Captura del Puente de Remagen

La captura del Puente de Remagen fue uno de los hechos más insólitos del Frente Occidental durante la Segunda Guerra Mundial. La razón de ello fue que apoderarse de un punto de paso sobre el Río Rin se aventuraba como una misión imposible para los Aliados, por lo menos hasta que se produjo un error humano imperdonable por parte de una guarnición del Ejército Alemán, lo que propició que el 7 de Marzo de 1945 se materializase un episodio que en Estados Unidos sería conocido como «el Milagro de Remagen».

Plan de Alemania

El Puente Ludendorff, bautizado así en honor al general Erich Ludendorff, fue construido en el año 1916 durante la Primera Guerra Mundial de la mano del arquitecto Karl Wiener y la Compañía Grün und Bilfinger que utilizó prisioneros rusos capturados a la Rusia Zarista. A nivel estructural, el puente pesaba 4.600 toneladas y tenía 325 metros de largo, incluyendo un gran arco central de metal con 156 metros y otros dos tramos extra a los lados de cada pilar de piedra con otros 85 metros; además de protegerse con cuatro torres de defensa (dos en ambas orillas) y desplegar dos líneas de ferrocarril con dos pasarelas para peatones en los extremos. Incluso de manera secreta se alojaron dos cámaras de demolición bajo los pilares para hacer volar la infraestructura en caso de necesidad. Aunque el puente fue empleado en la Gran Guerra para trasladar suministros al Frente Occidental y facilitar la retirada del Ejército Alemán tras la «Ofensiva de los 100 Días», al terminar la contienda y firmarse el Tratado de Versalles los soldados del Ejército Francés se apropiaron en 1919 de la instalación (al que rellenaron de cemento las cámaras de demolición para evitar sabotajes), hasta que en 1936 con la «Remilitarización de Renania» el enclave fue recuperado por el Tercer Reich (curiosamente los germanos encontraron cargas de zinc de 4 kilogramos de explosivo para detonarlo). Una vez estalló la Segunda Guerra Mundial, la 6ª División Panzer pasó sobre la infraestructura para invadir Luxemburgo en Mayo de 1940, la cual desde entonces pasaría inadvertida los cuatro años siguientes. Lamentablemente el 19 de Octubre de 1944, un grupo de 33 aviones de la Fuerza Aérea Estadounidense bombardearon el Puente Ludendorff y lo dejaron inoperativo hasta su reparación el 9 de Noviembre, aunque nuevamente un segundo raid el 29 de Diciembre lo inutilizaría hasta Enero de 1945, seguido por otros cuantos en Febrero.

Defender el Puente de Remegan era clave para evitar el colapso del Frente Occidental, tal y como lo advirtió el mariscal Gerd Von Rundest, jefe de aquel teatro de operaciones a Adolf Hitler tras una visita a su cuartel bajo la Cancillería de Berlín. Bajo la responsabilidad del Grupo de Ejércitos B al mando del general Walther Model, la ciudad de Remagen se hallaba custodiada por el XV Ejército Panzer del general Hasso Von Mantauffel y su infraestructura por el LIII Cuerpo del general Fritz Bayerlein, estando la comarca sometida a la supervisión del general Gustav Von Zangen. Respecto al propio distrito que tenía la catalogación de «Wehrkreis XII» estaba políticamente administrado por el gobernador o «gauleiter» Kurt Von Berg hasta que fue sustituido durante la batalla por el general Walther Botsch, quién encima trasladaría su cuartel a Wiesbaden (dificultando las comunicaciones y la burocracia para dirigir la defensa).

Puente Ludendorff en Remagen.

