Al inicio de las hostilidades entre Japón y Estados Unidos en Diciembre de 1941, el Atolón de Wake se convirtió en un objetivo prioritario dentro del contexto de la expansión del Imperio del Sol Naciente sobre la vastedad del Océano Pacífico. A medio camino entre las Islas Marianas y las Islas Hawaii, las fuerzas norteamericanas que componían la diminuta guarnición resistirían heroicamente los bombarderos y la invasión japonesa, inaugurando una de las batallas más famosas del Lejano Oriente justo al principio de la Segunda Guerra Mundial en Oceanía.
Preludio
El Atolón de Wake era una saliente de coral con forma de «U» en medio del Pacífico Central, cuya superficie cargada de palmeras tropicales y rodeada de aguas cristalinas, estaba articulada en dos segmentos insulares que se unían mediante canales y puentes, concretamente el Islote de Peale al norte y la Isla de Wilkes al sur. A pesar de su reducido espacio, vivían más de 1.000 civiles como parte del personal auxiliar de la base militar y naval, así como un aeródromo internacional de la Compañía Pan American Airways que semanalmente efectuaba viajes comerciales y turísticos desde América a Asia, sobretodo a las Filipinas, transportando a 74 pasajeros en cada hidroavión Boeing 314. De hecho justo en los días previos al inicio de la Guerra del Pacífico, la población total fue de 1.286 personas contando a 1.146 trabajadores, 66 miembros del personal de aerolíneas y 74 viajeros procedentes del continente que se alojaron a la espera de proseguir sus vacaciones a bordo de un avión llamado «Philippine Clipper».
Antes de entrar Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, el jefe de la Comandancia de la Flota del Pacífica, el almirante Husband Kimmel, había previsto que uno de los primeros lugares en ser atacados por Japón sería el Atolón de Wake. Desgraciadamente la guarnición al mando del capitán Winfield Scott Cunningham, únicamente disponía de 512 militares distribuidos en 27 oficiales y 485 soldados, pilotos o marineros, estando el personal terrestre al frente del comandante James Devereux y el aéreo al frente del comandante Paul Putnam. Básicamente se trató de las siguientes unidades: el 1º Batallón de Marines con 388 efectivos (15 y 373 infantes), el 211º Escuadrón de Cazas Embarcados con 50 hombres (1 oficial y 49 aviadores), la Estación Aeronaval con 68 especialistas (10 oficiales y 58 operarios), el Cuerpo Aéreo Militar con 5 soldados (1 oficial y 4 técnicos) y 2 marineros enfermos desembarcados unos días antes por el submarino USS Triton. A dichos destacamentos había que añadir una aviación compuesta por 12 cazas Wildcat enviados por el portaaviones USS Enterprise, más un arsenal de 58 cañones entre cinco piezas costeras de 127 milímetros, tres tubos medios de 76 milímetros y 50 antiaéreos de 12’7 milímetros.
Simultáneamente al ataque de Japón sobre Pearl Harbor en las Islas Hawaii, así como a la inmediata expansión sobre las Filipinas y la Isla de Guam, la Marina Imperial Japonesa procedente de la Base Naval de Truk en la Micronesia arrebataría a los Estados Unidos el Atolón en Wake. Diseñado el plan por el almirante Shigeyoshi Inouye, se escogió para el desembarco al 6º Escuadrón de Destructores del contralmirante Sadamichi Kajioka conformado por 13 navíos entre los que estaban los 3 cruceros ligeros Yubari, Tatsuta y Tenryu, los 6 destructores Hayate, Oite, Kisagari, Mutsushi, Yayoi y Mochizuka, y los 4 cargueros Nº32, Nº33, Kongo Maru y Konryu Maru; más un soporte desde el aire del 24º Escuadrón Mixto «Kaigun Kokutai» liderado por el capitán Fujiro Ohashi que poseía 109 aviones entre 36 cazas Mitsubishi A5M, 37 bombarderos (36 Mitsubishi G3M y 1 Mitsubishi G4M) y 36 hidroaviones Kawanishi H8K.
