Asesinatos de japoneses en Manchuria

Cuando la Unión Soviética invadió Manchuria el 9 de Agosto de 1945, el terror y la violencia se adueñaron de la región tal y como había sucedido con Alemania y Europa Central a lo largo de toda la primera mitad de 1945. El objetivo en esta ocasión fueron los miles de residentes japoneses, quienes geográficamente rodeados y sin tener alguna posibilidad de escapatoria, serían perseguidos y masacrados tanto por la población nativa y como por los soldados del Ejército Rojo.

Al producirse el Incidente de Mukden que condujo a la invasión de Japón a Manchuria en 1931, el Gobierno de Tokyo creó un «estado satélite» que fue bautizado como Manchukuo y estuvo liderado por el Emperador Pu-Yi. A partir de entonces se instauró un régimen de carácter militarista que solamente concedió los mayores privilegios a los ciudadanos de etnia manchú y a los 771.712 colonos japoneses, que en detrimento del 80% de los habitantes chinos, se asentaron sobre la región para trabajar en las explotaciones agrarias y otras empresas dedicadas a la minería o el Ferrocarril Manchuriano del Sur. Ante esta situación de injusticia, no fue extraño que cuando la Segunda Guerra Mundial cambió en favor de los Aliados, el Ejército del Kwantung estacionado en Manchuria comenzase un programa de evacuación para sus propios compatriotas (lógicamente se temían represalias) que jamás llegaría a materializarse primero por falta de tiempo y segundo por la ausencia de embarcaciones como consecuencia de la Guerra del Pacífico contra Estados Unidos.

Juso unas horas antes de producirse el lanzamiento de la segunda bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki el 9 de Agosto de 1945, la Unión Soviética declaró la guerra a Japón poniendo en marcha la «Operación Tormenta de Agosto». Así fue como más de un millón de tropas soviéticas, a las que se unieron miles de partisanos del Partido Comunista Chino (PCCh) de Mao Tse-Tung, se abalanzaron salvajemente sobre Manchuria anunciando una sed de odio y venganza, la cual llevó a que una cifra de 4.395 civiles japoneses se suicidasen sin tan siquiera probar la huida (a sabiendas del calvario que les esperaba si caían prisioneros).

A medida que el Ejército Rojo se fue adentrando en Manchuria, tanto los soldados soviéticos como los partisanos chinos que les seguían, se comportaron muy brutalmente con todas los residentes y campesinos japoneses que se iban encontrando. De hecho cada vez que capturaban a un grupo más o menos grande de ciudadanos nipones, acto seguido los fusilaban en masa, en muchos casos los torturaban o violaban a las mujeres y las niñas. Precisamente sólo en las primeras jornadas de la campaña se registraron 2.761 civiles asesinados, de los cuales 1.620 murieron a manos de los soviéticos y 1.141 a manos de los guerrilleros chinos.

Como los residentes japoneses comprendieron que quedarse a esperar en sus granjas y huertos suponía una muerte segura, miles de familias se vieron obligadas a abandonar precipitadamente sus hogares y echarse al campo. De este modo en cuestión de muy pocos días, los caminos y carreteras de Manchuria se llenaron de decenas de miles de colonos japoneses, la mayoría acompañado por sus mujeres y niños, que a pie conformaron gigantescas caravanas de carromatos, caballos y otros animales (los más afortunados sobornaron con dinero plazas para viajar en tren). Lamentablemente tampoco la fuga a la desesperada fue una buena opción porque apenas sin alimentos ni medicinas, cargando con un montón de peso y a merced de los ataques aéreos, los refugiados sufrieron una auténtica «marcha de muerte» que costó la vida a 67.000 personas.

La Matanza del Templo de Gegenmiao fue uno de los episodios más dramáticos ocurridos durante la invasión de Manchuria. Todo sucedió cuando soldados soviéticos y partisanos chinos irrumpieron en el edificio y mataron a muchos hombres a golpes de bayoneta, mutilaron a numerosos varones con cuchillos, aplastaron a otros desafortunados mediante las cadenas de los tanques y violaron a las mujeres que consideraron más atractivas. Según los cálculos, los asesinatos registrados en esta macabra masacre ascendieron a 1.800 víctimas mortales, todos civiles.

Otras de las víctimas de la tragedia en Manchuria fueron los miles de niños japoneses que resultaron asesinados por los guerrilleros chinos (y en menores ocasiones por los rusos) o que se quedaron huérfanos después de contemplar como mataban a sus padres. Ni siquiera las niñas fueron respetadas porque en ocasiones las tropas soviéticas las secuestraban, las subían a los camiones, las violaban y luego las abandonaban en medio de una cuneta de la carretera. Afortunadamente no todos los niños nipones pasaron por este calvario porque muchos ciudadanos chinos, sintiéndose indignados con lo sucedido, no dudaron en adoptar a los huérfanos como hijos propios y educarlos en la cultura china, o bien llevarlos a orfanatos (la mayoría crecería y obtendría la nacionalidad china).

Terminada la Segunda Guerra Mundial el 2 de Septiembre de 1945, la violencia no cesó en Manchuria porque los residentes japoneses se vieron en manos de las nuevas autoridades comunistas rusas y chinas como por ejemplo sucedió en el campo de prisioneros de Fangzhen, en cuyas instalaciones dejarían morir de inanición a 3.000 cautivos. De hecho, sólo en las semanas posteriores al final del conflicto, un total de 11.520 japoneses fueron asesinados; mientras que otros 36.000 fueron deportados a los gulags y campos de concentración en Siberia, donde un alto porcentaje no sobreviviría a los largos inviernos, los trabajos forzados o las enfermedades.

A finales de 1945, el extinto Estado de Manchukuo fue ocupado por observadores internacionales procedentes tanto de Estados Unidos como de la Organización de Naciones Unidas (ONU), cuyos expertos impulsaron la expulsión de los restantes 600.000 colonos japoneses que entre Mayo y Octubre de 1946 fueron reasentados en Japón. Desgraciadamente hasta dicha fecha, el número de civiles nipones asesinados en Manchuria había sido de 118.000 personas, sin contar los 34.000 desaparecidos.

 

Bibliografía:

Louise Young, Japan’s total Empire. Manchuria and the Culture of Wartime Imperialism, «Victims of Empire», University of California Press (1999), p.408-411
-Charles River, The Japanese Invasion of Manchuria and the Rape of Nanking, «Fighting with the Soviets», Charles River Editors (2016), p.54-55