Batalla del Golfo de Siam

La destrucción de la Fuerza Z durante la Batalla del Golfo Siam marcó el principio del fin de la Marina Real Británica en el Sudeste Asiático y el Lejano Oriente. Este enfrentamiento naval que se libró dentro del contexto de la invasión de Japón a la colonia inglesa de Malasia durante los primeros compases de la Guerra del Pacífico en Diciembre de 1941, acabó con el hundimiento a manos de la aviación japonesa de los dos acorazados HMS Prince of Wales y HMS Repulse, algo que sin duda abrió el comienzo del declive del Imperio Británico en Asia.

La Fuerza Z

Muchas fueron las discrepancias entre el Almirantazgo de Londres y el Primer Ministro Winston Churchill acerca de qué estrategia plantear en Asia y el Océano Pacífico ante una cada vez más que probable contienda contra Japón, pues mientras que los mandos del primero eran partidarios de reforzar con grandes unidades de superficie la Isla Ceilán en el Océano Índico, el mandatario inglés era proclive a enviarlas a la colonia de Singapur. Después de muchas discrepancias y de una idea muy poco clara sobre cómo actuar, finalmente los británicos se decantaron por mandar el 25 de Octubre de 1941 a dos acorazados a Singapur con la esperanza de que pudieran desplazarse rápidamente a las zonas más amenazadas sobre los dominios de Malasia y Hong Kong.

La Fuerza Z fue dada a conocer al público el 25 de Diciembre de 1941 cuando sus dos acorazados zarparon de Inglaterra. Se trataba del moderno HMS Prince of Wales, un veterano de la Batalla del Estrecho de Dinamarca contra el acorazado alemán Bismarck, que liderado por el capitán John Leach poseía 227 metros de eslora, una coraza de 380 milímetros y un armamento comprendido en diez cañones pesados de 355 milímetros repartidos en tres torretas y 16 piezas secundarias de 133 milímetros; así como del viejo HMS Repulse que había participado en la Primera Guerra Mundial, pero que dirigido por el capitán William Tennant contaba con unas magníficas características de 232 metros de eslora, 230 milímetros de blindaje y un arsenal compuesto por 6 cañones en tres torretas dobles de 381 milímetros. A estas grandes unidades de superficie hubo que sumar una escolta de cuatro destructores entre los que estaban los tres ingleses el HMS Express, HMS Electra y HMS Tenedos, más el australiano HMAS Vampire.

El viaje desde Inglaterra lo comenzó el acorazado HMS Prince of Wales cruzando el Océano Atlántico para hacer escala el 18 de Noviembre sobre el puerto de Freetown en Sierra Leona y posteriormente bordear el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica, donde brevemente recibió escolta del portaaviones HMS Hermes en el Océano Índico, hasta que se le unió el acorazado USS Repulse en la Isla de Ceilán. Después de zarpar de Colombo el 29 de Noviembre, los dos acorazados navegaron alrededor de la Isla de Sumatra en Indonesia (por aquel entonces un dominio de Holanda) y anclaron en Singapur el 2 de Diciembre, en cuya rada se encuadraron como parte de la Flota del Este (Eastern Fleet) del almirante Tom Phillips, a quién los marineros apodaban «pulgarcito».

Fuerza Z:
-Acorazado HMS Prince of Wales
-Acorazado HMS Repulse
-Destructor HMS Electra
-Destructor HMS Express
-Destructor HMS Vampire
-Destructor HMS Tenedos

Cadena de Errores

Desde el mismo instante en que la Fuerza ancló en Singapur, las medidas de seguridad para evitar que los espías del Eje descubriesen su presencia fueron muy estrictas, como por ejemplo prohibir a los marineros escribir a sus familias en Inglaterra, aunque en seguida se demostró que no sirvieron de nada porque las autoridades de la colonia recibieron al personal en un ambiente festivo y ceremonial, sin contar con que la Radio BBC (a la que no advirtieron de guardar silencio) anunció el siguiente comunicado: «El HMS Prince of Wales y otras unidades han llegado a Singapur». A raíz de aquellas indiscreciones, el almirante Tom Phillips no tuvo más remedio que intentar despistar a la inteligencia enemiga, por lo que transcurridas veinticuatro horas, el 3 de Diciembre, dispersó a la escuadra y zarpó con el acorazado HMS Repulse y dos destructores hacia Port Darwin en Australia. Lamentablemente al cabo de dos días, justo cuando un hidroavión Hudson avistó a una flota de cargueros de la Marina Imperial Japonesa dirigiéndose hacia las costas de Thailandia y Malasia, de nuevo el almirante Tom Phillips ordenó dar marcha atrás y regresar a Singapur el 7 de Diciembre, precisamente nada más producirse el ataque de Japón a Pearl Harbor y la declaración de guerra al Reino Unido.

