Stuka

Nombre: Junkers Ju 87 Stuka
Tipo: Bombardero en picado
Nacionalidad: Alemania
Compañía: Junkers Flugzeug und Motorenwerke AG
Motor: Uno. Junkers Jumo 211J-1 de 12 cilindros en línea a 1.420 CV
Dimensiones: Envergadura= 13′ 80 m. Longitud= 11′ 50 m. Altura= 3′ 88 m
Peso: Cargado= 5.720 kg. Vacío= 2.810 kg
Velocidad: Velocidad máxima= 410 km/h. Trepada inicial= 214 m/min
Alcance: 820 km
Techo de servicio: 7.895 m
Armamento: Dos cañones BK 3.7 de 37 mm, dos ametralladoras MG81 de 7′ 92 mm y una bomba de 500 kg
Primer vuelo: 17 de Septiembre de 1935
Historia:

El Junkers Ju 87 o Stuka fue el avión más famoso y posiblemente más efectivo en el bombardeo táctico de la Segunda Guerra Mundial. Reconocible por su silueta en forma de alas de gaviota invertidas y las sirenas aulladoras en el carenado de las ruedas que aterraban al enemigo, el Stuka se convirtió en un elemento esencial de la «Guerra Relámpago» o «Blitzkrieg» que contribuiría a las grandes conquistas del Tercer Reich sobre Europa y el Norte de África.

Escuadrón bombarderos en picado de Junkers Ju 87 Stuka.

Originalmente la idea de crear el Stuka para la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe), tuvo lugar en 1933 cuando el piloto de pruebas Ernst Udet viajó a Estados Unidos y visitó la Compañía Curtiss de Nueva York, donde compró dos aparatos Hawker II que tenían muy buenas prestaciones en el vuelo de picado, aunque sin estar adaptados para el bombardeo. En cuanto estos dos prototipos llegaron a Alemania, los científicos aeronáuticos tuvieron la iniciativa de combinar su excelente forma de picar en el aire con el lanzamiento de bombas simultáneas, algo que dio lugar a la fabricación del Heinkel He 50 y Henschel Hs 123; aunque sería la Compañía Junkers Flugzeug und Motorwenke con el ingeniero Hermann Pohlmann a la cabeza, la que finalmente produjo un avión de excelentes características partiendo de un viejo prototipo K47 al que bautizó como Junkers Ju 87, más popular por el nombre de Stuka.

El Stuka Junkers Ju 87 era un avión biplaza de construcción enteramente metálica corrugada con alas en forma de plano de gaviota invertida, doble superficie de cola vertical y unos trenes de aterrizaje fijos y subalares carenados de pantalón que conjuntamente con los flaps y alerones unidos a la estructura alar por medio de soportes, le aportaban una aerodinámica perfecta para el picado. Movido por una planta motriz Junkers Jumo 211J-1 de 12 cilindros en línea y V invertida a 1.420 caballos de vapor accionada por una hélice tripala de madera Junkers VS11, gozaba de un radiador en el motor y un depósito de aceite de 31 litros bajo la cabina. Precisamente esta última poseía un blindaje de protección de 8 milímetros tanto en el asiento delantero del piloto como en el trasero del radio-ametrallador, quién disfrutaba de una antena de radio interior para maneter comunicaciones constantes con tierra. A esto había que añadir un armamento de dos cañones BK 3.7 de 37 milímetros, tres ametralladoras MG81 de 7’92 milímetros (dos en el morro y una trasera) y una capacidad de carga para una bomba SC de 500 kilogramos o dos bombas de 250 kilogramos; además del efecto de «guerra psicológica» que causaban las sirenas aulladoras pensadas para espantar al enemigo.

Formación de Stukas en la Batalla de Inglaterra.

