Origen de las SS

Las SS fueron la organización más famosa del Tercer Reich desde 1933 a 1945. Surgida como una milicia de asalto del Partido Nacionalsocialista durante la época de la República de Weimar, con la llegada del poder de Adolf Hitler pronto se convirtió en un «estado dentro del estado» y en un aparato de control sobre toda Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

«Stosstruppen» en la Gran Guerra

Cuando la Primera Guerra Mundial alcanzó su etapa de estancamiento tras la Batalla del Marne en 1914, pocos imaginaban que el Frente Occidental de Francia iba a convertirse en una línea de trincheras estática desde el Mar del Norte a la frontera con Suiza, sobre la que ni uno ni otro bando avanzaría ni retrocedería. Ante esta inesperada situación que supuso una sangría humana para ambos contendientes que no supieron como remediar, Alemania buscó una solución a este problema creando unos destacamento especiales que se harían famosos por el nombre de «Stosstruppen».

«Stosstruppen» del Ejército Alemán en el Frente Occidental.

Originariamente la idea de crear los «Stosstruppen» la tuvo un teniente coronel llamado Max Bauer, quién a partir del Arma de Ingenieros del VIII Cuerpo organizó una unidad especial entrenada específicamente en el asalto rápido y sigiloso a trincheras enemigas que fue conocida con el nombre de Destacamento «Clasow» (Sturmabteilung «Clasow»). Este adiestramiento que estuvo al cargo del capitán Willy Erst Rohr duró aproximadamente tres meses y consistió en un programa de enseñanza con fusiles, pistolas o cuchillos, así como otras armas más pesadas como lanzallamas, ametralladoras, morteros e incluso un cañón individual Geschütz de origen ruso de 76’2 milímetros. Una vez entrenados, se dividió a estos hombres en grupos de tres cuyas funciones serían las siguientes: el primer soldado acecharía con un objeto cortante o punzante, el segundo llevando granadas en una mochila y el tercero sorprendería al enemigo con cuchillo y bayonetas. Dichos grupos a su vez fueron estructurados en torno a pelotones de 10 fusileros expertos en labores como cruzar la «tierra de nadie» de una trinchera a otra e infiltrarse en las líneas enemigas. Concluido el proceso de selección e instrucción, los veteranos pasaban a formar parte del Destacamento de Asalto «Rohr» (Sturmabteilung «Rohr») y a ser conocidos sus miembros como Stosstruppen (Tropas de Asalto), famosos por sus característicos emblemas en forma de cabezas de la muerte con tibias cruzadas llamadas «Totenkopf».

A las 5:26 horas del 12 de Octubre de 1915, el Destacamento de Asalto «Rohr» protagonizó su primer bautismo de fuego sobre los Vosgos cuando una de sus avanzadillas incendió con seis lanzallamas una posición enemiga francesa. A continuación y amparados por el humo de dichos lanzallamas, los «Stosstruppen» se acercaron a la trinchera enemiga lanzando granadas y cargando contra los franceses mientras tiradores aislados eliminaban los puestos de ametralladoras. La trinchera fue tomada con facilidad y defendida posteriormente de un contraataque gracias a la rápida construcción de parapetos. Finalizada la acción, los «Stosstruppen» crecieron en popularidad, especialmente tras una hazaña similar en los Vosgos que tuvo lugar a principios de 1916, lo que convenció al Alto Mando Alemán de ampliar las plantillas de estas tropas de élite.

Durante la Batalla Verdún en 1916, el Destacamento de Asalto «Rohr» fue de nuevo utilizado contra el enemigo para conquistar el pueblo francés de Fleury. Su empleo en dicha misión terminó en un completo éxito porque los «Stosstruppen» de la unidad aniquilaron todos los nidos de ametralladoras franceses y tomaron la primera línea enemiga en unas horas sin cosechar apenas bajas. No obstante a lo largo de las semanas posteriores, la Batalla de Verdún se recrudeció tanto que el Destacamento de Asalto «Rohr» no pudo alcanzar la expectativas requeridas y fue retirado a retaguardia para recuperarse de las bajas sufridas.

«Stosstruppen» del Ejército Austro-Húngaro en la Batalla del Río Isonzo.

