Caída de Singapur

La invasión de Malasia entre 1941 y 1942 condujo al Imperio Japonés hasta las mismas puertas de la colonia de Singapur, conocida por el Reino Unido como la «Gibraltar de Oriente» debido su posición estratégica sobre el Sudeste Asiático. Una vez las fuerzas del Eje se reorganizaron de la veloz campaña sobre la Península de Malaya, las tropas japonesas iniciaron la operación militar sobre este vital enclave que unía el Océano Pacífico con el Océano Índico durante una cruenta batalla que culminaría en el mayor desastre de la Historia del Imperio Británico.

Plan de los Aliados

La Isla de Singapur que desde la Antigüedad había sido poblada por malayos y desde la Edad Media por comerciantes procedentes de China, fue anexionada por el Sultanato de Johore en el siglo XVI. Aunque durante dos centurias mantuvo una independencia más o menos estable, en 1824 se convirtió en un protectorado del Reino Unido bajo la tutela de la Compañía de las Indias Orientales (British East India Company) y posteriormente, ya en 1912, en la base naval más importante de la Marina Real Británica (Royal Navy) junto a Gibraltar en España y el Canal de Suez en Egipto.

A comienzos de la Guerra del Pacífico, en Enero de 1942, la situación de los Aliados en Singapur era desesperada tras la fugaz conquista de Japón a la colonia de Malasia y el hundimiento de la Fuerza Z con los acorazados HMS Repulse y HMS Prince of Wales durante la Batalla del Golfo de Siam. A raíz de estos dos desastres militares de índole terrestre y naval, más los daños sufridos en Singapur por la aviación japonesa que causó numerosos incendios en la ciudad y destruyó varios depósitos de combustible, las fuerzas sitiadas de la Commonwealth se prepararon para repeler una cada vez más cercana invasión del Eje, volando con dinamita el día 31 el único puente que unía la colonia con la Península de Malaca a través del Estrecho de Johore.

Batería de defensa costera de Singapur.

Las fuerzas de la Commonwealth, la mayoría constituidas por un conglomerado internacional de soldados procedentes del Reino Unido, India, Australia, Malasia, China y la propia Singapur, superaban a las del Imperio Japonés en tres a uno, aunque la mayoría se encontraban desarmadas, desmoralizadas y casi la mitad carecían de experiencia en combate, sin contar con que apenas disponían de municiones, víveres, agua y medicinas, pese a que numerosas embarcaciones e incluso el destructor estadounidense USS Mount Vernon trajeron algunos cargamentos con suministros. Al mando del general Sir Arthur Percival como jefe de la Comandancia de Malaya (Malaya Command), las unidades presentes eran la 11ª División de Infantería India del general David Murray-Lyon, la 18ª División de Infantería Británica del general Merton Beckwith-Smith, la 8ª División de Infantería Australiana del general Gordon Bennett, la 1ª Brigada de Infantería Malaya del general George Williams, la 2ª Brigada de Infantería Malaya del general Francis Fraser, la 44ª Brigada de Infantería India del general George Ballentine, la 45ª Brigada de Infantería India del general Herbet Duncan, la Fuerza Voluntaria Singapuresa «Estrechos» del general Francis Grimwood, la Brigada de Artillería del general Alec Warren Greenlaw, la Brigada de los Ingenieros Reales del general Ivan Simson y el Ejército Voluntario Chino Anti-Japonés de Ultramar del oficial John Dalley.

Todas las fuerzas de los Aliados en Singapur quedaron supeditadas a la Comandancia del Lejano Oriente (Far Eastern Command) al frente del general Archibald Wavell, quién siendo un militar muy popular por haber destruido al Ejército Italiano durante la «Operación Compass» de 1940 a 1941 sobre Libia y Egipto, se trasladó a la colonia inglesa para dirigir la defensa junto al general Arthur Percival. Las órdenes recibidas por ambos del Primer Ministro Winston Churchill fueron claras: «Espero que sea defendido cada palmo de tierra, que todo elementos útil salte en pedazos antes de caer en manos del enemigo y que la idea de rendición no debe, en ningún momento, cruzarse por la mente, a menos que los combates ya se estén desarrollando entre las ruinas de la ciudad».

