Batalla del Golfo de Leyte

La Batalla del Golfo de Leyte constituyó la última oportunidad de la Marina Imperial Japonesa para revertir la situación en la Guerra del Pacífico. Las Filipinas fueron el lugar escogido para este enfrentamiento en que tanto Estados Unidos como Japón protagonizarían un espectacular duelo con unidades de superficie que se superarían nada menos que dos millones de toneladas de desplazamiento, lo que convertiría a este combate en el mayor choque de la Historia Aeronaval.

Objetivo: Filipinas

Filipinas era un punto estratégico básico para los Aliados porque si se ocupaba el archipiélago, Estados Unidos podría controlar la ruta marítima a través de la cual Imperio Japonés se avituallaba de materias primas y petróleo procedente de Indochina, Malasia y las Islas Orientales Holandesas. Ante la posibilidad de interrumpir todo el tráfico hacia el territorio metropolitano nipón, con total seguridad el país sería incapaz de abastecerse y se le podría estrangular económicamente, obligando al Gobierno de Tokyo a evaluar la posibilidad de rendirse. No obstante y para que tales supuestos se acabasen cumpliendo, antes era necesario que la Flota Estadounidense (US Navy) acabase de una vez por todas con la Marina Imperial Japonesa.

La invasión a las Filipinas prevista para el otoño de 1944 con un desembarco en la Isla de Leyte constaría de dos fases, la terrestre al frente del general Douglas MacArthur y la naval al frente del almirante Cheste Nimitz, ambos comandantes enfrentados en lo personal que no tendrían más remedio que aparcar sus diferencias y coordinar sus acciones de cara a la «Operación King Two». El plan era el siguiente: la III Flota del almirante William Halsey con 94 buques entre 16 portaaviones, 6 acorazados, 15 cruceros, 55 destructores y 2 submarinos se dirigiría hacia el noreste de Luzón para evitar la intervención de cualquier escuadra enemiga procedentes de Japón; mientras que la VII Flota del vicealmirante Thomas Kinkaid con 82 barcos entre 18 portaaviones, 6 acorazados, 8 cruceros y 50 destructores navegaría hacia el sureste para apoyar las operaciones anfibias en Leyte.

Los Estados Unidos reunieron a un total de 177 navíos sumando con 34 portaaviones, 12 acorazados, 23 cruceros, 105 destructores y 3 submarinos, además de 1.500 aviones.

Flota Estadounidense (US Navy):
·34 Portaaviones = USS Wasp, USS Hornet, USS Hancock, USS Cowpens, USS Monterey, USS Intrepid, USS Cabot, USS Independence, USS Essex, USS Lexington, USS Princeton, USS Langley, USS Franklin, USS Enterprise, USS Belleau Wood, USS San Jacinto, USS Sangamon, USS Suwannee, USS Chenago, USS Santee, USS Saginaw Bay, USS Petrof Bay, USS Natoma Bay, USS Manila Bay, USS Marcus Island, USS Savo Island, USS Ommaney Bay, USS Kadashan Bay, USS Fanshaw Bay, USS Kalinin Bay, USS White Plains, USS Saint-Lo, USS Kitkun Bay y USS Gambier Bay.
·12 Acorazados = USS Iowa, USS New Jersey, USS Massachussets, USS South Dakota, USS Washington, USS Alabama, USS Mississippi, USS Maryland, USS West Virginia, USS Tennessee, USS California, USS Pennsylvania
·23 Cruceros = USS Boston, USS Chester, USS Salt Lake City, USS Pensacola, USS Oakland, USS San Diego, USS Vincennes, USS Miami, USS Biloxi, USS Santa Fe, USS Mobile, USS Birmingham, USS Reno, USS New Orleans, USS Wichita, USS Louisville, USS Minneapolis, USS Portland, HMAS Sropshire, USS Denver, USS Columbia, USS Phoenix y USS Boise.
·105 Destructores = USS Izard, USS Charrette, USS Conner, USS Bell, USS Burns, USS Cogswell, USS Carpeton, USS Ingersoll, USS Boyd, USS Cowell, USS McCalla, USS Grayson, USS Brown, USS Woodworth, USS Owen, USS Miller, USS The Sullivans, USS Tingey, USS Hichkox, USS Hunt, USS Lewis Hancock, USS Marshall, USS Cushing, USS Colahan, USS Halsey Powell, USS Uhlman, USS Yarnall, USS Twining, USS Stockham, USS Wedderburn, USS Porterfield, USS Clarence Bronson, USS Cotton, USS Dortch, USS Healy, USS Knapp, USS Callaghan, USS Cassin Young, USS Preston, USS Laws, USS Longshaw, USS Morrison, USS Gatling, USS Irwin, USS Mayry, USS Gridley, USS Helm, USS McCall, USS Mugdorf, USS Ralph Talbot, USS Patterson, USS Bagley, USS Wilkes, USS Nicholson, USS Swanson, USS Newcomb, USS Richard Leary, USS Albert Grant, USS Robinson, USS Halford, USS Bryant, USS Heywood Edwards, USS Bennion, USS Leutze, USS Claxton, USS Cony, USS Thorn, USS Aulick, USS Sigourney, USS Welles, USS Hutchins, USS Daly, USS Bache, HMAS Arunta, USS Killen, USS Beale, USS Remey, USS McGowan, USS Melvin, USS Mertz, USS McDermut, USS Monsenn, USS McNair, USS Mc Cord, USS Hazelwood, USS Trathen, USS Richard Bull, USS Eversole, USS Richard Rowell, USS Coolbaugh, USS Haggard, USS Hailey, USS Franks, USS Oberrender, USS Abercrombie, USS Richard Suesens, USS Walter Wann, USS Le Ray Wilson, USS Hoel, USS Heermann, USS Johnston, USS Dennis, USS Samuel Roberts, USS John Butler y USS Raymond.
·3 Submarinos = USS Dace, USS Darter y USS Jallao.
·TOTAL = 177 Navíos.