La defensa del Puente Ludendorff recayó en los 120 soldados de la 12ª Compañía al mando del capitán Carl Friesenhahn que se parapetaron tanto sobre la infraestructura como tras la entrada del túnel de 180 metros de profundidad bajo la montaña anexa; mientras que en los alrededores se situó la 105ª Compañía del capitán Willi Bratge coun una batería de 9 cañones de 50 milímetros y una dotación de 36 hombres. En el caso de la ciudad de Remagen la guarnición consistía en el 12º Regimiento de Ingenieros del comandante August Kraft, cuyo cuartel se ubicaba en el Barrio de Bendorf-Sayn, así como en fuerzas paramilitares de las SA, veteranos de la Primera Guerra Mundial articulados en la Milicia Popular del Volksstrum y 280 niños y chicas adolescentes de las Juventudes Hitlerianas a los que se repartieron 50 fusiles de origen francés y algunas armas antitanque Panzerfaust. Algo más al extrarradio, concretamente en la campiña adyacente bajo la responsabilidad de la Alta Comandancia de Eiffel al frente del general Herbert Lode, la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) emplazó a la 5ª Batería dotada de seis cañones de 37 milímetros, a la 3ª Batería con dos cañones antiaéreos de 20 milímetros a 120 voluntarios rusos blancos de las Legiones Orientales (Ostlegionen) y a un gigantesco cañon «Flakwerfer 44 Föhngeräte» o «Arma Tormenta» capaz de disparar salvas con 35 cohetes explosivos de 73 milímetros.

Como medida de seguridad la guarnición del Puente de Remagen minó el pilar este con 800 kilogramos de dinamita, estando las dos cargas principales en el pilar este con 300 kilogramos de explosivo y en el pilar oeste con 200 kilogramos (aunque de la marca Donerit que era de una calidad inferior). A pesar de que al comandante Hans Scheller, responsable de la instalación, se le dieron instrucciones de volarla antes de las 16:00 horas del 7 de Marzo debido a la proximidad del Ejército Estadounidense, los miles de refugiados que cruzaban el puente, la mayoría ancianos, mujeres y niños acompañados de caballos y mulas, sin obviar al personal militar ni las barcazas y gabarras que hacían viajes de ida y vuelta bajo los pilares, obligaron por el momento a cancelar su detonación hasta la inminente llegada de los Aliados.

Puente Ludendorff:
-12º Regimiento de Ingenieros
-12ª Compañía de Infantería
-105ª Compañía de Infantería

Plan de EEUU

El avance hacia el Río Rin era misión del XIIº Grupo de Ejércitos Estadounidense al mando general Omar Nelson Bradley, quién no dudó en desviar a la 9ª División Blindada del general John Leonard mientras el grueso del III Ejército Blindado al frente del general George Patton libraba a no mucha distancia la Batalla de Colonia. Originalmente la idea no era tomar ninguno de los puentes (suponían que los alemanes los volarían), sino cruzar el curso fluvial con embarcaciones y construir un puente artificial de la mano del general William Hodge, quién durante la Guerra del Pacífico había tendido varios entre Alaska y Canadá.

Entrada la mañana del 7 de Marzo de 1945, una solitaria avioneta de reconocimiento Piper Cub de la Fuerza Aérea Estadounidense sobrevoló los alrededores del Puente Ludendorff para informar de que la instalación no solo no había sido destruida, sino que además estaba atestada de columnas de refugiados (lo que impediría su dinamitación durante algún tiempo). Sin dudarlo un instante, en cuanto el general John Leonard recibió el mensaje, se puso en contacto con el coronel Leonard Engeman que lideraba al 14th Batallón Blindado de la 9ª División de Infantería, para indicarle que se moviese hacia adelante llevándose consigo a las Compañías A y C de Infantería, más la Compañía B de Ingenieros, y ocupase a toda costa el Puente de Remagen.