Aproximadamente los Aliados reunieron a 90.000 soldados entre 40.000 indios, 20.000 británicos, 15.000 australianos, 10.000 malayos, 3.000 singapureses y 2.000 chinos, así como un material de 354 cañones y 50 aviones.

Comandancia de Malaya:
-18ª División de Infantería Británica
-11ª División de Infantería India
-8ª División de Infantería Australiana
-44ª Brigada de Infantería India
-45ª Brigada de Infantería India
-1ª Brigada de Infantería Malaya
-2ª Brigada de Infantería Malaya
-Fuerza Voluntaria Singapuresa «Estrechos»
-Brigada de Artillería Británica
-Brigada de Ingenieros Reales Británica
-Ejército Voluntario Chino Anti-Japonés de Ultramar

Plan de Japón

El XXV Ejército Japonés que recientemente había conquistado la colonia de Malasia, fue la agrupación escogida para invadir la Isla de Singapur. Al frente del general Tomoyuki Yamashita que por su fugaz avance sobre la Península de Malaca recientemente había recibido el apodo de «Tigre de Malasia», diseñó una operación consistente en debilitar la costa septentrional mediante bombarderos de artillería y aviación, para a continuación cruzar el Estrecho de Johore y desembarcar en la orilla contraria con las siguientes fuerzas: la 5ª División de Infantería del general Takuro Matsui y la 18ª División de Infantería del general Renya Mataguchi, ambas conformadas con mineros de la Isla de Kyûshû y veteranos de la Segunda Guerra Sino-Japonesa, la División de Guardias Imperiales del general Takuma Nishimura con las tropas de élite del Emperador Hiro-Hito, y el Ejército Nacional Indio compuesto por 20 comandos hindús del capitán Allh Ditta que causarían estragos en la retaguardia a cambio de la promesa de una India Libre, sin obviar con que todas estas unidades contarían con el soporte de la 3ª División Aérea del general Sosako Suzuki.

Aproximadamente el Eje reunió 35.000 soldados, 400 cañones y 500 aviones.

XXV Ejército Japonés:
-División de Guardias Imperiales
-5ª División de Infantería
-8ª División de Infantería
-Ejército Nacional Indio

Batalla de Singapur

A inicios de Febrero de 1942, los aviones de la 3ª División Aérea Japonesa bombardearon con intensidad la colonia de Singapur arrojando toda clase de artefactos desde bombas incendiarias a convencionales, pero también bombas antipersona y unas pocas cargadas cargadas de azufre, las cuales cayeron sobre el casco urbano y la periferia de la ciudad matando de 150 a 200 civiles diariamente. Simultáneamente la aviación nipona lanzó millares de panfletos y octavillas instando a la población singapuresa a sublevarse contra los ingleses, al tiempo en que no dejaban de acosar los aeródromos de la Fuerza Aérea Real Británica (Royal Air Force o RAF) pulverizando a numerosos aparatos en tierra, lo que forzó a la evacuación de los últimos ocho cazas Hurricane en dirección a la India.

Desde el otro lado del Estrecho de Johore en la punta más meridional de Malasia, las fuerzas del Imperio Japonés emplazaron decenas de piezas de artillería con las que batieron la costa septentrional de Singapur, dañando algunas de las posiciones de la Commonwealth e incendiando un depósito de gasolina que liberó una gigantesca columna de humo negro de cubrió toda la colonia. Curiosamente como los ingleses sabían que la invasión cada día estaba más cerca, vertieron al agua un total de 25 millones de litros de bebidas alcohólicas y licores para evitar que cayeran en manos enemigos, cuyo líquido al mezclarse con el petróleo ardiendo desprendió un hedor insoportable para los dos bandos que se situaban a cada lado del Canal de Johore.

La ciudad de Singapur ardiendo tras un bombardeo de la Fuerza Aérea Imperial Japonesa.