Inmediatamente al estallido de la Guerra del Pacífico, la Fuerza Z al completo con sus seis navíos, entre estos los dos acorazados HMS Prince of Wales y HMS Repulse, junto a los cuatro destructores HMS Express, HMS Electra, HMS Tenedos y HMAS Vampire, partieron de Singapur a las 17:35 horas del 8 de Diciembre para interceptar a una escuadra de invasión enemiga que estaba desembarcando tropas japonesas en la costa malaya de Kota Bharu. La navegación por el Golfo de Siam transcurrió sin incidentes siguiendo un curso paralelo a la costa de la Península de Malaya, pues aunque se denegó a los buques la protección desde el aire de los pocos cazas Brewster Buffalo que habían sobrevivido a los bombardeos de la aviación japonesa sobre los aeródromos de Malasia, al menos una tormenta con lluvias y nubarrones ocultó a la Fuerza Z.

Los dos acorazados británicos HMS Repulse y HMS Prince of Wales durante la Batalla del Golfo de Siam.

La suerte sonrió a la Fuerza Z hasta que de repente el 9 de Diciembre los seis navíos salieron de la tormenta para adentrarse en el soleado Golfo de Siam y encima sin contar con la escolta de cazas que no podían cubrir los 200 kilómetros de autonomía hasta Kota Bharu. Bastaron unas horas para que a las 14:00 la escuadra fuese localizada por el submarino japonés I-65 que apenas tardó en informar a la Flota Naval Meridional del vicealmirante Jisaburô Ozawa, quién en seguida envió unidades de rastreo que incluyeron a los cruceros tres Yura, Kinu y Kumani, más hidroaviones de reconocimiento Aichi E13A. Gracias a este despliegue a las 21:00 horas los aviones nipones avistaron a la Fuerza Z, cuyos barcos nada más saber que habían sido descubiertos, torcieron hacia sur y emprendieron la retirada a Singapur, tal y como ordenó el almirante Tom Phillips.

Todo parecía apuntar a que la Fuerza Z se había salvado de un desastre seguro en el Golfo de Siam, hasta que un mensaje confuso llegó al almirante Tom Phillips acerca de un desembarco sobre Kuantan al sur de Malasia. Sin dudarlo un instante y como supuestamente aquellas aguas eran más seguras (creyendo que por estar cerca de Singapur recibirían la cobertura de una aviación ya inexistente y que nadie se molestó en solicitar para guardar el silencio de radio), los dos acorazados se encaminaron al lugar aprovechando la oscuridad de la noche del 9 al 10 de Diciembre. Durante el trayecto ya se produjeron contratiempos graves como que el destructor HMS Tenedos tuvo que abandonar la formación por haber gastado más combustible de lo previsto y de que a las las 3:00 de la madrugada la escuadra fue de nuevo localizada por el submarino I-58 que disparó tres torpedos (aunque todos erraron en el blanco). A la mañana siguiente, el día 9, las naves británicas se presentaron en Kuantan para no ver absolutamente nada, ya que tras una rápida inspección del destructor HMS Express a las paradisíacas playas vacías, el grueso de la Fuerza Z abandonó la zona a 25 nudos para a las 11:00 horas divisar en el horizonte a una oleada de aviones de la Fuerza Aérea Imperial Japonesa.

Batalla del Golfo de Siam

A las 11:03 de la mañana del 10 de Diciembre de 1941, un total de 17 bombarderos Mitsubishi G3M de la Fuerza Aérea Imperial Japonesa procedentes de Saigón en Vietnam, sobrevolaron la Fuerza Z cargando nueve de los aparatos bombas de 500 kilogramos y los ocho restantes otras de 250 kilogramos. Inmediatamente a la amenaza, los altavoces del acorazado HMS Repulse anunciaron: «Aviones enemigos a la vista, todos a sus puestos de combate». Acto seguido los bimotores fueron arrojando a diferentes alturas y velocidades sus artefactos hasta que a las 11:19 uno alcanzó la catapulta del hidroavión del HMS Repulse con la consiguiente destrucción del hangar y del aparato de reconocimiento, además de provocar un incendio que por el momento los equipos de extintores pudieron controlar.

La segunda oleada vino a las 11:44 horas con nueve torpederos Mitsubishi G3M que volando a 150 metros de altura de la olas liberaron sus artefactos de la panza, uno de los cuales surcó el agua y explosionó en la banda de estribor del acorazado HMS Prince of Wales. Los daños fueron gravísimos porque se inundó con 18.000 toneladas de líquido la sala de máquinas, otra de calderas y una de generadores, sin obviar con que la detonación rompió los arbotantes del eje exterior y bloqueó el árbol de la hélice, por lo que la nave solo pudo navegar en círculos con la velocidad reducida a 14 nudos y con una escora de 11 grados. Ni siquiera un grupo de bombarderos que atacaron aisladamente al buque le evitaron nuevos blancos porque tres bombas le atravesaron la cubierta y derrumbaron el techo la enfermería, causando una gran matanza entre los marineros heridos.