Oficialmente el Stuka del modelo Junkers Ju 87A realizó su primer vuelo de prueba en Alemania el 17 de Septiembre de 1935. A partir de entonces comenzaría la producción en serie de este bombardero en picado del que se fabricarían 6.500 unidades y saldrían numerosas variantes como el Junkers Ju 87B en la «Época de Entreguerras» que a diferencia del original tendría un carenado en los trenes de aterrizaje mucho más largo y robusto, o el Junkers Ju 87A-1 de doble cola. Pero sin duda el más famoso de todos los Stukas fue el Junkers Ju 87D al que se incorporó un motor Jumo 211J-1 con un cigüeñal reforzado y un refrigerador de aire de inducción e inyección, además de ser el morro alargado para instalar un turbocompresor y la cabina reacristalada para reducir su resistencia al aire, sin contar con los 780 litros extra de combustible en un nuevo depósito interno y un armamento reacondicionado compuesto por una ametralladora MG 81Z de 7’92 milímetros, cañones MG FF de 20 milímetros y varios soportes Waffenbehälter en las alas para albergar bombas de 1.000 a 1.400 kilogramos. Al éxito del Junkers Ju 87D siguió el Junkers Ju 87G como versión anticarro y el Junkers Ju 87H con cohetes subalares para eliminar objetivos concretos en tierra. Hubo incluso una variante preparada para aterrizar en el portaaviones Graff Zeppelin que fue conocida con el nombre Junkers Ju 87C, así como el Junkers Ju 87E pensado para llevar a cabo patrullas navales de largo alcance y el Junkers Ju 87R que fue diseñado como torpedero antibuque.

El surgimiento del Stuka revolucionó la manera de entender la aviación y las tácticas que hasta la fecha se habían estado empleando para los ataques «aire-tierra». La manera de proceder del Stuka consistía en ladear las alas a unos 4.000 metros del suelo cuando las líneas indicadoras rojas de la cabina que marcaban un alineamiento horizontal de entre 60 y 80 grados sobre el objetivo, momento en que se dejaba caer en picado a gran velocidad mientras las sirenas aulladoras, conocidas como «Trompetas de Jericó», comenzaban a emitir un fuerte sonido que desmoralizaba a los soldados enemigos que aguardaban en la superficie. Una vez el avión estaba en posición casi vertical y se encontraba a 900 metros del blanco, entonces el aparato soltaba la bomba y se recuperaba del picado en una rápida subida de 6 G de aceleración que durante unos instantes hacía perder la vista al piloto. Completada la maniobra, la bomba solía explosionar en el objetivo con un margen de error muy bajo, lo que sin duda convertía el Stuka en uno de los aviones más eficaces y temidos.

La Guerra Civil Española constituyó el bautismo de fuego del Stuka cuando el 19 de Diciembre de 1936 uno de estos bombarderos en picado al servicio de la Legión Cóndor que apoyaba a la España Nacional, descendió en vertical sobre la provincia de Córdoba y pulverizó un puesto de mando de la España Republicana en el sector de Bujalance. Fue así como al año siguiente, en 1937, la Luftwaffe desplegó al Escuadrón «Stukakette» que incluía un total de doce Stukas con los que bombardeó diversos objetivos en la Batalla de Teruel como el Cementerio de la Aldehuela y los puentes y ferrocarriles situados en Valdecebro, Castralbo, Villaespesa, Puebla de Valverde y Cubla. Posteriormente en la ofensiva hacia Aragón de 1938, los Stukas causaron la devastación de varios vehículos entre la Carretera de Nules y Borrial, destruyeron las baterías antiaéreas de Vilafamés y Artesa del Segre, mataron a numerosos soldados enemigos en Corbera, Fatarella y Pinell, y echaron abajo los puentes de Ascó, Ginestar y Benifallet. También los bombarderos en picado fueron decisivos en la Batalla del Ebro porque destrozaron algunos pontones sobre las aguas y hundieron barcazas repletas de tropas que intentaban alcanzar la orilla defendida por el Ejército Nacional. Menos suerte tuvieron sin embargo durante el avance en Cataluña porque el 21 de Enero de 1939 se produjo el primer derribo de un Stuka después de que un caza republicano Mosca I-16 lo abatiera sobre Tarragona en la Playa de Comarruga. Tan sólo tres días más tarde, el 24, piezas de artillería antiaérea del Ejército Republicano eliminaron a otro Stuka que se estrelló en el pueblo de Molins de Rey, además de accidentarse un tercero por averías. De este modo, una vez finalizada la Guerra Civil con el triunfo de la España Nacional en Abril de 1939, las bajas de los Stukas fueron tres (dos en combate y otro por accidente), siendo los nueve restantes enviados a participar en el Desfile de la Victoria en Madrid y posteriormente devueltos a Alemania para tomar partido en la inminente Segunda Guerra Mundial.