1ª Batalla de Wake
Bombardeo de Wake
El 7 de Diciembre de 1941, un grupo de seis bombarderos Mitsubishi G3M sobrevolaron el Atolón de Wake en misión de reconocimiento y sin que los norteamericanos se enterasen, pues después de tomar unas cuantas fotografías regresaron a sus bases del Atolón de Kwajalein, aunque durante el trayecto a la Micronesia ya se produjo el primer incidente al sufrir uno de los aviones una avería y estrellarse con la superficie del mar, falleciendo toda la tripulación, entre esta el alférez Takeo Yamamoto. Mientras tanto en Wake, donde recientemente había despegado el hidroavión «Philippine Clipper» de la Compañía Pan American Airlines en dirección a la Isla de Guam, a las 6:30 horas se recibió un anuncio de radio en el que se comunicaba que la aviación japonesa estaba bombardeando Pearl Harbor y de que Estados Unidos acababa de entrar en la Segunda Guerra Mundial contra Japón. Inmediatamente a la noticia, los soldados del 1º Batallón de Marines fueron movilizados para ocupar sus atrincheramientos, al tiempo en el que se ordenaba regresar a la laguna natural al «Philippine Clipper» y se ponía en el aire a cuatro interceptores Wildcat del 211º Escuadrón de Cazas Embarcados.
A las 7:30 del 8 de Diciembre de 1941 (día 7 en el horario de las Islas Hawaii), un total de 34 bombarderos Mitsubishi G3M de la 24ª Escuadrilla Mixta «Kaigun Kokutai» despegaron del Atolón de Kwajalein a una velocidad de 250 kilómetros por hora y a una altitud de 900 metros, alcanzando el Atolon de Wake a las 11:30 de la mañana. Apenas sin tiempo a reaccionar porque la alarma fue dada demasiado tarde por el único oficial presente en la batería antiaérea de Peacok Point, los aviones se dividieron en grupos de doce aparatos que arrojaron sus bombas con eficacia, arrasando algunas de las instalaciones del aeródromo, pulverizando a siete de los ocho cazas Wildcat en la pista e incendiando un depósito que contenía 100.000 litros de gasolina, sin obviar con 26 miembros de la guarnición perdieron la vida, entre estos tres pilotos y 23 marines, además de resultar heridos otros dos aviadores. De igual manera otra bomba destruyó la estación radar del Cuerpo Aéreo Militar y otra echó abajo el Hotel de la Pan American Airlanes, matando a diez empleados civiles. De hecho algunos de los aparatos bimotores nipones acabar con el hidroavión «Philippine Clipper» amarrado en la laguna natural de coral, aunque por suerte ninguna de las veintitrés bombas lanzadas impactó en el objetivo. Una vez los invasores se marcharon a las 12:10 horas, los cuatro cazas Wildcat que habían despegado de madrugada aterrizaron con retraso en Wake, teniendo uno la mala suerte de romperse la hélice al tomar tierra, lo que redujo el número de interceptores a tan sólo cuatro operativos.
Inmediatamente al desastre cosechado el 8 de Diciembre, el hidroavión «Philippine Clipper» evacuó a 73 refugiados hacia Estados Unidos, mientras por la noche los marines improvisaron un hospital artificial de campaña en el que fallecieron tres de los pacientes heridos. Al día siguiente, a las 11:45 del 9 de Diciembre, una segunda oleada de 27 bombarderos Mitsubishi G3M regresaron al Atolón de Wake para soltar desde una altura de 4.000 metros unas bombas con las que destrozaron varias edificaciones y atrincheramientos, matando a 59 personas entre 4 marines y 55 civiles. Ni siquiera a la jornada próxima, el 10 de Diciembre a las 10:45, los japoneses otorgaron tregua alguna porque una tercera oleada de 26 Mitsubishi G3M voló un almacén de 125 toneladas de dinamita, aunque en esta ocasión los cuatro cazas Wildcat les salieron al paso, derribando a uno de los bimotores en su ruta de vuelta a la Micronesia.
A las 5:00 horas del amanecer del 11 de Diciembre de 1941, el 6º Escuadrón de Destructores de la Marina Imperial Japonesa echó el ancla frente a la Isla de Wake, poco antes de que el crucero Yubari anunciase el inicio de la batalla disparando una salva desde 8 kilómetros de distancia con la que incendió un depósito de combustible en Peacock Point. Como por el momento los norteamericanos no respondieron a la amenaza, los cruceros Tatsuta y Tenryu se aproximaron a tan solo 3.500 metros de la costa, donde de repente a las 6:15, la batería de Peacock Point mandó dos fogonazos que hicieron blanco en la más alejado Yubari, perforándole el casco con proyectiles de 172 milímetros y obligando a los nipones a retirarse del lugar. Tampoco les fueron mejor las cosas a los destructores que se acercaron al Islote de Wilkes, pues a las 6:52 uno de los cañones costeros impactó en el Hayate, el cual se partió en dos trozos y se hundió con 172 marineros muertos (siendo el primer buque japonés echado a pique en la Segunda Guerra Mundial).
