «Línea Maginot» y apostar por una guerra ofensiva de cuerpos motorizados y acorazados tal y como había propuesto el general alemán Heinz Guderian con la doctrina de «Guerra Relámpago» o » Blitzkrieg» en su libro Panzers. A partir de esta tesis elaboró en 1934 una obra titulada Hacia el Ejército Profesional que le valió ser ascendido a coronel, aunque por el momento el Estado Mayor Francés decidió no llevarla a la práctica y seguir confiando en la vieja táctica defensiva. Lógicamente la razón de esto último era el pacifismo del nuevo Gobierno del Frente Popular del Presidente León Blum, contrario a cualquier tipo de presupuesto militar, por lo que De Gaulle, a través del político Paul Reynaud, aconsejó limitar el gasto en un ejército acorazado de 100.000 efectivos, algo que nuevamente le fue denegado.

Los postulados ideológicos de Charles De Gaulle se fueron moldeando durante la «Era de Entreguerras», pues a pesar de haber sido siempre un confeso católico y conservador, se volvió un declarado anticomunista cuando en 1937 se enteró de que en la Unión Soviética acababa de ser ejecutado por orden de Iósif Stalin su amigo Mihail Tujachevsky (viejo compañero de cautiverio en la Gran Guerra) durante la «Gran Purga». De igual forma denunció el Pacto de Munich de 1938 mediante el cual Francia aceptó la ocupación del Tercer Reich a Checoslovaquia, suceso que hizo a De Gaulle lanzar advertencias sin éxito acerca del peligro que suponía para la estabilidad de Europa la corriente nacionalsocialista y por supuesto Adolf Hitler.

Cuando Alemania invadió Europa Occidental en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el recién nombrado general Charles De Gaulle fue puesto al mando de la 4ª División Blindada que había sido desplegada en Bélgica el 10 de Mayo de 1940. A pesar de que al frente de sus 200 carros De Gaulle consiguió acabar con algunos Panzer del Ejército Alemán (Wehrmacht) a lo largo de diversos enfrentamientos sobre Abbeville, la escasa capacidad de reacción del Ejército Francés ante la «Blitzkrieg» terminó propiciando la derrota y la completa aniquilación de la 4ª División Blindada. Una vez destruida la totalidad de su unidad, De Gaulle regresó a París para ser elegido por el Presidente Paul Reynaud nuevo subsecretario del Ministerio de la Guerra, un cargo que de nada le serviría porque la nación entera estaba a punto de desmoronarse. De hecho, tras una breve reunión en Metz con el mariscal Philippe Pétain que le informó de que iba a proceder a la capitulación incondicional, De Gaulle se mostró en desacuerdo proponiendo formar un Gobierno en Argel bajo la expresión «¡Aún hay otras posibilidades!», algo que evidentemente le fue denegado por el Presidente Paul Reynaud, por lo que irritado, decidió lanzarse a la aventura en solitario y escapar en avión hacia Gran Bretaña para refugiarse en Londres a la espera de acontecimientos.

Vencida Francia por la Alemania Nacionalsocialista y la Italia Fascista, la nación se rindió a las potencias del Eje para ser dividida en la Zona Ocupada y en la Zona Libre que lideraría el Mariscal Philippe Pétain en un régimen colaboracionista que sería conocido con el nombre de la Francia de Vichy. Contrariamente en Inglaterra, el Primer Ministro Winston Churchill nombró al general Charles De Gaulle nuevo representante de la Francia Libre en el exilio y le dotó de un canal en la Radio BBC desde el cual el 18 de Junio de 1940 pronunció el siguiente discurso:

«Creedme a mí, que os hablo con pleno conocimiento de los hechos. El resultado de la lucha no ha quedado decidido por la batalla de Francia. ¡Porque Francia no está sola! Tiene un vasto imperio. Puede formar un bloque con el Imperio Británico que domina los mares… Esta guerra no está limitada ni desdichada al territorio de nuestro país. Yo, el general De Gaulle, actualmente en Londres, hago un llamamiento a todos los oficiales y hombres franceses que están en suelo inglés o puedan estarlo en el futuro, con armas o sin ellas… para que se pongan en contacto conmigo. Pase lo que pase, la llama de la resistencia francesa no debe morir y no morirá.»