Coincidiendo con el nombramiento del mariscal Paul Von Hindenburg y del general Erich Luddendorff como responsables del Frente Occidental, el 23 de Octubre de 1916 ambos militares autorizaron la creación de un batallón de «Stosstruppen» para cada ejército que estuviese desplegado en Francia. Fue a partir de entonces cuando el Destacamento de Asalto «Rohr» se amplió al Batallón de Asalto «Rohr» (Sturmbataillon «Rohr»), el cual a su vez se expandió a cada ejército de Francia en los Batallones de Asalto (Sturmbataillon). Respecto a los profesionales que integraban sus filas no todos permanecían indefinidamente en las «Stosstruppen», sino que cada cierto tiempo iban rotando a otras unidades del Ejército Alemán, siendo preferiblemente los cazadores (Jäger) las tropas elegidas para este tipo de cometidos.

Austria-Hungría también empleó «Stosstruppen» durante la Primera Guerra Mundial cuando asesores alemanes se ofrecieron a entrenar a 420 voluntarios austro-húngaros en el Campamento de Beuville, entre los que hubo 120 oficiales y 300 soldados. Acabada la instrucción, rápidamente los «Stosstruppen» se expandieron por las filas del Ejército Austro-Húngaro, siendo sus principales zonas de operaciones el Frente Oriental en Galitzia y el Frente Italiano durante las Batallas del Río Isonzo. Incluso Turquía que formaba parte de los Imperios Centrales imitó una unidad de «Stosstruppen» con ayuda de oficiales alemanes que se integraron en la Agrupación Otomana «Yildirim» y que lucharon en las campañas del Sinaí y Palestina.

Inesperadamente a partir de 1917, los Aliados modificaron la configuración de sus trincheras basándose en una primera línea débil seguida por otras sucesivamente más fortificadas, lo que anuló de manera irremediable la capacidad de los «Stosstruppen» para aprovechar el factor sorpresa en los asaltos. Por suerte el coronel Georg Bruchmüller encontró una solución a este inconveniente cuando tuvo la idea de emplear un bombardeo rápido de la artillería contra la posición enemiga, seguido inmediatamente por un asalto de «Stosstruppen» tras la explosión del último proyectil, momento en que se iniciaría una barrera de fuego sobre la segunda. Pero este desarrolló táctico no fue lo único que experimentó la unidad, sino también material, ya que los soldados se beneficiaron de nuevos cascos mimetizados, palas largas, granadas de disco y por primera vez subfusiles de ráfagas cortas Bergmann MP-18, incluso en ocasiones armaduras de 12 kilogramos de peso como si estuviesen en la Edad Media.

«Stosstruppen» del Ejército Turco en Palestina.

A partir de las innovaciones tácticas adquiridas, la segunda mitad de 1917 constituyó la época dorada de los «Stosstruppen». Por ejemplo en el Frente Oriental, un grupo de hombres dirigidos por el general Oskar Von Hutier, se infiltraron y tomaron la capital de Riga en Letonia, desalojando la urbe de soldados rusos en Septiembre de 1917. Simultáneamente en el Frente Occidental, los «Stosstruppen» consiguieron recuperar en menos de una semana todo el terreno perdido a manos de los tanques británicos durante la Batalla de Cambrai. Por último en el Frente Italiano el éxito fue mucho más abrumador porque los «Stosstruppen» del Ejército Austro-Húngaro lograron aplastar las líneas italianas sobre la montañas de los Alpes y rodear a gran parte del Ejército Italiano en la decisiva Batalla de Capporetto.

Gracias a los triunfos logrados por los «Stosstruppen», el general alemán Erich Luddendorff tuvo la idea de convertir a todas las divisiones del Ejército Alemán en “Divisiones Stosstruppen”. Sin embargo las carencias materiales de los Imperios Centrales a causa del bloqueo naval británico impidieron tal ambicioso plan. La única novedad para el nuevo año 1918 fue la de coordinar artillería y «Stosstruppen» como elemento neutralizador y no destructor.

Cuando el Ejército Alemán inició la «Ofensiva de Primera» sobre el Frente Occidental, los «Stosstruppen» volverían a protagonizar grandes gestas. Por ejemplo el día 21 de Marzo de 1918 diversos grupos de «Stosstruppen» abrieron una brecha en el V Ejército Británico sobre Picardía, justo en el nexo de unión entre las fuerzas armadas francesas e inglesas, provocando la retirada general y caótica de su enemigo. A este éxito le siguieron otros similares en Amiens y Reims contra soldados británicos, franceses y estadounidenses, antes de anunciarse el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918.