9ª División Blindada:
-14th Batallón Blindado
-Compañía A
-Compañía B de Ingenieros
-Compañía C

Captura de Remagen

A media mañana del 7 de Marzo de 1945, una columna del 14th Batallón Blindado comenzó a moverse atravesando los bosques en dirección a Remagen mientras se tomaban todas las precauciones porque se prohibió el uso de la radio y en caso de necesidad solo se permitió transmitir novedades a través de mensajeros a bordo de jeeps Willy. Durante el trayecto de unos 17 kilómetros los norteamericanos apenas tuvieron contratiempos, salvo por un granadero alemán que a punto estuvo de destruir un semioruga Half-Track M3 de no ser porque rápidamente el soldado fue eliminado por el disparo de un tanque Pershing M-26. Una vez superados los obstáculos, los estadounidenses prosiguieron tomando las localidades Leimersdorf, Bierresdorf y Waldschlösschen hasta situarse en una colina desde la que pudieron contemplar el Puente Ludendorff a las 11:20 horas, donde los últimos civiles ya se habían ocultado bajo el túnel de la montaña y los ingenieros estaban empezando a poner a punto los explosivos siguiendo órdenes del comandante Hans Scheller.

Tropas norteamericanas en marcha hacia el Puente de Remagen por los raíles y la rampa de subida de la cara occidental. En la fotografía se aprecia una pieza de artillería antiaérea estadounidense para protegerse de la Luftwaffe.

En torno al mediodía, sobre las 13:00 horas, los soldados alemanes al otro lado del Puente de Remagen escucharon al oeste los primeros disparos efectuados por la 9ª División Blindada Estadounidense. Se trató de un grupo de tropas norteamericanas que alcanzaron los suburbios y despejaron de enemigos la Iglesia de Apollinaris, antes de que a las 13:20 horas, se entablara un cruento combate entre la Compañía de Infantería A y los milicianos parapetados en los edificios y las calles desiertas, la mayoría Camisas Pardas del Partido Nacionalsocialista (NSDAP), miembros de las SA y algunos ancianos de la Milicia Popular del «Volksstrum» que fueron forzados a rendirse a base de mortíferos fogonazos de los tanques Pershing M-26.

A las 14:00 horas, nada más completar los ingenieros del Ejército Alemán el minado del Puente Ludendorff (aunque sin tiempo a colocar un segundo circuito de seguridad), los tanques Sherman y Pershing M-26 que habían dividido sus fuerzas en dos alas dentro de la ciudad, convergieron sobre la rampa de raíles que ascendía a la infraestructura sobre el Río Rin. Lamentablemente en cuanto alcanzaron la base, los carros fueron detenidos por los cañones emplazados en la Colina de Erpel y por la explosión de dinamita sobre la cuesta que abrió un gigantesco cráter en el suelo, imposible de ser transitado por blindados o cualquier otro tipo de vehículo. Fue entonces cuando entraron en acción las tropas del 14th Batallón Blindado y las Comapñías A, B y C que subieron la rampa y accedieron al puente, logrando desactivar algunas de las cargas, la mayoría a manos del sargento ítalo-americano Joseph De Lisio.

En medio del tiroteo sobre el Puente Ludendorff, el comandante Hans Scheller tuvo la mala suerte de ser tumbado en mitad de la pasarela del puente por el impacto de un proyectil de tanque (que le hizo perder el conocimiento unos minutos), por lo que no tuvo tiempo de ordenar la detonación al capitán Carl Friesenhahn de que activara las cargas. Mientras tanto al otro lado, el general William Hodge del 14th Batallón Blindado, viendo la increíble oportunidad que se le abría, arengó a sus hombres el siguiente comunicado: «Son las 15:15 horas. Bien muchachos, ese puente debe ser tomado. Los alemanes no lo harán saltar hasta las 16:00 porque ésta es la orden que tienen. ¡Si se dan prisa, llegarán antes que ellos!».

Soldado norteamericano contempla desde la Colina de Erpel el Puente Ludendorff.