Inicialmente la popularidad de Charles De Gaulle en Francia fue nula porque la mayor parte del pueblo francés tanto en la metrópoli como en los dominios coloniales apoyaba al Mariscal Philippe Pétain y al Primer Ministro Pierre Laval, quienes contrarios a la Segunda Guerra Mundial desde el principio, coincidían en opinión con el resto de la ciudadanía. Este apoyo de los llamados «gaullistas» en el exilio todavía se redujo más cuando la Marina Real Británica (Royal Navy), temiendo que la Francia de Vichy se sumara a la contienda junto al Eje, atacó a la Flota Francesa en Mers el-Kebir y mató a 1.300 marineros, lo que dejó el prestigio del general De Gaulle por los suelos.

La decisión de Charles De Gaulle de prestar pilotos galos para pilotar cazas Spitfire y Hurricane de la Fuerza Aérea Real Británica (Royal Air Force o RAF) durante la Batalla de Inglaterra, llevó al Primer Ministro Winston Churchill a tomar la determinación de conseguir un dominio territorial en el que pudiese asentarse la Francia Libre para proseguir la contienda junto a los Aliados. Así fue como se proyectaría una invasión del África Occidental Francesa a través de Senegal, la cual terminaría en un completo fracaso militar porque tras la Batalla de Dakar que se libró tanto en tierra como en el mar, la Marina Real Británica fue puesta en retirada y las fuerzas gaullistas rechazadas por las tropas vichystas y senegalesas. De hecho como consecuencia de esta acción, los tribunales militares en Vichy juzgaron en ausencia «in absentia» al general De Gaulle, al que declararon culpable de sedición y le condenaron a muerte, pena que se ejecutaría en caso de terminar bien la contienda para el Eje.

Nuevamente la Francia Libre realizó en Noviembre de 1940 un segundo intento de invasión desembarcando en el África Ecuatorial Francesa y venciendo al Ejército Vichysta en la Batalla de Gabón, lo que proporcionó al general Charles De Gaulle un territorio desde el que afianzar su causa. A partir de entonces las cosas serían más fáciles porque tras el éxito en Gabón, Congo y el Chad, cuya sede ubicó en el Consejo de Defensa de Brazzaville, se sumaron a la Francia Libre otros dominios coloniales como la Guayana Francesa y algunas islas del Mar Caribe en Centroamérica, así como Nueva Caledonia y Tahití en el Océano Pacífico.

Consolidada la Francia Libre, el general Charles De Gaulle procedió a la creación de un poderoso ejército de exiliados que desde la sede del Hotel Carlton de Londres conformaron con 7.000 voluntarios las Fuerzas Francesas Libres (FFL), las Fuerzas Navales Francesas Libres (FNFL) y las Fuerzas Aéreas Francesas Libres (FAFL). De igual manera y con el surgimiento de la Resistencia Francesa en el territorio metropolitano de la Francia Ocupada y también en el de la Francia de Vichy, los «gaullistas» supervisados por el Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE) se articularon en el Ejército Secreto (Ameée Secret o AS) entrenado para atacar tanto a soldados alemanes como a colaboracionistas.

La tercera campaña de la Francia Libre tuvo lugar en Junio de 1941 cuando el Ejército Británico y las Fuerzas Francesas Libres lideradas por el general Charles De Gaulle agredieron a la Francia de Vichy en las colonias de Siria y Líbano. Una vez ocupados los dos protectorados tras un sangriento resultado que costó muchas bajas a ambos bandos, De Gaulle entró triunfal en la capital de Damasco al frente de sus tropas. Aparentemente la operación daba la impresión de haber sido un éxito, hasta que De Gaulle se llevó un fiasco al saber que 32.000 de los 38.000 prisioneros galos hechos por los Aliados, acababan de ser liberados para regresar voluntariamente a la Francia de Vichy tras un pacto secreto entre el Primer Ministro Winston Churchill y el Mariscal Philippe Pétain que se gestó a espaldas del líder gaullista. Este suceso que sin duda produjo una enorme irritación a De Gaulle le demostró dos cosas: primeramente que con los sólo 6.000 nuevos adeptos distaba mucho de ser popular entre el pueblo francés; y segundo que la confianza con los Aliados se había reducido enormemente.