«Operación Shogo»

Japón se encontraba en una situación desesperada a finales de 1944 porque las Islas Marianas con Saipán, Tinian y Guam habían sido ocupadas por Estados Unidos; mientras que tres portaaviones de su escuadra fueron hundidos y 900 de sus aviones derribados durante la catastrófica Batalla del Mar de Filipinas. A raíz de estos desastres que provocaron la caída del Primer Ministro Hideki Tojo por el nuevo Primer Ministro Koiso Kuniaki, el Estado Mayor Imperial de Tokyo ordenó poner en marcha el diseño de una última campaña naval decisiva para evitar la invasión enemiga de las Filipinas.

Bajo el nombre de «Operación Shogo» o «Victoria», el almirante Soemu Toyoda tuvo la idea de planificar una emboscada a la Flota Estadounidense dividiendo a la Marina Imperial Japonesa en tres escuadras que atacarían desde diferentes direcciones: de Borneo partiría la Fuerza A del vicealmirante Takeo Kurita con los cinco acorazados Yamato, Musashi, Nagato, Kongo y Haruna, doce cruceros y quince destructores; desde Nagasaki zarparía la Fuerza B del vicealmirante Kiyohide Shima con tres cruceros y siete destructores; y desde Brunei saldría la Fuerza C del vicealmirante Shoji Nishimura con los dos acorazados Fuso y Yamashiro, un crucero y cuatro destructores. Sin saber nada los norteamericanos de la existencia de estas tres escuadras, una cuarta al mando del vicealmirante Jisaburô Ozawa encuadrada por los cuatro portaaviones Zuikaku, Zuiho, Chitose y Chiyoda, los dos viejos acorazados Ise y Hyuga, cuatro cruceros y ocho destructores, actuaría inesperadamente de cebo descendiendo desde el propio Japón. Esta última formación naval destinada a ser hundida por el enemigo, tenía una misión suicida porque todos los aparatos embarcados de los portaaviones habían sido destinados a los aeródromos en tierra, por lo que mientras los estadounidenses se distraían atacando a estos buques desprotegidos, la aviación basada en las Filipinas se abalanzarían sobre las unidades de desembarco en Leyte que en aquellos instantes habrían quedado totalmente expuestas para su hundimiento y destrucción.

Mapa de la Batalla del Golfo de Leyte sobre Filipinas en Octubre de 1944.

El Imperio Japonés reunió un total de 66 navíos sumando 4 portaaviones, 9 acorazados, 19 cruceros y 34 destructores, además de 800 aviones.

Marina Imperial Japonesa:
·4 Portaaviones = Zuikaku, Zhiho, Chitose y Chiyoda.
·9 Acorazados = Yamato, Musashi, Nagato, Kongo, Haruna, Fuso, Yamashiro, Ise y Hyuga.
·19 Cruceros = Isuzu, Tama, Oyoda, Atago, Takao, Chokai, Maya, Myoko, Haguro, Kumano, Suzuya, Chikuma, Tone, Noshiro, Mogami, Nachi, Ashigara, Abukama y Kinu.
·34 Destructores = Hatsuzuki, Akitsuki, Wakatsuki, Shimotsuki, Maki, Sugi, Kuwa, Kiri, Shimakaze, Hayashimo, Akishimo, Kishinami, Okinami, Kaganami, Asashimo, Fujinami, Hamanami, Kiyoshimo, Nowaki, Urakaze, Isokaze, Hamakaze, Yukikaze, Michisio, Yamagumo, Asagumo, Shigure, Kasumi, Shiranushi, Wakaba, Hatsuharu, Hatsushimo, Akebono y Ushio.
·TOTAL = 66 Navíos.

