Terror Rojo

Al triunfar la Revolución Bolchevique de 1917 que culminó en la instauración de la Rusia Soviética y en el estallido de la Guerra Civil Rusa entre el Ejército Rojo y el Ejército Blanco, las nuevas autoridades comunistas comenzaron a consolidar su poder haciendo desaparecer a cualquier tipo oposición contraria a las tesis de Vladimir Lenin. Así fue como comenzó una de las épocas más oscuras del extinto Imperio Ruso que sería conocida con el nombre de Terror Rojo».

La Cheka

Antes de la Revolución de Octubre de 1917, el Partido Bolchevique ya había creado una serie de comités obreros y campesinos encargados de ejercer la violencia contra las autoridades de la Rusia Zarista y posteriormente contras las del Gobierno Provisional de la República Rusa. Una vez proclamada la Rusia Soviética en Noviembre, el Presidente de los Sóviets, Vladimir Lenin, recurrió a ciertos miembros de estas milicias, normalmente aquellos con menos escrúpulos, para consolidar su poder a base de la amenaza o la muerte. Estos «especialistas del terror» que fueron agrupados según la región o el distrito de pertenencia, aplastaron violentamente cualquier brote contrarrevolucionario y ejecutaron sumariamente a numerosos acusados después de unos tribunales mediáticos sin ningún tipo de garantías para el acusado, además de aplicar torturas siguiendo los manuales de la antigua fuerza de represión zarista, la Policía de la Okhrana.

El 20 de Diciembre de 1917 fue fundada la «Vecheka», más conocida como «Cheka» que según las siglas en ruso significaba Comisión Pan-Rusa Extraordinaria de Lucha contra la Contrarrevolución, Especulación y Sabotaje (Vserossiskaya Chrezvytchaïnaïa komissia po bor’ bes kontr’ revolutiutsii, spekuliatsei i sabotaguem). Al frente de Feliks Dzerzhinsky, un antiguo preso político polaco del zarismo que era muy conocido entre los círculos bolcheviques por su sadismo, organizó un eficaz sistema de represión basado en tres departamentos catalogados en «Información», «Organización» y «Operación» con sede en el Cuartel de la Lubyanka, sito en la Calle Bolshaya-Lubianka de Moscú.

Oficialmente los primeros crímenes de la Cheka fueron cometidos con una improvisación absoluta debido a que sus grupos de intervención se hallaban repartidos sin cohesión alguna sobre toda la geografía de Rusia y Europa Oriental, sin carecer de un control directo con Petrogrado o Moscú. A raíz de esta falta de comunicación con el Cuartel de la Lubianka, entre finales de 1917 e inicios de 1918, los chekistas actuaron de manera autónoma e independiente, tomándose la justicia por su mano porque fusilaron y saquearon, en muchas ocasiones para saldar cuentas personales. De hecho uno de los episodios más horrendos en aquella etapa fundacional tuvo lugar en Taganrog cuando una multitud alentada por la Cheka, linchó a 50 opositores antibolcheviques, a los que ataron con cuerdas de pies y manos, antes de llevarlos a una industria de fundición y arrojarles vivos al interior de los altos hornos para morir entre las altas temperaturas del metal fundido.

Disidentes rusos asesinados por la Cheka en medio de una calle de una ciudad de Rusia.

En Febrero de 1918, la Cheka extendió sus acciones a Crimea, irrumpiendo en los puertos de Sevastopol, Yalta, Simferopol y Alushta, donde se torturó a los adversarios políticos y luego se los lanzó atados al agua para fallecer ahogados. Solamente en Evpatoria más de 800 personas perdieron la vida mediante este cruel método; mientras que al mes siguiente, en Marzo, los Guardias Rojos perpetraron una matanza similar en Yalta asesinando a otros 240 individuos , entre estos a 165 oficiales del antiguo Ejército Imperial Ruso y 75 políticos, abogados, periodistas y profesores.

A partir de Abril de 1918, los anarquistas se convirtieron en el nuevo objetivo de la Cheka. Los primeros en sufrir las consecuencias fueron los soldados del Ejército Negro liderado por Néstor Makhno, quienes en cuanto caían prisioneros del Ejército Rojo, eran directamente pasados por las armas en el mismo lugar de la capitulación. Respecto a aquellos que vivían en las ciudades, la Cheka realizó hasta un total de veinte redadas contra viviendas en Moscú, arrestando a 520 anarquistas, de los cuales 25 serían fusilados y el resto torturados y encarcelados.