A las 11:00 de la noche del 6 de Febrero de 1942, el general Tomoyuki Yamashita convocó una reunión de su Estado Mayor para repasar los últimos detalles del inminente salto sobre Singapur. Al cabo de unas horas, al amanecer del 7, un grupo de veinte comandos hindús del Ejército Nacional Indio cruzaron en botes el Estrecho de Johore y desembarcaron en los arenales del Islote de Ubin. La escasa guarnición británica en seguida se replegó mientras algunos soldados japoneses también ponían el pie en tierra para unirse a los indios libres, quienes con relativa facilidad vencieron a los ingleses y conquistaron el Islote de Ubin avanzada la mañana. A raíz de aquel acontecimiento, el general Sir Arthur Pervical cometió el error de pensar que los nipones invadirían la colonia por la zona del puente volado sobre el Canal de Johore, por lo que la jornada del 8 desplazó a la totalidad de la 18ª División de Infantería Británica al sector (cuando en realidad el ataque vendría más al oeste).

En la tarde del 8 de Febrero de 1942, las piezas de artillería del XXV Ejército Japonés emplazado en Johore bombardearon con intensidad la costa norte de Singapur, sepultando atrincheramientos y silenciado algunos cañones enemigos que apenas pudieron responder con eficacia realizando un tímido tiro de contrabatería. A las 22:30 horas, ya entrada la noche, un guardia de vigilancia de la 8ª División de Infantería Australiana avistó a unas barcazas cargadas de tropas atravesando el extremo occidental del Canal de Johore, por lo que en seguida se lanzaron bengalas y se inició una descarga de balas y proyectiles explosivos sobre los intrusos. A pesar de que la mayor parte de las salvas artilleras erraron en los blancos, las ametralladoras acribillaron a decenas de soldados nipones que perdieron la vida sobre las aguas que separaban el brazo de mar del continente, logrando por el momento los anglo-australianos eliminar a la primera oleada y rechazando a la segunda. Lamentablemente al tener los defensores las municiones racionadas terminaron por agotarse en la madrugada del 9, momento que aprovecharon los invasores para navegar con una tercera oleada que en esta ocasión sí consiguió desembarcar a sus pelotones en la Playa de Sarimbun. Como las tropas australianas en el sector eran pocas debido a que los efectivos de la 18ª División de Infantería Británica habían sido desviados al puente destruido sobre el Estrecho de Johore, en seguida fueron rodeadas por los nipones, cercadas en sus mismo puestos y finalmente aniquiladas. De nada sirvió un contraataque de 155 combatientes de la Fuerza Voluntaria Singapuresa y del Ejército Voluntario Chino Anti-Japonés de Ultramar sobre la cercana Kranji, pues los japoneses repelieron a los chinos y singapureses causándoles 102 bajas entre 2 oficiales y 100 infantes. Gracias a aquella victoria local, poco después del amanecer los nipones ya pudieron depositar al oeste de la colonia a la casi totalidad de las unidades de las 5ª y 18ª Divisiones de Infantería.

Tropas japonesas capturan una de las baterías costeras de Singapur.

La estupefacción de los generales Archibald Wavell y Arthur Percival fue absoluta nada más enterarse en la mañana del 9 de Febrero de que los japoneses acababan de desembarcar y establecerse al oeste de Singapur. De hecho apenas tuvieron tiempo de organizar una defensa eficaz y ordenada porque los invasores se adelantaron a los acontecimientos, arrebatándoles por sorpresa y apenas sin pegar un sólo tiro el Aeródromo de Tangah, en donde capturaron las instalaciones intactas, los barracones de los pilotos repletos de comida que no habían tenido tiempo de consumir y varios aviones británicos aparcados sobre la pista (que por estar en perfectas condiciones de volar pasaron a engrosar las filas de la Fuerza Aérea Imperial Japonesa).

Al atardecer de aquel día 9, los soldados de las 5ª y 18ª Divisiones de Infantería atacaron repentinamente las Crestas de Bukit Timah, situadas a tan sólo 3 kilómetros de la ciudad, en cuyas cimas y laderas cargadas de jungla se libró un combate contra las tropas británicas de la 18ª División de Infantería que por aquel entonces estaban mal posicionadas en sus atrincheramientos y con las defensas a medio terminar. Después de una batalla que se prolongó hasta la mañana del 10 y que concluyó con el embolsamiento y total destrucción del Batallón de Infantería Escocés «Argyll and Southerland Highlanders», finalmente los japoneses se apoderaron de las Crestas de Bukit Timah.