Batalla del Pasillo de Palawán

Al amanecer del 20 de Octubre de 1944, las tropas del Ejército Estadounidense desembarcaron en Filipinas después de haber transcurrido tres años y medio desde la ocupación por parte de Japón en un acontecimiento que sería conocido como el «Día A» o «A-Day». Curiosamente uno de los primeros en poner el pie sobre la Isla de Leyte fue el general Douglas MacArthur, quién nada más chapotear en la orilla y caminar sobre la playa exclamó su mítica frase de “¡he vuelto!”. Completada la primera parte de la operación terrestre, ahora era el turno al almirante Chester Nimitz para rechazar sobre el mar una más que previsible respuesta de la Marina Imperial Japonesa.

La medianoche del 22 al 23 de Octubre de 1944, tan solo dos días después de haber zarpado la Fuerza A del vicealmirante Takeo Kurita de Brunei, la escuadra entró en el Estrecho de Balabac y accedió al Pasillo de Palawán. Aunque los japoneses sabían acerca del alto riesgo de submarinos enemigos en la zona, cometieron el error de enviar a sus hidroaviones de detección bajo el agua a patrullar la Isla de Mindoro y las inmediaciones de San José. Aquella equivocación permitió a los dos sumergibles norteamericanos presentes, el USS Darter y el USS Dace, pasar inadvertidos y seguir durante varias horas a la formación nipona hasta que la dieron alcance cuando dejó de navegar en zigzag y redujo la velocidad a solo 16 nudos.

Superacorazado Yamato y otros navíos de la Fuerza A de Kurita navegando junto a Brunei.

A las 5:23 horas del 23 de Octubre, el submarino estadounidenses USS Darter disparó diez torpedos en abanico a 3.000 metros de su objetivo, logrando acertar en el crucero insignia Atago que comenzó a escorarse y se hundió con la consiguiente muerte de 360 marineros, salvándose afortunadamente 529, incluyendo el vicealmirante Takeo Kurita que fue recogido por el destructor Kishinami para a continuación hacer trasbordo al acorazado Yamato. A la media hora de la desaparición del Atago, a las 5:54, el sumergible USS Dace liberó seis torpedos, de los cuales cuatro impactaron en la cintura del crucero Maya, provocándole una serie de explosiones internas que terminaron por hundirle a las 6:00 de la madrugada, pereciendo en el naufragio 336 marineros y siendo rescatados por el destructor Akashimo 336 supervivientes.

También el submarino USS Darter encajó un torpedo en el crucero japonés Takao durante el breve encuentro en el Pasillo de Palawán. Los daños sufridos por dicho buque fueron tan graves que tuvo que abandonar la formación y dar media vuelta hacia Singapur sin saber que estaba siendo perseguido por los sumergibles norteamericanos. No obstante en esta ocasión el buque nipón tendría suerte porque durante la carrera el submarino USS Darter encalló en los bajos fondos y tuvo que ser abandonado por su tripulación para subir a bordo de su gemelo, el USS Dace, el cual para evitar que cayera en manos enemigas disparó un torpedo contra el sumergible y lo hundió partiéndole en pedazos.

La primera fase de la Batalla del Golfo de Leyte, conocida como la Batalla del Pasillo de Palawan, acabó con una victoria para Estados Unidos porque a costa de perderse un solo submarino, hundieron a los japoneses dos cruceros y les causaron 1.105 bajas. Sin embargo aquel triunfo táctico no repercutió sobre el estratégico porque la Fuerza A del vicealmirante Takeo Kurita prosiguió su viaje a las Filipinas hasta desembocar en el Mar de Sibuyán.

Batalla del Mar de Sibuyán

A las 8:00 horas de la mañana del 24 de Octubre de 1944, la Fuerza A del vicealmirante Takeo Kurita interceptó a la III Flota Estadounidense del almirante William Halsey en el Mar de Sibuyán. Como los japoneses llevaban la iniciativa, aviones con base en Filipinas despegaron de sus aeródromos y atacaron la escuadra enemiga, aunque durante el trayecto fueron emboscados por cazas embarcados que destruyeron 60 aparatos nipones a cambio de perderse únicamente 10 norteamericanos. Fracasada aquella incursión, los estadounidenses pasaron al contraataque después de que torpedero de reconocimiento Avenger al mando del alférez Max Adamas localizase a la escuadra enemiga. Así fue como varias oleadas de Avenger se abalanzaron sobre la Fuerza A sin éxito porque dos de sus aparatos fueron abatidos y todas las bombas que dejaron caer sobre el acorazado Yamato y el crucero Myoko erraron o no tuvieron efecto alguno al hacer blanco.

Portaaviones estadounidense USS Princeton hundiéndose tras recibir el impacto de una bomba durante la Batalla del Mar de Sibuyán.