Alrededor de las 15:20 horas, el comandante Hans Scheller recuperó el conocimiento en medio del Puente Ludendorff y a toda prisa corrió a la entrada del túnel para indicar a gritos al capitán Carl Friesenhahn que accionara los detonadores. Sin embargo y contra lo esperado, en cuanto Friesenhahn apretó el pulsador de demolición, el sistema eléctrico no respondió debido a un cortocircuito, por lo que rápidamente se buscó un voluntario, en concreto el soldado Anton Faust, quién tras efectuar una carrera sobre la pasarela de 80 metros bajo el fuego enemigo, conectó el segundo cable. Acto seguido, Friesenhahn volvió a pulsar una segunda vez el detonador para quedar envuelta la infraestructura por una nube de polvo y un violento temblor que hizo pensar a todo el mundo en su total destrucción, por lo menos hasta que se disipó el humo y para sorpresa tanto de los germanos como de los estadounidenses el Puente Ludendorff seguía intacto.

Justo después de la fallida detonación del Puente Ludendorff, los soldados del 14th Batallón Blindado irrumpieron en la pasarela abriéndose paso a tiros mientras recibían un nutrido fuego procedente desde los torreones de piedra, del túnel y de una barcaza en medio del Río Rin, la cual fue hundida por el disparo de un tanque Sherman. Bastaron 40 minutos, en torno a las 16:00 horas, para que los norteamericanos alcanzaran la otra parte, entrando el sargento Joe DeLisio por la escalera de caracol del torreón derecho donde mató a la dotación de una ametralladora MG-34; al mismo tiempo en que el soldado Mike Chinchar capturó a todos los defensores del torreón izquierdo. Neutralizadas estas dos posiciones fortificadas, el sargento Alex Drabik se convirtió en el primer militar estadounidense en pisar el lado contrario del Río Rin, algo que no sucedía desde tiempos tan remotos como la Revolución Francesa.

Solamente el túnel resistió al avance del 14th Batallón Blindado, por lo que inmediatamente el comandante Hans Scheller se ofreció voluntario al capitán Carl Friesenhahn para abandonar la montaña por la cara contraria y buscar un teléfono con el que informar al Estado Mayor del Grupo de Ejércitos B de que el enemigo acababa de conquistar el Puente Ludendorff. Lamentablemente el comandante Scheller desapareció sin nadie volver a saber más de él, por lo que Friesenhahn envió a un segundo voluntario a bordo de una moto (quién encima tampoco avisaría porque sería eliminado por el fuego de los soldados norteamericanos). A pesar de que los germanos aguantaron bajo las entrañas de la montaña colocando sacos terreros a la entrada del túnel, pronto los invasores se expandieron por los alrededores porque la Compañía de Infantería C del teniente Karl Timmermann ocupó el vecino pueblo de Erpel y comenzó a ascender la Colina de Erpel, apodada como «Flak Hill». Aunque durante la subida las tropas estadounidenses encajaron bajas a manos de los cañones de 37 y 20 milímetros, así como de la pieza Flakwerfer 44 Föhngeräte, finalmente los norteamericanos se apropiaron de la «Cota Frank», siendo el teniente Karl Timmermann condecorado con la Cruz al Servicio Distinguido.

Uno de los torreones del Puente Ludendorff tomado por las tropas de la 9ª División Blindada Estadounidense.

Después de la caída de la Colina de Erpel, la Compañía de Infantería C rodeó la montaña y atacó por la salida opuesta el túnel de 180 metros de longitud. A continuación se desató un violento tiroteo entre la oscuridad de la galería hasta que un civil alemán llamado Karl Busch gritó «¡Stop firing! (¡Alto el fuego!)», advirtiendo a los invasores de que en el interior había cuatro vagones cargados de munición y combustible que en caso de explosionar dejarían sepultados a los combatientes de ambos bandos. Fue entonces cuando los refugiados mostraron banderas blancas, poco antes de que lo hicieron los 120 combatientes de la 105ª Compañía de Infantería, incluyendo el capitán Willu Bratge, que oficialmente se rindieron a las 17:00 horas de la tarde, dándose por concluida la batalla por el Puente Ludendorff.