Terror Rojo

Petrogrado que antes de Moscú fue la capital de la Rusia Bolchevique, sufrió uno de los mayores focos de lo que empezaba a ser conocido como «Terror Rojo», porque hasta en dos ocasiones, la Cheka junto a batallones militares del Ejército Rojo, dispararon contra varias protestas de los obreros que acabaron con centenares de muertos tendidos sobre el pavimento. Curiosamente, acontecimientos parecidos con decenas de fallecidos se repitieron en Voronezh, Orel, Tambov, Saratov, Penza, Yaroslav, Vologdae, Kazán, Kostroma, Riazán, Tver, Kaluga, Sormovo, Taguil, Beloretsk, Zlatus, Tula o en la región industrial de los Urales. También dentro del ámbito de la industria, la brutalidad de los Guardias Rojos fue implacable porque 14 obreros que se habían quejado de los malos tratos fueron fusilados en la Fábrica Berezovski de Ekatiremburgo, lo mismo que 10 trabajadores en Kolpino.

Fuera de las áreas pobladas de Rusia, la Cheka que siempre disfrutó de una independencia absoluta del Partido Bolchevique con base en Petrogrado, creó una especie de «soviets» autónomos en regiones rurales y montañosas que prácticamente funcionaron como «Estados dentro del Estado». Sobre dichos territorios, los chekistas obligaban a los campesinos a pagar impuestos extra (para lucrarse ellos mismos), mataban a todo aquel con quién tuviesen deudas en el pasado, violaban a las mujeres por las que se sentían atraídos, esclavizaban a muchachas para limpiarles las letrinas e incluso se enriquecían con el comercio ilegal de alcohol y droga.

Al producirse la muerte de Vladimir Volodarsky, uno de los líderes del Partido Bolchevique en Petrogrado, durante un atentado perpetrado por un socialista harto de la represión, el Gobierno de Vladimir Lenin aprovechó el pretexto para ampliar sus acciones represivas contra los miembros del Partido Obrero Social Demócrata Ruso «POSDR» y al mismo tiempo legalizar la pena de muerte, concretamente el 16 de Julio de 1918 (aunque ya se venía aplicando desde hacía tiempo). Así pues, una vez obtenido una base jurídica para matar a placer, en pocos días los chekistas apresaron, torturaron y asesinaron a 800 socialistas y personas de izquierda moderada.

A comienzos del verano de 1918, el Partido Bolchevique desvió su atención al mundo rural como consecuencia de las insurrecciones de los campesinos en contra de las requisas de cereal impuestas por los Destacamentos de Suministros de la Cheka. Lógicamente y como este descontento estaba justificado debido a que las toneladas exigidas dejaban sin alimentos a la población autóctona, las rebeliones su sucedieron y también los ataques contra los agentes chekistas. No fue extraño por tanto que la Guardia Roja finalmente interviniera en las regiones agrarias, ejecutando a propietarios y publicando sus nombres, además de tomar como rehenes a cientos de trabajadores a los que se amenazó con la muerte si no cumplían con la entrega del cereal pactado, tal y como por ejemplo sucedió los días 24 y 28 de Julio de 1918 con el ahorcamiento de 428 personas en Rybinsk, Murom, Izvhevsk y Yaroslav.

El 8 de Agosto de 1918, fue inaugurado el primer campo de concentración bajo control de la Cheka a las afueras de Penza (que con anterioridad había albergado prisioneros de los Imperios Centrales durante la Primera Guerra Mundial). Curiosamente los nuevos inquilinos de este centro penitenciario, famoso por sus condiciones insalubres, fueron propietarios agrícolas denominados «kulaks», disidentes políticos y sacerdotes de religión ortodoxa. Por desgracia y durante las semanas siguientes, se abrirían otros campos en cada provincia con capacidad para 300 personas, salvo el recinto de Ivano-Voznessenk que internó a 1.000 prisioneros socialistas, mencheviques, monárquicos y nacionalistas.

