Descosaquización

La «Descosaquización» que llevó a cabo la Rusia Bolchevique, fue considerada por muchos historiadores de la época como la gran persecución étnica de principios del siglo XX, justo por detrás del Genocidio Armenio perpetrado por Turquía en la Primera Guerra Mundial. Con alrededor de casi medio millón de muertos, lo sucedido con el pueblo cosaco sería un claro ejemplo de lo que posteriormente se denominaría en términos jurídicos como Crimen contra la Humanidad.

El pueblo cosaco era originario de las Tribus del Don, Kubán, Volga, Terek y Ural (nombre de los ríos) y constituía una de las comunidades más importantes de Rusia. Los miembros de esta etnia eran famosos por su destreza en el manejo de las armas y la caballería, así como por defender unos profundos valores tradicionales y una rica cultura popular. Considerados el cuerpo de élite del Ejército Imperial Ruso, una vez cumplían un servicio de 36 años, recibían del régimen zarista un total de 30 hectáreas de campo de cultivo que sus familiares podían disfrutar como pensión. De hecho y gracias a los jinetes cosacos y sus monturas, el Imperio Ruso se había convertido en una potencia porque su papel había sido esencial a la hora de vencer a Suecia durante la Batalla de Poltava en 1709 y a la Francia Napoleónica durante la «Gran Retirada de Moscú» en 1809.

Al tener lugar la Revolución Bolchevique de 1917, el modo de vida de los cosacos no entraba dentro de los cánones del pensamiento marxista que defendía la Rusia Soviética. No fue extraño por tanto que en cuanto Vladimir Lenin se instauró en el poder, suprimiese el estatus de honor del pueblo cosaco, le retirase el título de caballería de élite y encima prohibiese a sus habitantes disponer de ningún tipo de propiedad. Acto seguido cualquier símbolo de identidad cosaca fue suprimido y sus tradiciones vedadas, antes de que una gran parte de sus bienes, tierras y pertenencias fuesen confiscadas y entregadas a nuevos desplazados rusos que viajaron a las zonas de pasto de las Tribus del Don, Terek, Volga, etcétera.

Oficialmente entre Marzo y Abril de 1918, la Guardia Roja comenzó sus ataques contra las aldeas de los cosacos, conocidas como “stanitsas”, que arrasaron e incendiaron, antes de cebarse contra sus habitantes de forma muy violenta porque muchos fueron asesinados tras mutilarles las manos, romperles la mandíbula, extraerles los genitales o decapitarles la cabeza. Acto seguido, el Presidente del Sóviet, Vladimir Lenin, que consideró estos episodios como casos aislados, pasó a la siguiente fase aniquiladora después de aprobar un documento el 24 de Enero de 1919 que rezaba: “Es necesario reconocer como única medida políticamente correcta una lucha sin compasión, un terror masivo contra los ricos cosacos, que deberán ser exterminados y físicamente liquidados hasta el último”.

Numerosos cosacos fueron asesinados durante el «Terror Rojo» hasta que inesperadamente a mitad de 1919 se suspendieron las matanzas cuando la Rusia Soviética requirió de la ayuda de sus jinetes y monturas para enfrentarse al Ejército Blanco dentro del contexto de la Guerra Civil Rusa. Así fue como se creó la «Caballería Cosaca Roja», integrada en el I Ejército de Caballería del general Semión Budionny, en cuyas filas se distinguieron con heroicidad luchando en Ucrania y posteriormente realizando cargas a sable en Polonia durante la Guerra Polaco-Soviética de 1919.

Sorprendentemente y mientras la Caballería Cosaca Roja se batía en la Guerra Civil Rusa, a la retaguardia numerosas zonas cosacas en los Ríos Don, Kubán, Volga y Terek fueron saqueadas por la Guardia Roja y la Cheka que requisaron todos los medios de subsistencia de los autóctonos como comida, inmuebles, dinero e incluso la ropa y el calzado, antes de ser ejecutadas unas 8.000 personas. Ni siquiera se salvaron muchos de los cosacos al servicio del Ejército Rojo porque fueron expulsados con deshonor de las fuerzas armadas y devueltos a sus hogares sin ninguna recompensa económica.