El general Charles De Gaulle pasa revista a marineros de las Fuerzas Navales Francesas Libres (FNFL)

Si la relación entre Charles De Gaulle y Winston Churchill distó de ser correcta, todavía fue peor con el Presidente Franklin Delano Roosevelt cuando el 7 de Diciembre de 1941 Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque de Japón a Pearl Harbor. De hecho la opinión que el líder norteamericano tenía respecto del galo era la de una persona arrogante y megalómana que se creía el jefe de todos los ejércitos del bando de los Aliados cuando su país había sido el primero en ser derrotado, algo que sin duda propició más de una acalorada discusión entre ambos. Precisamente cuando las Fuerzas Navales Francesas Libres arrebataron de forma unilateral las Islas de Saint-Pierre y Miguelón a la Francia de Vichy sin haber advertido previamente a Washington, Roosevelt montó en cólera y ordenó movilizar al Cuerpo de Marines para expulsar a los gaullistas y devolvérselas a los vichystas (con los que mantenía contactos para una posible traición a los alemanes a través del almirante François Darlan). Afortunadamente la intervención de Churchill en el último instante impidió un conflicto armado entre los mismos Aliados, aunque al mismo tiempo dejó rota la confianza de los dos mandatarios anglosajones con el galo, a quién decidieron no informar (y de paso vetar la presencia de las fuerzas franceses libres) acerca de la invasión de otros territorios vichystas como Madagascar en Mayo de 1942 y sobre la «Operación Torch» en Noviembre de ese año que concluyó en un desembarco anglo-estadounidense sobre las colonias de Marruecos y Argelia.

Ocupado el Norte de África por los Aliados, todo el África Occidental Francesa se alineó con la Francia Libre del general Charles De Gaulle tal y como acordaron Roosevelt y Churchill durante la Conferencia de Casablanca en 1943. Sin embargo las disensiones entre los líderes estadounidense y británico aumentaron cuando estos dos vieron un mejor candidato para el liderazgo de las fuerzas francesas libres en el general Henri Giraud, lo que dividió el movimiento entre «galluistas» y «giraudistas». De Gaulle que apenas tenía apoyo internacional, tuvo que jugar sus cartas de otra manera y recurrir a pronunciar una serie de discursos entre sus tropas, las cuales le eran mayoritariamente leales a diferencia del general Henri Girayd que contaba con un soporte mínimo. Gracias a esta argucia política y a que los soldados solamente seguirían a De Gaulle, tanto británicos como norteamericanos tuvieron que reconocer a regañadientes la jefatura de este último al frente del proyecto de la Francia Libre.

Una vez consolidado el liderazgo de Charles De Gaulle como Presidente de la Francia Libre, el general fundó el Comité Francés de Liberación Nacional (CFLN) para gestionar las tareas de gobierno en el exilio; al mismo tiempo en que creó el Consejo Nacional de Resistencia encargado de coordinar las Fuerzas Francesas Libres con la Resistencia Francesa que operaba en el interior de la Francia Ocupada y la Francia de Vichy. Precisamente todos los grupos guerrilleros o «maquis» quedaron bajo control del general De Gaulle desde Londres, incluidos los partisanos del Partido Comunista Francés (PCF) que tras la disolución de la Internacional (Komintern) por Iósif Stalin, pasaron a integrarse en la Francia Libre. Así fue como Charles De Gaulle se convirtió junto a Philippe Pétain en el líder dirigente de una de las dos Francias que comenzaron a enfrentarse entre sí sobre toda la geografía gala de pueblos, montañas y bosques en un episodio conocido como la Guerra Civil Francesa.

Paralelamente a la Guerra Civil Francesa, el general Charles De Gaulle continuó apoyando a los Aliados a nivel militar con la participación de las Fuerzas Francesas Libres en el desembarco sobre Sicila que terminó con la caída del fascismo en Italia y también durante la Batalla de Montecassino en la «Línea Gustav», sufriendo en ambas campañas un elevado número de bajas. De forma simultánea, ordenó al general Henri Giraud reconquistar la Isla de Córcega, de donde las tropas coloniales norteafricanas y los franceses libres expulsaron a los últimos soldados alemanes e italianos. Como resultado de estas operaciones, De Gaulle afianzó su poder aún más prácticamente sin rival e incluso el Principado de Andorra le premió con el título de «Copríncipe».