Hundimiento del Puente Ludendorff

Hasta el anochecer del 7 de Marzo de 1945 nadie en el Grupo de Ejército B supo acerca de la captura del Puente de Remagen. Lógicamente en cuanto Adolf Hitler se enteró de que el enemigo acababa de cruzar el Río Rin, montó en cólera y en un acto de furia destituyó al mariscal Gerd Von Rundest como jefe del frente Occidental, sustituyéndolo por el mariscal del aire Albrecht Kesselring. También al responsable de la instalación, el comandante Hans Scheller que se había extraviado durante el viaje en bicicleta, fue capturado nada más aparecer en el Estado Mayor y procesado en un juicio sumarísimo junto a otros dos ingenieros y un oficial de la Fuerza Aérea Alemana, siendo a continuación los cuatro fusilados por negligencia grave. Incluso se juzgó en ausencia al capitán Willi Bratge, jefe de la 105ª Compañía, a quién condenaron a muerte pero no pudieron ejecutar por encontrarse prisionero de la 9ª División Blindada Estadounidense.

Inmediatamente a la caída del Puente de Remagen, el Ejército Estadounidense reforzó la cabeza al otro lado del Río Rin desplazando a 8.000 soldados para evitar un contraataque enemigo, instalando 672 baterías antiaéreas (la mayor concentración de cañones tierra-aire de la Segunda Guerra Mundial) y tendiendo una serie de redes unidas por troncos sobre el agua para evitar sabotajes. Al mismo tiempo, 200 ingenieros trabajaron día y noche en la infraestructura (donde se hizo una prueba satisfactoria de peso al circular 9 tanques Sherman a la orilla contraria) y en dos pasarelas flotantes entre la propia ciudad de Remagen y la aldea de Linz.

Al día siguiente de la captura del Puente Ludendorff, el 8 de Marzo, los soldados alemanes lanzaron un contraataque contra el 14th Batallón Blindado que terminó en desastre porque fueron capturados 100 prisioneros a las afueras de Erpel. Aquella misma jornada, a las 16:45 horas, un escuadrón de tres bombarderos en picado Stuka escoltados por un caza Focke Wulf Fw 190 atacaron sin éxito la instalación porque los 4 aviones fueron derribados por las baterías antiaéreas. A las pocas horas de este fracaso, un segundo escuadrón de 10 Stukas arrojaron sus bombas contra el puente, logrando únicamente que un tanque Sherman resbalara y cayera al vacío abriendo un boquete que dejaría inutilizada la pasarela un día entero, aunque durante el raid serían abatidos 8 de los bombarderos en picado.

Pintura sobre los ataques de los aviones a reacción de la Luftwaffe contra el Puente Ludendorff, en este caso Messerschmitt 262.

El mariscal Hermann Goering que lideraba a la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) prometió a Adolf Hitler que echaría abajo el Puente Ludendorff a cualquier precio, pero lo cierto fue que fracasó en su cometido porque después de reunir el 9 de Marzo a 70 aviones a reacción entre los que había 40 bombarderos Arado Ar 234 Blitz escoltados y 30 cazas Messerschmitt 262 al mando del teniente Robert Kowalewski, ninguno de los aparatos alcanzó la infraestructura y encima un aparato fue derribado. Al día siguiente, el 10 de Marzo, otro escuadrón con Arado Ar 234 Blitz y Messerschmitt 262 volvieron a atacar Remagen para encajar un gravísimo revés porque no se produjeron impactos en el puente a costa de ser abatidos 28 reactores por las baterías antiaéreas (un derroche en aparatos que en aquellos momentos tan críticos Alemania no se podía permitir).

Como la aviación demostró ser incapaz de destruir el Puente Ludendorff, entre los días 11 y el 16 de Marzo de 1945 las SS lanzaron desde su Base de Hellendoorn en Holanda un total de 11 misiles balísticos V-2 hacia el corazón del Río Rin. Sin embargo y contra lo imaginado, nueve de los cohetes cayeron en el agua sin efecto alguno, otro explosionó en un campo vacío a una milla de la ciudad de Remagen y el último detonó a tan solo 275 metros de la infraestructura que provocó daños leves en el puente y causó 53 bajas a los soldados norteamericanos, matando a 3 combatientes y dejando a otros 50 heridos.

