Gueto de Varsovia

El Gueto de Varsovia fue el más grande y mortal de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Activo desde 1940 hasta 1943, cientos de miles de judíos serían deportados a los campos de exterminio en Polonia, aunque su final tuvo algo heroico porque los últimos supervivientes decidirían armarse y defenderse de sus verdugos en un acontecimiento que sería conocido como el Levantamiento de Varsovia.

Construcción

Al producirse la invasión de Polonia en 1939, el Gobierno General presidido por el «gauleiter» Hans Frank, decidió segregar de la población polaca a los 359.827 ciudadanos judíos que residían en la capital de Varsovia. La razón de esto era trasladar al país ocupado las mismas medidas antisemitas que ya existían previamente en Alemania, algo de lo que se encargaría el nuevo alcalde Ludwig Fischer.

Sin motivo alguno, cerca de 90.000 familias polacas fueron desalojadas por la fuerza y trasladadas a otras partes de la ciudad con el resto de polacos. Encargado de esa repoblación fue designado el nuevo Gobernador de Varsovia, Ludwig Fischer. El lugar elegido fue curiosamente un antiguo gueto judío de la Edad Media cuando Polonia no era más que un Ducado.

Vida diaria en una calle del Gueto de Varsovia con sus viandantes, tranvía y policías.

A mediados de 1940, un total de 90.000 familias judías fueron desalojadas de sus hogares y trasladadas al interior de Varsovia, concretamente a un antiguo gueto judío de la Edad Media que databa desde los tiempos del Ducado de Polonia. A pesar de que el abandonar sus casas fue un verdadero trauma para toda esta gente, por lo menos tuvieron libertad para moverse por el resto de la ciudad, comerciar y más o menos hacer una vida similar a la de antes del conflicto.

El 2 de Noviembre de 1940, tropas de las SS acordonaron inesperadamente el gueto de Varsovia cuando cuadrillas de obreros empezaron a colocar ladrillos para levantar un muro de piedra de 18 kilómetros de largo y cuatro metros de altura. La infraestructura que fue terminada el 16 de Noviembre dejó aislados a un total de 300.000 judíos, que ascenderían a 500.000 en el momento cénit de la Segunda Guerra Mundial.

La vida del gueto

A nivel urbano, el Gueto de Varsovia ocupaba un 4’5% de la capital, lo que le convertía en el más grande de toda Europa. Según su trazado en forma de rectángulo tenía 4’5 kilómetros de largo por 2’5 kilómetros de ancho y estaba dividido en dos secciones, concretamente el Gueto Grande y el Gueto Pequeño que se comunicaban a través de un puente de madera sobre la Calle Chlodna. Las principales arterias de este barrio fueron la Calle Niska por albergar al Consejo Judío, la Plaza Tlomackje a la sinagoga, la Calle Twarda al hospital, la Calle Leszno al mercado, la Calle Stawki a la Estación Norte de Varosvia y las Calles Wielka y Sienna (consideradas las zonas ricas), sin contar con que la Autopista Posen-Berlín cruzaba el casco mediante una carretera por la que circulaban autobuses (desde donde turistas fotografiaban a los hebreos en cautividad como si estuviesen en un zoológico). Aproximadamente se hacinaban 1.309 personas cada 100 metros cuadrados, el equivalente a 7’2 inquilinos por una habitación de entre 4 y 6 metros (alrededor de 25 a 30 habitantes por apartamento) dentro de un total de 1.500 edificios, sin contar con los 43 almacenes de alimentos. Respecto a las entradas y salidas del recinto, éstas se ubicaban a través de 14 accesos con barrera y garita, normalmente vigilados por guardias alemanes de la SS o agentes polacos de la Policía Azul, salvo por la excepción de una de sus esquinas que delimitaba con el Río Vístula.