Stuka picando sobre un obetivo. Arte digital.

A las 4:43 de la madrugada del 1 de Septiembre de 1939, tres Stukas que sobrevolaban el manto nocturno del Río Vístula sobre Polonia, ladearon sus aviones y picaron en vertical mientras el aparato de Bruno Dilley que iba en cabeza fijaba las revoluciones, desplegaba los frenos, cerraba las aletas del radiador y activaba la sirena aulladora hasta soltar una bomba a 900 metros del suelo que hizo impacto y destruyó el Puente de Dirschau, lo que constituyó el primer disparo que puso inicio a la Segunda Guerra Mundial. Acto seguido, formaciones de Stukas que seguían al Ejército Alemán (Wehrmacht) desde tierra se internaron en Polonia y bombardearon cuarteles militares, aeródromos, depósitos de armamento, concentraciones de tropas, vías ferroviarias y otros objetivos que dejaron totalmente inmovilizado al Ejército Polaco. De hecho aquel mismo día 1 de Septiembre, sería un Stuka a los mandos del teniente Frank Neubert el que protagonizaría el primer derribo de la contienda al abatir a un caza polaco PZL P.11 que se estrelló sobre Chrosna. Desde entonces y a lo largo de todo el mes, los Stukas ofrecieron un apoyó táctico inmejorable a las fuerzas terrestres y contribuyeron a minar la moral enemiga bombardeando la capital de Varsovia hasta que una vez ocupada Polonia en Octubre de 1939, el recuento dejó un saldo de tan sólo 31 Junkers Ju 87 derribados o accidentados.

Con el inicio de la invasión de Noruega en Abril de 1940, los Stukas escoltaron a las fuerzas desembarcadas en puertos de Escandinavia como Oslo, Bergen, Trondenheim, Narvik y Kristiansand, hundiendo el 3 de Mayo al destructor británico HMS Afridi y al destructor francés Bison. Sólo un mes después, en Mayo de 1940, los Stukas fueron decisivos durante la ocupación de Holanda y Bélgica como por ejemplo en la neutralización del Canal de Alberto, además de contribuir a la destrucción del Ejército Francés en tierra tras destrozar sus bases aéreas, pulverizar sus tanques a campo abierto, hostigar a las aglomeraciones de soldados y aniquilar columnas de vehículos. De igual forma, el Cuerpo Expedicionario Británico asediado en el puerto de Dunkerque sufrió los ataques de los bombarderos en picado, ya fuesen las tropas aglomeradas en las playas, como también los buques de la Marina Real Británica (Royal Navy), logrando hundir a esta última la cifra de cuatro destructores entre los que se hallaban el HMS Grenade, HMS Keith, HMS Basilisk y HMS Havant, sin contar a otras veinte embarcaciones menores, todo ello a costa de una cifra de unos 120 Stukas abatidos durante toda la Campaña del Oeste.

La Batalla de Inglaterra empezó con las incursiones de los Stukas sobre las estaciones de radar de Dover que dejaron inutilizadas durante varios días, al mismo tiempo en que otros aviones del mismo tipo bombardeaban los muelles de Portland y diversos objetivos en el Estuario del Támesis. Entre algunos de los éxitos logrados estuvieron los daños causados a los Aeródromos de Hawkinge y Lympne, además del hundimiento de 25 mercantes a los convoyes que atravesaban el Canal de la Mancha. No obstante y contra todo pronóstico, por primera vez la Luftwaffe descubrió al vulnerabilidad de los Stukas frente a los cazas enemigos, principalmente Spitfire y Hurricane de la Fuerza Aérea Real Británica (Royal Air Force o RAF), porque durante la ofensiva área decenas de bombarderos en picado fueron derribados sin apenas tener oportunidad de defenderse, por lo que progresivamente tuvieron que ir siendo vedados de las misiones sobre Gran Bretaña.

Stukas en el Frente Oriental.