En torno a las 9:38 horas, la aviación japonesa procedente de Filipinas atacó la III Flota Estadounidense por segunda vez y en esta ocasión con brillantez porque un solitario cazabombardero Yokosuka D4Y “Judy” que repentinamente apareció de la nada sobre el horizonte, soltó una bomba que hizo explosión en medio del elevador de cubierta del portaaviones USS Princeton, logrando que se desprendiera el ascensor y que numerosos de sus aparatos sobre la superficie resultaran pulverizados. Gracias a este certero impacto, en cuestión de minutos se produjo una explosión que envolvió al barco y la tripulación se arrojó al agua hasta que el portaaviones USS Princeton se hundió, pereciendo durante la acción 108 tripulantes y siendo rescatados por el destructor USS Irwin un total de 646 náufragos. También los japoneses dañaron de gravedad en la sala de torpedos al crucero USS Birmingham que se tuvo que retirar hacia los Estados Unidos para reparar las averías con 659 bajas entre sus filas contando 233 fallecidos y otros 426 heridos.

Inesperadamente a las 9:38 horas de la mañana de aquel 24 de Octubre, el portaaviones pesado USS Princeton fue situado en el punto de mira de un solitario y viejo cazabombardero Yokosuka D4Y “Judy” que repentinamente apareció de la nada sobre el horizonte. Sin nadie percatarse de su presencia, el avión japonés soltó una bomba que hizo explosión sobre el elevador de cubierta del USS Princeton, haciendo que se desprendiera el ascensor y provocando que numerosos aviones aparcados en la superficie fueran destruidos. Al cabo de unos pocos minutos, una gran explosión envolvió al barco y en seguida la tripulación comenzó a echarse al agua hasta que irremediablemente el portaaviones se hundió, perdiendo la vida 108 de sus marineros.

El superacorazado Musashi, gemelo del Yamato y uno de los buques más grandes del mundo adscrito a la Fuerza A, recibió la mañana del 24 de Octubre el primer ataque de la jornada cuando aparatos embarcados de los portaaviones USS Intrepid y USS Cabot le acertaron con una bomba y un torpedo sin generarle ningún daño. Al mediodía fue víctima de una segunda incursión durante la cual absorbió tres torpedos sin incidente alguno porque en seguida los técnicos repararon las averías. Menos suerte tuvo en la tercera oleada de las 13:30 horas porque los aparatos de los portaaviones USS Essex y USS Lexington II le rompieron los puentes con cuatro bombas y le abrieron una brecha en su casco con un torpedo, reduciendo su velocidad a 22 nudos. Más tarde otros 65 aparatos de los portaaviones USS Enterprise y USS Franklin mataron a todos los oficiales de la sala de mando con los fragmentos de un artefacto en su superestructura y horadaron otros tres agujeros bajo la línea de flotación con tres torpedos. Finalmente la última oleada apareció a las 15:20 con una formación aérea de los portaaviones USS Essex, USS Cabot y USS Intrepid que hirieron al Musashi de muerte porque hasta entonces había encajado 17 bombas y 19 torpedos (aunque por lo menos sus piezas y ametralladoras derribaron a 18 aviones norteamericanos).

A pesar de que era inevitable el hundimiento del acorazado Musashi, la moral fue alta hasta el último instante porque un marinero no dudó en hacer correr el falso rumor sobre la supuesta destrucción de la flota enemiga al grito de “¡Banzai, Banzai…!”. Absolutamente comprometidos en su causa, la tripulación luchó durante horas para evitar que el navío se escorase, aunque la inclinación en aquel instante era de veinte grados. El capitán Toshihara Inoguchi al frente de la nave, sabiendo cual sería el destino, entregó al segundo oficial su testamento personal, el diario de a bordo, su sable y un retrato del Emperador Hiro-Hito que debía ser puestos a buen recaudo en Japón. Acto seguido los altavoces hicieron sonar el himno nacional del Kimigayo y se arrió la bandera al toque de corneta. Fue justo en ese momento cuando de manera repentina el barco zozobró al tiempo que alguien vociferó: “¡Qué toda la tripulación abandone la nave, sálvese quién pueda”. Así fue como 2.399 marineros saltaron al agua y salvaron la vida, aunque 1.023 murieron fallecieron después de que el acorazado se hundiera hacia las profundidades del Mar de Sibuyán.

Acorazado japonés Musashi inclinándose poco a poco justo antes de hundirse durante la Batalla del Mar de Sibuyán.

Al terminar la Batalla del Mar de Sibuyán la situación quedó en tablas. Por un lado Japón perdió al superacorazado Musashi, 167 de sus aviones fueron derribados y tuvo 1.023 muertos. Por otra parte Estados Unidos sufrió la pérdida del portaaviones USS Princeton, siendo también el crucero USS Birmingham muy dañado, además de ser abatidos 38 de sus aviones y encajar 341 muertos.