El gobierno del Gueto de Varsovia recayó en el Consejo Judío de Varsovia al frente del alcalde Adam Czerniaków que se rodeó de una serie de sabios e intelectuales, la mayoría tradicionalistas o sionistas, que se encargaron tanto de la gestión interna como de los contactos en el exterior con los alemanes y los polacos. Esta administración que estuvo compuesta por 6.000 funcionarios distribuidos en treinta departamentos distintos, normalmente de la burguesía rica judía, contrastó con el resto de los habitantes que estaban sumidos en la máxima pobreza. De hecho y para controlar a estos últimos, se creó una Policía Judía de 2.500 efectivos al mando del comisario Józef Szerynski, cuyos agentes uniformados de civil con brazaletes judíos y armados con porras, establecieron un régimen corrupto y en cierto modo brutal hacia sus propios compatriotas.

Policía Judía del Gueto de Varsovia.

La vida en el Gueto de Varsovia no fue sencilla porque nadie podía salir al exterior salvo aquellos que fuesen trabajadores forzosos del Gobierno General y siempre bajo la escolta de los soldados de las SS o los polacos de la Policía Azul. Los que se quedaban en el interior sólo disfrutaban de luz y gas desde las 22:00 horas de la noche hasta las 9:00 horas de la mañana, tenían que desplazarse a pie a todos los lugares porque sólo existía un pequeño tranvía estirado por caballos que ofrecieron las Compañías Kon y Heller, tenían prohibido el correo con los ciudadanos polacos (aunque muchos se las ingeniaron para intercambiar cartas, incluso con parientes de Reino Unido, la Unión Soviética y Palestina) y para respirar aire limpio de aquellos asfixiantes muros grises los ciudadanos debían pagar dinero a los propietarios de los pocos árboles existentes para sentarse un rato bajo sus copas. En el caso de los niños, al menos a estos se les autorizó el derecho a la escolarización y por tanto a su ingreso en colegios hebreos, a examinarles y entregarles diplomas, incluyendo a las niñas de la Escuela Yehudia y a los 200 huérfanos del Orfanato Municipal que dirigía el doctor Janus Korzack. Lamentablemente y pese a que aún no habían vivido lo peor, un total de 1.094 judíos perecieron víctimas de las carencias en 1940.

Entre las características del Gueto de Varsovia estuvo la publicación de todo tipo de diarios, periódicos y revistas en idiomas que variaron del hebro hasta el yiddish, incluso el polaco. Simultáneamente se abrieron bibliotecas que estuvieron abarrotadas de adultos, quienes entre sus lecturas favoritas estuvieron el libro de Los cuarenta días del Musa Dagh del autor Franz Werfel basado en el Genocidio Armenio durante la Primera Guerra Mundial y en la lucha armada de Armenia contra Turquía; aunque los niños prefirieron obras más acordes a su edad como El pequeño Lord Fauntleroy de Frances Hodgson Burnnet y Corazón de Edmundo de Amicis. También se orgnizaron conciertos musicales, especialmente de violín; mientras que los pequeños del Orfanato Municipal interpretaron teatro como por ejemplo cuando representaron El cartero del Rey de Rabindranath Tagore. Ni siquiera faltaron actos religiosos, la inmensa mayoría de fe hebrea con recitales de la Torá en la sinagoga, pero también cristianos porque como había 1.761 judíos católicos, se inauguraron la Iglesia de Todos los Santos y la Iglesia del Nacimiento de la Sagrada Virgen María, ambas con tranquilos jardines para oficiar misas y leer la Bíblia.

Hambrunas

Al comienzos 1941, el Gueto de Varsovia se situó al borde de la hambruna como consecuencia de las expropiaciones y confiscaciones de las SS, por lo que el «gauleiter» Hans Frank tuvo que designar al oficial alemán Hans Biebow y a un especialista judío en alimentación llamado Alberto Nirenstajn para evitar un desastre. Así como se efectuó una sabia racionalización que impidió perecer de hambre a la mayor parte del gueto, además de extender pagas a los 34.000 judíos que trabajaban como mano de obra para el Ejército Alemán.