A raíz de la inesperada contestación por parte de la guarnición del Atolón de Wake y de que también el destructor Oite resultó dañado por un proyectil procedente del Islote de Wilkes, lo mismo que su gemelo Yayoi frente al Islote de Peale, el almirante Shigeyoshi Inouye ordenó la retirada a la Micronesia bajo la cobertura de un escuadrón de 17 aviones Mitsubishi G3M que bombardearon la base a las 10:40 horas, aunque sin efecto alguno por dos cazas Wildcat derribaron a dos de los aviones nipones. Respecto a los otros dos interceptores Wildcat operativos que iban equipados con bombas de 50 kilogramos todavía causaron un grave disgusto a los invasores, ya que el primero averió levemente al carguero Kongo Maru y el segundo hundió mediante un bombazo directo al destructor Kisagari que se fue a pique con 157 tripulantes.
Bombardeos
La primera invasión de Japón al Atolón de Wake acabó en un rotundo fracaso porque los japoneses se retiraron con dos destructores hundidos, dos aparatos derribados y 329 muertos, a costa de un caza Wildcat abatido y un soldado herido. A pesar de todo la guarnición sabía que no podría resistir una segunda agresión del Imperio Japonés, por lo que se solicitó ayuda urgente al almirante Husband Kimmel el Pearl Harbor, quién a toda prisa organizó una expedición naval de socorro conformada por la 14ª Fuerza Operativa que al mando del vicealmirante Willson Brown zarpó de San Diego con 6 naves de los siguientes tipos: el portaaviones USS Saratoga con 14 cazas Brewster Buffalo, los tres cruceros USS Astoria, USS Minneapolis y USS San Francisco, el petrolero USS Neches y el portahidroaviones USS Tangier.
Mientras tanto en la Micronesia, el vapuleado 6º Escuadrón de Destructores pasó a integrarse en la poderosa 2ª División de Portaaviones, encargada de escoltar a la 2ª Fuerza Especial Naval de Desembarco compuesta por 1.000 soldados e infantes de marina repartidos en las 1ª, 2ª y 3ª Compañías de Fusileros que desembarcarían en el Atolón de Wake. Se trataba de un total de 23 navíos entre los que estaban los dos portaaviones Hiryu y Soryu con 146 aparatos embarcados de varios tipos con 20 Zeros, 66 bombarderos en picado Aichi Val y 60 torpederos Nakajima B5N, los nueve cruceros, Yubari, Tatsuta, Tenryu, Aoba, Furutaka, Kako, Kinugasa, Tone y Chikuma, los seis destructores Yunagi, Oite, Asanagi, Mutsushi, Yayoi y Mochizuka, los dos submarinos RO-62 y RO-66, y los cuatro cargueros Nº32, Nº33, Kongo Maru y Konryu Maru.
El preludio a la invasión comenzó el 12 de Diciembre de 1942 cuando dos gigantescos hidroaviones Kawanishi H8K, también conocidos como «hidrocanoas», aparecieron sobre el Atolón de Wake soltando cuatro bombas de 250 kilogramos y doce de 60 kilogramos. Los daños fueron leves y encima uno de los Wildcat despegó del aeródromo para derribar con relativa facilidad a uno de los cuatrimotores Kawanishi H8K. De hecho, aquel no fue el único fiasco de los nipones aquella jornada, pues los otros Wildcat avistaron a los submarinos RO-62 y RO-66 contra los que arrojaron dos bombas y ametrallaron sin efecto, aunque por suerte los hicieron maniobrar para accidentalmente colisionar ambas embarcaciones, resultando hundido el segundo sumergible con 63 muertos a bordo.