Los Balcanes y el Mar Mediterráneo comprendieron el nuevo escenario al que fueron trasladados los Stukas. Al igual que en otras ocasiones, se distinguieron en la invasión de Yugoslavia, donde bombardearon la capital de Belgrado dejando 7.000 civiles muertos; así como en la agresión a Grecia que se desarrolló favorablemente con la destrucción del Ejército Griego y las tropas de la Commonwealth, así como en el hundimiento del acorazado heleno Kilkis y del crucero Clan Fraser en el puerto del Pireo en Salónica. Durante el ataque a la Isla de Creta, los Stukas escoltaron a las fuerzas paracaidistas que saltaron sobre la isla mientras en el mar protagonizaban una cacería echando a pique a los dos cruceros HMS Gloucester y HMS Fiji, y a los cinco destructores HMS Greyhound, HMS Kashimir, HMS Kelly, HMS Hereward y HMS Imperial, además de provocar serios daños en el portaaviones HMS Formidable. De la misma forma, fueron letales en los bombardeos a la Isla de Malta y en el hundimiento del crucero HMS Southampton y en los tres destructores HMS Kipling, HMS Jackal y HMS Lively que se dirigían a La Valetta; como también lo fueron despejando el camino al Afrika Korps del general Erwin Rommel durante la campaña del Norte de África hostigando al Ejército Británico sobre Libia, Egipto y en el puerto sitiado de Tobruk.

Cuando Alemania invadió la Unión Soviética durante la «Operación Barbarroja» en el verano de 1941, los Stukas demostraron su máximo poder hasta la fecha pulverizando a decenas de aparatos de la Fuerza Aérea Soviética durante las incursiones a los aeródromos, matando a miles de soldados del Ejército Rojo sobre las extensas estepas y destruyendo cientos de tanques en tierra sin apenas encontrar ningún tipo de oposición. Incluso en el Mar Negro y el Mar Báltico los bombarderos en picado obtuvieron una total supremacía echando a pique importantes unidades de la Flota Roja Soviética como por ejemplo el crucero Chernova Ukaina en Crimea, el destructor Minsk en los Países Bálticos o el acorazado Marat en Leningrado, este último hundido después de que el piloto Hans Ulrich Rudel impactase con una bomba en el centro de la chimenea de buque.

Realización de un picado por parte de dos Stukas sobre Polonia. Arte digital.

El año 1942 constituyó una de las etapas de mayor éxito para los Stukas porque facilitaron el avance del Ejército Alemám sobre Ucrania y la Península de Crimea, siendo precisamente en ésta donde arrasaron el puerto de Sevastopol y hundieron a los cuatro destructores Smyshlenyi, Shaumyan, Dzerzhinski y Bezuprechny, antes de tomar parte en la campaña del Río Don y el Cáucaso para seguir aniquilando a las columnas del Ejército Rojo y pulverizando cientos de tanques sobre el terreno. Simultáneamente en el Mar Mediterráneo contribuyeron a neutralizar la Isla de Malta causando graves desperfectos en el puerto y hundiendo al crucero británicos HMS Coventry, al destructor HMS Ariadle y 14 mercantes; mientras que el Norte de África fueron clave para que el Afrika Korps ocupara la posición de Bir Hacheim, obtuviera la victoria en la Batalla de Gazala, conquistara el enclave de Tobruk y además penetrase hasta el interior de Egipto. Ni siquiera cuando se alcanzó el punto de inflexión de la contienda, tanto en la Batalla de Stalingrado sobre el Frente Oriental como en la Batalla de El-Alamein sobre el Desierto del Sáhara, los Stukas dejaron de ser útiles porque las bajas provocadas a soviéticos y británicos continuaron siendo enormes.