Con el Desembarco de Normandía el 6 de Junio de 1944, los Aliados únicamente autorizaron participar al general Charles De Gaulle con 120 comandos que tomaron tierra junto al Ejército Británico en la Playa «Sword» sobre la desembocadura del Río Orne y que se distinguieron por ocupar el pueblo de Ouisterham. Sin embargo hasta ocho días después, el 14 de Junio, De Gaulle no regresaría a Francia para pisar por primera vez su patria desde su exilio cuatro años atrás. Una vez en su hogar y consolidada una cabeza sobre la región de Normandía que fue puesta bajo la jurisdicción militar del general François Coulet, De Gaulle supervisó el avance a lo largo de Julio de la 1ª División Blindada Francesa al mando del general Philippe Leclerc sobre la Península del Contentín y la Batalla de Falaise. Al mes siguiente, en Agosto, el I Ejército Francés del general Jean de Lattre de Tassigny llevó a cabo la «Operación Dragoon» mediante un desembarco en Provenza que acabó con la liberación de Toulon, Marsella, Lyon, Vichy y los Pirineos y que facilitó a De Gaulle reconquistar la mitad sur del país. A raíz de estos éxitos, por primera vez el Presidente Roosevelt y el Primer Ministro Churchill dieron luz verde a De Gaulle para ser el primero en liberar la capital con la 1ª División Blindada Francesa que se encontraba en el Río Sena a sabiendas de que la Resistencia Francesa había organizado el «Levantamiento de París» contra las fuerzas del Ejército Alemán y la Milica de Vichy. Así fue como los tanques se movieron directamente hacia la «Ciudad de las Luces» y el 25 de Agosto de 1944, tras una serie de violentos choques, el general Charles De Gaulle entró triunfal en París, siendo recibido jubilosamente por la población civil tras desfilar bajo el Arco de Triunfo y los Campos Elíseos.

Recuperado el control de Francia, Charles De Gaulle fue nombrado Presidente con carácter provisional en el verano de 1944. Lamentablemente y a pesar de que el Ejército Alemán había sido expulsado, los problemas por los que pasaba el país en aquel momento eran enormes. Por ejemplo la fractura social entre vencidos y vencedores había llevado a una sangrienta venganza de los primeros contra los segundos en lo que se conoció como la «Depuración», la cual en su mayoría fue llevada a cabo por partisanos comunistas descontrolados que se dedicaban a matar (inocentes en muchos casos), saquear inmuebles, erigir cárceles y centros de tortura particulares, pronunciar juicios ilegales contra supuestos colaboradores y realizar ejecuciones sumarias. A esta situación que en algunos momentos y lugares tuvo similitud con la Revolución de la Vendée del siglo XVIII, el general De Gaulle tuvo que imponer el orden empleando la fuerza bruta contra los maleantes porque incluso en ocasiones los comunistas llegaron a atacar columnas del Ejército Estadounidense y el Ejército Francés que se dirigían a luchar en la Batalla de Colmar para reconquistar las provincias de Alsacia y Lorena que todavía permanecían bajo dominio del Tercer Reich. Por si fuera poco en el Lejano Oriente, el Ejército Japonés invadió en 1945 la colonia de Indochina y declaró la independencia del Imperio de Vietnam, el Reino de Laos y el Reino de Camboya, lo que obligó a De Gaulle a distraer todavía más fuerzas para resolver la crisis en Asia.

Terminada la Segunda Guerra Mundial el 2 de Septiembre de 1945 con la derrota de Alemania y Japón, el Presidente Charles De Gaulle continuó al frente del Gobierno Provisional de Francia que había moldeado bajo un sistema de derechas conservador, católico, antifascista y anticomunista. A pesar de que los enfrentamientos siguieron durante algunos meses, finalmente el Ejército Francés y la Gendarmería, con ayuda de los Aliados Occidentales, fueron desarmando a la Resistencia Francesa y restableciendo el orden en el país. De hecho en cuanto los tribunales declaron al Mariscal Philippe Pétain culpable de colaboracionismo y lo condenaron a morir en la horca, De Gaulle intervino sabiendo que la sentencia era injusta y por ello consiguió que se le conmutara la pena de muerte por un arresto domiciliario de por vida en la Isla de Yeu.