Las “Matanzas de Septiembre” fueron una de las etapas más terribles del «Terror Rojo» cuando una anarquista llamada Fanny Kaplan, atentó sin éxito contra Vladimir Lenin a finales de Agosto de 1918 (la responsable sería capturada y ejecutada), lo que desató una crisis de pánico en el Presidente de los Sóviets, quién en un auténtico ataque de locura, ordenó liquidar a miles de ciudadanos en toda Rusia. El 3 de Septiembre se registraron las primeras víctimas después de que en la Base Naval de Kronstadt se propinase un tiro en la cabeza al borde de una fosa común a 400 antiguos oficiales de la Marina Imperial Rusa. Al cabo de veinticuatro horas, el 4, cientos de presos fueron fusilados, entre estos antiguos zaristas como el Ministro del Interior Alexander Protopopov y el Ministro de Justicia Iván Shcheglovitov. Acto seguido y durante el resto del mes, las matanzas proseguirían en Viatka con 409 ejecutados (186 oficiales del Ejército Blanco, 154 contrarrevolucionarios, 28 demócratas, 23 antiguos policías, 10 socialistas y 8 monárquicos), en Penza con 152 veteranos de la Guardia Blanca, en Nizhni-Novgorod con 141 «kulaks», en Tsarytsin con 103 disidentes, en Perm con 50 sospechosos de ser antibolcheviques, en Tver con 39 propietarios agrícolas en calidad de rehenes, en Ivano-Voznessenk con 25 opositores y en Sebezhsk con 17 civiles (16 propietarios y 1 sacerdote que fue acusado de haber oficiado una misa en honor al fallecido Zar Nicolás II). Sin embargo fue la ciudad de Petrogrado la que ostentó el mayor récord de muertes porque los represaliados alcanzaron 1.300, lo que sumado al resto de muertos en el país, la cifra alcanzó más de 15.000 personas.

Víctimas del «Terror Rojo en Ucrania.

Entre Noviembre y Diciembre de 1918, la Cheka ejecutó a 50 soldados del Ejército Blanco en Tsaryrsin (que sería rebautizada con el nombre de Stalingrado), disolvió una huelga en la Fábrica de Armas Motovilija de Perm después de masacrar a tiros a 100 manifestantes y reprimió 44 revueltas agrícolas asesinando a 1.602 campesinos y encarcelando a otros 2.320. Sorprendentemente y como consecuencia de esta violencia generada por la Cheka, ciertos dirigentes bolcheviques encabezados por Lev Kamenev expresaron su preocupación por los métodos desproporcionados, aunque pronto serían desautorizados y obligados a guardar silencio por otros mandatarios como León Trostsky, Iósif Stalin o el propio Vladimir Lenin.

Con la llegada del año 1919, el Partido Bolchevique incrementó su actividad represiva contra antiguos militantes de partidos de izquierda como los 210 socialistas y mencheviques arrestados por la Cheka el 10 de Febrero, entre ellos la dirigente Maria Spiridova que fue ingresada forzosamente en un psiquiátrico sin estar enferma (aunque posteriormente escaparía y organizaría una resistencia). Lamentablemente la cifra de detenidos, se fue poco a poco ampliando hasta sumar los 2.380 cautivos en Moscú, Smolensko, Voronezh, Penza, Tula, Samara y Kostroma. Incluso los anarquistas fueron duramente perseguidos con 138 fusilados y otros 608 enviados a prisión, lo que suspo el fin del Ejército Negro (su líder Néstor Makhno se exilió a Francia) y por tanto la extinción del fenómeno en Rusia.

Objetivo: Obreros y Campesinos

Otras de las víctimas del «Terror Rojo» fueron los obreros de la Fábrica de Armas Putilov en Petrogrado (curiosamente la primera en haberse rebelado contra el zarismo en la Revolución de Febrero de 1917), quienes hartos de la situación de hambre y violencia, se manifestaron contra Vladimir Lenin, al que abuchearon cuando intentó contenerlos mediante un discurso. Como era de esperarse, la venganza del Presidente de los Soviets fue terrible porque inmediatamente envió a la Cheka que detuvo 900 obreros, fusiló a 200 dentro de los muros de la Forteleza de Schüsselbourg y despidió de sus puestos de trabajo a otros 700. Tampoco de nada sirvieron huelgas similares en Orel, Bryansk, Ivanovo-Vozsnessenk, Sormovo y Tver porque todas fueron reprimidas, como por ejemplo la de Tula que dejó un saldo de 26 ferroviarios ejecutados y otros 800 obreros encarcelados.