Batalla del Estrecho de Surigao

En cuanto concluyó la Batalla del Mar de Sibuyán, la Fuerza A del almirante Takeo Kurita comenzó a tender su trampa sobre el enemigo cuando envió a un avión japonés hacia el flanco derecho de la Flota Estadounidense. Una vez sobre el objetivo, el aparato dio medio vuelta y se marchó, asegurándose de que un caza norteamericano Hellcat que lo había divisado le persiguiese con la finalidad de encontrar su lugar de su procedencia. Al cabo de unas horas de vuelo, el avión nipón aterrizó sobre las pistas vacías de uno de los portaaviones del vicealmirante Jisaburô Ozawa que en aquellos instantes se encontraba al norte de las Filipinas. El piloto del Hellcat que no sabía que estaba siendo víctima de un engaño, a las 16:45 horas transmitió por radio el cuadrante de su hallazgo sobre el que navegaban hasta cuatro portaaviones enemigos. Nada más saber el almirante William Halsey acerca de esta nueva amenaza, no tuvo más que medio que dividir sus fuerzas en el archipiélago y aproar hacia aquella inesperada escuadra de la Marina Imperial Japonesa.

Simultáneamente al sur de las Filipinas, iba a tener lugar otra batalla entre la Isla de Negros y la Isla de Mindanao que precedería al cebo previsto para el día siguiente. Allí se encontraba el Estrecho de Surigao, en concreto un canal que medía 75 kilómetros de norte a sur y 25 kilómetros de este a oeste, cuyas corrientes marinas variables desplazaban el agua a unos 2’5 nudos. Justo en la entrada de este pasillo, exactamente sobre el Mar de Bohol, unieron sus vanguardias al anochecer del 24 de Octubre de 1944 la Fuerza C del vicealmirante Shoji Nishimura procedente de Brunei y la Fuerza B del vicealmirante Kiyohide Shima procedente de Japón. Aprovechando la oscuridad nocturna, ambas escuadras avanzaron en columna, primero la Fuerza C y bastante más retrasada a varias millas náuticas de distancia la Fuerza B. La pretensión de ambas escuadras era atacar las cabezas de playa del Golfo de Leyte mientras los estadounidenses se entretenían en encontrar y hundir a los portaaviones cebo del vicealmirante Jisaburô Ozawa. Sin embargo el plan a los japoneses les salió al revés de lo imaginado porque el reconocimiento del enemigo había advertido de su presencia y avisando inmediatamente a la VII Flota del vicealmirante Thomas Kinkaid.

La noche del 14 de Octubre el vicealmirante Thomas Kinkaid que lideraba la VII Flota convocó una reunión de urgencia con el almirante William Halsey que lideraba la III Flota. Según la estrategia adoptada por ambos, una escuadra al mando del contraalmirante Jesse Barrett Oldendorff aguardaría al final del Estrecho de Surigao con los cinco acorazados USS Mississippi, USS California, USS West Virginea, USS Tennessee y USS Maryland, así como con los siete cruceros USS Louisville, USS Portland, USS Minneapolis, USS Denver, USS Columbia, USS Phoenix y USS Boise; mientras que algo más adelantados a cada flanco de la entrada se situarían en emboscada veintiocho destructores y 39 lanchas torpederas. Al mismo tiempo bloquearía la única salida de escape por el Estrecho de San Bernardino una escuadra más pequeña al frente del vicealmirante Willis Augustus compuesta por otros tantos acorazados de última generación.

Fotografía nocturna del  acorazado Fuso siendo impactado por los cañonazos enemigos durante la Batalla del Estrecho de Surigao.

A las 23:00 horas de la noche de aquel 24 de Octubre, las lanchas torpederas de la VII Flota Estadounidense que patrullaban los accesos al Mar de Bohol torpedearon sin éxito al destructor Shigure porque sus artilleros las repelieron con éxito e incluso dañaron a una de aquellas pequeñas embarcaciones. Tampoco resultó la rápida incursión contra el acorazado Yamashiro porque los seis torpedos lanzados se perdieron en la oscuridad. Superado este obstáculo, los nipones se internaron en el tramo de seis kilómetros de anchura del Estrecho de Surigao, manteniendo una distancia entre buque y buque de tan solo 1.000 metros hasta que a las 2:00 horas de la madrugada del 25 de Octubre llegaron al lugar de la trampa urdido por la escuadra del contraalmirante Barrett Oldendorff.