El 13 de Diciembre un caza Wildcat del 211º Escuadrón de Cazas Embarcados quedó fuera de combate porque nada más despegar chocó con una grúa que se cruzó en su trayecto y el aparato se estrelló contra la maleza, aunque por piloto salió ileso y sin heridas del incidente. Afortunadamente para los norteamericanos, los diez hidroaviones Kawanishi H8K que atacaron el Atolón de Wake por la noche erraron en sus blancos porque los artefactos cayeron al agua, lo mismo que una segunda incursión de tres hidrocanoas a las 3:30 de la madrugada del día 14. Menos suerte tuvieron por la mañana porque una formación de 30 bombarderos Mitsubishi G3M destruyeron con sus bombas a uno de los cazas estadounidenses aparcado y mataron a dos marines, reduciendo el número de aviones a tan sólo un Wildcat (por lo menos hasta que unas horas más tarde volvieron a ser dos cuando los mecánicos repararon al interceptor siniestrado).
Al atardecer del 15 de Diciembre, sobre las 17:52 horas, seis hidroaviones Kawanishi H8K volaron de improviso sobre el Atolón de Wake, liberando cinco bombas de 250 kilogramos y 78 de 60 kilogramos con las que pulverizaron varias instalaciones militares y acabaron con la vida de un civil. Como las incursiones se multiplicaban cada vez más, los mandos de la base interpretaron que la invasión cada vez estaba más cerca y por eso al caer la noche los marines quemaron todos los documentos y libros de claves obedeciendo a una orden recibida desde Pearl Harbor. A la jornada siguiente, el 16 de Diciembre, un total de 24 aparatos entre 23 bombarderos G3M y un hidroavión Kawanishi H8K volvieron a arrojar bombas sobre la guarnición norteamericana, en esta ocasión apenas sin daños tras marcharse a las 12:45 y con un bimotor japonés derribado por los cañones de antiaéreos de 12’7 milímetros.
Fruto de un error, a las 2:00 horas del 17 de Diciembre, sonó la alarma del Atolón de Wake sin haber enemigo alguno en el aire, por lo que al venir realmente la amenaza a las 13:17, un grupo de 27 bombarderos Mitsubishi G3M destruyeron un depósito de combustible y dañaron gravemente un evaporador de agua del que los sitiados dependían muchísimo para su abastecimiento. Aunque las baterías antiaéreas abatieron a uno de los bimotores nipones y un tercer caza Wilcat fue reparado, otro interceptor se estrelló al despegar y quedó completamente inservible (volviendo a ser dos el número de aparatos operativos). A las veinticuatro horas de estos sucesos, el 18, los habitantes del lugar por primera vez disfrutaron de un día entero sin bombarderos, por lo menos hasta que a las 10:50 del 19 Diciembre, el dominio coralino volvió a recibir una incursión y nuevos desperfectos en la base a manos de 27 bombarderos G3M.
Bajo un cielo nublado y lluvioso, a las 15:30 horas de la tarde del 20 de Diciembre de 1941, un hidroavión PBY Catalina procedente de las Islas Hawaii amerizó en la laguna del Atolón de Wake para anunciar que se había organizado una expedición de socorro por parte de la 14ª Fuerza Operativa con el portaaviones USS Saratoga. Obviamente la guarnición recibió la noticia con alegría y esperanza, aunque cuando al día siguiente el PBY Catalina regresó a Pearl Harbor a las 7:00 del 21, las fuerzas sitiadas recibieron la desagradable visita a las 8:50 de una formación japonesa de 47 aparatos embarcados, concretamente 18 cazas Zero y 29 bombarderos en picado Aichi Val que habían despegado de los portaaviones Hiryu y Soryu. En esta ocasión y a diferencia de otras incursiones, el ataque se prolongó por espacio de tres horas porque después de agotar los aparatos sus cargas de bombas, se dedicaron a ametrallar el suelo hasta consumir todas las municiones de balas, sin obviar con que se presentaron en el lugar una segunda formación de 33 Aichi Val que a las 11:00 mataron un sargento, hirieron dos marines y destruyeron una batería antiaérea en la Isla de Peale.
La jornada del 22 de Diciembre los dos últimos cazas Wildcat se adelantaron a sus oponentes adentrándose en el Océano Pacífico y atacando por sorpresa a una formación de 39 aviones entre 9 cazas Zero y 33 Aichi Val. Rápidamente en la primera pasada uno de los Wildcat abatió a un Aichi Val, aunque en seguida otro aparato del mismo modelo derribó al norteamericano. El Wildcat superviviente se desprendió de sus perseguidores a cola y escapó para tomar tierra en la Isla de Wake, pese a que durante el aterrizaje el aparato se rompió y quedó completamente inservible (lo que supuso el fin del 211º Escuadrón del Cazas Embarcados al no poseer ya ningún avión). A continuación, el resto de la oleada japonesa que no había variado el rumbo de su trayectoria apareció sobre el enclave coralino y lo bombardeó provocando serios daños; mientras a 515 millas náuticas de distancia, la expedición de socorro de la 14ª Fuerza Operativa se detuvo a repostar sus buques con las mangueras del petrolero USS Neches, algo que sin duda otorgó una ventaja decisiva a la 2ª División de Portaaviones Japonesa.