Cuerpos Libres «Freikorps»

Con la humillante derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y las duras cláusulas del Tratado de Versalles, la recién nacida República de Weimar entró en una crisis social sin precedentes hasta la fecha. Desde el Motín de Kiel que derivó en la llamada «Revolución Alemana», hasta la insurrección de la Liga Espartaquista que pretendía imitar la Revolución Bolchevique de Rusia, el país entró en una vorágine de violencia incontrolada que terminó propiciando un resurgimiento del nacionalismo en la figura de los Freikorps.

Los Cuerpos Libres o Freikorps fueron milicias creadas a partir de oficiales y veteranos de los «Stosstruppen» en la Primera Guerra Mundial. A imitación de los Cuerpos Voluntarios o «Freiwilligenkorps» que la extinta Prusia convocaba en tiempos de crisis durante la Edad Moderna como por ejemplo sucedió en las Guerras Napoleónicas, los Freikorps surgieron como respuesta al caos imperante en Alemania, a la indignación contra los abusos de los vencedores en la Gran Guerra y ante la necesidad de impedir la propagación del comunismo. Sustentados estos 400.000 combatientes por el Gobierno de la República de Weimar al frente del Canciller Friedrich Ebert del Partido Social-Demócrata y también por organizaciones conservadoras de carácter paramilitar como los Cascos de Acero «Stahlhelm», la «Reichskriegsflagge», la «Jungdeutscher Orden» y la «Organisation Rossbach», los grupos más importantes fueron los siguientes: Freikorps «Rossbach», Freikorps «Von Epp», el Freikorps «Paulssen», Freikorps «Lützow», Freikorps «Von Armin», Freikorps «Tüllman», Freikors «Hacketau», Freikorps «Hülsen», Freikorps «Hassfurther», Freikorps «Lauterbach», Freikorps «Lichtschlag», Freikorps «Schulz», Freikorps «Schwarze Jäger», Freikorps «Dohna», Freikorps «Horadam», Freikorps «Hauenstein», Freikorps «Von Pettersdorff», Freikorps «Manis», Freikorps «Von Chappuis», Freikorps «Hübner», Freikorps «Von Aulock», Freikorps «Von Velsen», Freikorps «Hessische» y Freikorps Bávaro «Oberland». Curiosamente la simbología elegida por tales agrupaciones fue la cabeza de la muerte con las tibias cruzadas «Totenkopf» que exportaron de las disueltas «Stosstruppen».

Tropas del Freikorps Von Epp entrando en Munich.

La Revolución Espartaquista que lideró el Partido Comunista Alemán (KPD) en Berlín para derrocar al Gobierno del Partido Social-Demócrata entre finales de 1918 e inicios de 1919, fue el primer bautismo de fuego de los Freikorps cuando el Canciller Friedrich Ebert solicitó la colaboración de los paramilitares junto a los soldados del Ejército Republicano Alemán (Reichswehr). La respuesta de los Freikorps fue inmediata porque gracias a que la mayoría de sus soldados eran ex-combatientes de las «Stosstruppen», consiguieron irrumpir en la capital con facilidad y librar un cruento combate urbano hasta que aplastaron a los revolucionarios de la Liga Espartaquista, asesinando durante la batalla a sus dos líderes Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht.

Con el estallido de la Guerra Civil Alemana en 1919 entre los partidarios del Gobierno de la República de Weimar y los revolucionarios del Ejército Rojo Alemán, los Freikorps que realmente nunca simpatizaron por ninguno de los dos bandos, tomaron parte por el primero con la única finalidad de impedir el triunfo del comunismo. Así fue como apoyaron la legalidad vigente combatiendo contra los revolucionarios de izquierda sobre toda la geografía del país, librando entre 1919 y 1920 sangrientos enfrentamientos sobre Bremen, Turingia, Hannover, Sajonia y el Ruhr de los que siempre salieron con éxito, además de aplastar con contundencia el amotinamiento de la División de Marineros (Volksmarinedivision) en Berlín. También los Freikorps fueron decisivos en disolver la República Soviética de Baviera y en aniquilar a los últimos restos del Ejército Rojo Alemán durante la Batalla de Dachau.