La invasión de Alemania a la Unión Soviética durante la «Operación Barbarroja» en el verano de 1941, volvió a situar al Gueto de Varsovia en el peligro de una hambruna que en esta ocasión no podrían evitar porque todos los recursos tuvieron que ser destinados a la campaña militar en Rusia. A raíz de tales carencias y a la extensión de una epidemia de tifus, miles de personas murieron de inanición a diario mientras un coche fúnebre iba recogiendo los cadáveres esparcidos por las calles, ya que lo único con lo que podían alimentarse los habitantes era con patatas y en casos muy afortunados con harina. Según los registros, cada mes fallecían de hambre unos 5.500 judíos (la cifra mensual más alta fue de 15.749 y la más baja de 898), lo que en el censo equivaldría a un 50% en riesgo elevado de morir por falta de calorías, a un 30% los afectados pero sin riesgo de fallecer, y a un 20% los sanos.

Tampoco en 1942 la hambruna del Gueto de Varsovia remitió porque en las primeras semanas del invierno perecieron de hambre un total 5.123 habitantes. A estas víctimas hubo que sumar los 2.200 judíos traídos desde Alemania que fueron reasentados en la capital polaca, con la consiguiente muerte de 220 individuos. De hecho, la situación fue tan insoportable que el 20 de Febrero se registró el primer caso de canibalismo después de que una madre se comiese una nalga de su propio hijo de 12 años que había fallecido el día anterior víctima de la inanición.

Mercado negro del Gueto de Varsovia donde afloran las ventas ilegales de alimentos.

Los motivos de la hambruna en el Gueto de Varsovia en parte se explicaron por el injusto reparto efectuado por el Gobierno General del «gauleiter» Hans Frank que estuvo distribuido del siguiente modo: a los soldados alemanes del Ejército Alemán y las SS les correspondían 2.130 calorías, a los extranjeros de países neutrales 1.790 calorías, a los ciudadanos polacos 634 calorías y a los judíos 184 calorías. A estas escasas raciones, se sumaba el alto precio que los hebreros tenían que pagar por obtenerlas debido a que les costaban 5’9 zloty (dinero polaco), mientras que los polacos sólo pagaban 2’6 zloty y los alemanes 0’80 zloty. Como consecuencia de todos estos abusos, en el período de una semana los judíos consumían 920 gramos de pan, 295 gramos de azúcar, 103 gramos de mermelada y 60 gramos de grasas, aunque de vez en cuando podían disfrutar de un poco de patatas, carne, pescado, fruta y verdura fresca.

Las carencias del Gueto de Varsovia contribuyeron al surgimiento de un mercado negro y contrabando, sostenido en parte por los niños, ya que como éstos eran más pequeños y escurridizos, podían salir y entrar sin ser vistos por los guardias de las SS; aunque los adultos que también se dedicaron a estas prácticas obtuvieron comida a través de agujeros en los ladrillos del muro exterior, excavando bajo los cimientos o arrojando bolsas por encima de las alambradas. Curiosamente los puntos de vigilancia más laxa para intercambiar alimentos fueron las Calles Kozla y Swientojerska, así como el Cementerio Judío, en donde en una ocasión los contrabandistas hicieron pasar veintitrés vacas. Afortunadamente, no todas las artimañas de los habitantes fueron ilegales porque 160.000 personas fueron atendidas durante un tiempo gracias a organizaciones humanitarias privadas del exterior como el Comité de Distribución de la Junta (JDC) y la Ayuda Mutua Social Judía (JSS).