Con las Crestas de Bukit Timah en manos de las 5ª y 18ª Divisiones de Infantería, los nipones emplazaron un buen puñado de piezas de artillería con las que comenzaron a batir la ciudad de Singapur, desatando un infernal bombardeo que junto a las incursiones de la aviación mataron a millares de civiles sobre el pavimento urbano o en el interior de sus casas, sepultaron a centenares de edificios o viviendas, y devastaron todo el centro y la periferia de la metrópoli, haciendo que casi un millón de personas quedaran sin hogar. De hecho ante el oscuro panorama que se avecinaba, el propio general Archibald Wavell abandonó la colonia en avión para refugiarse en el India, no sin antes dar al general Arthur Percival la siguiente orden: «luchar hasta el último aliento».

Al día siguiente de la marcha del general Archibald Wavell, el 11 de Febrero, zarpó del puerto de Singapur el primer barco de evacuación, concretamente el carguero SS Empire Star, en cuyas bodegas transportó a 2.500 refugiados y un equipo de enfermeras occidentales que pudo depositar a salvo en la vecina colonia holandesa de la Isla de Sumatra. Lamentablemente la situación era más que desesperada para los Aliados, pues después de una serie de combates en los que cayeron en manos de los japoneses un campo de cricket, el Club de Golf y el Hipódromo Municipal, los invasores se apoderaron del lujoso sector costero de Orchad Road, dejando completamente aislada por tierra a la ciudad de Singapur sobre un perímetro de 50 kilómetros.

Como antes de la Guerra del Pacífico la colonia de Singapur se había convertido en un refugio para miles de chinos que huyeron de la Segunda Guerra Sino-Japonesa, un buen puñado de simpatizantes nacionalistas del Kuomintang y unos pocos del Partido Comunista Chino se alistaron como auxiliares y en algunos casos combatieron como fusileros en el Ejército Voluntario Chino Anti-Japonés de Ultramar y en otros como parte de la llamada «Dalforce» en la que también había nativos singapureses. Estas unidades que estuvieron financiadas por el empresario chino Tan Kah Kee, aglutinaron a dos millares de voluntarios entre los que hubo obreros, estudiantes, religiosos budistas e incluso algunas mujeres como Cheng Shang How que era conocida como la «Pasionaria China» (en honor a la comunista española Dolores Ibarruri en la Guerra Civil Española), además de alistarse en sus filas el guerrillero Tan Malaka que era un destacado miembro del Partido Comunista de Indonesia.

El 13 de Febrero se vivió una jornada de pánico y caos en Singapur porque miles de soldados y civiles se agolpaban en los muelles esperando a subir a alguna embarcación, aunque tampoco eso era una garantía de supervivencia porque un convoy conformado por los cargueros británico SS Kuala y chino SS Tien Kwang que transportaban refugiados, fueron atacados por la aviación japonesa a la altura del Islote de Pompong, resultando hundidos ambos buques con 750 personas a bordo, entre estas 400 mujeres y niños, 300 trabajadores y 50 monjas, siendo algunos de los supervivientes ametrallados en el agua por los aparatos nipones. A las veinticuatro horas de este suceso, el 14, los aviones japoneses bombardearon y hundieron al carguero inglés SS Vyner Brooke con 600 tripulantes y al carguero SS Tanjong Penang, sobreviviendo en este último una sóla enfermera.

Soldados y artilleros de un mortero de las Brigadas de Infantería Malayas durante la Batalla de Singapur.

A partir del 14 de Febrero la situación en Singapur fue desesperada para las fuerzas sitiadas de la Commonwealth sometidas a los continuos los bombardeos de la artillería y la aviación porque los proyectiles de los cañones japoneses destruyeron los depósitos acuíferos y la red hidráulica de la urbe, dejando tanto a la guarnición como a la población sin reservas de agua dulce. Desde ese instante se desató el desorden y la anarquía porque la ciudadanía, viviendo entre la inmundicia y con una serie de epidemias que se habían propagado en los barrios, iniciaron el saqueo violento de tiendas y almacenes de comida. Los soldados británicos, indios y malayos, en lugar de frenar los saqueos, desertaron en masa y se sumaron a los disturbios, al tiempo en que algunos ingleses perdieron la cabeza drogándose con opio robado de los bazares, emborrachándose con alcohol en tavernas abandonadas y en algunos casos practicando sexo con mujeres asiáticas desnudas en medio de la calle.