Inesperadamente a las 2:56 horas del 25 de Octubre, la VII Flota Estadounidense encendió los proyectores de luz y disparó bengalas al cielo que iluminaron a la Fuerza C del vicealmirante Shoji Nishimura, para acto seguido y durante los dieciocho minutos siguientes arrojar una descomunal potencia de fuego en forma de 4.500 proyectiles de cañón y 71 torpedos. La primera víctima fue el acorazado Yamashiro al que le envolvieron en llamas, le inundaron sus pañoles de munición y le trituraron la línea de flotación con varios torpedos hasta que se hundió con 1.626 víctimas a bordo y registrase únicamente 10 supervivientes dirigidos por el teniente Sato Izaki (entre los fallecidos estuvo el propio vicealmirante Shoji Nishimura y el capitán del barco Katsukiyo Shinoda). Acto seguido le tocó el turno al acorazado Fuso que después de ser torpedeado por el destructor USS Melvin se quebró por la mitad en dos partes que se sumergieron llevándose la vida de 1.800 marineros (solo sobrevivieron 12). También tres destructores fueron echados a pique del siguiente modo: el Yamagumo al que pulverizaron con proyectiles, luego el Michoshio al que le abrieron un boquete en su sala de máquinas y por último el Asagumo al que desgajaron con un torpedo su sección delantera de proa. Contrariamente los norteamericanos solo sufrieron daños en el destructor USS Grant (y encima por «fuego amigo» del crucero USS Denver que le provocó 39 muertos).

Más atrás, la Fuerza B del vicealmirante Kiyohide Shima que tuvo ocasión de contemplar la terrible debacle de la Fuerza C, optó por emprender la retirada bordeando por el noroeste las Filipinas. Lamentablemente durante la fuga el crucero Mogami fue interceptado al amanecer por aviones Avenger en el Mar de Mindanao y hundido con 192 marineros fallecidos, aunque por lo menos sobrevivió casi toda la tripulación compuesta por 700 almas. Al poco tiempo, bimotores B-24 «Liberator» procedentes de las Islas Marianas, localizaron y bombardearon al crucero Abukama que se hundió con 250 muertos a bordo y un total de 283 supervivientes. Así fue como concluyó de manera tan castastrófica la Batalla del Estrecho de Surigao, tan solo unas horas antes de empezar la decisiva Batalla de Samar.

Batalla de Samar

La Batalla del Estrecho de Surigao supuso un enorme revés para la Marina Imperial Japonesa, pero no para el conjunto del éxito final de la «Operación Shogo» porque el desplazamiento de la VII Flota del vicealmirante Thomas Kinkaid hacia el sector amenazado durante la noche, facilitó a la Fuerza A del vicealmirante Takeo Kurita aparecer de improviso sobre los accesos al Golfo de Leyte con los cuatro acorazados Yamato, Nagato Kongo y Haruna, los ocho cruceros Chokai, Tone, Chikuma, Noshiro, Yahagi, Kumano, Suzuya y Haguro, más diecisiete destructores. En las inmediaciones se encontraba una escuadra norteamericana al mando del contraalmirante Clifton Sprague con los dieciocho portaaviones USS Sangamon, USS Suwannee, USS Chenago, USS Santee, USS Saginaw Bay, USS Petrof Bay, USS Natoma Bay, USS Manila Bay, USS Marcus Island, USS Savo Island, USS Ommaney Bay, USS Kadashan Bay, USS Fanshaw Bay, USS Kalinin Bay, USS White Plains, USS Saint-Lo, USS Kitkun Bay y USS Gambier Bay. Lamentablemente ninguno de aquellos buques gozaba de escolta salvo por la protección de veinte débiles destructores escasos de carburante, ya que las unidades pesadas se hallaban en el Estrecho de Surigao, sufrían carestía de municiones y encima el único apoyo aéreo disponible en el Aeródromo de Tacloban sobre la Isla de Leyte había sufrido una inundación por culpa de las lluvias que impedía a sus aparatos despegar.

A las 6:58 horas de la madrugada del 25 de Octubre, las torretas triples de 457 milímetros del superacorazado Yamato dispararon contra la indefensa flota de portaaviones enemiga desde una distancia de 30 kilómetros en el Mar de Samar. Inmediatamente a la caída de los primeros proyectiles que levantaron géiseres de agua, los veinte destructores norteamericanos actuaron como escudos para salvar los portaaviones mientras estos lanzaban sus aparatos al vuelo. Sin embargo aquella maniobra no impidió que en cuestión de minutos los calibres del Yamato y del resto de acorazados y cruceros se cebaran sobre sus oponentes. Por ejemplo el destructor estadounidense USS Hoel fue hundido con 243 muertos a manos del crucero nipón Tone. A continuación la lluvia de acero de los buques japoneses echó a pique al destructor USS Johnston que se sumergió con 186 víctimas morales y al destructor USS Samuel Roberts que desapareció bajo el mar con 90 fallecidos, además de resultar muy dañado el destructor USS Heermann con tres bajas a bordo.

Hundimiento del portaaviones estadounidense USS Gambier Bay. Alrededor se levantan las columnas de agua a causa de los proyectiles disparados por las baterías de los cruceros japoneses Chokai, Haguro y Noshiro.