Los días del 10 al 14 de Marzo de 1919, tuvieron lugar una de las peores matanzas del Partido Bolchevique porque después de una serie de protestas por parte de los trabajadores de Astracán, una ciudad portuaria entre el Cáucaso y el Mar Caspio, el Ejército Rojo desplazó al 45º Regimiento de Fusileros que se negó a disparar contra los manifestantes, e incluso los soldados se unieron a sus compatriotas haciéndose con el control del puerto y matando a 47 miembros de la Cheka. Lamentablemente la acción fue un suicidio porque unidades del Ejército Rojo que eran leales a la Rusia Soviética, intervinieron a sangre y fuego en la metrópoli con la consiguiente extinción de la revuelta. El resultado fue de 5.000 muertos que perecieron del siguiente modo: 4.000 obreros fueron arrojados vivos al Río Volga con una piedra atada al cuello; mientras que 1.000 soldados del 45º Regimiento de Fusileros y civiles disidentes fueron ejecutados a tiros.

Como las huelgas se convirtieron un problema serio para el Partido Bolchevique, las autoridades tuvieron que decretar la abolición de una serie de derechos fundamentales (muchos menos de los que habían tenido durante el zarismo) porque las nuevas normas implicaban la prohibición misma de manifestación o asociación de obreros en comités, el fortalecimiento de la disciplina, el incremento del horario laboral incluyendo los domingos, el impedimento de no abandonar el puesto trabajo, o castigos laborales al ausentismo o retrasos (los cuales eran muy comunes en esos momentos porque los trabajadores intentaban buscar alimentos desesperadamente). Lógicamente estas reglas complicaron la situación porque sumadas al aumento del esfuerzo físico, al excesivo frío y a la ausencia de calorías básicas para el cuerpo, las muertes por desnutrición fueron incontables. Sin embargo lo peor estaba por venir porque se establecieron hasta cinco categorías de racionamiento, que fueron numeradas del siguiente modo: el estamento privilegiado eran los comunistas y miembros del Partido Bolchevique que no tenían problemas de abastecimiento; los siguientes eran los soldados del Ejército Rojo que se alimentaban lo suficiente para desempeñar sus funciones militares; luego estaban los obreros y campesinos que poseían lo mínimo y en ocasiones nada; y por último los “elementos contrarrevolucionarios” que no tenían derecho a comer y por tanto quedaban condenados a desfallecer. Sorprendentemente, el propio Vladimir Lenin tuvo una actitud tan implacable a la hora de utilizar el hambre como arma que llegó a afirmar: “¡Que millares de personas perezcan si es necesario, pero el país debe salvarse!”.

Los Destacamentos de Suministros de la Cheka confiscaron tal cantidad de alimentos que sin esta práctica abusiva jamás el Partido Bolchevique hubiese tenido que reprimir tantos levantamientos en el ámbito rural. De hecho las requisas de cereal se triplicaron, lo mismo que otros productos como la carne, patatas, leche, huevos, miel, mantequilla, nata, etcétera, sin contar con que miles de campesinos fueron reclutados por el Ejército Rojo, lo que llevó a muchos a huir y organizar guerrillas en los bosques que serían conocidas con el nombre de Ejércitos Verdes. Esta nueva situación que desbordó completamente a las autoridades, desembocó en auténticas atrocidades porque los destacamentos del Ejército Rojo fusilaron a miles de granjeros y torturaron a sus familias hasta la muerte para obligar a los partisanos a salir de sus escondites).