Soldados del Freikorps acompañados por un tanque Mark I británico capturado en la Gran Guerra, en cuya superficie puede verse las calavera «Totenkopf» de las «Stosstruppen».

Fuera de la República de Weimar los Freikorps participaron en campañas exteriores sobre el Europa del Este con la función de mantener bajo control ciertos territorios reclamados por las naciones surgidas tras la disolución del Imperio Ruso o bien como una fuerza de colonización aprovechando las comunidades alemanas «volksdeutsche» que habitaban los Países Bálticos. Por ejemplo durante la Guerra de Independencia de Estonia y la Guerra de Independencia de Letonia, más de 20.000 voluntarios del Freikorps Báltico, rebautizado como la División de Hierro al mando del general Rüdiger Von der Goltz, arrebataron la capital de Riga al Ejército Letón y fundaron el Ducado del Báltico Unido, antes de ser derrotados por el Ejército Estonio en la Batalla de Cêsis y verse obligados a cruzar la frontera con Lituania, para también ser definitivamente vencidos por el Ejército Lituano en la Batalla de Radviliskis dentro del contexto de la Guerra de Independencia de Lituania. Más suerte tuvieron los Freikorps en la Guerra de Posnania contra Polonia porque tras la victoria alemana sobre el Ejército Polaco en la Batalla de Annaberg, Alemania pudo seguir conservando amplias zonas de Silesia y Pomerania. De hecho algo similar ocurrió con el Freikorps «Sudetenland» que se hizo con el control de los Sudetes en Checoslovaquia, aunque las cláusulas del Tratado de Versalles le obligaron a devolver la región a las autoridades de Praga.

Terminada la Guerra Civil Alemana en torno a 1920, los Freikorps se convirtieron en una fuerza de seguridad esencial para mantener el orden en la República de Weimar y controlar los continuos brotes revolucionarios. Hasta la fecha algunos voluntarios que habían pasado por sus filas serían futuros dirigentes del Tercer Reich como Heinrich Himmler, Martin Bormann, Sepp Dietrich, Wilhelm Keitel, Albrecht Kesselring, Oskar Von Nidermayer, Reinhard Heydrich, Hans Frank o Karl Wolf, entre otros; aunque sin duda el que más destacó fue un tal Adolf Hitler que tras haber servido como voluntario en el Freikorps «Von Epp» de Munich al mando del general Franz Ritter Von Epp, decidió abandonar la unidad para dedicarse a la política e ingresar en el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP).

SA y «Putsch de Munich»

Cuando Adolf Hitler comenzó a pronunciar sus discursos en la Cervecería Hofbräuhaus de Munich en 1920, algunos de los miembros del «Freikorps» quedaron hipnotizados ante la oratoria de aquel político que acababa de tomar el liderazgo del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes. Uno de los oficiales, Ernst Röhm, que ostentaba la jefatura de la Bandera del Freikorps de Munich o «Reichskriegsflaffe» en Baviera, se ofreció a Hitler a prestarle todos sus hombres para que actuasen como milicia armada del NSADP.

Las SA haciendo una demostración de fuerza en una ciudad de Alemania.

La unión entre la Bandera del Freikorps de Munich y el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes en 1920, dio lugar a la creación de una fuerza de choque paramilitar compuesta por voluntarios armados con pistolas que fueron conocidos como los «Camisas Pardas» debido a sus uniformes marrones y llamativos brazaletes con el símbolo de la esvástica. Estos combatientes que se encuadraron en «Zeitfreiwilligen», tuvieron básicamente la función de ganar el control de las calles mediante reyertas urbanas contra los comunistas y al mismo tiempo ejercer de escolta personal de Hitler durante sus mítines. De esto último se encargaron los miembros de la Guardia de Sala (Saalchutz) hasta que en 1921 la organización fue disuelta como consecuencia del gran número de afiliados, lo que obligó a ampliar las plantillas de la milicia con la fundación de las SA o «Sturmbteilung», exactamente igual a las «Stosstruppen» de la Primera Guerra Mundial.