Incapaces de resistir la tormenta de fuego de la Fuerza A, los destructores norteamericanos se dispersaron y huyeron emitiendo cortinas de humo, lo que dejó vía libre a los navíos japoneses para destruir a placer los portaaviones. Así fue como el acorazado Yamato dañó al portaaviones USS Gambier Bay con un proyectil que le abrió un agujero de treinta metros de diámetro sobre la cintura. A pesar de que la nave estadounidense consiguió ocultarse en un banco de niebla, en cuanto salió por el otro lado de la nube fue emboscado y rodeado por los tres cruceros Chokai, Haguro y Noshiro que le rociaron de cañonazos, penetrando uno de los proyectiles la superestructura, el cual le provocó una explosión de queroseno que le rajó una brecha de 68 metros en el casco por donde el agua entró a borbotones. Desesperada la tripulación, no dudó en lazarse por la borda y arrojar los botes salvavidas, antes de que el portaaviones USS Gambier Bay se escorase y se hundiera a las 9:07 de la mañana con 72 víctimas mortales.

Otros portaaviones muy dañados por la acción de la Fuerza A en el Mar de Samar fueron los USS Santee, USS Kalinin y USS Kitkun Bay, este último con cuatro muertos a bordo. Sin embargo a medida que transcurría la batalla, centenares de aviones norteamericanos atacaron a los navíos japoneses, todos procedentes de los más lejanos portaaviones USS Hornet II, USS Wasp II y USS Hancock que se habían separado del grueso principal de la III Flota del almirante William Halsey. Gracias a la aparición de infinidad de aparatos embarcados Hellcat, Wildcat, Avenger y Helldriver los norteamericanos hundieron primero al destructor Nowaki y luego al Suzuya que tras recibir veinte impactos de bombas a manos de una treintena de aviones se fue a pique con 401 fallecidos. No obstante, la mayor tragedia aquella jornada fue el hundimiento del crucero Chikuma que se sumergió bajo el agua después de recibir varios torpedos en la línea de flotación, perdiendo la vida durante el incidente un total de 1.400 marineros.

Oficialmente a las 11:00 horas de la mañana del 25 de Octubre de 1944, justo en la fase final de la Batalla de Samar, tuvo lugar el primer ataque suicida «kamikaze» de la Historia. Todo ocurrió cuando un solitario caza japonés Zero sobrevoló el portaaviones USS Saint-Lo sin que ninguna batería antiaérea respondiese para acto seguido dar la vuelta y enfilar desde 1.600 metros de altura hacia el navío, contra el cual soltó una bomba e inmediatamente dirigir su morro contra la cubierta, estrellándose ante el asombro de todos los marineros. El impacto levantó una bola de fuego que incendió de gasolina el hangar y bodegas, además de provocar la explosión de siete torpedos en la sala de municiones que desparramaron trozos de aviones aparcados, trozos del puente y hasta los ascensores que salieron despedidos varios metros. Los daños fueron tan graves que a las 11:25 horas el portaaviones Saint-Lo se hundió con un saldo de 114 marineros muertos y 300 heridos. Curiosamente los supervivientes apodarían a aquel Zero con el mote de “Devil Diver (Avión Diablo)”.

Kamikaze japonés chocando y hundiendo al portaaviones norteamericano USS Saint-Lo durante la Batalla de Samar.

A media mañana de ese 25 de Octubre, la Marina Imperial Japonesa tenía la victoria al alcance de la mano en la Batalla de Samar porque tras haber perdido un crucero y dos destructores a costa de haber echado a pique dos portaaviones norteamericanos y tres destructores. No obstante y contra todo pronóstico, el vicealmirante Takeo Kurita que lideraba la Fuerza A, ordenó dar media vuelta y emprender la retirada cuando la escuadra de la VII Flota estaba a punto de ser aniquilada. Aquella fatal decisión nada habitual en el almirantazgo educado en la tradición samurái del Código Bushidô, condujo posteriormente al vicealmirante Takeo Kurita a ser interrogado por el Alto Mando Japonés en Tokyo acusado de pesimista, cobarde e incompetente, aunque en último término fue absuelto por los jefes militares.

Batalla de Cabo Engaño

Mientras se producía la Batalla de Samar, el cebo tendido por la «flota suicida» del vicealmirante Jisaburô Ozawa jugó su papel de dejarse atacar desconociendo que más al sur la Fuerza A del vicealmirante Takeo Kurita iba a iniciar la fuga, por lo que su sacrifico sería en vano. Así fue como tras ser detectada por la III Flota del almirante William Halsey, los diez portaaviones norteamericanos USS Enterprise, USS Intrepid, USS Franklin, USS Lexington II, USS Essex, USS Independence, USS Belleau Wood, USS Langley, USS Cabot y USS San Jacinto, que iban escoltados por los seis acorazados USS Iowa, USS Alabama, USS Massachusetts, USS Washington, USS South Dakota y USS New Jersey, más ocho cruceros y cuarenta destructores, pusieron en el aire a 1.000 aviones a una distancia aproximada de 320 kilómetros. En el bando contrario, los japoneses hicieron despegar de los portaaviones Zuikaku, Zhiho, Chitose y Chiyoda a tan solo 180 aparatos, casi todos cazas Zero, que en su mayor parte fueron abatidos con facilidad por los enjambres de interceptores embarcados Hellcat.