Pesimismo de 1942

El pesimismo de Varsovia se extendió desde 1942 sobretodo porque después de haber oído acerca de la expulsión del Ejército Alemán de Rostov en Rusia, que como en idioma yiddish significaba «Rosh-tov» o «Comienzo» (y por tanto lo interpretaron como una señal divina), al poco tiempo se llevaron una desilusión tras enterarse de la reconquista alemana de esta ciudad en el Frente Oriental. Así pues y como su situación no daba muestras de cambiar nunca, lo mejor para muchos fue concentrarse en otros entretenimientos para no enloquecer, intentando que sus vidas se asemejasen algo a las de antes de la guerra, por lo que llegaron a elaborar ingenios cada vez más curiosos como la fabricación de lámparas con cigarrillos o el uso de chupetes como preservativos.

Los malos tratos de los guardias alemanes de las SS, los colaboradores polacos de la Policía Azul y hasta los auxiliares hebreos de la Policía Judía, no ayudaron a la vida diaria porque habitualmente los ciudadanos eran golpeados sin razón con las porras, a veces hasta la muerte, y en muchas ocasiones por motivos tan absurdos como no quitarse el sombrero al pasar delante de un hombre uniformado. Por ejemplo en el puente de madera sobre la Calle Chlodna había un guardia de las SS al que apodaban «Frankestein» que se ganó ese apodo porque a diario mataba a un judío por simple diversión. De hecho en una ocasión preguntaron a una niña que le gustaría ser, a lo que la pequeña contestó: «Un perro, porque los guardias quieren a los perros». Afortunadamente no todos los centinelas fueron crueles, pues muchos en su puesto de vigilancia lanzaban sonrisas a los niños para que saliesen o entrasen ilegalmente del gueto, solidarizándose con ellos y en ocasiones hasta haciendo la vista gorda cuando eran premiados con comida.

Como a mediados de 1942 el mercado negro y los delitos se multiplicaron en el Gueto de Varsovia, sobretodo con la proliferación de ciertas mafias que no dudaron en robar y matar a sus propios compatriotas, tanto el Consejo Judío como la Policía Judía tuvieron que emplearse más a fondo contra los alborotadores. Entre las medidas más polémicas estuvo la inauguración de una prisión con capacidad para 350 personas, aunque a las pocas semanas llegó a albergar a 1.283 detenidos, que como era de esperarse se caracterizaría por una mortandad muy elevada entre la población reclusa (sólo en los primeros ochos días murieron 22 presos abandonados en el interior de sus celdas). No obstante y por si eso no fuese suficiente, como la mayor parte del contrabando lo llevaban a cabo los niños, la Policía Judía tuvo que abrir una cárcel infantil que en su momento más álgido contó con hasta 500 menores de edad.

Jamás existió una «Resistencia Judía» en el Gueto de Varsovia hasta que en joven sionista llamado Yitzhak Zuckerman organizó un pequeño grupo de seguidores, al que muy pronto le siguió otra organización bautizada como «Bund» que proponía un judaísmo de ideal social-demócrata. Lamentablemente ni los sionistas ni los miembros del «Bund» que mantuvieron una reunión secreta en la Cocina de los Trabajadores de la Calle Orla, no alcanzaron ningún acuerdo para colaborar entre sí, actuando desde entonces ambas por cuenta propia, como fue el caso de los hombres de Yitzhak Zuckerman a la hora de editar el periódico clandestino Yedies. Lógicamente la Gestapo sospechó de estos movimientos disidentes, por lo que en una redada el 17 de Abril de 1942, destaparon a la primera célula sionista y capturaron a 51 militantes que delante de toda la ciudadanía del gueto fueron fusilados públicamente por un destacamento de las SS.