A finales de 1922, el NSDAP liderado por Adolf Hitler, que acababa de autodefinirse entre los suyos con el título de «Führer», se terminó apropiando tanto de las SA como también de los Freikorps presentes en Baviera y otras zonas menores de Alemania. Sin embargo y ante el temor de las rivalidades internas, Hitler erigió de forma paralela una guardia personal y de entera confianza a la que bautizó como «Stabswache», la cual siendo independiente de las SA y los Freikorps, pasó de tener doce hombres en su sede del Bar Torbräu a más de un centenar dirigidos por el capitán Julius Schreck.

Las SA jurando bandera.

El 9 de Noviembre de 1923 tuvo lugar el «Putsch de Munich» cuando el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes, las SA, los Freikorps y una guarnición del Ejército Republicano Alemán «Reichswehr» del general Erich Luddendorff, perpetraron en golpe de Estado en Baviera con la misión de impulsar una «Revolución Nacionalsocialista» al resto de Alemania y derrocar a la República de Weimar. Mientras las milicias del Freikorps y las SA cortaron las calles principales de Munich, la «Stabswache» tomó la Avenida Hall Feldherrnhale y los cuadros del NSDAP arrestaron a todo el Gobierno Bávaro en la Cervecería «Bürgerbräukeller». Sin embargo y en cuanto los nacionalsocialistas avanzaron cogidos del brazo hacia los soldados del Ejército Republicano Alemán «Reichswehr» a la altura de la Avenida Hall Felherrnhale, estos últimos abrieron fuego y cargaron contra ellos, hiriendo al propio Hitler que fue arrestado y aplastando de manera inmediata toda la rebelión. Como consecuencia de este estrepitoso fracaso, el NSDAP se hundió políticamente y todos los Freikorps del país fueron disueltos por decreto gubernamental (no fue el caso de las SA).

Nacimiento de las SS

Con la salida de Adolf Hitler de la Prisión de Landsberg en 1924, el Führer comprendió que necesitaba una escolta personal mucho más leal que todas las anteriores y al mismo tiempo capaz de eliminar de las calles a toda la oposición. Así fue como en Abril de 1925, volvió a contratar al capitán Julius Schreck que había liderado la extinta «Stabswache» para crear el «Schutzkommando» con un puñado de voluntarios de los disueltos «Freikorps» y veteranos de las «Stosstruppen» de la Gran Guerra. Esta organización que iría creciendo desde unas pocas decenas de hombres a algo más de un centenar, fue renombrada como «Sturmstaffel» y finalmente por recomendación del aviador Hermann Göering, rebautizada como «Schutzstaffel» en honor a una escuadrilla aérea de la Primera Guerra Mundial, aunque su denominación más famosa sería la de SS.

Según las directrices de las SS, los candidatos a la organización inicialmente se escogieron enviando circulares a los distintos grupos regionales del NSDAP para que eligiesen voluntarios con el siguiente perfil: varones entre los 25 y 35 años, estar registrados policialmente como residentes locales, tener dos padrinos que amparasen la afiliación, poseer unas buenas condiciones físicas (fuertes, sanos, carentes de enfermedades…) y demostrar una elevada disciplina. Una vez admitidos, los milicianos pasaban a integrarse en secciones de once hombres entre un jefe y diez combatientes conocidas como «Zehnerstaffeln», y a vestir el uniforme color negro adornado por el brazalete rojo con la esvástica y coronado por una gorra con el distintivo de la calavera «Totenkopf» que habían lucido los «Stosstruppen» en la Gran Guerra.

Soldados SS del «Stabswache» en sus inicios como guardia del NSDAP.

El primer bautismo de fuego de las SS tuvo lugar a finales de 1925 en Chemnitz cuando 50 milicianos de esta ciudad y de otras cercanas como Dresde, Zwickau y Plauen, escoltaron a altos miembros del NSDAP a pronunciar un discurso en medio de un barrio con mayoría de votantes comunistas. A pesar de que varios centenares de paramilitares del Partido Comunista Alemán (KPD) intentaron boicotear el mitin lanzando un ataque con cuchillos y barras de hierro, los miembros de las SS se defendieron con eficacia y disciplina, rechazando a todos sus oponentes y propinando una paliza a sus militantes. Gracias a este triunfo callejero, las milicias del NSDAP pasaron a controlar no sólo la ciudad de Chemnitz, sino que también gran parte de las localidades de Sajonia.