Nuevamente a las 12:20 horas el acorazado HMS Repulse fue atacado por 26 bimotores Mitsubishi G4M, resultando uno de los aviones derribado por el fuego de las baterías antiaéreas. Lamentablemente el resto sorteó la pantalla de proyectiles y arrojaron su carga al agua, encajando tres torpedos que detonaron mortalmente bajo la línea flotación, uno de estos a 29 metros del puente de mando, donde el capitán William Tennant ordenó la evacuación de la nave. En cuestión de minutos la mayor parte de la marinería abandonó sus puestos en orden, salvo algunos tripulantes que en medio del pánico fallecieron por absurdos accidentes como un individuo que saltó desde los 50 metros de altura de la torre de control para estamparse contra el casco, otro que cayó desde la borda a una de las cascadas que se filtraban por los boquetes dejados por los torpedos y algunos que se golpearon con la chimenea o fueron triturados por el giro de las hélices. Repentinamente a las 12:33 horas, el acorazado HMS Repulse levantó su proa por encima de la superficie y luego se hundió, llevándose la vida de 327 marineros.

Hundimiento del acorazado inglés HMS Prince of Wales mientras marineros intentan agarrarse a los cables y redes tendidos por el destructor HMS Express.

El acorazado HMS Prince of Wales que había recibido ayuda del destructor HMS Express, pudo trasbordar a esta embarcación 800 de los 1612 tripulantes que treparon por los cables y las redes de las cubiertas de ambos buques, antes de que ambos se separasen a las 13:00 horas. Lamentablemente veinte minutos más tarde, a las 13:20 del mediodía, la nave de repente se inclinó de babor y volcó para hundirse bajo el agua con 513 marineros que fallecieron ahogados, entre ellos el almirante Tom Phillips y el capitán John Leach, quienes desde los cristales de mando hicieron un gesto de despedida a sus oficiales diciendo: «Adiós, gracias. Buena suerte. Dios os bendiga».

Inmediatamente después del hundimiento del HMS Prince of Wales y del derribo un bombardero japonés Mitsubishi G3M, aparecieron cazas británicos Brewster Buffalo procedentes de Singapur. A pesar de que los aviones llegaron demasiado tarde al Golfo de Siam, por suerte evitaron que los aparatos nipones lanzasen nuevas oleadas desde Vietnam, por lo que durante el resto de aquella triste jornada del 10 de Diciembre se pudieron efectuar las labores de rescate y recoger del agua a un total de 794 supervivientes, de los cuales 223 marineros fueron acomodados a bordo del destructor australiano HMAS Vampire y otros 571 en el HMS Electra.

Conclusión

Justo después de la tragedia con el hundimiento de los acorazados HMS Prince of Wales y HMS Repulse, el Primer Lord del Almirantazgo, Albert Victor Alexander, telefonó al Primer Ministro Winston Churchill para transmitirle la amarga noticia: «Primer Ministro, tengo que comunicarle que tanto el Prince of Wales como el Repulse han sido hundidos por los japoneses; creemos que por un ataque aéreo». A estas palabras que dejaron profundamente dolido al mandatario británico, éste manifestó: «Fue el impacto más terrible que recibí en toda la guerra por todos los esfuerzos, esperanzas y planes que se fueron a pique con estos dos barcos. Ya no quedaban grandes embarcaciones, ni británicas ni estadounidenses en el Océano Índico ni en el Pacífico, salvo las norteamericanas que habían sobrevivido a Pearl Harbor y regresaban a toda prisa a California. En toda esa inmensa extensión de agua Japón tenía el control supremo, y en todo el resto, quedábamos debilitados y desprotegidos».

El Reino Unido sufrió el hundimiento de 2 acorazados (HMS Prince of Wales y HMS Repulse) y un coste humano de 840 marineros muertos.

Japón sufrió el derribo de 3 aviones (2 bombarderos Mitsubishi G3M y 1 torpedero Mitsubishi G4M).

La destrucción de la totalidad de la Fuerza Z en la Batalla del Golfo de Siam puso de manifiesto lo acertado de la doctrina que ya se había puesto en práctica en el ataque a Pearl Harbor acerca del papel decisivo que tendría la aviación durante las futuras operaciones navales tanto de la Segunda Guerra Mundial como de posteriores acontecimientos a lo largo del siglo XX. De hecho con la pérdida de los dos acorazados HMS Prince of Wales y HMS Repulse, la Flota del Este dejó de existir y con ésta la superioridad marítima del Reino Unido que sería el principal motivo de su derrota y expulsión de sus dominios en Asia y el Lejano Oriente.

Bibliografía:

-Michael Coffey, Días de Infamia, «El hundimiento de la Fuerza Z», Comunicación & Publicaciones (2006), p.87-95
-David Mason, Hundimiento de la Fuerza Z, Así fue la Segunda Guerra Mundial Volumen 30, Noguer (1972), p.322-329
-Winston Churchill, La II Guerra Mundial Volumen 2. El triunfo y la tragedia, «IV ¡Pearl Harbor!», Planeta Deagostini (1959), p.50-51
-Derrick Wright, Pacific Victory, «A great disaster for British arms», Sutton (2005), p.9
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, «El fin del «Repulse» y del «Prince of Wales»», S.A.R.P.E. (1978), p.695-697