Deportaciones

Con el inicio de la Solución Final en toda Europa, el 22 de Julio de 1942, el general Hermann Höffle de las SS en el Gobierno General, comunicó al Consejo Judío que comenzase a gestionar el vaciamiento del Gueto de Varsovia para el reasentamiento de la ciudadanía en Europa Oriental. Sorpredentemente y como el alcalde Adam Czerniaków se negó, las tropas de las SS tomaron rehenes y al caer la noche enviaron a guardias polacos de la Policía Azul y también milicianos auxiliares de Ucrania, Lituana, Letonia y Estonia que irrumpieron en las calles para secuestrar judíos y propinar fuertes palizas a decenas de familias. Ante esta situación tan dramática, Adam Czerniaków fue víctima de una profunda depresión, por lo que rápidamente escribió una carta de dimisión como alcalde del Consejo Judío y a continuación se suicidó ingiriendo veneno. Al día siguiente de dicho episodio, el 23 de Julio, los agentes de la Policía Judía y los soldados colaboracionistas ucranianos, lituanos, letones y estonios, quienes demostraron ser más brutales que los propios alemanes, entraron masivamente en el gueto y arrestaron a 5.000 judíos que fueron empujados hasta la estación ferroviaria, subidos a un tren con vagones de ganado y deportados al campo de exterminio de Treblinka donde fueron gaseados. Esta misma operación se repitió durante una semana hasta comienzos de Agosto el número total de hebreos exterminados alcanzó la cifra de 66.701.

Tren cargado de judíos se prepara para salir del Gueto de Varsovia hacia el campo de exterminio de Treblinka.

A lo largo de Agosto de 1942, un total de 142.523 judíos fueron deportados desde el Gueto de Varsovia en dirección a los campos de exterminio de Auschwitz, Treblinka y Majdanek. Los más fáciles de engañar fueron los mendigos, a los que se prometió 3 kilogramos de pan y 1 kilo de mermelada si acudían a la intersección ferroviaria de la Plaza Umschlagplatz; así como a los 200 niños del Orfanato Municipal, ya que su maestro Janus Korzack, los condujo en columna hasta la estación con una bandera de camping y cantando como si fuesen de excursión, llevando cada uno una mochila con un saquito de pan y una botella de agua (ninguno ni ellos ni el profesor sobrevivieron). Al cabo de un mes de estas deportaciones, en Septiembre, otros 54.096 judíos fueron enviados a los campos de exterminio, saliendo el último convoy el día 21 con 2.196 personas hacia Treblinka.

Durante la primera mitad de 1942, la población del Gueto de Varsovia se fue reduciendo drásticamente porque día tras día salían convoyes hacia los campos de exterminio. A nivel de cifras primero fueron 5.000 deportados diarios, luego 7.000 y finalmente 10.000 hasta que al cabo de varias semanas un total de 400.000 personas de las 500.000 iniciales habían sido evacuadas y gaseadas. Solamente 70.000 judíos permanecieron en el gueto hasta que la mitad fueron contratados como obreros forzosos en las fábricas armamentísticas de la Compañía Walter Többens y otros 8.000 enviados como esclavos a diversos centros de trabajo por todo el Tercer Reich. Ante este oscuro panorama desde que había empezado el vaciamiento del gueto, 10.380 personas habían muerto en el interior por diversas causas y otras 265.040 habían sido deportadas a Treblinka, Auschwitz, etcétera.

Levantamiento del Gueto de Varsovia

La magnitud del Holocausto ya era imposible de ocultar para los habitantes del Gueto de Varsovia en 1943, por lo que muchos de sus ciudadanos, prefiriendo morir luchando a ser vilmente asesinados, optaron por hacer frente al Tercer Reich. Así fue como nació el Comité Judío de Coordinación como una fusión de los judíos conservadores de derecha de la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowski), de los progresistas de izquierda de la Organización de la Lucha Judía (Zydowska Organizacia Bojowa), de los sionistas del Comité Nacional Judío y de los social-demócratas del «Bund», sin obviar a algunos radicales que habían pertenecido al Partido Comunista Polaco; a los que también se unieron numerosos polacos desde el exterior como los nacionalistas de la Resistencia Polaca (Armia Krajowa) y los comunistas de la Resistencia Popular (Armia Sloboda). Según la estructura de esta especie de «Resistencia del Gueto» conformada por 1.000 guerrilleros en 22 grupos de 30 partisanos (14 conservadores, 4 socialistas y 4 comunistas), ubicó sus dos cuarteles generales en la Calle Mila y la Calle Zamenhofa, además de varios almacenes de armas que incluyeron pistolas, fusiles, ametralladoras, 1.000 litros de gasolina y una carga explosiva de clorato potásico que muy pronto serían utilizadas contra las fuerzas ocupantes del Eje.