Hacia Abril de 1926 las SS ampliaron sus filas a 1.000 combatientes y a un total de 75 agrupaciones «Schutzstaffeln» distribuidas por toda Alemania. La coordinación de esta fuerza recayó en el Mando SS (SS-Oberleitung) que inicialmente ostentó Julius Schreck, antes de dejar el cargo para convertirse en el escolta y chófer personal de Hitler, y ser sustituido por Josef Berchtold que introdujo la denominación de «Líder SS» o «Reichsführer», título que conservó hasta Marzo de 1927 tras ser cesado por Erhard Heiden y que éste acapararía hasta el 6 de Enero de 1929 cuando de forma definitiva asumió la jefatura Heinrich Himmler.

Guardias de las SS controlan a las masas en un acto oficial del NSDAP.

Con Heinrich Himmler al frente de las SS como Reichsführer, la organización fue completamente remodelada y ampliada con miles de efectivos. Entre sus primeras medidas estuvo mantener una entrevista con el propio Adolf Hitler a quién convenció que convirtiese a las SS en el principal brazo armado del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes en detrimento de las SA del general Erns Röhm que se habían convertido en un problema de orden público y se dudaba de su lealtad. Así fue como se comenzó a admitir a jóvenes de 18 de años (la edad inicial había sido 25) con la condición de que se pagasen su propio uniforme y equipamiento, además de introducirse una especie de cultura ritual encargada de custodiar la tradición pangermánica y preservar la pureza racial mediante exámenes, campamentos en la naturaleza y pruebas deportivas. A raíz de estas iniciativas y de que a las SS les fue otorgado el honor de custodiar la «Blutfahne» (la bandera que había sido manchada con sangre durante el «Putsch de Munich» y que era el principal emblema del NSDAP), junto con una intensa campaña propagandística en forma de panfletos y artículos en el periódico Völkischer Beobachter, la organización en 1930 creció de manera considerable.

Inesperadamente cuando el 1 de Abril de 1931 algunos líderes de las SA intentaron ejercer el control del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes tomando las sedes de Brandeburgo, Hesse, Pomerania, Meckelemburgo y Silesia, se encontraron con una gran oposición de los militantes y en especial de las SS. De hecho y gracias a que los guardias de las SS se mantuvieron fiel a Adolf Hitler en la capital de Berlín, el resto de hombres de las SA no se atrevieron a dar el paso en otras regiones de Alemania y por tanto el golpe organizado por el general Ernst Röhm fracasó en todo el país. Ante estos sucesos que concentraron más poder dentro del NSDAP en torno al Führer, también derivaron en una fractura psicológica latente entre las SS y las SA que más tarde se materializaría en una guerra entre las dos organizaciones.

En 1932 las SS contaban con más de 50.000 miembros en sus filas de los que 900 eran oficiales y 49.100 soldados distribuidos en 40 jefes regionales denominados «Standarten» que a su vez subdividieron sus unidades en brigadas SS (SS-Brigade). A pesar de que en número todavía no superaban al más de 1 millón de efectivos de las SA, fueron suficientes para hacer frente a los 130.000 paramilitares comunistas del Frente Rojo (Roter Frontkämpfer) que al servicio del Partido Comunista Alemán habían causado un preocupante número de muertos a los nacionalsocialistas en atentados y peleas callejeras. De hecho la demostración de fuerza de las SS y las SA fue suficiente para presionar al Gabinete de Franz Von Papen de impedir que se prohibieran los uniformes políticos, lo que hubiera supuesto un duro golpe de imagen para el NSDAP.

Reichsführer Heinrich Himmler pasando revista a las SS.

Según el eslogan de 1932, las SS adoptaron la siguiente frase: «Los mejores días de combate (Die Kampfzeit war die beste Zeit)». Tal cosa hacía referencia a que durante aquel año las SS encajaron las mayores pérdidas durante la lucha urbana porque el Frente Rojo mató a trece miembros e hirió a más de un centenar. Sin embargo y a pesar de las dificultades, en Enero de 1933 la labor de las SS generó sus frutos porque durante la campaña electoral el NSDAP apenas fue molestado gracias a la eficiente seguridad ejercida por las SS y finalmente Adolf Hitler ganó los comicios convirtiéndose en Canciller del Tercer Reich.