Las matanzas en el campo debido al fenómeno de los Ejércitos Verdes fue de una crueldad inimaginable a lo largo de Ucrania, el Cáucaso y la Rusia Centro-Occidental. Por ejemplo el 30 de Abril de 1919, la Cheka arrasó y quemó enteramente la aldea de Lebyadinsky, matando a casi todos sus habitantes. A este horror siguió el asesinato de 3.000 campesinos en los distritos rurales de Karkhov, otros 3.000 en los de Yekaterinodar y 2.200 en los Odessa. Incluso el 11 de Junio de 1919, los aviones de la Fuerza Aérea Roja bombardearon el pueblo agrícola de Tretyaky con artefactos incendiarios que chamuscaron las cabañas y acabaron con la vida de muchos vecinos. Así pues, la determinación de la Cheka por capturar a los guerrilleros no tuvo límites porque en ocasiones se rozaron extremos insoportables como ocurrió en Petroplavlovskaya, donde se fusiló a un varón de cada familia, lo que hizo salir de los bosques a 34 partisanos que inmediatamente fueron fusilados. Con métodos como estos y otras brutalidades similares, los campesinos asesinados alcanzaron la cifra de 4.056 y los encarcelados de 7.325.

A pesar del aparato represivo del Partido Bolchevique, las huelgas de obreros continuaron a lo largo de 1920, lo que condujo a la Cheka a inaugurar nuevos campos de concentración ante la inesperada cantidad de presos políticos. Según los recuentos, 10.000 trabajadores de Tula fueron deportados, así como 160 ferroviarios de la Vía Moscú-Kursk, otros 160 trabajadores de la Metalurgia de Bryansk, 100 operarios de la Vía Ryazan-Url y 80 peones de Ekaterimburgo. Sorprendentemente, si algunos de estos cautivos logrababa sobrevivir y ser puesto en libertad, antes de salir al exterior tenía que firmar un papel que decía: “Yo, el que suscribe, perro hediondo y criminal, me arrepiento delante del tribunal revolucionario y del Ejército Rojo, confieso mis pecados y prometo trabajar conscientemente”.

La “Insurrección de las Horcas” entre Febrero y Marzo de 1920 fue otro de los grandes levantamientos que tuvieron lugar en una vasta extensión desde el Río Volga a los Montes Urales. Los protagonistas fueron 50.000 campesinos y obreros que resistieron en los bosques más de dos meses, hasta que el Ejército Rojo intervino y asesinó a todos los responsables en la horca o base de golpes de pico. No obstante y pese a que la rebelión fracasó, la revuelta pronto se extendió a Tambov, Penza, Tsaritsyn, Samara y Saratov. Desgraciadamente el hambre que padecían estas regiones era tan extremo, que la falta de alimentos terminó con los sublevados porque la mayoría murieron por inanición (el abastecimiento a los guerrilleros estuvo doce veces por debajo del mínimo vital). Respecto a otros sucesos similares en diversas partes de Rusia, todas terminaron igual de mal porque se registraron 3.000 ejecutados en Kíev, 3.000 en Odessa, 3.000 en Armavir, 2.000 en Kharkov y 1.620 en Yekaterinodar.

Los 120.000 mineros de las industrias del Donbass en los Donets, una de las cuencas que proveía a Rusia del 80% de su acero y carbón, fueron uno de los últimos colectivos afectados por el «Terror Rojo». La razón fue el comisario desplazado a la región, Georgi Piatakov, quién sometió a los trabajadores a condiciones de esclavismo porque les obligaba a estar en las fábricas sin descanso (incluyendo domingos), no les suministraba suficiente comida (la alimentación estaba tres veces por debajo del mínimo vital), les prohibía llevar zapatos fuera del horario laboral (debían entregárselos al que fuese a sustituirles), deportó a las familias de los obreros para evitar distracciones y castigó con la muerte los retrasos o el ausentismo, como les ocurrió a 18 mineros que fueron ejecutados por llegar un par de horas tarde.

Terminada la Guerra Civil Rusa y fallecido Vladimir Lenin en el año 1924, la Unión Soviética de Iósif Stalin acabó con la etapa del «Terror Rojo». A partir de entonces, los métodos represivos cambiarían notablemente y acorde a la «Era Estalinista», manteniéndose en mayor o menor medida hasta la caída de la URSS y el comunismo en 1991.

 

Bibliografía:

-Stéphane Courtois, El Libro Negro del Comunismo, Ediciones B (2010), p. 79-135
-Antonio Elorza, La I Guerra Mundial como nunca se la habían contado. Volumen 6. Bolcheviques al poder, Revista La Aventura de la Historia (2010), p.30-35
-http://granguerra.crearforo.com/el-terror-rojo-en-rusia-es1656.html