Fuera de la Luftwaffe, los Stukas fueron pilotados por muchos otros países del Eje entre los que se incluyeron Italia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Croacia. Por ejemplo la Fuerza Aérea Real Italiana organizó un escuadrón aeronaval de Stukas en el Mar Mediterráneo con los que hundió al destructor estadounidense USS Maddox durante la invasión de Sicilia en la «Operación Husky». También la Fuerza Aérea Real Rumana, la Fuerza Aérea Húngara y la Fuerza Aérea Eslovaca operaron con Stukas en diversas zonas del Frente Oriental como Crimea, la Península del Tamán y Rusia Occidental; mientras que la Fuerza Aérea Búlgara y la Fuerza Aérea Croata los utilizaron para patrullar el Mar Egeo y el Mar Adriático, además de para limpiar de guerrilleros comunistas sus respectivas zonas de ocupación en los Balcanes. Curiosamente también los Aliados dispusieron de algunos Stukas capturados al enemigo para el entrenamiento como Gran Bretaña, Estados Unidos y Yugoslavia; mientras que naciones neutrales como España compraron varias unidades al Tercer Reich.

Al producirse el cambio de tornas de la Segunda Guerra Mundial en contra del Eje en 1943, los Stukas siguieron ostentando el rango de principal bombardero en picado de la Luftwaffe. Así lo demostraron causando daños al Ejército Estadounidense en Túnez o al Ejército Rojo en la Batalla Rzhev. De hecho a mitad de año a los Stukas les fueron adheridos una serie de cañones anticarro subalares con los que pulverizaron miles de tanques soviéticos T-34 en la Batalla de Kursk, la Batalla del Río Dniéper o la Batalla del Kubán, hundiendo en esta última a los tres destructores Kharkov, Sposobniy y Besposadny. Respecto a la invasión de Italia, los Stukas volvieron a curtirse de gloria en Sicilia y Salerno, así como en la campaña por las Islas del Dodecaneso y en las operaciones antipartisanas contra la guerrilla comunista en Yugoslavia. Sin embargo todo cambió en 1944 porque la pérdida del control aéreo por parte del Eje, obligó a restringir los vuelos de los vulnerables Stukas que todavía combatieron en Ucrania, Bielorrúsia y Normandía, siendo claves en el neutralizamiento de la Resistencia Polaca durante el Levantamiento de Varsovia y en la derrota anglo-estadounidense durante la «Operación Market-Garden» sobre Holanda, donde se hicieron famosos por el bombardeo a la ciudad de Eindhoven que acabó con la muerte de 1.000 civiles. También los Stukas lucharon activamente en la Batalla de las Ardenas y hostigaron a los sitiados de la 101ª División Aerotransportada en Bastogne, además de arrojar cargas de bombas contra el Puente de Remagen sobre el Ruhr. Oficialmente las últimas misiones de los Stukas tuvieron lugar durante la Batalla de Berlín en Mayo de 1945, antes de anunciarse el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Pintura de un escuadrón de Stukas sobre Grecia en el Mar Mediterráneo.

Sin duda alguna la imagen del Stuka quedó unida de manera inseparable como uno de los grandes iconos de la Segunda Guerra Mundial. A su largo historial de éxitos y devastación, surgieron récords increíbles como el del oficial Hans Ulrich Rudel que destruyó 519 tanques, 800 vehículos y 4 trenes blindados, además de derribar derribó 9 aviones y hundir 1 acorazado (el ruso Marat), 1 crucero y 1 destructor. Ante tal cantidad de victorias y un uso operativo tan eficiente, sin duda alguna el Stuka Junkers Ju 87 se convirtió en una leyenda y en uno de los mejores aviones de la Historia Militar.

 

Bibliografía:

-Tony Wood, El Tercer Reich, Luftwaffe. «Junkers Ju 87», Optima, p. 205-207
-Editores de Altaya, Aviones de Combate de la Segunda Guerra Mundial. «Stuka, Trompetas de Jericó, Altaya (2004), p.9-10
-Francis Crosby, Bombarderos. Guía Ilustrada de la A a la Z, «Junkers Ju 87 Stuka», Tikal (2010), p.118-119
-Editores de Altaya, Aviones de Combate de la Segunda Guerra Mundial. «Un temible avión de la Luftwaffe», Altaya (2004), p.17-20
-Editores de Altaya, Aviones de Combate de la Segunda Guerra Mundial. «El Stuka «Dora» alemán», Altaya (2004), p.59-58
-Editores de Altaya, Aviones de Combate de la Segunda Guerra Mundial. «Una solución provisional», Altaya (2004), p.117-120