Paracaidistas Japoneses

 

Numerosas potencias emplearon unidades paracaidistas en la Segunda Guerra Mundial como Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña o la Unión Soviética. Por supuesto Japón no fue una excepción en esta tendencia revolucionaria dentro del ámbito militar, por lo que el Imperio del Sol Naciente no dudó en convertir a una considerable cantidad de sus infantes de marina en paracaidistas para invadir las Indias Oriental Holandesas y Timor Oriental.

Sorprendentemente a diferencia de otras potencias durante la Segunda Guerra Mundial, no fue el Ejército Imperial Japonés el que apostó por organizar fuerzas paracaidistas, sino la Marina Imperial Japonesa. La razón de ello fue el interés por el éxito cosechado a manos de los paracaidistas alemanes «Fallschirmjäger» durante la invasión de Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda en 1940, pero sobretodo por el asalto aerotransportado en los ataques a Grecia y Creta en 1941, escenario insular muy similar al que se enfrentarían los japoneses de cara a la futura expansión por el Océano Pacífico. De este modo, sería el Primer Ministro Hideki Tojo quién ordenó la creación de unidades paracaidistas que se integraran dentro de la Marina Imperial Japonesa para el asalto a todas aquellas islas que el Imperio Japonés se viera obligado a ocupar.

Instrucción de paracaidistas japoneses antes de subir al avión.

Antes de que la Marina Imperial Japonesa acogiese a las fuerzas paracaidistas, el Servicio Aéreo de la Fuerza Aérea Imperial Japonesa a inicios de la Segunda Guerra Mundial previamente ya había adiestrado en salto desde aviones a 250 oficiales al mando del teniente coronel Keigo Kawashima en una base próxima a Tokyo. Dicha fuerza fue trasladada a Manchuria en Mayo de 1941, en donde continuó entrenándose y acogiendo voluntarios hasta formar una unidad del tamaño brigada. Una vez organizada la formación aerotransportada con 520 efectivos liderados por el teniente Masao Yamabe, fue absorbida por la Marina Imperial Japonesa el 20 de Septiembre de 1941 bajo el nombre de 1ª Fuerza Especial de Desembarco (Riksentai) con base en Yokosuka. No mucho después fue creada la 2ª Fuerza Especial de Desembarco en el puerto de Sasebo con otros 746 paracaidistas el 15 de Octubre de 1941 y la 3ª Fuerza Especial de Desembarco con 850 más el 20 de Noviembre. Todos estos voluntarios fueron instruidos en saltos a entre 90 metros y 150 metros de altitud sobre la llanura de Kantô, utilizando aviones Mitsubishi Ki-57 y paracaídas Tipo 01 1941 de 8’5 metros de diámetro con orificio de ventilación en la campana. Así pues, para cuando estalló la Guerra del Pacífico el 7 de Diciembre de 1941, los paracaidistas japoneses sumaban un total de 2.116 efectivos.

Fuerzas Paracaidistas de Infantería de Marina:
1ª Fuerza Especial de Desembarco «Yokosuka»
2ª Fuerza Especial de Desembarco «Sasebo»
3ª Fuerza Especial de Desembarco «Yokosuka»

Oficialmente el bautismo de fuego de los paracaidistas japoneses tuvo lugar durante la invasión de las Islas Orientales Holandesas (Indonesia) en Diciembre de 1941 y más en concreto del norte de Borneo, por aquel entonces un dominio del Reino Unido atacado por los efectivos de la 2ª Fuerza Especial de Desembarco. No obstante en esta ocasión los paracaidistas japoneses fueron transportados en lanchas de desembarco y no en aviones, combatiendo contra ingleses y holandeses únicamente como infantes de marina en las playas y junglas.

Infantes de marina de las fuerzas paracaidistas japonesas a bordo de un buque.

Sería el 11 de Enero de 1942 cuando 346 paracaidistas japoneses de la 1ª Fuerza Especial de Desembarco al frente del comandante Toyoaki Horiuchi y a bordo de 20 bombarderos Mitsubishi G3M escoltados por cazas Zeros procedentes de Davao en Filipinas, aparecieron tras un viaje de 610 kilómetros de distancia sobre las Islas Célebres para protagonizar la primera operación aerotransportada de la Historia de Japón. A 150 metros de distancia del suelo y a una velocidad de 190 kilómetros por hora, los paracaidistas japoneses comenzaron a saltar de los aviones y abrir sus campanas de seda en el aire sobre el Aeródromo de Langoan y los alrededores de la Isla de Manado, defendida por 1.500 soldados aliados (1.300 holandeses y 200 tropas coloniales indonesias) con cinco cañones (dos de 75 milímetros y tres de 37 milímetros). De forma terrible algunos japoneses fueron alcanzados por las balas enemigas en pleno descenso y uno de los aviones Mitsubishi G3M derribado accidentalmente por un confuso caza Zero, en el cual perecieron 12 paracaidistas que no tuvieron tiempo de abandonarlo. Por suerte la mayoría de efectivos nipones llegaron a tierra sin incidentes, aproximadamente unos 334, quienes rápidamente se enzarzaron en un tiroteo con los holandeses y sus vehículos blindados Lyuke Roskott. Gracias al factor sorpresa y a la calidad militar japonesa, los holandeses se retiraron de la zona, lo que permitió a los paracaidistas conquistar el Aeródromo de Langoan a costa de únicamente 110 bajas (20 muertos y 90 heridos). Al día siguiente, el 12 de Enero, el distrito de Langoan sería reforzado con el lanzamiento de otra compañía aerotransportada y por 22 paracaidistas más acompañados por un cañón de 37 milímetros que amerizaron en el cercano Lago Tondano mediante un hidroavión Kawanishi H6K. Tal circunstancia que sin duda alguna aprovecharon las fuerzas aerotransportadas niponas facilitó la absoluta rendición de Manado y la posterior caída de las Islas Célebes.

Una segunda operación aerotransportada con 630 paracaidistas de la 2ª Fuerza Especial de Desembarco se realizó durante la Batalla de Timor el 19 de Febrero de 1942. Apenas sin incidentes los soldados descendieron en sus paracaídas sobre Usua y Kupang, donde una vez en tierra se enfrentaron a un grupo de tropas holandesas y australianas. Los combates se prolongaron cuatro días hasta que el 23 de Febrero de 1942, tras una heroica carga a la bayoneta, los japoneses lograron vencer a sus enemigos, quienes agotados y sin munición se rindieron. Esta fue sin duda la última gran victoria de las fuerzas aerotransportadas niponas, pues a costa de 78 paracaidistas muertos, los japoneses provocaron 506 bajas a los australianos y holandeses (84 muertos, 132 heridos y 290 prisioneros).

Arte japonés sobre el asalto aerotransportado a las Islas Célebes.

Terminada la expansión del Imperio Japonés en el Océano Pacífico a mediados de 1942, las fuerzas aerotransportadas japonesas se disolvieron ante la ausencia de objetivos a conquistar. Todos aquellos paracaidistas que participaron en la invasión a las Indias Orientales Holandesas y Timor fueron convertidos en infantes de marina y utilizados como guarniciones costeras hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

 

Bibliografía:

Francisco Calvo, La Batalla de Manado. Primera Acción de los Paracaidistas de la Armada Japonesa, Revista Serga Nº94 (2015), p.14-24
http://en.wikipedia.org/wiki/Japanese_marine_paratroopers_of_World_War_II