Mientras tanto desde el Gobierno de Londres, el Primer Ministro Winston Churchill que tenía una idea muy poco realista de lo que sucedía en Singapur ,mandó al general Sir Arthur Percival el siguiente mensaje: «Hay que seguir infligiendo las máximas pérdidas al enemigo y durante el mayor tiempo posible, aunque sea peleando casa por casa. Mantener ocupado al enemigo en la colonia es de vital importancia para otros frentes. Me doy cuenta de su situación, pero considero esencial que continúe la lucha». Sin embargo al poco de recibir el comunicado desde Inglaterra, el panorama había cambiado a peor primero porque las municiones estaban prácticamente agotadas y segundo porque las 1ª y 2ª Brigadas de Infantería Malayas fueron atacadas por oleadas de soldados japoneses que después de causar a los malayos 159 muertos durante los combates, el resto de efectivos capitularon tras ceder a los invasores el control del enclave de Pasir Panjang.

Dentro de la ciudad de Singapur las cosas se complicaron a mitad de la jornada del 14 porque el vacío de poder y la ausencia de toda autoridad alcanzó tal extremo que miles de ciudadanos singapureses e inmigrantes chinos cansados del colonialismo occidental, asaltaron las propiedades, viviendas y mansiones de los británicos, robando dinero, joyas y otros enseres de valor como pianos que aparecieron abandonados en medio de las carreteras. También se produjeron algunos asesinatos para saldar rencillas personales; sin obviar con que tras la deserción de los guardias que vigilaban la Cárcel de Changi, un total de 500 reclusos se fugaron con el consiguiente incremento de la delincuencia. Solamente un grupo de 1.000 soldados ingleses que fueron sacados de la línea de frente, lograron restaurar parcialmente el orden en la metrópoli cortando las calles y disparando contra los vándalos y saqueadores. De hecho como todo el mundo ya daba la derrota como inminente, un grupo de artilleros malayos y tropas singapuresas destruyeron las municiones del Fuerte Canning para evitar que cayeran en manos del enemigo (tras cobrar por el trabajo entre 50 y 10 dólares), además de procederse a la evacuación de los combatientes chinos del Ejército Voluntario Chino Anti-Japonés de Ultramar que fueron sacados a bordo de lanchas motoras en dirección a la Isla de Sumatra.

Conclusión

A las 11:30 horas del 15 de Febrero de 1942, un centinela del XXV Ejército Japonés subido a un árbol divisó desde sus prismáticos una bandera blanca ondear sobre uno de los emplazamientos de radio del Edificio Cathay. Después de comunicarles el avistamiento a sus superiores, a las 15:30 de la tarde el teniente coronel Ichiiji Sugita viajó en coche hasta el edificio del trapo blanco, donde dialogó con un grupo de oficiales ingleses, quienes le manifestaron su intención de rendirse. Así fue como al cabo de dos horas, a las 17:15, el general Sir Arthur Percival se presentó en el puesto provisional del general Tomoyuki Yamashita situado sobre un pico de las Crestas de Bukit Timah, formalizando ambos los términos de la capitulación, la entrega de las armas y un trato correcto a la población singapuresa, tal y como presenciaron en el acto decenas de periodistas, fotógrafos y comentaristas de radio. De este modo, a las 18:30 horas, las tropas japonesas entraron triunfales en la ciudad y declararon conquistada la colonia inglesa de Singapur.

Rendición del general Sir Arthur Percival y la delegación del Reino Unido en Singapur al general japonés Tomoyuki Yamashita.

Los Aliados sufrieron un total 85.000 bajas sumando muertos y prisioneros entre los que según la nacionalidad hubo 40.000 británicos o australianos, 30.000 indios, 6.000 malayos, 3.000 singapureses y 1.000 chinos. A estas cifras hubo que añadir aparte el fallecimiento de 7.000 civiles singapureses; más la pérdida material de 350 cañones destruidos y el el hundimiento de 3 cargueros.

Japón sufrió 4.485 bajas entre 1.713 muertos y 2.772 heridos.