Calle del Gueto de Varsovia ardiendo mientras pasa una patrulla alemana.

Inesperadamente el 18 de Abril de 1943, soldados de las SS que estaban haciendo caminar en fila a una columna de judíos hacia la estación de tren para ser deportados, fueron de forma repentina sorprendidos por una lluvia de balas procedentes de las terrazas que cayó sobre ellos en el nexo de unión de la Calle Zamenhofa con la Calle Niska, causando algún muerto entre los alemanes y también varios heridos. Al mismo tiempo, otros disparos se reprodujeron en el Taller de Cepillos y el Taller Tobbers-Schultz, lo que obligó tantos a las tropas de las SS como a los agentes de la Policía Judía (que abandonaros sus armas de fuego en favor de los insurgentes), a abandonar el Gueto de Varsovia mientras los sublevados izaban en la Plaza Muranowska tanto la bandera de Polonia como la insignia azul de Israel.

La reacción al Levantamiento del Gueto de Varsovia fue tan asombrosa, que el propio Reichsführer de las SS, Heinrich Himmler, ordenó personalmente reunir a un contingente armado para aplastar aquella «Resistencia Judía». Básicamente se trató de una agrupación conformada por 2.090 efectivos al mando del general Jurgen Stroop que incluyeron a 821 granaderos alemanes de las Waffen-SS, 363 colaboracionistas polacos de la Policía Azul y 906 auxiliares entre soldados letones de la Milicia «Arajs», hebreos de la Policía Judía y voluntarios bálticos de la Policía Auxiliar Lituana y el Batallón Policial Estonio; así como un material consistente en un tanque francés (capturado en Francia en 1940), dos vehículos blindados, un cañón y dos piezas de artillería antiaérea.

Dos soldados ucranianos se disponen a entrar en un apartamento lleno de cadáveres del Gueto de Varsovia.

Justo un día después del Levantamiento del Gueto de Varsovia, el 19 de Abril, centenares de soldados alemanes, polacos, ucranianos, lituanos, letones, estonios y policías judíos irrumpieron en el recinto, con los vehículos blindados atravesando la Calle Smocza mientras las cañones y morteros disparaban contra el casco urbano y la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) echaba abajo edificios con sus bombarderos en picado Stuka. Una vez efectuado el bombardeo preliminar, las tropas del Eje penetraron por las calles principales para ser atacadas desde todas direcciones con fusiles y trampas situadas en las encrucijadas, mostrando los defensores una fiera resistencia porque incluso las mujeres judías llegaron a atarse con cuerdas a las chimeneas e impulsarse para arrojar cócteles Molotov. A pesar de que las bajas entre los hebreros fueron enormes en el combate, los alemanes y sus colaboracionistas acabaron por retirarse. De hecho las fuerzas invasores no lograron ocupar ni un sólo edificio hasta cuatro días después, el 21 de Abril, no sin que antes más de 300 granaderos germanos huyesen acobardados mientras los judíos exclamaban «¡Es sangre alemana!».