Hacia mediados de 1920, la Cheka organizó una serie de tribunales militares denominados “Troikas” que se encargaron de juzgar un supuesto levantamiento de la etnia cosaca contra el Gobierno del Partido Bolchevique, lo que constituyó lo que se acabaría conociendo posteriormente en la Rusia Soviética como «grupo étnico totalmente culpable”. Evidentemente el juicio fue una farsa porque al estar todo planificado de antemano de cara a la opinión pública, se condenaron a muerte a 6.000 personas que fueron sumariamente ejecutadas en Octubre de 1920.

Todo lo sufrido por el pueblo cosaco a manos de la Rusia Soviética fue considerado insuficiente por Vladimir Lenin, quién después de una profunda reflexión acerca de todo lo acontecido, llegó a la conclusión de que la única manera de someter a esta etnia era mediante un castigo ejemplar consistente en una aniquilación parcial, algo que según los cálculos bolcheviques, estigmatizaría a los supervivientes y futuros descendientes para someterse de una vez al poder marxista. Así fue como se eligió al comisario Sergei Ordzhonikidze y a sus escuadrones de la Guardia Roja para llevar a cabo una operación de limpieza étnica que sería conocida como la «Descosaquización».

La «Descosaquización» comenzó entre finales de 1920 e inicios de 1921 cuando el Ejército Rojo irrumpió en las «stanitas» de las Tribus del Kubán, Don, Terek, etcétera y llevó a cabo matanzas, saqueos y destrucciones. Solamente en Pyatigorsk fueron ejecutados públicamente 300 cosacos; mientras que en la aldea Kalinovskaya toda la población fue masacrada y sus viviendas incendiadas; sin contar con los pacientes del Hospital de Kislovodsk que fueron asesinados en sus camillas por la Cheka.

A partir de 1921, comenzaron las deportaciones a campos de concentración después de que destacamentos de la Cheka y el Ejército Rojo sacasen de sus hogares a miles de familias cosacas y separasen a los varones de entre 18 y 50 años para subir a trenes de ganado y ser enviados como esclavos a la cuenca minera de los Donets (muchos desfallecerían por las malas condiciones). Una vez desaparecidos los hombres que eran más viriles y físicamente mejores, les tocó el turno a las mujeres, niños, ancianos y bebés que fueron deportados en convoyes ferroviarios hacia Asia Central y Siberia a lo largo de un trayecto inhumano de varias semanas que costó la vida a numerosos pasajeros. No obstante, lo más triste sucedió dentro de los campos de concentración porque el frío, el hambre y las enfermedades, sumados a las torturas de los guardias y los castigos en forma de fusilamientos, terminaron por quebrantar la integridad física y mental de todo el colectivo cosaco, cuyas pérdidas se calcularon en decenas de miles de muertos.

Como consecuencia de la «Descosaquización», miles de ciudadanos rusos pudieron repoblar las regiones y pueblos vacíos que los cosacos habían dejado en el Cáucaso y el sur de Rusia (sus objetos personales serían repartidos entre los miembros de la Cheka). Según los registros, en localidades como Kalinovskaya hubo 4.220 deportados, en Ermolovskaya unos 3.218, en Romanovskaya unos 3.200, en Samachinskaya unos 2.900 y en Mihaílovskaya unos 2.800, sin contar otros lugares donde hubo centenares de cosacos desaparecidos o secuestrados.

A finales de 1921 se anunció el final de la «Descosaquización» por la Rusia Soviética. Hasta ese momento habían muerto 500.000 cosacos de una población original de 3 millones, el equivalente al 25% de su población. Afortunadamente para este colectivo, a partir de 1924 ya no sería perseguido porque tras hacerse Iósif Stalin con el poder, el mandatario que admiraba el valor de estos guerreros, restauró el estatus de los cosacos y les concedió nuevamente el título honorífico de caballería de élite del Ejército Rojo, un honor que conservarían durante toda la existencia de la Unión Soviética y en la posterior República Federal Rusa.

 

Bibliografía:

-Stéphane Courtois, El Libro Negro del Comunismo, Ediciones B (2010), p. 136-141
-http://granguerra.crearforo.com/el-terror-rojo-en-rusia-es1656.html