La caída de Singapur y la campaña de Malasia costaron en su totalidad al Imperio Británico y la Commonwealth unas 140.000 bajas entre 10.000 muertos y 140.000 desaparecidos o prisioneros; así como la pérdida material de más de 500 cañones, 200 tanques, 15.000 vehículos y 200 aviones; además de la destrucción de la Fuerza Z en la Batalla del Golfo de Siam con el hundimiento de los dos acorazados HMS Repulse y HMS Prince of Wales, más el destructor HMS Thanet. Ante estos resultados tan catastróficos que estuvieron a un nivel similar al de la rendición de Francia en el verano de 1940, lo ocurrido en el Sudeste Asiático implicó una de las derrotas más graves y decisivas de los Aliados Occidentales en la Segunda Guerra Mundial.

El triunfo de Japón en las campañas de Malasia y Singapur constituyó una de las operaciones más brillantes del Imperio del Sol Naciente y del general Tomoyuki Yamashita, merecidamente apodado como el «Tigre de Malasia». Con la victoria los nipones se apropiaron del Estrecho de Malaca que conectaba el Océano Índico como el Océano Pacífico, así como de la base naval más importante del Reino Unido en Asia. Incluso entre los prisioneros hechos a la Commonwealth, casi 80.000 hindús de tendencias independentistas se sumaron entusiasmados a la causa del Eje, consolidando el proyecto del Ejército Nacional Indio que sería puesto bajo el mando del carismático líder «Netaji» Chandra Bose y de llamada India Libre. Mientras tanto en Europa, en cuanto se conoció la noticia en Alemania, el propio Adolf Hitler elogió al Imperio Japonés y se rió del Imperio Británico con la siguiente frase: «Ahora mismo Churchill está acorralado». Precisamente en el caso del Primer Ministro Winston Churchill, la pérdida de Singapur junto a al caída del puerto de Tobruk poco después en manos del Afrika Korps del mariscal Erwin Rommel, estuvo a punto de costarle el puesto porque tuvo que someterse a una votación de confianza y a una crisis política sin precedentes en el Parlamento de Londres.

Tropas del XXV Ejército Japonés entrando triunfales en las calles de Singapur.

La Batalla de Singapur y las continuas derrotas del Reino Unido entre finales de 1941 y la mitad de 1942 mediante las que fue expulsado por Japón de sus dominios coloniales de Hong Kong, Malasia, Birmania, Borneo, las Islas Salomón, Nueva Bretaña o las Islas Gilbert, e incluso por las fuerzas ítalo-germanas del Afrika Korps de la mitad de Egipto, sin obviar con el inesperado desarbolamiento del grueso de la Marina Real Británica en diversos encuentros sobre el Mar Mediterráneo y los Océanos Pacífico e Índico, condujeron a una serie cambios tremendos para el devenir del futuro del siglo XX. La razón de ello fue que la nación pasó a tener un papel secundario dentro del bando de los Aliados muy por debajo de Estados Unidos y la Unión Soviética, sin apenas peso político ni pulmón militar, por lo que al terminar la Segunda Guerra Mundial en 1945, los ingleses se convirtieron en una especie de «perdedores en la mesa de los vencedores» que implicó la inmediata disolución y rápida caída del antaño todopoderoso Imperio Británico.

Bibliografía:

-Arthur Swinson, La Conquista de Malasia, Una Nueva Victoria Japonesa, Así fue la Segunda Guerra Mundial Volumen 30, Noguer (1972), p.332-339
-David Solar, El Imperio del Sol Naciente, «Desastre británico en Singapur», Ediciones Iberoamericanas Quorum (1986), p.44-52
-Christopher Bayly y Tim Harper, Forgotten Armies, Britain’s Asian Empire & the War with Japan, «The Modern Pompeiians», Penguin Books (2005), p.131-144
-Winston Churchill, La II Guerra Mundial Volumen 2. El triunfo y la tragedia, «VII La caída de Singapur», Planeta Deagostini (1959), p.72-84
-Derrick Wright, Pacific Victory, «A great disaster for British arms», Sutton (2005), p.8-10
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, «El ataque a Singapur: «Resistid a toda costa»», S.A.R.P.E. (1978), p.698-700
-R.G. Grant, 1.001 Batallas que cambiaron el curso de la Historia, «Caída de Singapur», Grijalbo, (2012), p.828