Las SS y el Tercer Reich

Cuando en 1933 se produjo el incendio al Parlamento Alemán (Reichstag), el Canciller Adolf Hitler, en calidad de Führer, redactó un decreto el 29 de Febrero mediante el que se otorgaba poderes policiales tanto a las SA como a las SS, a las que además se las equipó con armamento procedente del Ejército Republicano Alemán (Reichswehr). A partir de ese instante, las escuadras de las SS que se habían convertido en una nueva policía auxiliar dirigida por el Reichsführer Heinrich Himmler, iniciaron arrestos sistemáticos contra los opositores de derechas e izquierdas, apalearon a todos los que ofrecieron resistencia e incluso asesinaron de forma discreta a los elementos considerados más peligrosos, sin contar los ataques a la comunidad judía y boicots a sus comercios. De hecho y en cuanto las cárceles y prisiones estuvieron saturadas de personas, las SS abrieron el campo de concentración de Dachau a las afueras de Munich para albergar a los millares de prisioneros políticos, un recinto al que siguieron Sachsenshausen cerca de Berlín y Buchenwald próximo a Weimar, los cuales pasaron a estar gestionados por la Oficina de las Cabezas de la Muerte o «Totenkopfverbände».

Juramente de las SS ante Adolf Hitler en Nuremberg.

Mientras las SS y las SA desmantelaban la antigua República de Weimar, la brecha entre ambas se volvió más grande que nunca debido a sus insalvables diferencias. Las SA del general Ernst Röhm defendían la tesis de una «segunda revolución nacionalsocialista» mucho más radical que la primera en los económico y lo social; y las SS de Heinrich Himmler preferían mantener el estatus vigente ordenado por el Führer para llevar a cabo el proceso revolucionario de manera más pausada y con ello evitar una reacción de la oficialidad conservadora del Ejército Alemán que veían en el nacionalsocialismo una especie «comunismo disfrazado». Precisamente durante aquellos tensos meses de rivalidad, los miembros de las SS calificaron a sus socios de las SA con el nombre de «filetes (fleishschnitten)» porque según ellos eran «pardos por fuera y rojos por dentro». Esta evidente confrontación y también la amenaza que suponían sus 2 millones de paramilitares que superaban veinte veces el tamaño del Ejército Alemán, obligó a Hitler a tomar la decisión de purgar sus filas y ganarse su entera lealtad.

Inesperadamente entre el 28 y el 30 de Junio de 1934, las SS efectuaron una serie de redadas sorpresa contra los líderes de las SA y rivales susceptibles de traición dentro del NSDAP y la Cancillería en un episodio que sería conocido como la «Noche de los Cuchillos Largos». La mayor parte de los arrestos o asesinatos que se llevaron a cabo de noche y de manera sorpresiva, acabaron con la purga de todos los cuadros de mando de las SA, incluyendo el general Ernst Röhm que fue matado a tiros en una celda o los capitanes Karl Enst y Edmund Heines que resultaron ejecutados. También las SS aprovecharon la ocasión para asesinar a dos militares disidentes como los generales Kurt Von Schleicher y Ferdinand Von Bredow, al antiguo líder nacionalsocialista Gregor Strasser, a Erich Klausener que dirigía el Partido Acción Católica y al gobernador bávaro Gustav Von Kahr a quién destrozaron la cabeza a porrazos. Una vez concluida la «Noche de los Cuchillos Largos» con más de 300 ejecuciones y obtenido el control total sobre las SA que pasaron a depender de Vikor Lutze, un hombre completamente leal al Führer, las SS se convirtieron en la organización más poderosa de Alemania.

Formación de estandartes de la Allgemeine-SS.

Oficialmente el 20 de Julio de 1934, las SS fueron rebautizadas por Adolf Hitler como la Allgemeine-SS. Conformada en aquellos instantes por 200.000 hombres, las SS no solamente ostentaron la categoría de ser la nueva policía política del Tercer Reich, sino que además ejercerían el control de Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Bibliografía:

-Robin Lumsden, Historia Secreta de las SS, «Orígenes y primera etapa», la Esfera de los Libros (2005), p.13-44
-Editores de Time-Folio-Books, Hitler y el III Reich, las SS, «Capítulo 1 ¡El futuro nos pertenece!», Time-Folio-Books (2008) p.11-37