2ª Batalla de Wake
Repentinamente la 1:00 horas de la madrugada del 23 de Diciembre de 1941, las naves de la 2ª División de Portaaviones que acababan de anclar frente al Atolón de Wake, encendieron los focos reflectores y abrieron fuego con ametralladoras contra la costa mientras los soldados descendían por las redes de los transportes a las barcazas. Completamente confundidos los miembros de la guarnición por el ataque nocturno, a la 1:45 horas corrió el rumor de que los japoneses habían desembarcado en el Islote de Pelae, por lo que con efecto inmediato los marines ocuparon el sector sin saber que todavía el enemigo estaba en pleno proceso de embarque (y se le hubiese podido hacer mucho daño porque todavía era vulnerable).
A las 2:00 horas los 1.000 soldados de la 2ª Fuerza Especial Naval de Desembarco a bordo de lanchas y de los transportes Nº32 y Nº33 navegaron hacia el Atolón de Wake, haciéndolo las 1ª y 2ª Compañías de Fusileros en dirección al Islote de Pelae y la 3ª Compañía de Fusileros al Islote de Wilkes. Gracias a la rapidez y sigilosidad de la misión, a las 2:45 horas los cargueros Nº32 y Nº33 embarrancaron suavemente en la arena de la playa sur del Islote de Pelae, depositando a sus tropas en la orilla que con agilidad se movieron por la zona hasta que se dieron de bruces con una fuerte oposición, no solo de los marines y de los pilotos de Wildcat convertidos en infantes, sino también de civiles y miembros de la Compañía Pan American Airlines, a los que se había dotado de cascos y fusiles para repelar a los agresores. Gracias a este recibimiento los japoneses sufrieron muchas bajas y fueron detenidos el tiempo suficiente para que el marine Robert Hanna, junto a tres ciudadanos llamados Paul Gay, Bob Bryan y Eric Lethola, pusieran a punto una batería con la que a una distancia de 500 metros dispararon contra el transporte Nº33, encajándole varios proyectiles que primero mataron al capitán del puente, luego a dos marineros en cubierta y finalmente incendiaron y hundieron al buque. Neutralizado aquel objetivo, el cañón abrió fuego y dañó al transporte Nº32, pero entonces unos soldados japoneses en tierra asaltaron su posición y destruyeron la pieza de artillería, acabando en el acto con la vida de Paul Gay y Bob Bryan, además de herir a Erich Lethola.
Simultáneamente a la lucha en el Islote de Pelae, también en el Islote de Wilkes las lanchas de desembarco de la 2ª División de Portaaviones alcanzaron el litoral occidental del Atolón de Wake. Nada más poner el enemigo el pie en la playa, un viejo soldado norteamericano llamado Raymond Rutledge que había peleado contra el Ejército Alemán en la Primera Guerra Mundial, reunió a un grupo de marines con quienes arrojó varias granadas de mano al interior de una barcaza que acabaron con la vida de todos sus ocupantes en el interior. Al cabo de unas horas, sobre las 4:00 de la madrugada, ya habiendo consolidado los japoneses una cabeza en la costa, un centenar de estadounidenses lanzaron un contraataque cerca de la orilla (los invasores no se enteraron por el sonido del chocar de las olas y la oscuridad) durante el que mataron a 94 nipones a cambio de tan sólo sufrir 16 bajas propias entre 11 muertos y 5 heridos.
A pesar de la heroica resistencia presentada por la guarnición del Atolón de Wake, los soldados japoneses de la 2ª Fuerza Especial Naval de Desembarco avanzaron hacia el interior y se apoderaron del aeródromo. Como consecuencia de la caída de este enclave, a las 5:30 horas los restantes marines, civiles, pilotos y otros miembros del personal levantaron una línea defensiva de 100 metros en torno al Puesto de Mando, así como en uno de los sectores del Islote de Peale con 42 marines entre los que había 2 oficiales y 40 soldados. Sin embargo poco más se pudo hacer porque a las 7:00 horas los norteamericanos recibieron la mala noticia de que la 14ª Fuerza Operativa no podía enfrentarse a la 2ª División de Portaaviones y por tanto regresaba a Pearl Harbor, abandonando de este modo a los sitiados su suerte. De hecho, en una muestra de desesperación, a las 10:32 horas de la mañana se recibió en las Islas Hawaii el último mensaje procedente de Wake que decía: «Enemigo en la isla. Varios buques más transportes aproximándose. Dos destructores varados».