La lucha en el Gueto de Varsovia se extendió todo un mes entre Abril y Mayo de 1943 (casi el mismo tiempo que el Tercer Reich empleó para conquistar Francia, Bélgica y Holanda en 1940). Los combates urbanos costaron las vidas de más de 6.000 judíos entre las viviendas incendiadas o bombardeadas, aunque los asaltantes tuvieron que abrirse paso a un alto precio calle por calle, edificio por edificio y piso por piso. Como resistir en los apartamentos se volvió imposible, los defensores organizaron la última resistencia en sótanos, bodegas y alcantarillas hasta que finalmente se vieron obligados a ordenar la evacuación. Lamentablemente la huida fue una carnicería porque los que no perecieron ahogados bajo el suelo debido a que los alemanes abrieron válvulas de agua y liberaron gases lacrimógenos, muchos fueron disparados nada más salir de los agujeros o devorados por perros hambrientos que sus dueños soltaron en el interior de los túneles. Respecto a aquellos que se ocultaron en los pisos de las pocas construcciones que quedaban en pie, fueron rociados con fuego de lanzallamas (los soldados de las SS hacían apuestas disparando a los que se agarraban de los balcones) o directamente echaron abajo decenas de infraestructuras con explosivos.

Rendición de los últimos resistentes judíos y sus familias del Gueto de Varsovia.

Incapaces de hacer frente a las fuerzas del Eje, los defensores del Gueto de Varsovia fueron siendo aniquilados o se rindieron de forma masiva a las Waffen-SS, ya que muy pocos judíos fueron los que consiguieron esconderse en la capital y huir con vida al interior de los bosques de Polonia. Por ejemplo el 4 de Mayo, capitularon los 456 resistentes del las Fábricas Schultz y Walter Többens, el día 8 fueron capturadas 4.000 personas en un refugio subterráneo del casco urbano y el 15 fue dinamitada una sinagoga, en donde murieron 87 combatientes sepultados bajo los escombros y otros 87 fueron hechos prisioneros. Curiosamente los últimos guerrilleros caerían abatidos tras la demolición de la Gran Sinagoga a las 20:15 horas del 26 de Mayo de 1943, fecha en que se dio por concluido el Levantamiento del Gueto de Varsovia.

Conclusión

El Levantamiento del Gueto de Varsovia dejó un saldo de 70.000 judíos muertos, entre estos 13.000 caídos en la lucha y 56.065 hechos prisioneros, de los cuales 7.000 serían fusilados de inmediato y el resto deportados con su consiguiente gaseamiento en el campo de exterminio de Treblinka. Respecto al Eje, se registraron 17 soldados alemanes muertos y otros tanto auxiliares entre polacos, ucranianos, bálticos, así como un total de 93 heridos.

Con la derrota del Levantamiento del Gueto de Varsovia, el barrio quedó completamente vacío de judíos y totalmente deshabitado con todos los edificios convertidos en escombros y ruinas desoladoras. Sorpredentemente algunos hebreos permanecieron ocultos, como unos pocos que fueron encontrados entre Julio y Septiembre de 1943, aunque la última persona capturada fue una niña que las SS descubrieron el 13 de Diciembre. A pesar de todo, un número muy reducido estuvo escondido sin que nunca los apresaran, como por ejemplo el último habitante judío, el pianista Wladyslaw Spilzman, que gracias a su amistad con un oficial alemán llamado Wilm Hosenfeld, pudo sobrevivir hasta que la Unión Soviética liberó Varsovia a inicios de 1945.

Antes de que el Ejército Alemán se retirarse de Polonia en el invierno de 1945, las fuerzas germanas demolieron las ruinas, echaron tierra y construyeron un parque sobre los cimientos del Gueto de Varsovia. Afortunadamente nada de eso sirvió porque al terminar la Segunda Guerra Mundial lo sucedido en el barrio judío era imposible de olvidar porque desde entonces se convirtió en uno de los mayores iconos del Holocausto.

 

Bibliografía:

-Saul Friedländer, El Tercer Reich y los judíos (1939-1945) Los años del Exterminio, Galaxia Gutenberg (2007), p.79-699
-Lawrence Rees, Auschwitz, los nazis y la Solución Final, Planeta DeAgostini (2005), p.240-241
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, «El ghetto en llamas», S.A.R.P.E. (1978), p.1009-1021