A primeras horas de la mañana, la aviación embarcada de la III Flota atacó el portaaviones Chitose con el impacto de una bomba en su superestructura que le terminó hundiendo con 903 muertos, exactamente igual que el portaaviones Zuiho que se fue al fondo del mar con otros 215 muertos. Similar destino tuvo el portaaviones pesado Zuikako que tras recibir racimos de bombas de 453 kilogramos, se fue a pique llevándose la vida de 842 marineros, aunque muchos de los 862 que quedaron a la deriva no fueron rescatados y fallecieron después de haber sido abandonados en el agua. Por último el portaaviones Chiyoda que encajó daños graves en la velocidad durante la batalla, se rezagó del grueso principal en cuanto el vicealmirante Jisaburô Ozawa ordenó la retirada a Japón, por lo que fue alcanzado por los cruceros norteamericanos USS Santa Fe, USS Mobile, USS Wichita y USS New Orleans hasta ser hundido a cañonazos.

Cubierta del portaaviones japonés Zuikaku atestada de marineros que intentan salvar la vida mientras la nave vuelca después de haber sido alcanzado durante la Batalla de Cabo Engaño.

Neutralizados los portaaviones de la escuadra del vicealmirante Jisaburô Ozawa, los aviones embarcados y cruceros de la III Flota que hicieron acto se presencia en el lugar de la debacle nipona, hundieron al crucero japonés Kinu y a los tres destructores Hatsuzuki, Wakaba y Uranami. La última víctima sería el crucero Tama, que tras conseguir escapar hacia el norte de la Isla de Luzón, fue avistado por el periscopio del submarino estadounidense USS Jallao, el cual le disparó un torpedo a 910 metros de distancia y le hundió partiéndose en dos secciones. Curiosamente con esta última acción concluyó la Batalla del Cabo Engañano y por ende la Batalla del Golfo de Leyte.

Resultado

Al término de la Batalla del Golfo de Leyte el 26 de Octubre de 1944, el Imperio Japonés encajó la peor derrota naval sufrida hasta la fecha en la Guerra del Pacífico. Con la destrucción de las últimas unidades de superficie de la Marina Imperial Japonesa y las escasas pérdidas sufridas por la Flota Estadounidense, las tropas norteamericanas pudieron desembarcar y posteriormente conquistar las Filipinas, además de bloquear la ruta marítima del Sudeste Asiático hacia Japón, contribuyendo de esa forma al aislamiento estratégico del archipiélago y por tanto al estrangulamiento económico del país que le conduciría a su inevitable debacle contra los Aliados.

Japón perdió un total 23 navíos entre 4 portaaviones, 3 acorazados, 9 cruceros y 7 destructores, así como 500 aviones y las vidas de 10.500 marineros y pilotos.

Estados Unidos perdió 7 navíos entre 3 portaaviones, 3 destructores y 1 submarino, así como 300 aviones y las vidas de 3.000 marineros y pilotos.

La Batalla del Golfo de Leyte supuso el ocaso definitivo de la Marina Imperial Japonesa. A partir de los sucesos de Octubre de 1944 frente a las Filipinas, lo que antaño había sido la flota más grande y orgullosa de todas las potencias en liza, se redujo de manera humillante a unas escasas unidades que serían empleadas para misiones secundarias e incluso suicidas, como por ejemplo el acorazado Yamato durante la «Operación Ten-Go» en la Batalla de Okinawa de 1945. A pesar de todo y de no haber sido por la precipitada huida de la Fuerza A del vicealmirante Takeo Kurita en la Batalla de Samar, la «Operación Shogo» fue un plan excelente porque de haberse ceñido los protagonistas a las líneas originales podría haber concluido con éxito y con un enorme revés para la Flota de Estadounidense, que aunque no hubiese variado el rumbo del conflicto, sí habría cambiado todo el panorama político y militar posterior del último año de la Segunda Guerra Mundial.

 

Bibliografía:

-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, “Leyte: La mayor batalla naval de la Historia” S.A.R.P.E. (1978), p.1.874-1.896
-Editores de Historia de la Guerra, Historia de la Guerra Nº12, «La Batalla del Golfo de Leyte. La Mayor Batalla Naval de la Historia», HRM Ediciones (2019), p.30-60
-Winston Churchill, La II Guerra Mundial Volumen 2, El triunfo y la tragedia, «La Batalla del Golfo de Leyte», Planeta Deagostini (1959), p.418-429
-Marcel Socías, El Portaaviones de Escolta, Revista Historia y Vida Nº458 (2006), p.12-13