Ni los misiles ni los nuevos raids de la Fuerza Aérea Alemana que costaron el derribo de otros 26 aviones a reacción lograron acabar con el Puente Ludendorff. Fue entonces cuando se emplearon otras tácticas como por ejemplo el tren blindado que arrastraba al gigantesco mortero «Karl» de 540 milímetros, el cual en la jornada del 16 de Marzo disparó 14 salvas con proyectiles de 2 toneladas de peso que pasaron de largo porque cayeron en la ciudad de Remagen (matando a varios civiles entre los escombros). Aquella misma noche del 16 al 17, 11 buzos del destacamento especial de los «hombres rana» intentaron minar los pilares bajo el agua, aunque sin éxito porque cada 5 minutos los vigilantes arrojaban granadas para evitar sabotajes, algo que obligó a los intrusos a desviarse y terminar siendo localizados por los focos reflectores para acto seguido ser hechos prisioneros.

Pintura de reactores en formación Messerschmitt 262 y bombarderos Arado Ar 234 «Blitz» lanzan sus bombas sobre el Puente Ludendorff.

Inesperadamente el 17 de Marzo de 1945, el Puente Ludendorff se vino abajo a causa de los daños sufridos y el sobrepeso después de haber estado diez días en posesión del Ejército Estadounidense desde su captura el día 7. Durante la tragedia que acabó con toda la infraestructura sumergida bajo las aguas del Río Rin, se produjeron un total de 115 bajas entre los soldados norteamericanos, contabilizándose 31 muertos 18 desaparecidos y 66 heridos.

Conclusiones

Los diez días en que el Puente Ludendorff estuvo bajo la posesión del Ejército Estadounidense fueron decisivos para la contienda porque se pudo trasladar de forma masiva a infinidad de tropas y toneladas de material militar al otro lado del Río Rin. A pesar del hundimiento posterior de la infraestructura en Remagen, el daño a las fuerzas del Ejército Alemán ya estaba hecho porque se privó al Tercer Reich de su última frontera natural en el Frente Occidental, precipitando decisivamente el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

Otra de las curiosidades de la captura del Puente Ludendorff fue que Estados Unidos se erigió como la primera potencia en cruzar el Río Rin por delante del Reino Unido, algo que llevó al general Dwith Eisenhower a mofarse del Ejército Británico cuando pensando en el mariscal Bernard Montgomery expresó feliz: «¡Por todos los diablos, esto le hará estallar!». Respecto a los responsables de que las cargas no estallasen, los estadounidenses iniciaron una investigación para explicar su victoria que les llevó a una conclusión basada en las dos siguientes opciones: 1) los cables habrían sido cortados accidentalmente por los proyectiles de sus tanques que disparaban desde la orilla contraria; 2) que los trabajadores polacos que servían en el puente hubiesen saboteado las cargas como venganza por las represalias que Alemania había llevado a cabo en Polonia.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial en Europa, el 23 de Junio de 1945 los soldados del Ejército Estadounidense comenzaron a demoler los restos del Puente Ludendorff que terminaron por ser retirados el 1 de Agosto. Curiosamente veinticinco años después, el 7 de Marzo de 1980, el Gobierno de la República Federal Alemana y el alcalde Hans Peter Kürten inauguraron el Museo del Puente de Remagen (Freiedensmuseum Brücke Von Remagen) con una placa que decía: «Construido para la guerra y destruido en la guerra».

 

Bibliografía:

-Steven Zaloga, Remagen 1945, endgame against the Third Reich, «Operation Lumberjack», Osprey Publishing (2006), p.13-92
-David Solar, La Caída de los Dioses, «Capítulo 9: La muralla de los Nibelungos», la Esfera de los Libros (2005), p.376-377
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, «El Puente de Remagen abre la puerta de Alemania», S.A.R.P.E. (1978), p.2.114-2.131
-José Antonio Caballero Soto, Die Brücke Von Remagen, el puente que valía su peso en oro, Revista Serga Nº83 (2013), p.4-16