El 20 de Enero de 1946 el general Charles De Gaulle dimitió de la Presidencia Provisional para convocar unas elecciones que ganó el Partido Socialista Francés (PSF) al frente del nuevo Presidente Félix Gouin. Acto seguido fue proclamada la IV República Francesa, un proyecto que De Gaulle jamás compartió al considerarlo demasiado izquierdista, por lo que como reacción a ello, en 1947 fundó la Agrupación del Pueblo Francés (Rassemblement du Peuple Français) destinada a convertirse en un movimiento conservador, militarista, anticomunista y europeísta. Desde entonces se dedicó a liderar la oposición, aunque durante el año 1948 dejó esa labor un tiempo tras sufrir una terrible depresión a causa de la muerte de su hija Anne que por aquel entonces contaba con 20 años de edad. De vuelta a la política activa a partir de 1950, denunció la disolución del Imperio Francés tras la Guerra de Indochina en 1954 que concedió la independencia a Vietnam, Laos y Camboya, así como la pérdida de gran parte de las colonias en el África Occidental Francesa. Estos sucesos, sumados a la evidente quiebra social en Francia que a punto estuvieron de conducir a una nueva guerra civil entre la derecha y la izquierda, propició la dimisión del Presidente Pierre Pflimlim y la llamada urgente a Charles De Gaulle para tomar las riendas del país ante la grave crisis que amenazaba con venir.

General Charles De Gaulle.

Oficialmente el 1 de Junio de 1958, Charles de Gaulle fue nombrado Primer Ministro de Francia. Solamente medio año más tarde, el 21 de Diciembre, volvió a ser elegido Presidente tras la victoria de su partido Unión por la Nueva República (Union por la Nouvelle Republique) con el 78% de los votos frente a Georges Marrane del Partido Comunista Francés (PCF) que obtuvo el 13% y André Châtelet de Unión de Fuerzas Democráticas (UFD) con el 8%. Ese mismo día De Gaulle suprimió la IV República y proclamó la V República que inauguraría una nueva época para Francia. Entre las políticas del Presidente De Gaulle estuvo las de impulsar la creación de la Unión Europea, la salida de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como consecuencia de su mala relación con el Presidente Richard Nixon de Estados Unidos, la ploriferación de armas atómicas para el Ejército Francés en las colonias de Polinesia y el fracaso de la Guerra de Argelia en 1962 que supuso una humillación para el país (y que a punto estuvo de costarle la vida porque durante un atentado del grupo terrorista OAS, un francotirador falló por unos centímetros la bala que iba destinada al Jefe del Estado).

Durante una década el Gobierno de Charles De Gaulle mantuvo a Francia con el importante estatus de ser uno de los países más influyentes de Europa, sobretodo tras el Tratado del Elíseo con el Presidente Konrad Adenauer de la República Federal Alemana. Nuevamente en las elecciones de 1965 volvió a ganar con el 54% de los votos frente al 46% de la Federación de Izquierdas liderada por François Mitterand. Sin embargo con los Sucesos de Mayo de 1968, el gabinete liderado por De Gaulle entró en crisis como consecuencia de los 9 millones de manifestantes entre estudiantes y obreros que desataron el caos en el país y obligaron a las fuerzas del orden a intervenir para disolver las violentas protestas. A raíz de estos hechos el Primer Ministro Georges Pompidou se vio forzado a dejar su puesto, lo que llevó a De Gaulle a convocar unas elecciones que en esta ocasión venció con mayoría absoluta. No obstante y a pesar de la victoria, cometió la torpeza de realizar referéndum de confianza a nivel regional para modificar la Constitución del que no obtuvo los votos necesarios. Fue entonces, cuando sintiéndose derrotado por el varapalo, el 28 de Abril de 1969 Charles De Gaulle disolvió su Gobierno y dejó el cargo para ceder el poder al nuevo Presidente René Corty.

Repentinamente, el 9 de Noviembre de 1970, el general Charles De Gaulle falleció de aneurisma a la edad de 79 años en la ciudad de Colombey-les-Deux-Églises. A su funeral que fue multitudinario, acudieron tanto veteranos de guerra como altos cargos políticos, siendo además modificado el rótulo de Plaza de L’Étoile donde se hallaba el Arco de Triunfo, por el de Plaza Charles De Gaulle en su honor. A partir de entonces y para siempre, los franceses recordarían su figura al mismo nivel que Juana de Arco o Napoleón Bonaparte, como uno de los hombres más importantes de la Historia de Francia.

 

Bibliografía:

-Diego Carcedo, De Gaulle, resistente, ser líder desde el exilio, Revista Historia y Vida Nº479 (2008), p.86-93
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial. Volumen 8. «Charles De Gaulle», S.A.R.P.E. (1978), p.73-82
-Abraham Alonso y Luis Otero, Charles De Gaulle, Muy Especial Nº68 (2005), p.33
-http://en.wikipedia.org/wiki/Charles_de_Gaulle