Incapaz la guarnición de resistir por más tiempo en el Puesto de Mando y en el extremo del Islote de Peale, el capitán Winfield Scott Cunningham optó por la capitulación incondicional, por lo que para sorpresa de los japoneses, el comandante James Devereux junto a 40 de sus hombres enarbolaron la bandera blanca, exactamente igual que hicieron otras unidades aisladas a las que se comunció que cesaran las hostilidades antes del mediodía. Así fue como después de una breve negociación con los invasores, a las 13:00 horas se ofició una ceremonia en la que participaron tanto soldados japoneses como soldados norteamericanos de manera conjunta, arriando con todos los honores la bandera de Estados Unidos e izando la del Japón que se hizo visible desde todos los rincones del Atolón de Wake.
Conclusión
La victoria de Japón a la hora de conquistar la Isla de Wake fue muy importante a nivel estratégico, pues los nipones obtuvieron una posición clave en medio del Océano Pacífico con el que controlar el triángulo entre la Micronesia, las Islas Hawaii y las Islas Bonin, así como futuros accesos a las Islas Marianas y las Filipinas. Respecto al futuro de los prisioneros, cinco fueron ejecutados en el acto por razones de indisciplina, mientras que los 2.019 cautivos restantes entre militares y civiles se los envió a campos de concentración ubicados por distintos lugares del Imperio Japonés, salvo por la excepción de 99 que trabajaron como esclavos en la base (quienes serían asesinados en 1943). Curiosamente el lugar, bautizado como la «Isla de los Pájaros», permanecería bajo dominio de las potencias del Eje durante toda la Segunda Guerra Mundial hasta su devolución a Estados Unidos en 1945.
Aproximadamente Japón sufrió 700 muertos entre marineros, soldados y pilotos, así como el hundimiento de 4 navíos entre 2 destructores (Kisagari y Hayate) 1 submarino, (RO-62) y 1 transporte (Nº33), más el derribo de 9 aviones (7 bombarderos Mitsubishi G3M, 1 hidroavión Kawanishi H8K y 1 caza Zero).
Aproximadamente Estados Unidos sufrió 2.296 bajas entre 122 muertos, 49 heridos y 2.125 prisioneros, así como la pérdida material de 58 cañones y 12 aviones de caza Wildcat.
La Batalla del Atolón de Wake constituyó uno de los primeros enfrentamientos terrestres, aéreos y navales de Estados Unidos con Japón dentro de la Segunda Guerra Mundial. Sorprendentemente y a diferencia de los desastres cosechados en la Isla de Guam o en Filipinas, las tropas norteamericanas vendieron cara su derrota, provocando a los invasores bajas muy elevadas tanto entre los soldados como entre la marinería, sin obviar los buques hundidos y aviones abatidos. A raíz de este suceso, cuando en 1942 la prensa preguntó a los responsables de las Fuerzas Armadas Estadounidenses por qué en todos los frentes se había producido el colapso o la rendición de sus compatriotas sin apenas combatir, mientras que en Wake los defensores habían mantenido intacto el honor peleando hasta morir, un oficial del Cuerpo de Marines interrumpió y dijo: «¿Qué otra cosa podría esperarse de los Marines?»
Bibliografía:
-José María Palmero García, La Defensa del Atolón de Wake, Revista Serga Nº23 (2003), p.17-28
-Robert Heinl, La Lucha por el Atolón de Wake, Así fue la Segunda Guerra Mundial Volumen 30, Noguer (1972), p.330-331
-Eduardo Cea, La Aviación de la Marina Imperial de Japón, «Yokohama Kaigun Kokutai», Revista Española de Historia Militar Nº10 (2006), p.46-47
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, «Alba de fuego en Pearl Harbor», S.A.R.P.E. (1978), p.662-682
-Derrick Wright, Pacific Victory, «A Galant Garrison», Sutton (2005), p.13-14